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El jamón de bellota se mantendrá, es un producto único e imposible de imitar

"El jamón de bellota se mantendrá, es un producto único e imposible de imitar"

Mezclado con los olores a jamón, queso, aceite, repostería y destilados, podría respirarse en el recinto IFEMA de Madrid, desde el lunes 7 de abril hasta este próximos jueves 10, cierta tensión arancelaria. Como un perfume atacando discreto las sonrisas de dentífrico de los asistentes. Pero no. Para nada. Contra el prejuicio económico-apocalíptico, el Salón Gourmets de Madrid exuda un espíritu de bon vivant. Encarna ese rincón de los golosos patrio del que tan orgullosas están nuestras barrigas, y del que, a ratos, piden tiempo muerto nuestros hígados. In vino veritas, que decía un romano. Y no seré yo quien le lleve la contraria.

Uno se pasea por los 6 pabellones que ocupa este elogio al paladar y acaba salivando la camisa. Se contemplan, ya desde primera hora de la tarde, lamparones por doquier y pasos de mecedora que cosen la inmensa y muy apañada moqueta. El pastelón de deshacer todo esto no lo encuentras ni en los cientos de puestos de la feria. De veras, resulta imponente. Los altos techos, los recovecos, los stands o los grandes pasillos que te llevan a otra titánica cúpula de intenso aroma, serían dignos de una ayudita de Dédalo; el del Minotauro. No caerá esa breva. Poco importa. Perderse entre la exhibición de viandas y mostagán es, para un adulto, como la pulsera Express del Port Aventura en manos de un crío. Un vergel de manduca. O la tortura máxima de un huelguista del hambre.

Álvaro ha acudido a este salón para honrar la presencia de su camarada Alberto, quien dirige las riendas del estand Bodegas Manchón Mieres. Una bodega de Pesquera de Duero de la que Alberto, joven zagal con planta de haber estudiado ADE, será sucesor en su dirección. “Esta es una feria de la que salen muy bien parados los proveedores”, asegura Álvaro, “como visitante, que es lo que soy yo, sí, puedes picotear, pero pierdes la esencia que es la ganancia compartida de los vendedores y los grandes compradores del producto”. Alberto asiente a las palabras de su amigo. La jornada le ha salido a cuenta y siente que el Salón Gourmet, lejos del escaparate, también sirve para colocar producto.

El stand de Bodegas Manchón Mieres
Galo Abrain

Cabría, sin embargo, darle una metafórica reprimenda a Álvaro. El salón de IFEMA, lejos del trapicheo al por mayor y el intercambio de tarjetas digno de un ‘American Psycho’ a lo Bigas Luna, también da alegrías a los curiosos. A quienes, sin estar bautizados en la Seguridad Social como proveedores u hosteleros, desean engolosinarse con el material. Y quien habla de golosinas, habla de chuche líquida. De gollerías que se sirven en copa mejorando con la edad. Si no me creen, sólo tiene que lanzarse por un túnel. Un tobogán bien lubricado con denominación de origen madrileña. No es que sea un esbarizaculos literal, entiéndase. Se trata sólo de un pasillo. Pero lo llaman túnel y tiene, a la vera de sus dos paredes, un largo surtido de vinos con denominación de origen madrileña. 

Como visitante puedes picotear, pero pierdes la esencia que es la ganancia compartida de vendedores y compradores del producto

“Hemos hecho un túnel del vino sobre los vinos de Madrid, con 25 bodegas representadas de las 49 que tenemos”, asegura Ana, una de las responsables de este Túnel del Vino madrileño. “En la denominación de origen Vinos de Madrid hay cuatro subzonas, y las variedades de uvas están controladas y reguladas. Destacan uvas autóctonas como la Malvar y el Albillo Real, además de otras como tempranillos y garnachas. Aunque los vinos de Madrid eran desconocidos para muchos, los madrileños los han ido aceptando, especialmente en eventos como la feria, donde se pueden probar en condiciones óptimas y disfrutar de forma libre y cercan”.

Ana, responsable de El Tunel de los Vinos de Madrid
Ana, responsable de El Tunel de los Vinos de Madrid
Galo Abrain

Ojito al dato, que la merece. “Libre y cercana”, dice Ana, y eso implica a todos quienes hayan asaltado los intramuros del Salón Gourmet. Cualquiera en el interior de IFEMA tiene manga ancha para ponerse como un zepelín a base de probatinas. Entre ellas, las de estos vinos madrileños que, con buena finta y artificio, pueden solventar una melopea digna. Pero, por supuesto, Álvaro mantiene su razón. Al Salón Gourmet de IFEMA conviene venir con algo que ofrecer o con algo que comprar. Más que nada por el negocio. Más que nada por limar un poco la cara dura de ser un asalta bandejas.

Raúl Massana dribla los pasillos de la feria con esa cogorcilla tabernera que te devuelve la sonrisa de la infancia. Ese punto tan escurridizo entre lo bien comido y lo bien bebido, por el que merece la pena aguantar el polvo de los días raros. “Soy cómico, y he venido aquí a cerrar un negocio con un proveedor de vermut para que se sirva durante mis espectáculos. Y, bueno, la comida se ha alargado”, asegura Massana con una voz que de ser un dibujo animado —como él mismo reconoce—, su padre sería una caja de farias y su madre un botella de Seagram’s. Massana es uno de tantos aquí al que le han podido las circunstancias. Porque, pudiendo comer por la boca, ¿para qué contentarse con los ojos?

Unos ojos, dicho sea, que se dejan seducir en un sentido plural. Aquí hay desde expositores de té y forraje que volverían loca a la Hierbas de ‘Aquí no hay quien viva’, chupitos de bubble tea sabor piña colada, hasta chuletones con aspecto de mugir si se arrima la oreja. De ser esto un Salón Erótico, no faltaría una sola categoría de Pornhub. Comparación nada peregrina si se habla de uno de los grandes protagonistas del recinto: el jamón. Queda demostrado, la devoción nacional por el gorrino sólo es comparable a la de la rana Gustavo por la cerdita Peggy.

Chupito de 'Bubble tea'
Chupito de ‘Bubble tea’
Galo Abrain

Rafael, representante en IFEMA de la marca de ibérico Estrella de Castilla, entiende que una de las razones de esta pleitesía al cerdo es por especificidad: “España produce un producto único. El cerdo ibérico es un animal que transforma lo que come. En nuestro caso, bellota, que es algo inimitable. Sin duda se pueden hacer imitaciones, sobre todo con el cerdo blanco, pero el jamón de bellota no es posible fuera de este país”. 

Un tema transfronterizo que parece permear mucho las conversaciones estos últimos días, con los arranques de matón de patio de colegio exhibidos por Donald Trump. “Yo creo que la posibilidad de los aranceles va a penalizar mucho más al aceite, al vino o a productos de producción más internacional. El jamón de bellota se va a mantener. Esto es algo que ni China, con esa facilidad para la falsificación que tiene, puede conseguir. Un valor seguro”. ¿In vino veritas, aseguraba al comienzo? Parece que contra la inestabilidad de los mercados, más vale decir: In porcus veritas.

El jamón de bellota se va a mantener. Esto es algo que ni China, con esa facilidad para la falsificación que tiene, puede conseguir

Los cerdos salvarán España, menuda ironía. Años diciendo que no había pan en este país para tanto chorizo, y va y resulta que nos viene de perlas el embutido. Para Chus Merino, experto jamonero, maestro de maestros en el arte de filetear jamón, de estos que te cortarían el lóbulo de la oreja de un tajo sin temblar, hay 4 productos en el mundo que los calificas sólo por países: “El caviar, la trufa, las angulas y el jamón ibérico. ¿Dime el quinto?”. Ante la impasividad alelada de quien escribe, Merino salta: “¡A nivel mundial no hay! Y es por la raza. El cerdo ibérico es diferente. Podrá subir a cuenta de la mano de obra, o las circunstancias, pero el producto como tal no es petróleo”. Una comparativa que se sostiene catando uno de los papeles finos y ligeramente grasos que Merino deposita en un plato, y con los que cabría resolver guerras y conflictos internacionales a tutiplén. In porcus veritas… ya te digo yo que sí.

Desde lejos, dos beldades taconean el pabellón de IFEMA como si fuera la pasarela Cibeles. Desfilan con la gracia de la imagen y el capricho de la purpurina de quien no ha venido sólo a comer… ¿O sí? “Somos micro-influencers, ella tiene casi 20 mil seguidores y yo unos 10 mil”, dice Marta Peláez, alias @itsladyfoodie. “Hemos venido a crear contenido para la Sinfonía del Mar de Noruega, que han hecho una propuesta aquí en la feria”, aclara. Preguntada por las condiciones de su labor, Peláez asegura que por esta promoción ha recibido 100 euros. Sin embargo, apunta que “por ejemplo, ayer vinimos a hacer también contenido para una marca de vinos, pero no nos pagaron. Sólo recibimos producto”, además de la posibilidad de asfaltar el paladar con los manjares, claro. 

Por su parte, su compañera, Sofía Galdd, quien se declara más tímida, confiesa: “a mí me contactan para estos eventos muchas veces por email. Aunque también a través de agencias o mensajes directos. Pero lo importante es el networking. Conocer a la gente. Moverse”, concluye la joven influencer. “Todo lo que conectes este año”, incide Peláez, “es trabajo que te llevas para el año siguiente”.

Diego Rodríguez, de bodegas Marqués de Vizhoja
Diego Rodríguez, de bodegas Marqués de Vizhoja
Galo Abrain

Diego Rodríguez, por su parte, sabe bien lo que es hacer callo de un año al otro en esta feria. En la edición 2024, Rodríguez aterrizó al frente del márquetin y la comunicación de las bodegas Marqués de Vizhoja con cierta torpeza, y este año planea las entrevistas como si se deslizara por el lomo de un delfín. La mítica productora de vino que debe su nombre a la ocurrencia de Don Mariano Peláez, quien empezó en la vida con una tienda de ultramarinos, y acabó afincándose un pazo gallego que le inspiró el título de marqués. Por un error de imprenta, las primeras botellas de la bodega no fueron de “vid de la hoja”, sino “vizhoja”, apellido para el vino blanco que le dio buena vibra a Peláez y que mantiene su consagración hoy en día. 

“Nosotros nos tomamos la actualidad arancelaria con tranquilidad pero sin quitarle peso al asunto”, declara Rodríguez. “Exportamos muchísimo fuera, y está claro que es una política que podría afectarnos, pero tenemos un equipo detrás preparado. Honestamente, creemos que es una medida de presión de Trump. Pero no la llevará a cabo. Las bodegas estadounidenses de California se verían muy afectadas también por las medidas. Sería un tiro en el pie”, augura el lozano capitán de la comunicación. “No es por ser altanero, pero somos una bodega con muchísima reputación y afianzamiento”, manifiesta Rodríguez al ser preguntado por su solvencia en el salón. “Pero no se debe sólo al producto. También al trato. Es nuestra actitud. Una actitud familiar que nos ha dado un lugar muy reconocible en este Salón Gourmet de Madrid”.

Exportamos muchísimo fuera, y está claro que es una política que podría afectarnos, pero tenemos un equipo detrás preparado

Hemos de suponer que cuando Mariano Rajoy bramó a los cuatro vientos: “¡Viva el vino!”, en una planta lechera, debió liarse con un evento como el Salón Gourmets de Madrid. Una cita plagada de los mejores manjares que esta cervantina tierra tiene para ofrecer, y que hace honor a su nombre. Gourmets. Aunque, bien visto, lo de gourmets es sólo un eufemismo de la calidad, intrínseca y natural, que da el producto español. Ese que nos pone la barriga en su sitio y el hígado, replique lo que replique, como tiene que estar. Vayan al Salón Gourmet y se lo aseguro. O en vino, o en porcus, pero en algo salen ustedes veritas. Garantizado

Fuente de TenemosNoticias.com: www.20minutos.es

Publicado el: 2025-04-09 04:15:00
En la sección: 20MINUTOS.ES – Gastronomía

Publicado en Gastronomía

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