Los tiempos cambian, y los modelos a seguir también lo hacen. Es una realidad que hoy en día los niños ya no quieren ser futbolistas, sino que aspiran a ser influencers, porque son lo que ven en sus casas y quieren llegar a tener una vida como la que estas personas dedicadas a crear vídeos muestran a través de una pantalla.
Esta nueva «profesión» está en auge debido a que cada vez pasamos más tiempo conectados a las redes sociales, y por lo tanto cada vez consumimos más contenidos, lo que deja más espacio para que más personas comiencen a crear los suyos.
Al final estas personas ofrecen una nueva forma de entretenimiento, y si tienen cientos de seguidores en sus perfiles de redes sociales, será porque lo que hacen lo hacen bien o por lo menos cumplen con la función por la que crean estos vídeos, entretener al público.
Lo que pasa es que la figura del influencer vive una dualidad, donde muchos señalan que hay influencers buenos y otros que son malos, principalmente por el tipo de contenido que hacen. Pero también muchos son criticados porque los usuarios creen o señalan que no son conscientes de la suerte que tienen o que viven en una burbuja que no les deja ver cómo es la vida real (que a muchos les pasa).
Pero no hay que meter a todos los influencers en un mismo saco, al igual que tampoco debemos criticarlos a todos, porque al final como decíamos muchos crean contenido inofensivo con la pura intención de entretener a las personas al igual que lo hace una serie de televisión o un libro.
En redes se ha vuelto viral y muy aplaudida una opinión de la influencer Carla Flila en el podcast de La Influencia, en la que reflexiona sobre esta nueva profesión que ha surgido con el auge de las redes, y al contrario de lo que muchos podrían pensar que Flila iba a decir su modo de ver lo que hace ha sorprendido a muchos.
«Para mí ser influencer no es un trabajo trabajo, no es duro, es un chollo, yo estoy viviendo un chollo» reconoce la joven. Esta habla sobre cómo los influencers viven muy bien haciendo «cuatro vídeos tontos», aunque siempre hay casos y casos, pero sin quitar méritos al final es hacer y subir un vídeo a una plataforma.
«Lo puedo comparara con lo que es un trabajo de verdad, de levantarte a las cinco de la mañana y llegar a tu casa a las nueve de la noche para cobrar un sueldo normativo a, por ejemplo, estar delante de unos focos divina de la muerte mientras me grabo un TikTok» reflexiona la influencer, que niega categóricamente que su profesión sea un trabajo duro. «Para mí no es duro, es un sueño que le gustaría vivir a muchísima gente y ganar el dinero que gano por hacer cuatro TikToks».
Fuente de TenemosNoticias.com: www.eleconomista.es
Publicado el: 2025-04-09 11:01:00
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