Este pequeño insecto da las volteretas más rápidas del planeta

Si viviste la década de 1990, recordarás a Sonic the Hedgegog, el simpático puercoespín azul de Sega que daba las vueltas más rápidas dentro de un videojuego increíblemente adictivo. Pues le ha salido un competidor muy saltarín e interesante en el mundo real: el colémbolo globular (Dicyrtomina minuta) que se ha convertido en el nuevo campeón de volteretas hacia atrás o backflips del planeta.

Conoce al insecto más ágil del mundo

Se trata de una pequeña criatura que mide apenas un par de milímetros de largo. No vuelan, ni muerden ni pican. Pero tienen un ‘superpoder’: saltar para evitar a los depredadores. Hablamos del colémbolo globular, un diminuto hexápodo que gira hasta alcanzar más de 60 veces su altura corporal y muy rápidamente y un nuevo estudio dirigido por la Universidad Estatal de Carolina del Norte (Estados Unidos) dedica sus páginas a la destreza de este gran salto.

El título de ser la criatura que da las volteretas más rápidas del planeta no le queda nada grande a pesar de su tamaño: es capaz de completar hasta 368 rotaciones de su cuerpo por segundo, superando a cualquier criatura en cuanto a saltos se refiere.

«Cuando los colémbolos globulares saltan, no sólo dan saltos hacia arriba y hacia abajo, sino que dan volteretas en el aire; es lo más parecido a un salto de Sonic the Hedgehog en la vida real», explicó Adrian Smith, profesor asistente de investigación de biología en la Universidad Estatal de Carolina del Norte y director del laboratorio de investigación de comportamiento y biología evolutiva en el Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte en su trabajo publicado en la revista Integrative Organismal Biology. «Por eso, naturalmente, quise ver cómo lo hacían«.

La ciencia detrás de estas rápidas volteretas: ¿cómo logra este insecto su agilidad?

Para conocer las habilidades de estos insectos, Smith recolectó los especímenes para el experimento de la hojarasca del jardín de su propia casa. Estos ‘bichos’ se pueden encontrar en jardines de todo Estados Unidos y Reino Unido y son, como hemos dicho, inofensivos. Pero, ¿cómo pueden hacer este salto tan espectacular? No fue nada fácil grabarlos en acción. Todo este estudio fue una gran aventura en sí misma para los científicos.

«Los colémbolos globulares saltan tan rápido que no se pueden ver en tiempo real. Si intentas filmar el salto con una cámara normal, el colémbolo aparecerá en un fotograma y luego desaparecerá», aclara el experto.

Para resolver este problema, los investigadores utilizaron cámaras que pueden grabar 40.000 fotogramas por segundo. Así pudieron analizar cómo despegaron, a qué velocidad y qué distancia recorrieron, y cómo aterrizaron en la superficie y las imágenes revelaron unos cuantos datos interesantes. Resulta que los colémbolos no usan las patas para saltar, tal y como nos dicta la lógica, sino que dependen de un apéndice llamado furca que se pliega debajo de su abdomen y, cuando el insecto decide saltar, esta furca se dobla hacia abajo y la punta empuja contra el suelo como un resorte, lanzándolos con gran fuerza al aire y dando unas cuantas volteretas a una velocidad increíblemente alta. Pueden lanzarse a más de 60 milímetros en el aire, más de 60 veces la longitud de su propio cuerpo.

«Un colémbolo globular sólo necesita una milésima de segundo para dar una voltereta hacia atrás desde el suelo y puede alcanzar una velocidad máxima de 368 rotaciones por segundo. Aceleran sus cuerpos para saltar a una velocidad similar a la de una pulga, pero además giran. Ningún otro animal de la Tierra da una voltereta hacia atrás más rápido que un colémbolo globular«, aclara el experto. Una maravilla de la naturaleza, sin duda.

¿Qué podemos aprender de este insecto?

Lo curioso es que los saltos y volteretas no los dan hacia atrás, sino hacia adelante. «Su incapacidad para saltar hacia adelante fue una indicación para nosotros de que saltar es principalmente un medio para escapar del peligro, en lugar de una forma de locomoción general», comentan los autores. Y es que se trata de una estrategia de huida: su salto les permite una hazaña difícil, pero el aterrizaje no es tan liviano como podría parecer: caerse y detenerse sin ningún tipo de control (algo así como rebotar hasta que te detengas), es tan probable como que logren agarrarse a una superficie empujando un tubo pegajoso en forma de horquilla desde sus cuerpos para detener su impulso.

“Esta es la primera vez que alguien ha hecho una descripción completa de las medidas de rendimiento de salto de los colémbolos globulares, y lo que hacen es casi imposiblemente espectacular”, dice Smith. “Este es un gran ejemplo de cómo podemos encontrar organismos increíbles, y en gran parte no descritos, viviendo a nuestro alrededor”. Estos hallazgos ofrecen una perspectiva clara sobre la dinámica de vuelo y aterrizaje del extraordinario colémbolo globular.

Referencias: