¿El rendimiento académico de tu hijo está disminuyendo? ¿Ha cambiado de amistades recientemente? ¿Se muestra irritable y miente con frecuencia? ¿Falta dinero en casa? Si las respuestas a estas cuestiones son afirmativas, sería conveniente que te plantearas qué razones explican este cambio en el comportamiento de tu hijo. Y es que, según los expertos, cuando todos estos factores confluyen es probable que estemos ante el embrión de lo que podría ser un problema de ludopatía.
¿Cómo detectar una adicción al juego?
Desde la Asociación para la Prevención y Ayuda al Ludópata (APAL), su coordinadora, Bayta Díaz Rodríguez, describe a grandes rasgos cuáles son las señales que alertan de la existencia de una relación patológica con el juego:
“En fases iniciales es habitual que los jóvenes no lo oculten e incluso alardeen de sus ganancias y sus habilidades con el juego, que manifiesten ansiedad y nerviosismo ante eventos deportivos –en los casos de apuestas– y que gasten por encima de lo esperable en función de sus ingresos. Más adelante, el juego y el dinero se convierten en un tema tabú, suelen excusarse con justificaciones poco creíbles o rocambolescas, cada vez se aíslan más de su familia y amigos, y se observa una preocupación constante, irritabilidad y cambios bruscos de humor.”

El impacto del juego en adolescentes
Solo en la Unidad de Adicciones Comportamentales del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Bellvitge (Barcelona), uno de los centros pioneros en este ámbito en España, se ha atendido en los últimos trece años a 3.531 pacientes con ludopatía, de los que el 3,1 % tenían entre dieciséis y veintiún años. El perfil más común es el de un varón (98,2 %), con estudios secundarios (43,6 %) y soltero (90,9 %).
Estos datos han sido facilitados por la psicóloga clínica y coordinadora de la unidad, Susana Jiménez Murcia, quien asegura que en los últimos años han acudido a su consulta chicos con ludopatía que no pasaban de los dieciséis años.
“Eso significa que tal vez se iniciaron en el juego con catorce o quince, es decir, un año o un año y medio antes de que aparecieran los primeros síntomas del juego patológico –explica la psicóloga–. Incluso nos hemos encontrado algún caso en el que el paciente solo tenía doce años.”
Ampliemos el foco…
Según los últimos datos de la Dirección General de Ordenación del Juego, los españoles gastaron 669 millones de euros en 2018 en el juego online. De ellos, el 52 % se destinó a apuestas –incluidas las deportivas–; el 34 %, al casino; y el 11 %, al póker.
Ahora bien, si además de saber cuántos individuos apuestan queremos averiguar quiénes juegan, cuál es el perfil del jugador, la información no es tan fácil de obtener.
Sin embargo, recurrimos a la experiencia de Susana Jiménez, quien, por su larga trayectoria en la Unidad del Juego del Hospital de Bellvitge, puede constatar un cambio de perfil en el ludópata, el cual, además de ser cada vez más joven, también es más jugador online.
El anonimato de internet y la ludopatía juvenil
Y es que, a pesar de que las máquinas tragaperras siguen siendo el más codiciado objeto de deseo de los ludópatas de todas las edades, en la consulta del mencionado centro hospitalario han detectado que el juego online es una de las opciones preferidas de los más jóvenes, especialmente la apuesta deportiva.
También el anonimato que permite internet ha favorecido tanto el aumento de jugadores a nivel global como su cambio de perfil.
“La posibilidad de poder apostar sin tener que acudir a un lugar y hacerlo mediante tarjeta de crédito y sin dar explicaciones aporta un anonimato que favorece claramente esta actividad”, asegura la presidenta de la Sociedad de Psiquiatría Infantil, Azucena Díez, quien considera que la entrada de un menor a un local es más difícil ya que, al menos en teoría, el acceso está prohibido para él.
Además, la apuesta presencial supone que el adolescente se vea expuesto a los comentarios de otras personas, algo que no ocurre si se juega por internet.
Crecimiento del juego online
En cualquier caso, según Consuelo Tomás, psicóloga y responsable del Instituto Valenciano de Ludopatía y Adicciones No Tóxicas, las personas de 30 o 35 años no son ajenas a las nuevas tecnologías: las conocen y las usan tanto como las más jóvenes. Eso hace que la edad no sea un factor que determine qué tipo de juego es el preferido por el ludópata. De hecho, según la experta, a pesar de que son los jóvenes quienes mejor se manejan en el entorno digital, hoy por hoy la mayoría apuesta más de forma presencial –en bares y salones recreativos– que online.
En esta misma línea se manifiesta Bayta Díaz, quien asegura que los jóvenes que acuden a la asociación buscando ayuda no siempre consumen juego online. “Lo habitual es que combinen ambas modalidades”, señala la especialista.
No solo las cifras acerca de la prevalencia de este trastorno adictivo han aumentado en los últimos años; también su gravedad se ha visto acentuada, en el sentido de que, en la actualidad, resulta “especialmente preocupante la rapidez con la que aparecen los primeros síntomas, ya que en muchos casos llevan menos tiempo jugando y tienen mayores deudas”, afirma Díaz, quien asegura que en los últimos años han observado cómo las personas que consumen la modalidad online desarrollan problemas con el juego de forma mucho más veloz.

La pérdida de control
“Este tipo de jugador percibe una pérdida de control más acusada, genera problemas económicos más graves y en menos tiempo, tiene la sensación de que su actividad diaria no se ve afectada cuando en realidad está permanentemente pendiente del juego –a través de los dispositivos móviles, comprobando resultados, buscando información, etc.– y suele tener un mayor conocimiento de medios digitales, lo que a menudo implica menor edad y un perfil sociocultural más alto que el de los jugadores presenciales”, resume.
Hemos visto la contundencia con la que hablan las cifras que aportan los expertos. Ahora bien, detrás de cada nuevo caso registrado hay una historia personal que encierra unas motivaciones y unas necesidades que explican cada uno de ellos.
En el caso de los adolescentes, Azucena Díez cree que “la búsqueda de nuevas sensaciones propias de esta etapa de la vida, unida a la impulsividad aumentada, la baja autoestima ocasional y las pocas estrategias de afrontamiento de las que disponen, provoca que los jóvenes tengan una mayor predisposición para acabar enganchados a estas actividades”.
Además de los factores internos mencionados, aspectos como “un estilo de comunicación inadecuado por parte de la familia, la proliferación de salas de juego o que pasen demasiado tiempo en internet sin supervisión” son para Asier Oliver Olid, pediatra en la Unidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente en la Clínica Universidad de Navarra, elementos igual de determinantes que los psicológicos.
Diferencias entre chicos y chicas en el juego
Especialmente interesante resulta la distinción que señala Susana Jiménez. La experta observa una clara diferencia entre las motivaciones que mueven a los chicos y a las chicas. Los primeros buscan la gratificación inmediata, el refuerzo, el estímulo, la excitación del juego, ganar dinero y la competitividad con sus compañeros de apuestas. Mientras que ellas, en cambio, lo que tratan de encontrar en el juego es un modo de desconectar de estados emocionales negativos, como la ansiedad, la dificultad en la toma de decisiones o la depresión. “Para la mayoría de las chicas apostar es un mecanismo de evitación de todas esas situaciones”, sostiene.
Además del subidón de adrenalina que les proporciona la expectativa de ganar dinero rápida y fácilmente, la psicóloga Consuelo Tomás añade un factor más que explica por qué los adolescentes constituyen un grupo más vulnerable al juego en comparación con los adictos adultos. Se trata de la integración social.
“Jugar se está convirtiendo en una manera de socialización muy peligrosa. Pensemos que cada vez hay más jóvenes que se reúnen para ver los partidos en salones recreativos donde las consumiciones son muy baratas y consideran que es normal hacer apuestas porque sus amigos, incluso sus familiares de más edad, también lo hacen”, argumenta Tomás.
¿En qué momento deja de ser un juego?
Las apuestas hechas en compañía de amistades suelen ser solo el principio del problema. Se podría decir que en esa etapa se está incubando el trastorno. Hasta ese momento solo es una actividad de ocio, diversión e integración social.
Sin embargo, llega un día en que las motivaciones para apostar cambian y el objetivo ya no es pasarlo bien, sino recuperar las pérdidas económicas para evitar que se enteren en casa, lo cual, en la mayoría de los casos, va acompañado de mentiras acerca de cuánto tiempo se dedica al juego o qué cantidad se apuesta. “En ese momento, dejan de jugar con los amigos y comienzan a hacerlo solos”, afirma Jiménez.
¿Cómo y cuándo se cruza la línea que separa el ocio de la adicción?
“La diferencia entre consumo responsable, consumo de riesgo y adicción es muy clara –señala Bayta Díaz–, no así el paso de uno a otro, que es más gradual. La conducta de juego puede considerarse problemática cuando empieza a afectar a otras áreas de la vida. Los individuos comienzan a faltar al trabajo o, en el caso de los jóvenes, dejan de ir a clase. Aparecen los problemas económicos o fracasan en los intentos por reducir el tiempo de juego”.
Consuelo Tomás describe de forma muy sencilla la transición hacia el comportamiento adictivo: “Inicialmente, la persona es capaz de controlar el tiempo y el dinero, pero, poco a poco, ya no apuesta para pasarlo bien, sino fundamentalmente para intentar recuperar lo perdido. Se entra en un círculo vicioso, porque se juega para saldar cuentas, se pierde y se vuelve a intentar… Y así sucesivamente.
A continuación, comienzan las mentiras a la familia para ocultar las deudas. El juego se convierte en el eje central de su vida a pesar de las consecuencias devastadoras que tienen lugar a todos los niveles: personal, familiar, social… Es habitual que la persona con ludopatía también trate de engañarse a sí misma con frases como ‘Yo controlo’, ‘Puedo dejarlo cuando quiera’, ‘Todo el mundo juega’, ‘Mi familia está exagerando, yo no tengo un problema con el juego’…”.
En definitiva, cuando el juego deja de ser una diversión para convertirse en una necesidad y el jugador experimenta malestar asociado a la conducta –vergüenza, culpa, desesperanza, sensación de impotencia…– es el momento de que el ludópata, tenga la edad que tenga, busque ayuda profesional.
El proceso de rehabilitación
Los pasos a seguir en el proceso de rehabilitación pueden diferir en mayor o menor medida de un centro a otro. Sin embargo, todos parten de la misma casilla de salida y persiguen el mismo objetivo, la abstinencia. Para alcanzarla es fundamental reconocer que el problema que tenemos entre manos no es un vicio, sino una adicción, y, como tal, requiere de un tratamiento que debe ser conducido por un profesional.
En el Instituto Valenciano de Ludopatía y Adicciones No Tóxicas, antes de dar el primer paso hacia la recuperación trabajan en profundidad la motivación, para que el ludópata sea consciente de la necesidad de cambio. De esa forma, se le dota de las estrategias terapéuticas adecuadas para aprender a controlar el juego y evitar las recaídas, adaptando después el tratamiento según las necesidades de cada persona.
En el caso de los pacientes atendidos en la Unidad del Juego del Hospital Universitario de Bellvitge, en su primera visita el profesional designa un coterapeuta para el ludópata, que suele ser el familiar que lo acompaña. Este participará a lo largo de todo el tratamiento.
Los pasos hacia la recuperación
En primer lugar, hay una fase activa que consta de dieciséis sesiones con una frecuencia semanal. De ellas, el coterapeuta asiste a siete. A partir de ese momento, comienza la fase de seguimiento, que dura dos años. En este periodo, el familiar participa en todas las sesiones, que son cinco en total. La primera al cabo de un mes y, después, a los tres, seis, doce y veinticuatro meses. También será el encargado del control de acceso al dinero.
En cualquier caso, la respuesta a cualquier tipo de tratamiento, según el pediatra Asier Oliver, “es más favorable en los jóvenes que en los adultos, por su mayor plasticidad neuronal, que les facilita poder realizar cambios, en especial si cuentan con apoyo familiar y social”.

La posibilidad de recaída
Consuelo Tomás destaca la importancia de que los pacientes tomen conciencia de su problema: “El índice de recaídas en nuestro centro, el Instituto Valenciano de Ludopatía y Adicciones No Tóxicas, es muy bajo porque el tratamiento se lleva a cabo cuando conseguimos motivar a la persona con ludopatía para que reconozca que su conducta de juego se está escapando a su control y le está generando problemas de todo tipo. Así, toma conciencia de la necesidad de dejar el juego y de realizar cambios en su vida. Con constancia, sinceridad y esfuerzo, el problema del juego se puede superar”.
Por su parte, Susana Jiménez sitúa entre el 25 % y el 30 % la tasa de pacientes que recaen o abandonan el tratamiento antes de los dos años y medio que dura la terapia. Para evitar sucumbir a la tentación, en el Hospital Universitario de Bellvitge se les provee de numerosas herramientas y consejos, como, por ejemplo, evitar situaciones de riesgo.
“Les recomendamos la autoprohibición del juego –explica la psicóloga–, tanto online como presencial, que pueden solicitar en las instituciones correspondientes de cada comunidad autónoma, en el caso del presencial, o en la Dirección General de Ordenación del Juego, para el juego online”. También es fundamental no entrar en bares con máquinas, ni solos ni acompañados. Y es que el sonido de las máquinas o ver cómo juegan otros son fuertes estímulos que pueden despertar la adicción y acabar en una recaída al día siguiente.
El rol de la familia para los adictos al juego
“Tan importante es facilitar a la familia información para entender el problema que tiene su hijo como que aprendan y pongan en práctica formas de actuar adecuadas y eficaces para colaborar en la solución del problema”, asevera la coordinadora del centro, quien, además de ofrecerles consejos y directrices, les intenta hacer comprender lo importante que es evitar las amenazas y los reproches, desterrar la idea de que su hijo juega porque no tiene consideración con la familia o que apuesta porque le da la gana o porque le da todo igual.
Lo más importante es que los padres no actúen por su cuenta, ya que, según la experta, “aunque lo hagan con la mejor intención, pueden agravar la situación”.
Del mismo modo que los expertos aconsejan dejar en sus manos qué pautas se han de seguir en el proceso de recuperación, también las medidas de prevención deberían ir marcadas por los profesionales. Eso sí, aplicadas siempre en el entorno más cercano, es decir, la familia.
Valores en la familia
Consuelo Tomás señala algunas de las más importantes. En primer lugar, sugiere que los padres, los adultos o los familiares que conviven con el joven no jueguen, ya que existen muchas posibilidades de que repita lo que ve en casa.
Por otro lado, también aconseja que los progenitores tengan información suficiente acerca del problema de la ludopatía, sobre todo en lo referente a los factores predisponentes y sus consecuencias, ya que considera que “no podemos prevenir lo que no conocemos”.
Por último, la experta hace especial hincapié en la necesidad de transmitir a nuestros hijos valores que no se centren en la obtención de dinero fácil y sin esfuerzo. Asimismo, considera fundamental crear una buena comunicación hablando de los graves riesgos que conlleva el juego y, por otro lado, establecer controles parentales en el ordenador y en los teléfonos móviles con conexión a internet.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com
Publicado el: 2025-03-07 14:47:00
En la sección: Muy Interesante