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La felicidad, según el filósofo John Stuart Mill

La felicidad, según el filósofo John Stuart Mill

La felicidad ha sido objeto de reflexión para numerosos pensadores durante siglos. En concreto, John Stuart Mill, destacado filósofo y economista británico del siglo XIX, definió este concepto como la experiencia del placer y la ausencia de dolor.

Esta definición seguía la línea de Jeremy Bentham, su predecesor, quien también consideraba que el bienestar se basaba en el equilibrio entre placer y dolor. Mill, sin embargo, introduce una distinción significativa: la calidad de los placeres. Para él, no todos los placeres son iguales, y algunos son intrínsecamente superiores a otros.

La felicidad, según el filósofo John Stuart MilliStock

En particular, Mill argumenta que existen placeres “superiores” e “inferiores”. Los placeres superiores son los intelectuales, emocionales y morales, mientras que los placeres inferiores son los físicos y sensoriales. Según Mill, los placeres superiores son más valiosos y contribuyen más significativamente a la felicidad humana.

«Mejor ser Sócrates insatisfecho que un necio satisfecho», anotaba. Con esta afirmación, el filósofo estaba dando a entender que la calidad de la experiencia es más importante que la cantidad de placer.

La felicidad, según el filósofo John Stuart MilliStock

Sin embargo, Mill es conocido por su contribución al utilitarismo, una teoría ética que defiende que la acción correcta es la que maximiza la felicidad. En su obra ‘Utilitarismo’ (1863), Mill expone sus ideas sobre la felicidad y su importancia en la moralidad.

Para él, las acciones son correctas en la medida en que tienden a promover la felicidad y erróneas en la medida en que tienden a producir lo contrario de la felicidad. Este principio se aplica tanto a nivel individual como colectivo. La moralidad, por lo tanto, se evalúa en función de sus consecuencias y su capacidad para aumentar la felicidad general.

Mill subraya la importancia del bienestar colectivo en la búsqueda de la felicidad. Cree que la felicidad individual está entrelazada con la felicidad de los demás y que una sociedad justa y equitativa es esencial para la realización del bienestar general. La justicia, según Mill, está basada en la utilidad y es crucial para garantizar una distribución equitativa de la felicidad.

La felicidad, según el filósofo John Stuart Mill

Mill buscaba hacer más práctico y aplicable al mundo real el principio de la “mayor felicidad para el mayor número”, propuesto por Jeremy Bentham, quien confiaba en un abstracto “cálculo felicífico” para evaluar la moralidad de las acciones. Mill, sin embargo, estaba más interesado en las implicaciones sociales y políticas de este principio.

El utilitarismo de Mill se centra en cómo la búsqueda de la mayor felicidad podría implementarse de manera efectiva en la sociedad. Una de las preocupaciones del filósofo era cómo las leyes y políticas que promueven la mayor felicidad para la mayoría podrían, paradójicamente, restringir la felicidad de algunos individuos, especialmente si estas leyes imponían de manera estricta los deseos de la mayoría.

La felicidad, según el filósofo John Stuart MilliStock

Mill defiende que la solución a este dilema radica en la educación y la opinión pública, que deben trabajar juntas para establecer una “asociación indisoluble” entre la felicidad individual y el bienestar social. Esto significa que las personas estarían motivadas a actuar no solo en su propio beneficio, sino también en el de la sociedad en su conjunto. Así lo expresaba en su obra ‘Sobre la libertad’ (1859):

«La sociedad debe permitir a todos los individuos la libertad de buscar la felicidad a través de metas personales, y tal derecho debe ser protegido con leyes por el gobierno».

Por tanto, Mill también destaca la importancia de la educación y la cultura en el desarrollo de la felicidad. Considera que una educación adecuada puede elevar los gustos y capacidades de las personas, permitiéndoles apreciar y buscar placeres superiores. La cultura y el progreso intelectual son, por lo tanto, esenciales para una vida plena y feliz.

El principio del daño

Sin embargo, Mill reconoce que hay límites a esta libertad. Propone el “principio del daño”, que establece que la libertad de una persona debe ser limitada únicamente cuando sus acciones perjudican la felicidad de otra. En sus palabras:

«El propio bien de una persona, ya sea físico o moral, no es un aval suficiente para restringir su libertad».

Por tanto, hacía hincapié en la importancia de no interferir en la vida de los individuos a menos que sea necesario para prevenir daños a otros, asegurando así un equilibrio entre la libertad personal y el bienestar colectivo.

Cuantificación de la felicidad

A su vez, Mill también se enfoca en cómo medir la felicidad, criticando el enfoque de Bentham que solo consideraba la duración e intensidad de los placeres. Mill introduce la noción de la calidad del placer, argumentando que los placeres intelectuales y culturales son superiores a los meramente físicos o sensuales.

En este sentido, Mill intenta establecer la esencia de la felicidad preguntándose qué es lo que las personas buscan y qué provoca su felicidad. «La única prueba que es posible encontrar de que una cosa es deseable, es que la gente de hecho la desea», anotaba.

Las ideas de Mill han sido objeto de diversas críticas, especialmente en cuanto a la medición y comparación de placeres. Algunos críticos argumentan que es difícil, si no imposible, comparar objetivamente la calidad de diferentes placeres. No en vano, Mill defiende su posición insistiendo en que las personas con experiencia de ambos tipos de placeres (superiores e inferiores) son las más capacitadas para juzgar su valor relativo.

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Asimismo, Mill distingue entre dos tipos de deseos: los inmotivados y las acciones conscientes. Los deseos inmotivados son aquellos que buscamos por el placer inmediato que nos proporcionan, mientras que las acciones conscientes son aquellas que realizamos por deber o caridad, que no necesariamente nos dan placer, pero que contribuyen a la felicidad a largo plazo.

En el primer caso, deseamos algo como parte de nuestra felicidad inmediata. En el segundo, deseamos algo como medio para alcanzar una felicidad más profunda y duradera, que se siente cuando el acto cumple su fin virtuoso.

Referencias: 

  • Stuart Mill, J. ‘El utilitarismo’. Alianza Editorial (2014)
  • Stuart Mill, J. ‘Sobre la libertad’. Alianza Editorial (2013)
  • VV.AA. ‘El libro de… la Filosofía’. Ediciones Akal (2023)

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2024-06-14 15:30:00
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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