El misterio de Jack el Destripador ha fascinado a historiadores, criminólogos y aficionados al true crime durante más de un siglo. Desde los sangrientos crímenes cometidos en 1888 en las oscuras calles de Whitechapel, Londres, la identidad del asesino más infame de la historia moderna ha sido objeto de especulación. Sin embargo, en los últimos años, una combinación de tecnología moderna, análisis de ADN y un estudio más profundo de las pruebas ha puesto un nuevo rostro sobre el nombre de este legendario criminal: Aaron Kosminski, un inmigrante polaco que vivió en el corazón de la comunidad judía en Londres durante los años de los asesinatos.
El posible rostro de Jack el Destripador, según un nuevo retrato digital de Aaron Kosminski. Créditos: Russell Edwards / Fortune Louis Meaulle
El nuevo rostro del asesino más infame
En 2024, el autor e investigador Russell Edwards, quien ya había sacudido los cimientos del caso en 2014 con su libro Naming Jack the Ripper, ha regresado con una nueva publicación en la que se presenta lo que podría ser el avance definitivo: una imagen digital de cómo lucía Aaron Kosminski en 1888, creada mediante tecnología avanzada de remodelado facial.
Según Edwards, este retrato reconstruido es el resultado de un estudio cuidadoso de las fotografías de los familiares cercanos de Kosminski y el uso de un programa de inteligencia artificial capaz de proyectar los rasgos de un individuo basándose en la genética de sus descendientes.
El retrato en blanco y negro muestra a un hombre joven, de unos 23 años, con pómulos prominentes, mirada penetrante y un aire perturbador que encaja con el perfil de alguien capaz de cometer los atroces crímenes que sacudieron Whitechapel hace más de 130 años. Pero, ¿es este el rostro de Jack el Destripador? Para Edwards, no hay duda. Para la comunidad científica y muchos historiadores, la historia no es tan sencilla.
Portada del primer libro publicado en el año 2014
El chal y las pruebas de ADN que desataron la controversia
En 2014, Edwards causó un gran revuelo al asegurar que había resuelto el caso mediante un análisis forense de ADN. Todo comenzó cuando compró en una subasta un chal supuestamente encontrado junto al cuerpo de Catherine Eddowes, la cuarta víctima del Destripador. Edwards trabajó con Jari Louhelainen, un experto en biología molecular, para analizar las manchas de sangre y semen en la prenda.
El análisis de ADN mitocondrial realizado por Louhelainen mostró coincidencias entre los restos biológicos encontrados en el chal y los descendientes de Eddowes y la hermana de Kosminski. Esta coincidencia del 99,2% en la secuencia de ADN se presentó como la evidencia definitiva de que Kosminski era el infame asesino.
Sin embargo, estas afirmaciones han sido objeto de críticas por parte de la comunidad científica. En 2019, un estudio revisado por pares publicado en el Journal of Forensic Sciences planteó dudas sobre la validez de las pruebas de ADN. Se señaló que el chal había estado en contacto con muchas personas durante más de un siglo, lo que lo hacía vulnerable a la contaminación. Además, la cadena de custodia del chal es borrosa; no existe documentación policial que certifique que la prenda formaba parte de las pruebas recogidas en la escena del crimen.
¿Quién fue Aaron Kosminski?
Aaron Kosminski, cuyo verdadero nombre era Aron Mordke Kozmiński, nació en 1865 en lo que entonces era Polonia, bajo el dominio del Imperio Ruso. Llegó a Londres con su familia en la década de 1880, huyendo de la pobreza y la persecución en su tierra natal. Se estableció en Whitechapel, una zona que para entonces era un hervidero de inmigrantes judíos. Trabajó como barbero en el barrio, pero su salud mental pronto empezó a deteriorarse.
La imagen reconstruida de Aaron Kosminski basada en tecnología de remodelado facial. Créditos: Russell Edwards
En 1891, Kosminski fue ingresado en el asilo de Colney Hatch, después de que su familia informara a la policía de que había amenazado a su hermana con un cuchillo. Los registros médicos detallan que padecía alucinaciones, se negaba a comer si alguien más le preparaba la comida y mostraba un profundo rechazo a la higiene personal. Su diagnóstico fue esquizofrenia paranoide, una enfermedad que lo acompañó hasta su muerte en 1919 en el asilo de Leavesden.
La historia de Kosminski comenzó a vincularse con Jack el Destripador cuando altos mandos policiales de la época, como el comisionado Robert Anderson y el inspector Donald Swanson, lo señalaron como uno de los principales sospechosos en los informes posteriores a los crímenes. Sin embargo, nunca se reunió suficiente evidencia para llevarlo a juicio.
Las pistas que llevaron a Kosminski
Las descripciones de los crímenes y el comportamiento de Kosminski coinciden en muchos puntos con el perfil de un asesino en serie. Los informes policiales señalan que Kosminski tenía un profundo odio hacia las mujeres, en particular hacia las prostitutas, lo cual concuerda con la elección de víctimas del Destripador.
Además, las mutilaciones de los cuerpos, que en algunos casos incluían la extracción de órganos, sugirieron que el asesino podría haber tenido algún conocimiento rudimentario de anatomía, algo que podría haber adquirido Kosminski durante su tiempo trabajando en un hospital como peluquero.
Sin embargo, una de las piezas clave que vincula a Kosminski con los asesinatos es un misterioso mensaje dejado en una pared cercana a una de las escenas del crimen. Escrito con tiza, se leía: «The Juwes are the men that will not be blamed for nothing». El término «Juwes» podría referirse a los masones, según algunas teorías, lo que vincularía a Kosminski no solo con su trasfondo judío, sino también con posibles conexiones a sociedades secretas.
Portada de un diario publicado el 8 de septiembre de 1888
Críticas a las pruebas y dudas persistentes
A pesar del entusiasmo de Edwards y sus seguidores, muchas dudas persisten en torno a las pruebas que incriminan a Kosminski.
Algunos expertos forenses, como Peter Gill, han argumentado que el chal está demasiado contaminado para ofrecer pruebas concluyentes. Además, se ha cuestionado si un hombre tan mentalmente inestable como Kosminski podría haber llevado a cabo una serie de asesinatos tan calculados y meticulosos sin ser detenido durante tanto tiempo.
Por otro lado, las investigaciones históricas sugieren que Kosminski, aunque sospechoso, no fue el único hombre bajo el radar de la policía. Otros nombres, como David Cohen, un hombre también polaco y violento que murió en el asilo poco después de los asesinatos, siguen siendo considerados por algunos como posibles culpables.
¿Un misterio finalmente resuelto?
El libro de Russell Edwards ha reavivado el interés en el caso de Jack el Destripador y ha dado a los aficionados una nueva figura a la cual culpar. Si bien el ADN parece apuntar a Kosminski, las dudas sobre la pureza de las muestras y la cadena de custodia del chal siguen siendo serios impedimentos para que esta teoría sea aceptada universalmente.
Aún así, el retrato generado de Kosminski y los avances en tecnología forense nos acercan un poco más a descubrir la verdad detrás de uno de los mayores misterios de la historia criminal.
Referencias:
- Edwards R. Naming Jack the Ripper: New Crime Scene Evidence, A Stunning Forensic Breakthrough, The Killer Revealed. Rowman & Littlefield; 2014.
- Callaway E. 2019. Does new genetic analysis finally reveal the identity of Jack the Ripper? Science. doi: 10.1126/science.aax3500
Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com
Publicado el: 2024-10-10 06:02:50
En la sección: Muy Interesante