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Por: Violeta Villar / www.lawebdelasalud.com
El amor y la fe han sostenido en el tiempo una iniciativa ciudadana creada hace 23 años por una pareja de profesores de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL), Venezuela. Amor entre sus fundadores, Magaly Pérez Limardo y Héctor Pantoja, y amor de ellos -y de quienes en ellos creen-, por su país. Fe en que este país siempre puede ser mejor y fe en que los duros embates que lo sacuden, serán, como antes lo fueron en su accidentada historia, escollos superables.
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Sumemos a estos valores que han permitido la permanencia ininterrumpida del “Aula Abierta al Ciudadano” en estos 23 años, la constancia, la puntualidad en los eventos que organizan, el respeto a la diferencia y la lealtad de sus colaboradores: profesionales de distintas disciplinas, empresarios, estudiantes, líderes vecinales y religiosos y amigos que creen en este proyecto, que, según los cálculos de sus fundadores, es el único de su tipo que ha permanecido más tiempo en el país.
“Este es un espacio eminentemente educativo de formación integral y ciudadana de alto nivel académico. Acá puede participar toda gente de bien, independientemente de sus preferencias religiosas o políticas, o de su condición social. Aceptamos la diferencia como un recurso enriquecedor, intelectual y socialmente hablando. Se trata de propiciar la paz y la convivencia comunitaria, como dice el Premio Nobel de la Paz, John Hume”, destaca Magaly Pérez Limardo.
Pérez Limardo es profesora en Orientación y dirigió durante dos décadas el posgrado en esta área en la UPEL de Barquisimeto. Es nieta del doctor José Antonio Pérez Limardo, amigo y colega del sabio Lisandro Alvarado, epónimo de la primera universidad de la región centroccidental de Venezuela.
Su madre, Reina Parra, fue maestra “normalista” en la zona de Guarico, en el antiguo distrito Morán.
Pantoja es pedagogo en Matemática y es autor y coautor de varios libros de esta disciplina para los niveles de primaria, secundaria y universitario del sistema educativo venezolano. Fue subdirector de Docencia de la UPEL, donde conoció a la que sería su esposa.

Un espacio plural para la reflexión
Lo que en 2001 nació como un plan anual de gestión del profesor Pantoja, para entonces presidente del Rotary Club de Barquisimeto, es hoy un espacio autogestado para la interacción humana y la pluralidad reflexiva (educación basada en valores, la denominan), sobre temas tan diversos como sus asistentes: gente de distintos estratos y edades que buscan respuestas a sus inquietudes más allá de lo que ofrece la internet o se animan a participar por la agenda preparada por el matrimonio Pérez Limardo-Pantoja y su equipo.
Una vez al mes, y de manera ininterrumpida desde su creación, en el “Aula Abierta al Ciudadano” conferencistas y público, hablan de historia, de salud, de psicología, de derecho, de convivencia, de humor, de economía, de educación, de valores éticos, de resiliencia, en fin.
La lista, ni es cerrada ni se agota, porque sus organizadores le toman el pulso a su tiempo para escoger a sus invitados. “Estamos permanentemente buscando talentos, algunas veces están relacionados con vivencias cercanas, porque fueron nuestros profesores o porque se destacan en la opinión pública, pero siempre son personas que modelan, que enseñan con su propia vida y conducta, más que con la palabra”, reconoce la educadora.
El matrimonio Pérez Limardo- Pantoja -una unión que ya alcanza los 54 años-, define esta iniciativa como “un programa educativo de desarrollo humano, basado en la atención permanente de los ciudadanos de la ciudad de Barquisimeto y de las zonas adyacentes”. Y entre sus postulados, destacan: “La libertad como una referencia sustancial para la realización integral del ser humano; El esfuerzo constante para que cada ciudadano sea arquitecto de su vida; El derecho a la prosperidad como medio para que cada ciudadano se convierta en responsable de su propio bienestar; La naturaleza como el reservorio de la ciudad. Por lo tanto, se defiende con amor; y La adversidad se asume como fuente de fortaleza y evolución”.
El comienzo

El “Aula Abierta a la Comunidad”, como se llamó originalmente, empezó en 2001 en el Hospital Rotario, ubicado al oeste de la ciudad, con actividades de servicio para los habitantes de la populosa parroquia Juan de Villegas (hoy Ana Soto), la más habitada de Venezuela.
Se trata de un conglomerado de comunidades donde vive gente muy vulnerable y con limitadas oportunidades para su desarrollo. Los talleres de esta etapa inicial del “Aula” versaron sobre nutrición, autoestima, salud preventiva, desarrollo de la inteligencia emocional, motivación y liderazgo.
“Allí también hacíamos diagnósticos sobre problemas que afectaban a la comunidad. Siempre eran unas 100 o 120 personas, los espacios del Hospital resultaban pequeños. Nos dimos cuenta de que mucha de esa gente que no sabía leer ni escribir; entonces, empezamos un plan de alfabetización que continuaron los siguientes presidentes del Rotary con una alianza con el Instituto Nacional de Cooperación Educativa (INCE). Los que asistían aprendieron en poco tiempo, varios de ellos se integraron al sistema educativo de primaria y bachillerato; algunos ingresaron al Pedagógico (UPEL) o a las extensiones de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado de Quíbor, El Tocuyo y Carora”, recuerda con emoción la profesora Magaly Pérez Limardo.
La receptividad de los barrios de Juan de Villegas fue satisfactoria. “Magaly me propuso hacer un programa educativo que trascendiera en el tiempo, pero no esperábamos que iba a durar tanto. El Hospital Rotario nos apoyaba con el personal de servicio social para motivar a los vecinos, convocar a los talleres, con meriendas y la impresión de los certificados de asistencia. La gente coleccionaba sus diplomas del ‘Aula Abierta’, los incluían en sus currículos para buscar empleo, para ellos era algo muy importante”, dice, satisfecho, Héctor Pantoja.
Crece el proyecto con nueva denominación

En 2004, Raúl Azparren, Milagro Gómez de Blavia y Marco Tulio Mendoza, directivos de la Fundación Sociedad Amigos de Barquisimeto (Fundasab) -otra importante institución creada en 1955 con fines de impulsar el desarrollo de la ciudad-, invitaron a Pérez Limardo a participar en su equipo. Al asumir el cargo de directora de Formación y Acción Cívica, integró el “Aula Abierta” (desde entonces “Aula Abierta al Ciudadano”) con Fundasab, lo que les garantizó el éxito de convocatoria en las actividades que siguieron en el Hospital Rotario y otros puntos de la ciudad durante los 14 años que se mantuvo la alianza entre ambas organizaciones.
“No hubo un solo invitado que se negara a colaborar con nosotros. Empezamos (como ‘Aula Abierta al Ciudadano’), con una conferencia del economista Gerver Torres que se llamó ‘Un sueño para Venezuela’, el título de uno de sus libros.
Él vino a Barquisimeto a un acto político, pero a nosotros nos interesaba compartir su conocimiento; como yo soy la que convence a los conferencistas, le dije que trabajábamos sin recursos, pidiendo espacios y pasajes a los amigos empresarios de la ciudad para montar nuestros actos; entonces, él aceptó apoyarnos. En el Gran Salón del Hotel Príncipe de Barquisimeto congregamos a más de 450 personas. Una vez, en el auditorio de la UPEL organizamos otro evento que llamamos “Amor, boleros y poesía”; rebasamos la capacidad del lugar y tuvimos que alquilar unas sillas porque llegaron más de 1.000 personas. Allí cantaron, lloraron, se abrazaron, eso fue muy emotivo”, rememora Magaly Pérez Limardo.
La etapa en la Fundación Juan Carmona

La conflictividad en los ambientes universitarios donde solían hacer sus eventos les obligó a buscar espacios más seguros para continuar su obra. Tocaron las puertas de la Fundación Juan Carmona, dirigida por la arquitecta Alicia Feaugas de Carmona, quien les ofreció la Sala del mismo nombre de la institución, en el edificio sede del diario El Impulso, propiedad de la familia Carmona.
En la Fundación Juan Carmona estuvieron hasta 2014. Durante el periodo recibieron en el espacio a los psiquiatras Roberto De Vries, Jorge Posada, Marco Tulio Mendoza y Eduardo Tálamo; al teólogo Antonio La Roca, a los sociólogos Roberto Briceño, Yonaide Sánchez, Nelson Freitez, a la escritora Rosario Anzola, a los historiadores Inés Quintero y Renaldo Rojas, a los exmagistrados José Duque Corredor y Jorge Rossell, al psicoterapeuta Manuel Barroso, al psicólogo Edgar Benítez, a la educadora de Fe y Alegría, Luisa Pernalete, «y muchos otros personajes… todos quedaron encantados con el público barquisimetano”, señala el profesor Pantoja.
“Yo les decía a los conferencistas que era una invitación sin honorarios porque era un servicio a la comunidad. La gente hacía cola para oírlos en esos encuentros que duraban hasta dos horas y media”, recuerda Pérez Limardo.
El “Aula” se convierte en bimodal

Tras la etapa en la Fundación Juan Carmona, los organizadores del “Aula” cambiaron los lugares de encuentro a las salas de reuniones de algunos hoteles de la ciudad. El coronavirus obligó al encierro, pero no desarticuló a la gente. “En la pandemia nos internacionalizamos con venezolanos que estaban fuera del país, en México, España, Estados Unidos, Colombia, Argentina. A través de un grupo de WhatsApp (que aún se mantiene), montamos las conferencias y los participantes seguían con entusiasmo cada encuentro, el número de personas aumentó considerablemente”, explica Pantoja.
En ese contexto de crisis sanitaria, el profesor Carlos Giménez Lizarzado disertó sobre la vida y obra del doctor José María Vargas, tercer presidente de Venezuela, rector fundador de la UCV y pionero de la enseñanza de la medicina en el país.
Superada la cuarentena, el “Aula Abierta al Ciudadano” retomó la presencialidad para los conferencistas que podían asistir a Barquisimeto, pero también usaron y usan las plataformas virtuales para los externos.
La agenda de 2025 arranca con una conferencia de cine y vida, de la profesora y cineasta Isabel Caroto; le sigue un ciclo de historia con el académico Reinaldo Rojas y sus colaboradores.
Pérez Limardo y Pantoja confiesan su preocupación por la sostenibilidad financiera y operativa del “Aula Abierta”.
Han intentado buscar apoyo material en organismos multilaterales, pero también esperan que se integre una generación de relevo en la parte organizativa. “Héctor y yo no somos eternos. Rebeca Prado y Malvis López son parte del equipo de trabajo que nos apoya, pero necesitamos más gente que, además, mantenga los criterios de calidad que nos caracteriza. La comunidad necesita estos espacios, es el programa, -que sepamos, porque le hacemos seguimiento a iniciativas como la nuestra en el resto del país-, que se ha mantenido más tiempo en Venezuela. Los propios invitados que vienen de otras ciudades nos lo dicen».
Pérez Limardo resalta la gran ganancia de esta iniciativa, «la espiritual» que trasciende lo material y hace posible la construcción de ciudadanía.
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Fuente de TenemosNoticias.com: www.elimpulso.com
Publicado el: 2024-11-11 15:45:00
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