Nació en Oviedo en la primavera de 1883, pero pronto los Prieto se instalaron y echaron raíces en Bilbao, cuando Indalecio era aún un niño de corta edad. Fue un reputado periodista, con casi cuarenta años de servicio a sus espaldas como redactor del periódico El Liberal, pero, aunque fue un escritor de raza, su verdadera pasión fue la política. Ingresó, de hecho, siendo muy joven en el PSOE, en el que militaría durante toda su vida, y fue elegido diputado por vez primera en 1918.
Desde 1935 hasta 1948 Indalecio Prieto fue presidente del PSOE, cargo en el que sucedió a Francisco Largo Caballero. Foto: Getty.
Con la llegada al poder de Primo de Rivera se convirtió en uno de sus más firmes opositores y, para dejar constancia de ello, redactó el Manifiesto de la Ejecutiva del PSOE que condenaba enérgicamente el golpe de Estado. Prieto militaba en el ala moderada del partido, pero eso no impidió que se opusiera a cualquier intento, por parte de la formación, de llegar a un entendimiento de mínimos con el dictador. Esa postura lo llevó a enfrentarse a Largo Caballero, principal promotor de dicha política de “apaciguamiento”, y a defender una postura consensuada con todos los partidos republicanos. Dicha iniciativa cuajó en el Pacto de San Sebastián de agosto de 1930, del que fue uno de sus principales promotores, amén de miembro del Comité Revolucionario.
Debido a esta actividad abiertamente hostil a la monarquía y al régimen, se vio obligado a exiliarse en Francia hasta que meses después se proclamó finalmente la II República, circunstancia que precipitó su regreso a España para integrarse en el equipo del Gobierno Provisional. Fue ministro de Hacienda en primera instancia y, posteriormente, ministro de Obras Públicas bajo la presidencia de Azaña. Mientras, una “guerra civil” estaba a punto de estallar en el PSOE a raíz de la victoria de la CEDA en las elecciones de 1933. Una vez más, Prieto se opuso firmemente a las tesis revolucionarias de los seguidores de Largo Caballero, propugnando un entendimiento transversal con el resto de formaciones republicanas.
Al estallar la Guerra Civil, Largo Caballero asumió el protagonismo en el PSOE e intentó mantener la cohesión dentro del movimiento socialista. Foto: Album.
Comprometido con la República
Tras el fracaso de la huelga general revolucionaria de 1934, de la que él mismo había sido uno de los principales artífices, optó por exiliarse en Francia. Desde allí siguió trabajando en una confluencia entre republicanos, incapaz de evitar la inexorable radicalización de su propio partido y el triunfo de la doctrina de Largo Caballero.
Siguió al pie del cañón durante la Guerra Civil, comprometido en la defensa de la legitimidad republicana en calidad de ministro de Marina y Aire, en primer lugar, y de Defensa posteriormente en el gobierno de Juan Negrín, tras haber contribuido de manera muy activa a la caída de su predecesor, su acérrimo enemigo y correligionario Largo Caballero. Pronto surgieron también fricciones con aquél y, finalmente, en noviembre de 1939 Prieto decidió poner rumbo al exilio en México, donde siguió intentando organizar la resistencia contra el franquismo, en busca de un apoyo internacional que nunca acabó de llegar. En 1950 dimitió de la presidencia del partido en el exilio. Se ganó la vida desde entonces en el país azteca como periodista y escritor, hasta su muerte en Ciudad de México en febrero de 1962.
Un prolífico escritor
Fue uno de los grandes políticos del siglo XX español, pero también un periodista de raza. El primer trabajo del joven Prieto fue como taquígrafo en el periódico La Voz de Vizcaya. En 1901 formó parte de la redacción de El Liberal, periódico editado en Bilbao del que acabaría siendo gerente, director y, desde 1932, propietario. Escribió para este medio durante tres décadas, llegando a ejercer como corresponsal en Marruecos.
Apartado de la política, Prieto se centró en la escritura. En la imagen, La Tragedia de España, libro de sus discursos recopilados. Foto: ASC.
Exiliado en México en 1939, retomó sus colaboraciones periodísticas y se dedicó plenamente a su faceta de escritor, especialmente tras dimitir como presidente del PSOE en el exilio. En este período fue cuando redactó las obras en las que reflexionaba sobre la Historia reciente de España y su convulsas circunstancias políticas. Entresijos de la guerra de España, Yo y Moscú o Convulsiones de España vieron la luz durante esos años. En 1965, se publicaron unas memorias póstumas que, bajo el título De mi vida, recogían una serie de artículos en los que el político socialista narraba recuerdos, reflexiones y nostalgias.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com
Publicado el: 2024-08-26 02:52:10
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