Ver una película puede ser más que un simple pasatiempo. En los últimos años, diversos estudios científicos han demostrado que el cine también puede convertirse en una herramienta terapéutica. Ayuda a calmar la mente, reducir la ansiedad, aliviar síntomas físicos y mejorar el estado de ánimo. Y Studio Ghibli puede ser una de las mejores alternativas.
La clave no está solo en la historia que se cuenta, sino en cómo se cuenta: música, ritmo visual, colores y silencios influyen directamente en nuestro sistema nervioso.
La música, en particular, tiene un efecto medible en la salud. Varios trabajos han confirmado que escuchar determinadas melodías mejora la variabilidad de la frecuencia cardíaca, un indicador fisiológico relacionado con el equilibrio emocional y el control del estrés.
El diseño sonoro de una película puede inducir un estado de relajación profundo, activar el sistema parasimpático –el encargado del descanso– y favorecer la recuperación del organismo. Si a esto se suma una narrativa pausada y un entorno visual sereno, el impacto puede ser notable.
Las películas de Studio Ghibli reúnen esos elementos. Con escenas contemplativas, bandas sonoras suaves y mundos llenos de naturaleza, estas obras van más allá del entretenimiento. Funcionan como estímulo sensorial que calma, conecta y armoniza.
Títulos como Mi vecino Totoro, El viaje de Chihiro o Nausicaä del Valle del Viento pueden ser aliados en el cuidado de la salud mental y física. La ciencia empieza a demostrarlo.

El cine como calmante natural frente a la ansiedad
Ver una película puede ser una herramienta eficaz para reducir la ansiedad. Así lo confirma un estudio publicado en Iranian journal of nursing and midwifery research, donde los familiares de pacientes sometidos a cirugía mostraron una disminución significativa del estrés tras ver una cinta.
Este efecto se explica por la capacidad del cine para desviar la atención y ofrecer una experiencia emocional envolvente.
Las emociones suaves y el ritmo pausado de Ghibli favorecen la regulación emocional, especialmente en contextos familiares. A diferencia de otros contenidos audiovisuales que bombardean con estímulos, estas historias permiten una inmersión relajada, reduciendo la activación fisiológica asociada al estrés.
Su efecto no sustituye a una intervención profesional, pero puede ser un respiro emocional en entornos cotidianos cargados de tensión.
La música como puente hacia la calma fisiológica
Escuchar música puede mejorar el equilibrio del sistema nervioso autónomo. Un metaanálisis reciente confirmó que ciertos estímulos musicales incrementan la actividad parasimpática del corazón y elevan la variabilidad del ritmo cardíaco, indicador de relajación y bienestar.
Esto sugiere que el sonido no solo se percibe emocionalmente, sino que tiene efectos fisiológicos medibles, como disminuir la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la respiración. Estas respuestas corporales reflejan una activación del sistema «descansar y digerir», esencial para restablecer el equilibrio tras situaciones de estrés.
La música ambiental y las bandas sonoras suaves, como las de Joe Hisaishi para Studio Ghibli, pueden funcionar como estímulos de relajación activos. En Mi vecino Totoro o El viaje de Chihiro, la música acompaña escenas de contemplación, naturaleza o tránsito emocional con un ritmo lento y armonioso. Estas composiciones guían la narrativa y estimulan una respuesta emocional calmada, que puede reflejarse en la fisiología del espectador.
Los efectos de la música también se asocian a una mayor resiliencia emocional y conductas sociales más positivas, gracias a la activación del nervio vago, una estructura clave del sistema parasimpático. Según la teoría polivagal de Stephen Porges, esta actividad promueve conductas de conexión y calma. Estas películas, con sus transiciones musicales delicadas, fomentan ambientes seguros que permiten a los niños (y adultos) regular su estado emocional sin sobresaltos.

Naturaleza animada: cómo las escenas verdes favorecen la recuperación
Observar paisajes naturales mejora la recuperación tras el estrés, según un estudio de la Universidad de Essex. Las imágenes de bosques, ríos o montañas activan el sistema nervioso parasimpático, facilitando la relajación fisiológica.
El cine de Ghibli, con su insistente presencia de lo verde, los campos abiertos y los sonidos del viento, recrea esa atmósfera sin necesidad de salir de casa.
Estas películas no solo cuentan historias, también ofrecen un refugio visual y emocional. El espectador se conecta con ritmos más lentos, observa detalles como hojas moviéndose o agua fluyendo, y su cuerpo responde con una bajada del ritmo cardíaco.
Este vínculo entre naturaleza y bienestar cobra especial importancia para personas que no tienen acceso directo a la naturaleza. Ver películas con paisajes restauradores puede ser una forma de compensar esa carencia. No reemplaza el contacto real, pero sí contribuye a despertar una conexión emocional con el entorno natural.
Una sesión musical puede cambiar el cuerpo: lo dice la ciencia
Una sola experiencia musical puede reducir síntomas físicos y emocionales relacionados con el estrés, según un estudio publicado en Supportive Care in Cancer. La investigación, realizada con mujeres que atravesaban tratamientos de quimioterapia, evaluó cómo una intervención musical breve influía en el insomnio, la fatiga, la ansiedad y la depresión.
Los resultados fueron claros: en quienes presentaban una mayor actividad del sistema simpático —es decir, en estado de alerta fisiológica—, la música redujo significativamente los niveles de fatiga y depresión en solo una semana. También mejoró el sueño tras tres semanas.
Este hallazgo puede trasladarse a otros contextos de tensión emocional. Ver estas películas en entornos tranquilos, con luz tenue y sin distracciones, genera un estado inmersivo similar al de una intervención musical controlada. La banda sonora actúa como acompañante emocional, y el diseño visual contribuye a reducir la estimulación excesiva.
La clave está en la sincronía entre emociones, ritmo y respiración, que Ghibli construye con cuidado casi artesanal. Así como en el estudio las mujeres con mayor activación fisiológica respondieron mejor a la música, las personas en general con mayor agitación, fatiga o dificultades para dormir pueden beneficiarse más de estas experiencias audiovisuales.

Una cascada de calma: cómo los vídeos de relajación modulan el cuerpo
Los vídeos con escenas naturales de ritmo lento activan respuestas fisiológicas asociadas al descanso, como la variabilidad de la frecuencia cardíaca, según un estudio publicado en Frontiers in Psychology. Este indicador revela cómo el sistema nervioso autónomo responde al entorno, y su aumento está relacionado con la calma.
En este contexto, Ghibli funciona como medicina visual: sus escenas largas, silencios sostenidos y estética armoniosa regulan el pulso emocional.
Películas como El recuerdo de Marnie o El viento se levanta utilizan pausas visuales, cielos amplios y momentos sin diálogo. Estas decisiones estilísticas no son casuales: invitan al espectador a detenerse y respirar, tal como lo hacen los ejercicios de atención plena. No hay prisas ni sobresaltos, lo que permite que el sistema corporal entre en reposo.
La narrativa no lineal ni frenética de Ghibli reduce la sobrecarga sensorial que afecta a tantos niños y adolescentes hoy en día. En lugar de saturar con estímulos, los filmes ofrecen un espacio para que la mente se calme. Esta cualidad los convierte en aliados inesperados de la salud mental en una era dominada por pantallas agitadas y notificaciones constantes.
Relajarse es cuestión de entorno: el poder de la visualización inmersiva
Ver imágenes naturales puede alterar funciones corporales clave, como la presión arterial y la actividad cerebral, según un estudio sobre vídeos de bambú urbano publicado en International Journal of Environmental Research and Public Health.
La respuesta es casi inmediata: el cerebro reconoce los entornos tranquilos y reacciona como si realmente estuviera allí. En este sentido, Ghibli logra un efecto similar con su atención al detalle, colores suaves y sonidos ambientales cuidadosamente trabajados.
Estas películas sumergen al espectador en mundos visualmente coherentes y emocionalmente seguros. Esa inmersión no es solo artística, también es fisiológica: ayuda al cuerpo a relajarse. La música de Joe Hisaishi y el diseño sonoro contribuyen a crear una experiencia envolvente que modula el estado de ánimo.
El entorno que se proyecta en pantalla puede ser tan terapéutico como el real, siempre que esté bien construido. Las películas de Ghibli no gritan, no exigen atención constante ni fuerzan la emoción. Fluyen. Y en ese fluir, el espectador —niño o adulto— encuentra un ritmo más amable para su cuerpo y su mente.

El cine como puente hacia el descanso profundo
Dormir bien es uno de los pilares esenciales para la salud física y mental, y el cine puede convertirse en un aliado inesperado en esta tarea. La exposición a contenidos relajantes antes de acostarse, puede ayudar a disminuir la activación del sistema nervioso simpático y favorecer el descanso.
La combinación de ritmos narrativos pausados, imágenes suaves y música lenta estimula el sistema parasimpático, que es el encargado de preparar el cuerpo para el sueño. Algunas películas pueden ser útiles en las rutinas nocturnas, especialmente para personas con ansiedad o dificultades para conciliar el sueño.
El hábito de ver una película tranquila al final del día puede convertirse en un ritual de desconexión emocional. Al permitirnos entrar en un estado de calma, el cine ayuda a reducir pensamientos intrusivos, baja la presión arterial y estabiliza el ritmo cardíaco.
Estos efectos, sostenidos en el tiempo, tienen un impacto directo en la calidad del sueño, la regulación del estado de ánimo y la respuesta inmunitaria. Para muchas familias, integrar el cine como parte de un entorno nocturno sereno puede ser más que entretenimiento: puede ser una forma sencilla y accesible de mejorar el bienestar general.
Referencias
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Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com
Publicado el: 2025-04-11 11:00:00
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