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Los vaivenes políticos no cambian la solidez de una estrategia

Los vaivenes políticos no cambian la solidez de una estrategia

Este artículo se enmarca en la serie de entregas Los Análisis de la Sostenibilidad, redactados por miembros del Comité de Sostenibilidad de CFA Society Spain para elEconomista.es.

Se puede observar, atendiendo a la cambiante realidad actual, cómo el concepto de sostenibilidad alcanza diferentes significados según qué personas, ambientes o momentos. Lo vemos en la encuesta anual de clima de Robeco, con marcadas diferencias regionales, y donde cada cual tiene sus definiciones y prioridades. En estos tiempos, más que nunca, es importante saber entender otras realidades donde el concepto de sostenibilidad arrastra connotaciones añadidas o se desarrolla a otro ritmo, en función de su contexto. Visite elEconomista ESG, el portal verde de elEconomista.es.

Estamos seguros de que, aunque sólo fuera por los efectos climáticos extremos, este concepto no perdería actualidad. Puede que, con diferente ritmo e intensidad, pero la importancia de la sostenibilidad continuará aumentando en las agendas de los inversores, sin duda alguna.

La sostenibilidad se mantiene como solución óptima a muchos de nuestros desafíos como sociedad. Si bien el ser humano no está pensado para marcarse el decrecimiento como un objetivo, sí lo está para continuar mejorando su condición y la de aquello que le rodea, pero atendiendo a su impacto y consciente del valor de uso de los recursos naturales. Necesidades inherentes a la sociedad, como el uso de energía (fósil) y materiales, se han visto amplificadas desde principios del siglo XX con el extraordinario crecimiento de la población y la paulatina mejora en su calidad de vida. Y es que, según Marina Fischer-Kowalski, exdirectora del Instituto de Ecología Social de Viena, no es el crecimiento económico el que ejerce una presión sobre el medio ambiente, sino el crecimiento del flujo físico de energía y materiales que la sociedad procesa. Todavía hoy, casi a mitad de transición desde la firma de Kioto, aumenta globalmente el consumo de combustibles fósiles pese a la disminución en la intensidad energética alcanzada. Trump ataca a las renovables y en Europa crece la presión ‘anti sostenibilidad’.

Este elevado consumo de combustibles fósiles conlleva, tanto a su agotamiento en el tiempo, como a la acumulación de significativas cantidades de gases de efecto invernadero en la atmósfera. La mayoría de los científicos opinan que estas emisiones nocivas afectan al calentamiento del clima y, por tanto, a los efectos indeseados que ello supone. Sin entrar a debatir la fortuna de términos como «código rojo» o «emergencia climática», lo cierto es que como decía Hans Jonas «sólo sabemos lo que está en juego, cuando está en juego», e igual resulte tarde para resolverlo.

El retrasarnos, o no, dependerá de la agilidad de la transición. Por todo esto, la velocidad de cambio resulta característica de esta transición, aunque como señalara el profesor Vaclav Smil, las transiciones energéticas mundiales siempre se han dilatado en el tiempo, no fueron repentinas. Sin embargo, a esta última transición le exigimos no sólo que abandone el soporte de combustibles que han impulsado este tiempo de crecimiento económico, algo que no se dio en transiciones anteriores, sino que se produzca tres veces más rápido. «Este verano iniciamos una megainversión de 3.000 millones en Andalucía en el mayor proyecto de hidrógeno europeo».

Alcanzar el Cero Neto debe suponer una descarbonización progresiva de todos los sectores de la economía. Al invertir en transición esperamos un cambio a favor por confiar en compañías que históricamente han mostrado un impacto negativo. Invirtiendo de esta manera en transición impulsamos un cambio positivo, asegurando que los grandes emisores se conviertan en parte de la solución y dejen de significar un problema.

No olvidemos que una transición efectiva trata de encaminarse hacia una economía más limpia, no únicamente de incrementar la economía verde. Invertir en tecnologías verdes y en energías renovables es importante, pero supone menos del 9% de la economía global. De ahí que la inversión en transición sea una necesidad en estos momentos, ayudando a las empresas que, pese a pertenecer a sectores con una actividad no considerada «verde», tienen ambiciones creíbles para un futuro sostenible. Es aquí donde un gestor de activos con capacidad, y que comprenda el verdadero significado de la sostenibilidad para una sociedad, debe aportar soluciones.

En todo cambio, la velocidad es causa de que la adaptación no resulte sencilla. Por ser este un cambio climático tan súbito, la falta de adaptación pone en jaque a sociedad y naturaleza ante, primero, los potenciales riesgos físicos. Por la misma razón, de aplicar una velocidad demasiado elevada en la solución, economía y sociedad podrán sufrir los llamados riesgos de transición. Es la velocidad impuesta, y sus sacrificios, lo que revuelve a la sociedad contra el avance justificado de las políticas sostenibles, no la sostenibilidad en sí; de ahí el reto de una transición justa.

Muchos gestores de inversión creemos en un capitalismo con conciencia, donde la sostenibilidad no debe quedar de lado. Un concepto en absoluto reñido con la rentabilidad, y donde sólo hay que escapar de la vorágine del momento para entender su beneficio en el largo plazo.

Será en este capitalismo educado, empleando el término de J. Gomá, donde la sostenibilidad pone el foco y da nombre a ciertos comportamientos y mejores prácticas habituales para muchas empresas. Buscar la caducidad en un concepto que supera a la actualidad del momento, por motivación y por necesidad, demuestra ignorar lo que realmente supone la sostenibilidad para una sociedad. Los vaivenes políticos no cambian la importancia de una estrategia tan sólida; sólo cambia la necesidad de escuchar de cerca a los inversores, con sus inquietudes y prioridades, dialogar con ellos, y tener la capacidad de ofrecer soluciones particulares según evoluciona su demanda.

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Fuente de TenemosNoticias.com: www.eleconomista.es

Publicado el:
En la sección: elEconomista Mercados

Publicado en Economía y Finanzas

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