Menú Cerrar

“La batalla del Ebro fue la más larga y sangrienta de la guerra”

“La batalla del Ebro fue la más larga y sangrienta de la guerra”

Este periodista y escritor ha trabajado en la agencia Pyresa y en diversas revistas; entre ellas, Cambio 16, Posible, Ciudadano y Mayo, de la que fue director. Jorge Martínez Reverte (1948) es también columnista del diario El País y fue el organizador del documental Yoyes, que obtuvo la Ninfa de Plata en el Festival de Montercarlo. En 2009 le concedieron el Premio Ortega y Gasset de Periodismo al mejor trabajo de prensa por un reportaje en el que narraba la muerte de su madre, que tituló Una muerte digna. Es hermano del también periodista y escritor Javier Reverte.

El escritor, periodista e historiador Jorge M. Reverte. Foto: EFE.

P: Cuando iniciaron el levantamiento contra la República, ¿los militares africanistas pensaban que se embarcaban en una guerra convencional o creían que era un simple golpe de Estado que se solucionaría en unos pocos días?

R: Pensaban que se metían en otro más de los golpes de Estado que se habían dado en la Historia reciente de España, sólo que Emilio Mola, el director, lo había diseñado como mucho más violento que los anteriores, conocedor de que la resistencia iba a ser muy fuerte por parte de los sindicatos y los partidos de izquierdas. En la cabeza de Mola no había menos de cincuenta o cien mil muertos, que estimaba harían falta para erradicar lo que él consideraba un cáncer en la sociedad española. Los republicanos pensaban que las fuerzas del orden público bastarían, como en 1932 con el intento golpista de Sanjurjo, para detener el nuevo ataque al gobierno republicano. Nadie pensaba en un conflicto de la envergadura de una guerra. El golpe estaba diseñado para converger sobre Madrid desde el norte, el sur y Levante en un avance que debería producirse en pocos días, culminando con la toma de la capital. Una vez tomada Madrid, que se consideraba una plaza difícil, el golpe habría triunfado, porque habría caído el Estado republicano.

P: ¿Cuáles fueron los principales problemas que tuvieron que afrontar los republicanos en los inicios de la guerra?

R: El aparato del Estado republicano se vino abajo en pocas horas. El ejército, sobre todo su fracción más operativa, se pasó a la insurrección. La oficialidad se rebeló en su mayoría. Además, el gobierno cometió el error de disolver el ejército, lo que supuso que se disolviera sólo el leal, porque el rebelde no tenía ninguna posibilidad de ser disuelto por un mandato del gobierno republicano. La resistencia al golpe quedó en manos de la Guardia Civil y la guardia de asalto, que se mantuvieron en parte leales. A pesar de su entusiasmo, las milicias populares sirvieron muy poco para entorpecer el avance golpista. Su acción fue acompañada de un desmesurado coste en sangre y vidas.

P: ¿Las tropas más profesionales quedaron en el bando de los rebeldes?

R: Las únicas tropas fogueadas eran las africanas, donde estaba el núcleo de la sublevación. La Marina se mantuvo leal al gobierno porque la marinería se opuso violentamente a sus oficiales, conservadores y reaccionarios en su mayoría. En los barcos se dio la expresión más salvaje de la lucha de clases. La Aviación quedó dividida en su lealtad. La rápida ayuda italiana y alemana a Franco –a él y no a los rebeldes como conjunto– fue decisiva para que éste pudiera trasladar su ejército a la Península.

Reproducción de cartel propagandístico de la CNT, por el cartelista Vicente Ballester Marco. Foto: Getty.

P: ¿La ayuda militar que los republicanos recibieron de la Unión Soviética compensó los refuerzos que obtuvieron los nacionales de la Alemania nazi y la Italia fascista?

R: La República compró armas en cantidad muy similar a la proporcionada por Italia y Alemania, pero mucho después. Sólo durante el primer semestre de 1937 hubo un aparente equilibrio entre los dos bandos. En cuanto al aporte de hombres, los italianos y alemanes eran casi todos militares bien encuadrados. Por su parte, los brigadistas que ayudaron a la República eran casi todos voluntarios comunistas con una formación militar deficiente, aunque con un gran entusiasmo. La diferencia en número entre uno y otro bando en este apartado fue significativa (unos 60.000 hombres en las Brigadas Internacionales frente a casi 100.000 voluntarios alemanes e italianos). Los moros reclutados en el norte de Marruecos ascendieron a unos 70.000. En cuanto a material bélico, los tanques rusos eran superiores pero los aviones alemanes, sobre todo al final de la guerra, eran mejores.

P: ¿Qué supuso la toma de Málaga para los militares rebeldes? ¿Qué enseñanza extrajo el general Franco de aquella conquista?

R: La caída de Málaga, en febrero de 1937, fue una gran inyección moral para los franquistas, y prácticamente supuso el completo control de Andalucía. Pero los italianos se equivocaron pensando que su guerra celere quedaba ya bendecida por el éxito. Poco después, en Guadalajara se darían cuenta de que estaban en un error. En el otro bando, el mayor problema fue la dispersión en el mando.

P: ¿Cuál fue la acción militar más salvaje de la guerra? ¿El bombardeo de las fuerzas nacionales a la población civil que huía de Málaga por carretera es una de ellas? ¿Hubo otras similares a esta?

R: Es difícil establecer un ranking de salvajadas. El bombardeo de la carretera de Motril fue, desde luego, el acto más brutal de un ejército contra la población civil. Gernika fue más sistemático, pero su carácter limitado a un solo pueblo hace que ese bombardeo se quede pequeño en comparación. Pero el poder simbólico de Gernika es inigualable. Por otra parte, Badajoz y Paracuellos suponen los ejemplos más extremos de represión en la retaguardia.

Imagen de la Desbandá, ataque a civiles por parte del bando sublevado tras la entrada en Málaga de las tropas franquistas. Foto: Album.

P: ¿Cuál fue la razón de que Franco decidiera dirigirse a Extremadura para llegar a Madrid, cuando la ruta más corta era por Despeñaperros?

R: La ruta por Despeñaperros no es mucho más corta, pero sobre todo, era mucho más fácil de defender por los republicanos que la otra. La ruta por Extremadura tenía dos ventajas suplementarias: el flanco izquierdo de las tropas estaba defendido por Portugal y, además, sería un mejor camino para unir a las tropas de Mola en el norte con las africanas desde el sur.

P: ¿Por qué decidió Franco atacar Toledo en lugar de ir directamente a Madrid, lo que dio tiempo a los republicanos para reforzar lo máximo posible la defensa de la capital?

R: Era lógico no dejar a sus espaldas a miles de combatientes republicanos. Franco consiguió el mayor de los prestigios “liberando” el Alcázar. En todo caso, él no podía saber el tiempo que iban a necesitar los republicanos para reforzar Madrid. Y le interesaba asegurarse el liderazgo entre los generales que podían discutírselo.

P: ¿Franco quería una guerra larga, como se ha dicho, para acabar por completo con su enemigo?

R: Esa idea partió de Dionisio Ridruejo, ya en los años sesenta, pero posiblemente estaba influida por el rencor contra el dictador más que basada en un análisis serio de la situación. Franco, como ningún otro general habría hecho en su lugar, no podía arriesgarse a que el contexto internacional derivara hacia un conflicto europeo. Quería acabar la guerra cuanto antes. Pero se lo impidió el Ejército Popular, creado por Juan Negrín y Vicente Rojo. En este último libro (De Madrid al Ebro: las grandes batallas de la Guerra Civil española) documentamos hasta cinco intentos de tomar la capital (tres directos, y dos indirectos en el Jarama y Guadalajara), que acabarían con la guerra. Y fue el fracaso de las primeras tentativas lo que convirtió el golpe en una Guerra Civil larga.

Jorge M. Reverte, junto a su hijo Mario Martínez Zauner, publicó en 2016 un ensayo sobre las grandes batallas de la Guerra Civil. Foto: EFE.

P: El gobierno de Largo Caballero pensaba que la ciudad de Madrid iba a caer enseguida en manos de los franquistas y por eso decidió abandonarla el 6 de noviembre de 1936, dejándola bajo el mando de Miaja y Rojo. ¿Qué pretendía Largo Caballero con esa decisión?

R: Largo Caballero quería hacer una línea defensiva en Castilla-La Mancha, que había diseñado el general Pozas. Pensaba que Madrid era indefendible. Miaja y Rojo, apoyados sobre todo por el PCE y por los libertarios, pensaron lo contrario. El elemento moral fue decisivo. Los milicianos, que huían despavoridos en el campo abierto, comenzaron a luchar bien apoyados en los edificios de la capital. Y el eslogan de “¡No pasarán!” les dio la fuerza que necesitaban.

P: ¿Cuáles fueron los factores determinantes que frenaron a los rebeldes en las mismas puertas de la capital? ¿Fue importante la contribución de las Brigadas Internacionales y de los anarquistas de Durruti en la defensa de Madrid?

R: El factor moral, el primero. El segundo, la preparación de un plan sistemático, a cargo del entonces coronel Vicente Rojo. Tercero, la movilización absoluta de las milicias, obedeciendo por primera vez a sus mandos. La llegada de las Brigadas Internacionales, que dieron muchas muestras de gran arrojo y disciplina, fue también importante. En cuanto a los anarquistas con Durruti al mando, al principio dieron mucho empuje a la moral de la población, pero pronto flaquearon y se dejó de hablar de ellos. Finalmente, hubo elementos contingentes que también influyeron, como que cayera en manos republicanas un plan de ataque a la capital por parte de los sublevados.

Vicente Rojo Lluch (1894- 1966) en una imagen de los años de la guerra. Fue ascendido a general en octubre de 1937. Foto: AGE.

P: ¿Qué pretendía conseguir Vicente Rojo con su contraofensiva en Brunete? ¿Se cumplieron los objetivos?

R: Quería conseguir dos objetivos. Por un lado, que Franco abandonara su ofensiva en el norte. Por otro, romper el cerco a Madrid y las líneas de comunicación enemigas. La incompetencia de Líster, que se empeñó en tomar una posición sin importancia en lugar de avanzar hacia Navalcarnero y la carretera de Extremadura, supuso el fracaso de la ofensiva. Enrique Líster era un hombre con un valor personal extraordinario, pero tenía muy pocos conocimientos militares. No estuvo a la altura de lo que la situación realmente demandaba.

P: ¿El frente de Aragón también perseguía ese objetivo de detener el hundimiento del control republicano en el norte de España?

R: Al igual que en Brunete, Rojo diseñó una ofensiva sobre el frente de Aragón que acabó igualmente fracasando, esta vez al quedarse detenida en Belchite, otra posición sin valor estratégico. Posteriormente, la ofensiva de Teruel se llevó a cabo para evitar una nueva contraofensiva franquista sobre Madrid.

P: ¿Cuál fue la batalla más importante, más decisiva, y cuál la más sangrienta de la Guerra Civil?

R: Quizá la del Ebro, por la cantidad de efectivos y de material empleados. Acabó siendo también la más larga y sangrienta de la guerra. Aunque no resultó la más decisiva, sí que supuso el final del Ejército de Maniobra de Rojo. La batalla del Jarama fue asimismo tremendamente decisiva, porque su resultado de empate evitó que Madrid cayera en manos de Franco. Y hay una batalla que casi no se conoce por el público general, que es la de Valencia. José Miaja ganó a Franco una batalla de enorme envergadura practicando una estrategia defensiva. Y luego hubo alguna que no llegó a llevarse a cabo, como la ideada por Rojo en el llamado Plan P, que empezaría con un desembarco anfibio en Motril y seguiría por Extremadura hasta llegar a Madrid. Según ese plan, que Rojo no pudo realizar nunca, las piezas del ejército de Franco irían cayendo como las del dominó hasta darle la victoria. El coronel Segismundo Casado fue un hombre determinante para que Rojo no pudiera seguir con su plan.

Soldados cruzando el río Ebro en julio de 1938. Foto: Album.

P: ¿Por qué se empeñó Vicente Rojo en abrir el frente en el Ebro?

R: Creía que rompería las líneas de comunicación de los ejércitos franquistas del norte y del centro, pero lo que le salió fue una batalla de desgaste que no le convenía. En el Ebro, una vez más, falló el apoyo de la aviación republicana a las acciones en tierra. Era una operación muy compleja que requería una coordinación que no se pudo mantener en todas las armas. Aunque el Ejército de Maniobra dio una lección importante de disciplina, el valor de la acción fue más simbólico que práctico: Franco no contaba ya con una reacción de tal envergadura por parte de su enemigo.

P: Aparte de Vicente Rojo, ¿cuáles fueron los militares republicanos más brillantes y por qué?

R: El general José Miaja, que ganó a Franco dos batallas defensivas, Madrid y Valencia. Tuvo dos asesores muy brillantes: Leopoldo Menéndez y Manuel Matallana. En cuanto a Vicente Rojo, es preciso recordar que su obsesión de conseguir la victoria mediante una batalla decisiva quizá pesó en contra de sus intereses. Miaja era mucho menos brillante que él, pero supo ganar a Franco con un planteamiento y una estrategia defensivos. De las milicias surgieron algunos militares destacados, como Manuel Tagüeña, el hombre que dirigió el Ejército del Ebro; o Artemio Precioso, hijo del escritor del mismo nombre, que llegó a mandar la 226 Brigada, que retomó Cartagena en los últimos días de la guerra y facilitó la huida de muchos jefes militares y políticos, como Palmiro Togliatti. De los jefes de milicias republicanos, muy pocos llegaron a tener un buen comportamiento militar, por falta de formación. Muchos de ellos habían estado en la Academia Frunze, al lado de Moscú, pero era un centro de formación de suboficiales.

P: ¿Y los más eficaces en el bando de los sublevados?

R: En primer lugar, el jefe del Estado Mayor de Franco, Francisco Martín Moreno, que tenía una enorme capacidad para la logística. El general José Solchaga tuvo un papel muy destacado en la organización de las brigadas navarras y su uso en el frente del norte. Allí también destacó Juan Vigón, un gran organizador.

Francisco Franco junto al teniente coronel Yagüe y el coronel Martín Moreno, camino del cuartel general instalado en el Palacio de Yanduri. Foto: Album.Álbum

P: ¿Franco era un militar incompetente, tal y como afirman algunos historiadores? ¿Fue un mediocre con suerte o sabía perfectamente lo que hacía?

R: No era incompetente, si acaso era muy conservador, nada audaz. A diferencia de Rojo, que planteó varias operaciones que se pretendían decisivas y que debían darle un vuelco a la guerra, Franco prefirió seguir una estrategia sistemática, y le daba lo mismo que lo consideraran prudente en exceso. En todo caso, supo mantener muy bien el equilibrio entre el político y el militar, lo que le dio la victoria y la primacía en su bando. En cuanto a sus estudios, eran muy elementales. Y su único trabajo teórico se refería a la lucha en África en torno a los “blocaos”, posiciones muy pequeñas para la defensa de un pelotón de infantería. A España no habían llegado todavía las informaciones sobre los desarrollos teóricos de Liddell Hart en torno a la llamada “aproximación indirecta”, la aplicación teórica de las enseñanzas de la Primera Guerra Mundial

P: Tenía fama igualmente de ser un hombre frío y calculador… 

R: Su frialdad, que llegó a ser legendaria en su bando, se vio quebrada en apariencia por la reacción que tuvo a la toma de Teruel por los republicanos. Muchos biógrafos han señalado que atacó de nuevo dicha posición por orgullo, aunque finalmente el avance de sus tropas en esa dirección supondría la ruptura del territorio republicano en dos. En todo caso, hay que señalar que Franco vio frustrada en muchas ocasiones su intención de tomar Madrid.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2024-06-24 04:13:38
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


WhatsApp