La ciencia ha comenzado a mirar con otros ojos al baile. Más allá de ser una actividad recreativa, una nueva revisión interdisciplinaria lo sitúa como una herramienta efectiva y singular para la regulación del estrés y el fortalecimiento de la resiliencia emocional.
El estudio, publicado en la revista Psychology of Sport & Exercise en 2025, fue desarrollado por un equipo europeo de investigadores de diferentes instituciones de educación superiores como la Universidad de Radboud (Países Bajos), la Universidad de Roehampton, la Universidad de Surrey (Reino Unido) y la Universidad del Sur de Dinamarca. Su objetivo fue identificar cómo el baile recreativo influye en la regulación del estrés, diferenciándolo de otras formas de ejercicio físico.
«Es fascinante ver cómo algo tan divertido como el baile puede tener profundos efectos en nuestra salud mental«, dijo el Dr. Jonathan Skinner, coautor del estudio y catedrático de Antropología en la Universidad de Surrey.
«Nuestra investigación demuestra que bailando podemos aprovechar un mecanismo natural de alivio del estrés que mejora nuestra capacidad de recuperación y nos ayuda a hacer frente a las presiones cotidianas,» añadió.
Una revisión que integra música, movimiento y conexión humana
Esta es la primera revisión narrativa que aborda el tema desde múltiples disciplinas: psicología del deporte, neurociencia y antropología del cuerpo. El trabajo responde a la escasez de investigaciones previas que conecten de forma directa la danza con la respuesta fisiológica y emocional al estrés.
La metodología de los autores consistió en recopilar y analizar estudios previos sobre los efectos del baile en la salud mental, organizando la evidencia en tres pilares: música y ritmo, contacto social y movimiento físico.
Esta estructura permitió revelar una interacción compleja entre estos elementos, donde cada componente aporta beneficios independientes, pero juntos generan un efecto sinérgico sobre el bienestar emocional.

El poder neurobiológico de la música y el ritmo
Uno de los hallazgos clave es la influencia del ritmo musical sobre el sistema nervioso. Escuchar música activa circuitos cerebrales asociados con el placer, la motivación y la recompensa. Esto estimula la liberación de dopamina y endorfinas, al tiempo que puede reducir los niveles de cortisol, la hormona principal del estrés.
Cuando la música se acompaña de movimiento, como ocurre en la danza, se favorece el estado de “flow”, una experiencia de concentración total que ha sido relacionada con la mejora del estado de ánimo, la satisfacción vital y la resiliencia emocional.
La sincronía entre ritmo y cuerpo en el baile tiene efectos únicos, no replicables simplemente con escuchar música pasivamente o practicar ejercicios convencionales. La danza logra, así, una activación cerebral simultánea de regiones vinculadas a la recompensa, la coordinación motora y la regulación emocional.
Otro factor diferenciador del baile es su dimensión social. Bailar acompañado—ya sea en pareja o en grupo—fortalece los lazos interpersonales, promueve el contacto físico y estimula la liberación de oxitocina, conocida por su papel en la creación de vínculos afectivos y la reducción de la ansiedad.
La revisión destaca que la danza sincrónica en grupo crea un fuerte sentido de pertenencia y cohesión. Esta dimensión colectiva no solo apoya la regulación emocional, sino que ofrece una vía para compartir emociones y desarrollar estrategias de afrontamiento comunitarias frente al estrés.
Los investigadores también observaron patrones diferenciados de activación cerebral entre líderes y seguidores durante el baile en pareja, lo que sugiere una compleja interacción entre sistemas sociales y motores.
Estas dinámicas refuerzan la conexión interpersonal y favorecen la empatía, factores clave para amortiguar el impacto del estrés cotidiano.
Movimiento expresivo que transforma la experiencia corporal
Aunque el baile involucra esfuerzo físico, sus efectos van más allá de los obtenidos mediante el ejercicio tradicional. La combinación de movimiento rítmico, expresión emocional y disfrute corporal espontáneo lo convierte en una forma única de actividad física.
El estudio reporta que la danza, incluso en niveles recreativos, mejora la regulación del cortisol en personas mayores, superando los efectos de ejercicios aeróbicos convencionales, aun cuando estos últimos sí mejoran el estado físico general.
La motivación intrínseca al bailar suele ser mayor que la que se asocia a rutinas de ejercicio estructurado. Esto se traduce en mayor adherencia, disfrute y beneficios emocionales sostenidos. Además, al integrar expresión artística y creatividad, el baile permite canalizar emociones difíciles y liberar tensiones acumuladas.

Una herramienta ancestral con valor terapéutico actual
Desde una perspectiva antropológica, la danza ha formado parte de rituales comunitarios, celebraciones y espacios de sanación colectiva en múltiples culturas. Su uso como medio de expresión emocional y herramienta social trasciende fronteras geográficas y temporales, lo que sugiere un valor evolutivo para la regulación colectiva del estrés.
La revisión considera que este carácter universal del baile es parte de su efectividad. Al ofrecer un lenguaje corporal compartido, facilita la conexión entre personas y permite expresar emociones complejas sin necesidad de palabras, algo especialmente valioso en contextos de trauma o estrés crónico.
En contraste con otras formas de ejercicio orientadas a la eficiencia o el rendimiento, el baile existe por su dimensión estética y expresiva, lo cual potencia su impacto psicológico positivo y su rol en la resiliencia emocional.
Implicaciones futuras: del ejercicio físico a la experiencia integradora
Uno de los mensajes más relevantes del estudio es que la prescripción de actividad física para reducir el estrés debe considerar no solo la intensidad del ejercicio, sino su composición emocional, social y estética. En este sentido, el baile ofrece una experiencia más completa e integradora para cuerpo y mente.
Los investigadores proponen que los programas de salud mental y bienestar incluyan espacios de danza recreativa, especialmente en grupos vulnerables como adultos mayores, personas con enfermedades crónicas o comunidades en situación de estrés prolongado.
Además, sugieren que futuras investigaciones profundicen en los mecanismos neurobiológicos y psicológicos específicos de la danza, con énfasis en su aplicación clínica y comunitaria como una forma accesible de cuidado emocional.
«En un momento en que la salud mental es más crítica que nunca, nuestras conclusiones abogan por la integración de la danza en las iniciativas de salud comunitaria», dijo el Dr. Skinner. «Animar a las personas a moverse juntas puede crear un sentimiento de pertenencia y apoyo, al tiempo que mejora su capacidad para afrontar el estrés«.

Una nueva forma de mover el cuerpo para sanar la mente
Este estudio interdisciplinario plantea que el baile es mucho más que entretenimiento: es una herramienta efectiva para regular el estrés, fortalecer la resiliencia emocional y promover el bienestar integral. Su efecto surge de la interacción entre música, cuerpo y vínculo social, una combinación poco explorada hasta ahora por la ciencia del ejercicio.
La danza recreativa podría ocupar un lugar central en estrategias de salud pública orientadas al bienestar emocional. Al integrar placer, expresión, conexión y movimiento, se convierte en una práctica poderosa para afrontar los desafíos del mundo contemporáneo.
Referencias
- Klaperski-van der Wal S, Skinner J, Opacka-Juffry J, Pfeffer K. Dance and stress regulation: A multidisciplinary narrative review. Psychology of Sport and Exercise. (2025). doi:10.1016/j.psychsport.2024.102823
Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com
Publicado el: 2025-03-30 04:20:00
En la sección: Muy Interesante