En las profundidades de la costa atlántica de Sudamérica, donde las aguas turquesas del Caribe acarician los bordes de la pequeña Guyana, una revolución silenciosa comenzó a tomar forma. Hasta hace unos años, este país, con apenas 800.000 habitantes y una economía basada en la agricultura y la minería, era desconocido para la mayoría del mundo. Pero en 2015, un descubrimiento cambiaría su destino para siempre: ExxonMobil anunció que había hallado petróleo en cantidades colosales en el bloque Stabroek, marcando el inicio de una nueva era para Guyana. Menos de diez años después y solo cinco tras haber extraído el primer barril de crudo. Según los últimos datos publicados por la AIE, Guyana sería en estos momentos el mayor productor (algo que se veía venir) de petróleo del mundo por habitante, superando a Kuwait.
Ivan Duque, expresidente de Colombia, admitía hace unos meses en una columna publicada en Project Syndicate que Guyana estaba en camino de superar a Colombia como productor de petróleo, pese a la notable diferencia de tamaño y habitantes de cada país: «El auge económico de Guyana ha visto impulsado por sus enormes reservas de petróleo. Tras duplicar con creces su producción de crudo, el país está en camino de producir más de 800.000 barriles diarios en 2025. Para ponerlo en perspectiva, la producción petrolera de Guyana está a la par de la de países mucho más grandes como Colombia, que tiene una población de 52 millones de habitantes. Se espera que Guyana supere a Kuwait y a los demás países del Golfo y se convierta en el mayor productor de petróleo per cápita del mundo«, señalaba el exmandatario.
Guyana y su petróleo
Pues bien, si la división se realiza puramente entre los barriles de crudo y el número de habitantes, según el último mes con datos oficiales, Guyana sería ya el mayor productor de petróleo del mundo por habitante. Realizando la división el resultado es claro. Guyana produce 0,79 barriles de petróleo por cada habitante. El país cuenta con 813.000 habitantes y produjo en octubre 640.000 barriles diarios, según los datos publicados por la Agencia Internacional de la Energía (AIE) en su último informe mensual. Con estos datos, Guyana habría superado a Kuwait, donde el ratio es ahora mismo de 0,69. No obstante, este sorpasso tiene aún ciertas debilidades, puesto que Kuwait está produciendo crudo por debajo de su potencial al estar inmerso en la política de recortes de la OPEP. Sin embargo, esto no quita mérito a lo logrado por Guyana y ExxonMobil en unos pocos años.
En menos de una década, las reservas recuperables de crudo del país se han disparado a los 11.000 millones de barriles, según las estimaciones más recientes. Este volumen situó a Guyana en el panteón de las grandes naciones petroleras de América, una hazaña sin precedentes para un país cuyo PIB apenas alcanzaba los 5.000 millones de dólares antes del boom y ahora supera con holgura los 20.000 millones, generando uno de los PIB per cápita más elevados de toda América. El campo Liza, el primero en ser explotado, se convirtió rápidamente en un símbolo de la transformación nacional. Para tener cierta visión o contexto de lo que esto supone, un país de 800.000 habitantes está produciendo toda la cantidad de petróleo que consume cada día Sudáfrica, que cuenta con 60 millones de habitantes.
Todo comenzó hace cinco años
La producción de petróleo comenzó oficialmente en diciembre de 2019, cuando el FPSO (unidad flotante de producción, almacenamiento y descarga) Liza Destiny bombeó los primeros barriles de crudo. Desde entonces, la industria ha crecido a pasos agigantados. Según la Agencia Internacional de la Energía, Guyana produce actualmente 640.000 barriles de petróleo diarios, una cifra que no solo desafía las expectativas, sino que posiciona al país como el mayor productor per cápita del mundo. La velocidad del desarrollo petrolero ha sido vertiginosa. ExxonMobil, junto con sus socios Hess y CNOOC, ha liderado esta revolución energética, desarrollando múltiples proyectos en el bloque Stabroek, que abarca más de 26.800 kilómetros cuadrados. Cada uno de los proyectos en el campo ha batido récords en términos de rapidez y eficiencia, consolidando a Guyana como un actor emergente en los mercados globales de energía.
«Los proyectos en aguas profundas de ExxonMobil Guyana son los más exitosos del mundo. En cinco años, la empresa ha puesto en marcha tres megaproyectos complejos en alta mar según lo previsto y dentro del presupuesto, al tiempo que avanzaba con los planes para cinco proyectos adicionales para finales de la década. Se espera que la capacidad de producción en Guyana supere los 1,7 millones de barriles por día, y que la producción bruta aumente a 1,3 millones de barriles por día para 2030″, aseguran desde ExxonMobil en un comunicado.
«Trabajando junto con nuestros socios y el Gobierno, estamos haciendo nuestra parte para fomentar un futuro más brillante para todos los guyaneses», aseguraba Routledge. «ExxonMobil Guyana celebra con orgullo este hito de cinco años como un logro compartido, y esperamos continuar nuestra exitosa colaboración con el pueblo de Guyana».
No todo es oro lo que reluce
Pero esta historia de éxito petrolero no está exenta de desafíos. La bonanza ha desatado debates sobre cómo gestionar los ingresos para evitar el temido ‘mal holandés’, un fenómeno que ha ‘infectado’ a otras naciones ricas en petróleo, generando economías ‘monocultivo’, totalmente dependientes del crudo, adictas a las subvenciones y sin posibilidad de esquivar la propia volatilidad que generan los precios del crudo. El gobierno guyanés ha establecido un fondo soberano para garantizar que los ingresos se utilicen de manera prudente, priorizando la infraestructura, la educación y la diversificación económica. Sin embargo, los retos políticos y sociales permanecen, especialmente en un país con marcadas divisiones étnicas y una historia de tensiones políticas.
«Guyana se enfrenta a importantes obstáculos económicos. Para mantener el ritmo de desarrollo y su actual impulso de crecimiento, el país debe adoptar políticas de inmigración que le permitan atraer la fuerza laboral necesaria para completar los proyectos de construcción existentes, expandir su sector de servicios financieros y establecer una base industrial y empresarial. Estas medidas son cruciales para lograr el pleno empleo y facilitar la rápida expansión de la clase media, evitando así el malestar social y la inestabilidad política», asegura Duque.
La transformación económica ya es palpable. Los ingresos petroleros han triplicado el PIB del país en apenas cuatro años, y el Fondo Monetario Internacional prevé que Guyana será una de las economías de más rápido crecimiento del mundo en esta década. Ciudades como Georgetown, la capital, están experimentando un auge en la construcción, mientras que empresas internacionales compiten por una porción del naciente mercado de servicios petroleros.
Sin embargo, detrás del brillo del petróleo, hay sombras que acechan. Los críticos han señalado que una parte significativa de las ganancias se queda en manos de las compañías internacionales, dejando al gobierno guyanés con una participación limitada. Además, los riesgos ambientales son una preocupación constante en un país conocido por su biodiversidad y frágiles ecosistemas marinos.
Ahora todo el mundo quiere a Guyana
El petróleo también ha reconfigurado las relaciones de Guyana en el escenario internacional. Potencias como Estados Unidos, la India y China han intensificado su interés en el país, mientras que las disputas fronterizas con Venezuela, que reclama parte del territorio donde se encuentran los yacimientos, se han intensificado. La diplomacia energética se ha convertido en un delicado acto de equilibrio para los líderes guyaneses, que deben navegar entre la cooperación y la competencia.
A pesar de los desafíos, el optimismo domina el discurso nacional. Para muchos guyaneses, el petróleo representa una oportunidad histórica para superar décadas de pobreza y subdesarrollo. Los ingresos energéticos podrían financiar hospitales, escuelas y carreteras, transformando radicalmente la calidad de vida de sus habitantes.
El crecimiento de la industria petrolera también está atrayendo a miles de trabajadores extranjeros, cambiando la demografía y el ritmo de vida de Guyana. Hoteles llenos, nuevos restaurantes y un mercado inmobiliario en auge son testigos de una economía en plena efervescencia, aunque también plantean el desafío de equilibrar el desarrollo con la preservación de la identidad cultural.
El campo petrolero de Guyana se ha convertido en un laboratorio global para la explotación rápida y eficiente de recursos. Las tecnologías avanzadas, como las FPSO, han permitido a las empresas maximizar la producción mientras minimizan el impacto ambiental. Sin embargo, con cada barril extraído, la pregunta persiste: ¿puede Guyana evitar los errores del pasado y construir un futuro sostenible?
El horizonte para Guyana está lleno de promesas y preguntas. Las proyecciones indican que el país podría superar el millón de barriles diarios para finales de esta década, consolidándose como un jugador clave en el mercado petrolero. Pero el verdadero éxito no se medirá en barriles o dólares, sino en la capacidad del país para transformar su riqueza en un legado duradero para sus ciudadanos.
La historia petrolera de Guyana es un recordatorio de cómo un recurso puede reconfigurar el destino de una nación. Desde las tranquilas costas del Atlántico hasta los salones del poder en Georgetown, el petróleo ha cambiado todo. Ahora, el desafío es asegurarse de que este cambio sea para bien, en una danza delicada entre la prosperidad y la prudencia.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.eleconomista.es
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