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descubren que una familia intentó sobrevivir bloqueando la puerta con una cama, revelando una escena tan humana como trágica

descubren que una familia intentó sobrevivir bloqueando la puerta con una cama, revelando una escena tan humana como trágica

Cuando pensamos en Pompeya, solemos imaginar calles cubiertas de ceniza, cuerpos petrificados en el acto de huir y frescos detenidos en el tiempo. Pero lo que los arqueólogos han encontrado en la llamada Casa de Elle y Frisso, en la Regio V de la antigua ciudad romana, va mucho más allá de una escena fosilizada. Se trata de un testimonio íntimo y estremecedor de una familia enfrentando su última noche, en una lucha desesperada contra una muerte que se abatía desde el cielo y la tierra.

La nota de prensa del Parco Archeologico di Pompei, recogida en el E-Journal degli Scavi di Pompei y firmada por M. Rispoli, M. Tartari y G. Zuchtriegel, proporciona la base de este descubrimiento. A partir de sus datos, ampliados con observaciones contextuales, es posible reconstruir no solo un momento de tragedia familiar, sino también una instantánea social y emocional de la vida en Pompeya antes del desastre.

Un refugio transformado en trampa

La Casa de Elle y Frisso recibe su nombre de un fresco mitológico encontrado en su triclinio: una pintura del momento exacto en que Elle cae al mar, mientras su hermano Frisso, montado en el carnero alado del mito, intenta salvarla. Una elección decorativa que, en retrospectiva, adquiere un simbolismo dolorosamente premonitorio. Como en el mito, los moradores de la casa también lucharon en vano por salvarse.

Durante los trabajos de excavación, los arqueólogos identificaron una habitación parcialmente sellada. Dentro, restos humanos dispersos: al menos cuatro individuos, incluyendo un niño. Junto a ellos, una bulla de bronce, el amuleto protector que los varones romanos llevaban desde su infancia hasta alcanzar la mayoría de edad. Y aún más revelador: la huella en la ceniza solidificada de una cama, colocada intencionadamente delante de la puerta. Fue moldeada con yeso, una técnica típica en Pompeya, y su forma reveló lo impensado: alguien intentó bloquear el acceso desde dentro.

La familia, enfrentada a la lluvia de lapilli que se colaban por el impluvium del atrio, trató de usar lo que tenía a mano. En este caso, el mobiliario. Se refugiaron en el dormitorio creyendo que podrían resistir la noche. No sabían que la fase inicial del desastre —la caída de piedras calientes— solo era un preludio. Lo peor llegaría horas después, con el paso de la nube piroclástica, un infierno de gases y cenizas a cientos de grados de temperatura que arrasaría todo a su paso.

La Casa de Elle y Frisso: una vivienda pompeyana marcada por el mito y la tragedia
La Casa de Elle y Frisso: una vivienda pompeyana marcada por el mito y la tragedia. Foto: Parque Arqueológico de Pompeya

Una casa en medio de obras

La tragedia se cernió, además, sobre una vivienda en transformación. Varios indicios apuntan a que la Casa de Elle y Frisso estaba en medio de una remodelación cuando el Vesubio entró en erupción. Umbrales retirados, secciones de pared sin decorar, restos de pavimentos modificados. Todo sugiere un proyecto de ampliación o renovación. A diferencia de otras casas encontradas con montones de cal o herramientas de construcción abandonadas, aquí la intervención parecía más sutil, quizá enfocada en la mejora estética o funcional de algunos espacios.

Este detalle no es menor. En plena renovación, es posible que la familia estuviera reorganizando estancias, moviendo objetos o incluso reduciendo su tiempo de permanencia en la casa. ¿Podría esto haber influido en su decisión de no huir? ¿Pensaron que el refugio temporal que habían acondicionado sería suficiente? No hay respuestas claras, pero la pregunta queda flotando, como un eco de decisiones tomadas hace casi 2.000 años.

Los arqueólogos lograron reconstruir la silueta del armazón de la cama a partir del hueco dejado en la ceniza endurecida
Los arqueólogos lograron reconstruir la silueta del armazón de la cama a partir del hueco dejado en la ceniza endurecida. Foto: Parque Arqueológico de Pompeya

Escenas cotidianas congeladas por la catástrofe

La casa no es especialmente grande, pero sí muestra signos de pertenecer a una familia acomodada del estrato medio-alto. El atrio con su impluvium descentrado, una escalera con restos de un entrepiso de madera, una despensa bajo los peldaños. Allí se hallaron ánforas intactas, algunas con restos de pescado, y un conjunto de vajilla de bronce compuesto por una jarra, un cucharón, un cuenco en forma de concha y un vaso con asas móviles. Un menaje refinado, sin duda destinado a ceremonias de hospitalidad y banquetes.

En el triclinium, donde se encontraba el fresco de Elle y Frisso, las paredes aún conservaban parte de su decoración en IV estilo pompeyano, con escenas paisajísticas, columnas fingidas y criaturas aladas. El techo, según las huellas de sustracción estructural, pudo haber colapsado parcialmente incluso antes de la nube piroclástica, como sugieren las inclinaciones del pavimento. La hipótesis de los arqueólogos apunta a un fenómeno de sgrottamento sottofondale, es decir, el hundimiento del subsuelo por la existencia de una cisterna o cavidad vacía. Si eso ocurrió durante la erupción o antes, es imposible saberlo con certeza.

El dormitorio donde se refugiaron muestra menos decoración. Quizás por estar en remodelación, quizás por su uso más privado. Allí, en ese espacio modesto, tuvo lugar la tragedia. Allí se formó el hueco donde los arqueólogos verterían el yeso que reproduciría la forma de la cama, el último intento de defensa.

En el transcurso de las excavaciones salieron a la luz los restos de al menos cuatro personas, entre ellas un menor
En el transcurso de las excavaciones salieron a la luz los restos de al menos cuatro personas, entre ellas un menor. Foto: Parque Arqueológico de Pompeya

Entre la historia y la memoria

La Casa de Elle y Frisso es, como muchas otras en Pompeya, un espacio detenido en el tiempo. Pero a diferencia de otras residencias, su historia se ha enriquecido con un relato humano que trasciende lo arqueológico. Esta familia no murió corriendo por las calles, ni sepultada en los foros o en los baños. Murió intentando resistir. Protegiendo a sus hijos. Atrincherándose en lo que consideraban un lugar seguro.

El fresco mitológico del triclinio, que da nombre a la casa, parece haber sido elegido no por azar, sino por su carga simbólica. Elle cae al mar mientras su hermano sigue en vuelo. En la pared, el momento está congelado justo antes de la pérdida. Como los cuerpos de quienes vivieron bajo ese techo.

Este tipo de hallazgos no solo alimentan el conocimiento académico; también nos confrontan con nuestras propias vulnerabilidades. La arqueología, como recuerda el propio director del parque arqueológico, no trata solo de objetos. Trata de vidas. Y en este caso, de vidas interrumpidas en una noche de agosto, entre cenizas y llamas.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2025-05-03 05:12:00
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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