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el punto de inflexión en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial

el punto de inflexión en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial

El exiguo territorio de Japón, que daba cobijo a una población de 74 millones de habitantes, fue una de las razones de la entrada del país en la guerra. Tokio quería más posesiones coloniales y fuentes de abastecimientos. Su lucha en China había resultado muy costosa y el país necesitaba petróleo, minerales, caucho y otros recursos estratégicos para seguir creciendo.

El gobierno militar movilizó toda su capacidad bélica para liberar al sudeste asiático del yugo anglosajón. La nueva consigna fue “Asia para los asiáticos”, pero bajo la dirección de los japoneses, naturalmente.

Tras el devastador ataque japonés a Pearl Harbor (en la foto), EE UU bombardeó Tokio en venganza en abril de 1942, en la llamada Operación DoolittleGetty Images

Poco antes de entrar en guerra, el país del Sol Naciente invadió Malasia, cuyo territorio iba a proporcionar aeródromos y bases navales para las operaciones militares, así como caucho y minas de estaño.

Una vez concluyó el ataque a Pearl Harbor, el ejército japonés irrumpió en Filipinas, Singapur, Tailandia, Guam, la isla de Wake y Hong Kong. A finales de enero de 1942, las fuerzas británicas se retiraron a Singapur, donde fueron bombardeadas por la aviación nipona.

El 15 de febrero de ese año, 35.000 soldados japoneses invadieron la isla y tomaron como prisioneros a 85.000 soldados aliados, cuyos mandos fueron incapaces de organizarlos para la defensa. Los invencibles ejércitos imperiales arrebataron a Reino Unido y Holanda enormes territorios en el continente asiático.

Finalmente, Tokio había logrado cumplir su objetivo: quitarles a las potencias coloniales europeas los recursos naturales del sudeste de Asia.

Los acorazados USS Virginia Occidental, USS Tennessee y USS Arizona gravemente dañados en el ataque japonés a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941. En él las enfermeras hicieron frente al desastre y al caos, atendiendo a cientos de heridos. Foto: Shutterstock.

Durante la ocupación japonesa, la población civil se vio sometida a una horrible pesadilla. Unos 3.700.000 indonesios murieron por desnutrición, a golpes, a bayonetazos o extenuados por los trabajos forzosos. El terror se extendió asimismo por las otras naciones ocupadas. Murió uno de cada cuatro prisioneros en manos japonesas.

Los soldados aliados que se rindieron fueron tratados brutalmente; los japoneses no respetaron a unos combatientes que se habían “deshonrado” al entregarse sin luchar hasta el final, tal y como indicaba el código samurái del bushido.

La decisiva victoria de Midway

Estados Unidos y Reino Unido tenían que reaccionar a toda prisa, y los primeros en hacerlo fueron los estadounidenses. Tras el ataque a Pearl Harbor, el almirante Chester W. Nimitz asumió el mando de la flota del Pacífico y comenzó a trazar planes para devolver el golpe a los japoneses.

Nimitz tenía a su favor una herramienta estratégica nada desdeñable: el sistema de códigos navales de los japoneses había sido descifrado meses antes por el comandante Joseph Rochefort, jefe de los servicios de criptoanálisis de la Armada (para principios de 1944, EE UU llegaría a descifrar 20.000 mensajes militares del enemigo al mes).

“Este oficial poco convencional, que solía calzar pantuflas enfundado en un elegante batín de color rojo, no había sido capaz de advertir del ataque a Pearl Harbor debido al estricto silencio de las radios de la flota japonesa”, recuerda el historiador británico Antony Beevor en su libro La II Guerra Mundial.

Pero Rochefort se desquitó poco después al lograr descodificar una serie de despachos japoneses que indicaban sus intenciones de atacar un punto del Pacífico que denominaban “AF”, y que el criptógrafo identificó con las islas Midway. Nimitz tomo buena cuenta de la advertencia y ordenó reagrupar la flota en la base de Pearl Harbor para organizar un plan que sorprendiera a los japoneses.

Al mando del as de la aviación Jimmy Doolittle, ochenta voluntarios protagonizaron esta peligrosa misiónÁlbum

El 26 de mayo de 1942, el grueso de la flota nipona zarpó de Saipán, en las islas Marianas, para dirigirse hacia Midway y caer por sorpresa sobre los estadounidenses. Pero estos estaban preparados gracias a los esfuerzos de Rochefort y sus hombres.

Un avión de reconocimiento Catalina divisó la flota de portaaviones japonesa e informó de su posición, lo que posibilitó que los portaaviones estadounidenses se abalanzaran sobre un enemigo desprevenido.

La batalla aeronaval le costó al almirante japonés Yamamoto cuatro portaaviones y un crucero, además de un acorazado gravemente dañado y doscientos cincuenta aviones. Por su parte, Nimitz sufrió la pérdida de un solo portaaviones. La batalla de Midway fue una gran victoria para Estados Unidos y marcó un punto de inflexión en la guerra.

“Con ella se esfumó cualquier esperanza que pudiera abrigar Yamamoto de acabar con la flota del Pacífico de Estados Unidos”, subraya Beevor. Cuando lucharon por primera vez contra los japoneses, los ingleses y los estadounidenses comprobaron con sorpresa que aquellos “despreciables y débiles” asiáticos les machacaban en todas las batallas.

“En Singapur, los japoneses acabaron con un ejército dos o tres veces mayor que el suyo. Fue uno de los mayores desastres de la Historia del ejército británico. Los ingleses y americanos creían que los japoneses eran inferiores racialmente. Los veían como hombrecillos pequeños, con mala vista y con los dientes muy grandes. No sabían que años antes el ejército japonés había acabado con quince millones de personas en China”, afirmó el historiador británico Michael Burleigh en una entrevista que concedió a MUY HISTORIA.

Isoroku Yamamoto (1884-1943) en una fotografía tomada en su juventud.Getty Images

En febrero de 1942, las tropas japonesas desembarcaron en Filipinas y echaron a las fuerzas conjuntas americano-filipinas al mando del general Douglas MacArthur, que tuvieron que retirarse a la península de Bataan. MacArthur huyó a Australia, dejando atrás a 10.000 estadounidenses y 62.000 filipinos que se rindieron al ejército invasor. Una vez los apresaron, los japoneses les hicieron marchar casi 100 kilómetros a pie hasta la ciudad de San Fernando.

Al finalizar la guerra, sólo un tercio de ellos había logrado sobrevivir. Tras el devastador ataque de Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941, los estadounidenses necesitaban devolver el golpe a los japoneses con alguna acción espectacular en su propio territorio.

El oficial Francis Low ideó un ataque a Tokio llevado a cabo por bombarderos B-25 Mitchell, que despegarían en la limitadísima pista del portaaviones USS Hornet. El general Arnold eligió al teniente coronel James H. Doolittle como responsable de la operación que llevaría de nombre su apellido.

De Doolittle a la campaña de Nueva Guinea

Se trató del primer bombardeo americano en territorio enemigo. El portaaviones navegó cerca de las costas japonesas para que los aviones pudieran llegar a la capital nipona, bombardearla y tratar de alcanzar China. La misión era prácticamente suicida, con una estimación de bajas del 50%.

Los 16 B-25 despegaron del portaaviones en abril de 1942 y se dirigieron a Tokio, donde lanzaron sus bombas. Cumplida la misión, muchos aparatos llegaron a China. Doolittle y su tripulación fueron rescatados por guerrilleros chinos, pero otros pilotos fueron apresados y llevados a Japón, donde tres de ellos serían más tarde ejecutados.

La Armada estadounidense destinó dos tercios de su potencial al frente del Pacífico, en donde dominaron la guerra naval. Pero en 1943 el esfuerzo en tierra lo llevaron a cabo los australianos, que desplegaron casi medio millón de soldados frente a los 200.000 que aportó Estados Unidos.

Poco a poco, según se iban tomando las islas que estaban en manos japonesas, los estadounidenses fueron incorporando más hombres a los campos de batalla del Pacífico. En ese frente se llevaron a cabo numerosas campañas, aunque hubo cuatro que sobresalieron sobre las demás: Nueva Guinea, las islas Salomón, las islas Marianas e Iwo Jima.

La campaña de Guadalcanal, en las islas Salomón, se prolongó de agosto de 1942 a febrero de 1943 y costó la vida a 1.600 soldados estadounidenses. Arriba, unos marines llevan a un compañero herido junto al río KokumbonaGetty Images

En la primera fase de la guerra, una de las mayores preocupaciones de los aliados era que los japoneses lograran instalar una base en Port Moresby, capital de Nueva Guinea. Las fuerzas imperiales intentaron tomarla, ya que desde esa posición pondrían en serios apuros a Australia, pero la batalla del Mar del Coral (mayo de 1942) impidió el desembarco en Port Moresby.

Asentados en la costa noreste de Nueva Guinea, los japoneses avanzaron a través de la jungla para alcanzar la capital. Entre julio y diciembre de ese año, el general Hatazō Adachi y sus tropas intentaron abrirse paso a través de la denominada pista de Kokoda, pero los australianos y estadounidenses se lo impidieron.

A partir de entonces, las aguas del Pacífico se convirtieron en el escenario de grandes batallas navales en las que los portaaviones demostraron que eran más vitales que los destructores en este tipo de choques, ya que se libraban con la aviación y sin que los navíos de ambos bandos llegaran a avistarse.

Los cazabombarderos y torpederos que transportaban los portaaviones estadounidenses y japoneses fueron los que realmente libraron esas batallas en aguas del Pacífico.

El eje empieza a perder

Los japoneses trataron de conservar por todos los medios el archipiélago de las Salomón (Bougainville, Choiseul, Nueva Georgia y Guadalcanal). Esas islas les permitían controlar las comunicaciones entre Nueva Zelanda, Australia y Estados Unidos.

Si las perdían, los estadounidenses tendrían la oportunidad de construir bases y aeródromos para atacar las islas Carolinas, en manos de los japoneses. La lucha por el control de las Salomón fue feroz.

En agosto de 1942, 60.000 soldados estadounidenses desembarcaron en Guadalcanal, lo que dio origen a una de las más sangrientas batallas del Pacífico.

Finalizó en febrero de 1943 y fue el primer éxito americano en una batalla terrestre, aunque tuvo un alto coste, ya que se cobró la vida de 1.600 combatientes estadounidenses y de 15.000 japoneses.

La derrota alemana en Stalingrado, en febrero de 1943, marcó otro punto de inflexión en la guerra. Hitler había cometido un grave error táctico y estratégico. Hubo tanta propaganda en la toma de la ciudad soviética que al final de la batalla, cuando el VI Ejército alemán dejó de existir, Hitler fue incapaz de admitir su fracaso.

Desde un punto de vista psicológico, puede decirse que aquella debacle hizo decaer la moral de los alemanes. Algunos gerifaltes nazis comenzaron a pensar que la derrota era posible. Sólo los más fanáticos seguían creyendo en la victoria de un Tercer Reich que duraría mil años más. Poco después se produjo el contraataque del Ejército Rojo, que puso a los nazis contra las cuerdas.

Algunos gerifaltes nazis comenzaron a pensar que la derrota era posible.

Problemas para Alemania en todos los frentes

“Desde un punto de vista psicológico, puede decirse que la derrota de Stalingrado en 1943 hizo decaer la moral de los alemanes. Pero el verdadero hecho determinante del declive nazi se produjo en diciembre de 1941, con la entrada de Estados Unidos en la guerra. En aquella fecha Alemania ya no tenía nada que hacer desde el punto de vista industrial, ni tampoco desde el político”, afirmó el historiador británico Antony Beevor en una entrevista que concedió a MUY HISTORIA.

Según Beevor, el fracaso de Alemania en su intento de capturar Moscú, que dio un nuevo impulso al Ejército Rojo, y la llegada a los campos de batalla de nuevos oficiales rusos enormemente profesionales, como Zhúkov, también contribuyeron al declive militar nazi.

El 10 de julio de 1943, las tropas aliadas desembarcaron en Sicilia, lo que precipitó la caída en desgracia de Mussolini, que fue depuesto de su cargo y sustituido por el general Bodoglio, que firmó un armisticio con los aliados el 3 septiembre de ese año.

Nueve días después, un comando alemán, en el que participaba el capitán de las Waffen-SS Otto Skorzeny, rescató al Duce de su encierro en el Hotel Campo Imperatore, situado en el macizo montañoso del Gran Sasso, en los Abruzos (Italia).

Doce planeadores con paracaidistas iniciaron la operación, que apenas duró una hora. Uno de ellos se despeñó, pero los otros once lograron aterrizar frente al hotel y rescatar al Duce, que fue trasladado a territorio controlado por los alemanes a bordo de una avioneta Fieseler Storch.

A miles de kilómetros de Italia, la superioridad de los ejércitos de Stalin y el crecimiento de la producción en sus fábricas de armamento propiciaron el contraataque soviético. El 16 de enero de 1944, los ejércitos rusos atacaron a las fuerzas alemanas que sitiaban Leningrado.

El empuje del Ejército Rojo fue de tal magnitud que la Wehrmacht no pudo impedir la liberación de la ciudad días después. Atrás quedaron cientos de miles de sus habitantes, que perecieron de hambre y frío durante el interminable asedio.

El Ejército Rojo al contraataque

El 3 de noviembre, Hitler anunció a sus generales la decisión estratégica de no enviar nuevos refuerzos al Frente Oriental, dado que las fuerzas alemanas todavía contaban con un amplio espacio de reserva que protegía al Reich de los rusos.

Además, Berlín quería reforzar Italia, donde se habían establecido ejércitos angloestadounidenses, y Francia, donde amenazaban con un desembarco. Pero en enero de 1944 saltó la sorpresa cuando el Ejército Rojo contraatacó por el norte y engrasó su maquinaria bélica para iniciar la ofensiva contra Alemania.

La iniciativa rusa pilló a Berlín con el paso cambiado. Enfurecidos por los salvajes asesinatos que habían cometido los nazis en Rusia, los soviéticos lanzaron todo su poder destructivo contra las cada vez más debilitadas fuerzas de defensa alemanas.

En mayo de 1944, 2,2 millones de soldados alemanes hicieron frente a los cada vez más agresivos ejércitos soviéticos. La Operación Bagration, encabezada por el mariscal Zhúkov, se encaminó a la Bielorrusia soviética en junio de ese año. La ofensiva rusa destruyó el Cuerpo de Ejércitos Centro alemán y encaminó al Ejército Rojo a las mismas puertas de Varsovia.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2024-07-29 15:30:00
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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