Las bacterias son maestras de la supervivencia y, aunque suelen ser vistas como organismos simples y solitarios, en realidad son mucho más complejas de lo que aparentan. Durante décadas, los científicos han estudiado cómo se comunican químicamente a través del «quorum sensing», un sistema en el que liberan y detectan moléculas señalizadoras para coordinar comportamientos colectivos en función de la densidad de su población. Este mecanismo les permite formar biopelículas, desencadenar infecciones o incluso producir luz.
Sin embargo, investigaciones recientes revelan que las bacterias no dependen únicamente de señales químicas. También perciben y responden a fuerzas físicas —como presión mecánica, campos eléctricos, luz y temperatura— para navegar en su entorno e interactuar entre ellas. Estos hallazgos están transformando nuestra comprensión del comportamiento bacteriano, con implicaciones en medicina, biotecnología y ciencia ambiental.
En este artículo, exploraremos cómo las bacterias utilizan la comunicación física junto con las señales químicas, cómo estos mecanismos influyen en su supervivencia y qué aplicaciones podrían tener en el futuro.
1. Mecanosensibilidad: las bacterias «sienten» su entorno
Detectando superficies y presión
Aunque carecen de sistema nervioso, las bacterias pueden percibir cambios físicos en su entorno gracias a estructuras especializadas como flagelos y pili. Estos apéndices actúan como sensores, permitiéndoles evaluar la rigidez de las superficies donde se asientan.
Por ejemplo, la bacteria Escherichia coli usa la proteína FimH (presente en sus pili) para adherirse con mayor fuerza cuando detecta presión mecánica, como el flujo de orina en infecciones urinarias. Bajo estas condiciones, FimH cambia su conformación (su forma), aumentando el agarre de la bacteria y facilitando la colonización.
Otro ejemplo relevante se da en la bacteria Pseudomonas aeruginosa, que ajusta su virulencia en respuesta a la rigidez del sustrato. Curiosamente, su rango de sensibilidad (10–100 kPa) coincide con la dureza de tejidos como pulmones, piel o músculos, lo que explica su capacidad para infectar zonas específicas del cuerpo.
Respuesta a la presión osmótica
Las bacterias también enfrentan desafíos como cambios en la concentración de agua y solutos. Para evitar estallar o deshidratarse, activan diferentes mecanismos. De este modo, los canales mecanosensibles (Msc) actúan como «válvulas de emergencia», liberando iones y agua cuando la presión interna es excesiva. Las bacterias también poseen canales transportadores de solutos que importan moléculas, como la glicina betaína, para equilibrar la presión osmótica. Estos sistemas son cruciales en ambientes hostiles, como se pueden dar en el tracto urinario humano o el océano, donde las condiciones salinas varían drásticamente.

2. Señales eléctricas: un lenguaje silencioso pero poderoso
El potencial de membrana
Al igual que las neuronas, las bacterias mantienen un voltaje entre la parte de fuera y de dentro de la célula, un gradiente eléctrico en sus membranas. Este potencial regula procesos vitales como la producción de energía (ATP), el movimiento flagelar o la resistencia a antibióticos.
En esta línea, un estudio en E. coli mostró que las células con mayor potencial eléctrico son más susceptibles al antibiótico ampicilina, mientras que las menos polarizadas se vuelven «persistentes», sobreviviendo al tratamiento. En otra especie (Bacillus subtilis) se ha demostrado que la hiperpolarización (aumento del voltaje) reduce su supervivencia bajo estrés antibiótico.
Comunicación a distancia con iones
La utilización de las señales eléctricas no se limita a la regulación y el efecto del potencial de membrana: algunas bacterias forman redes electroquímicas para cooperar.
En las biopelículas formadas por B. subtilis las células del interior de las colonias, privadas de nutrientes, emiten ondas de potasio hacia la periferia. A cambio, reciben ácidos grasos que les ayudan a mantener y reparar sus membranas. En un ejemplo de cooperación interespecies, células individuales de P. aeruginosa son atraídas por estas ondas de potasio y migran hacia las biopelículas para integrarse en ellas.
Estos ejemplos sugieren interesantes aplicaciones Biomédicas. Por ejemplo, campos eléctricos débiles podrían usarse para alterar la formación de biopelículas en implantes.

3. Luz, magnetismo y sonido: señales físicas con impacto biológico
Fotosensibilidad: bacterias que «ven» la luz
Algunas bacterias poseen proteínas sensibles a la luz, como las rodopsinas, que usan para generar energía o regular genes. En Brucella abortus, la luz azul incrementa su virulencia, mientras que en B. subtilis, reduce su movilidad. Esto ha llevado a usar luz para controlar bacterias en biotecnología, por ejemplo, en cultivos que forman patrones bajo estímulos lumínicos o en aplicaciones biomédicas en terapias con luz para inhibir patógenos en heridas.
Magnetotaxis: bacterias con brújula interna
Bacterias acuáticas, como las magnetotácticas, contienen nanopartículas magnéticas (magnetosomas) que las alinean con el campo magnético terrestre, guiándolas hacia zonas con poco oxígeno. Este «GPS biológico» se explora en medicina para guiar bacterias que encapsulan fármacos y dirigirlos a tejidos específicos.
Comunicación acústica
Experimentos revelan que bacterias como Bacillus carboniphilus crecen más rápido bajo ciertas frecuencias de sonido, posiblemente por vibraciones que afectan su metabolismo. Aunque el mecanismo no está claro, esto sugiere que el sonido podría usarse para modular comunidades bacterianas en industrias o agricultura.

Hacia un futuro de aplicaciones innovadoras
La comunicación física en bacterias desafía la visión tradicional de que solo dependen de señales químicas. Entender estos mecanismos no solo enriquece nuestra comprensión de su biología, sino que también ofrece herramientas prometedoras. Por ejemplo:
- Medicina: Interrumpir señales eléctricas o mecánicas podría debilitar biopelículas en infecciones crónicas.
- Industria: Controlar bacterias con luz o sonido optimizaría fermentaciones o biorremediación.
- Medioambiente: Bacterias magnetotácticas podrían limpiar metales pesados en aguas contaminadas.
Aun así, quedan muchos desafíos pendientes relativos a la integración de estas tecnologías sin dañar células humanas o la manipulación de comunidades bacterianas en tiempo real. No obstante, estos avances reflejan cómo las bacterias, organismos aparentemente simples, son maestras de la adaptación a física y química del entorno y esconden una complejidad que sigue inspirando ciencia y tecnología y que podría ser clave para resolver algunos de los mayores desafíos científicos del siglo XXI: la resistencia a los antibióticos. ¿Y si en el futuro tratáramos infecciones con luz o imanes? ¿Hasta dónde podríamos llegar si aprendiéramos a hablar el «idioma» de los microbios?
Referencias
- De la Viuda, V., Buceta, J. & Grobas, I. Physical communication pathways in bacteria: an extra layer to quorum sensing. Biophysical Reviews. (2025). doi: 10.1007/s12551-025-01290-1

Virgilio de la Viuda
Grado en Ingeniería Biomédica. Máster en Biología Sintética Integrativa


Javier Buceta Fernández
Doctor en Ciencias Físicas


Iago Grobas
Físico. PhD en Biomedicina Interdisciplinar

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com
Publicado el: 2025-05-19 03:10:00
En la sección: Muy Interesante