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la historia de las guerras púnicas

la historia de las guerras púnicas

Las guerras púnicas fueron la lucha entre Roma y Cartago por el control del Mediterráneo Occidental. Se sucedieron enfrentamientos desde el año 264 a. C. hasta el 146 a. C. Su nombre viene del término que los romanos empleaban para denominar a los cartagineses, fenicios en origen, conocidos como phoinix en griego y punicos en latín. Todo en la historia es cuestión de perspectiva, pues para los cartagineses estas fueron las guerras romanas. Claro que la historia suele estar escrita por los vencedores, así que (spoiler) los romanos salieron vencedores de este proceso político y militar, lo que les permitió erigirse como la mayor potencia del Mediterráneo antiguo. A partir de entonces, Roma fue imparable. Siguió expandiendo su control y ampliando su poder hasta convertirse en el imperio más importante de la historia antigua. Las guerras púnicas se alargaron durante más de 100 años y los historiadores suelen dividirla en tres partes.

Mapa con los hitos de las guerras púnicasRowanwindwhistler / Wikimedia

Primera guerra púnica (264-241 a. C.)

Hasta mediados del siglo III a. C., Roma apenas era una emergente ciudad de la península itálica. El poderío comercial y militar estaba en manos de Cartago por entonces. Se trataba de una ciudad fundada por fenicios en el norte de África que, gracias a su maestría en la navegación, acabaron haciéndose con el control de las costas e islas del Mediterráneo occidental. Entre estos territorios bajo control cartaginés estaba la isla de Sicilia o, al menos, parte de ella, pues el resto empezaba a estar bajo dominio romano. En una actuación propia de la mentalidad y gobiernos imperialistas, Cartago y Roma entraron en guerra a través de un conflicto segundario en cuanto a sus territorios, pero totalmente primario en cuanto a sus intereses.

El gobernador de Siracusa, en el sur de Sicilia, entró en guerra contra Mesina, en el norte de la isla, casi besando la punta de la bota que forma la península itálica. Sicilia apoyó militarmente a Siracusa y Roma hizo lo propio con Mesina. Fue el inicio de las guerras púnicas.

Cartago poseía la armada más poderosa del Mediterráneo y el general Amílcar Barca atacó y destruyó la línea de suministros que debía llegar hasta la isla por parte de Roma. Por su parte, los romanos eran más fuertes en tierra, pero apenas tenían opciones contra las veloces maniobras de los barcos púnicos. En el 249 a. C., los romanos sufrieron una importante derrota en la batalla naval de Drépano, al oeste de Sicilia. Cartago pudo haber terminado con la ambición de Roma, pero pecó de exceso de confianza y dejó de enviar suministros a Amílcar Barca. El general cartaginés tuvo que detener sus ataques, lo que, sumado a la indisciplina de las fuerzas terrestres, en su mayoría formada por mercenarios, permitió a Roma recuperarse y volver con más experiencia para hacerle frente a sus enemigos.

Los cartagineses subestimaron a Roma. Mientras la potencia africana tuvo que hacer frente a la guerra de los Mercenarios, quienes se volvieron contra Cartago por impagos por sus servicios, Roma se dedicó a mejorar su flota, copiando las técnicas de navegación y fabricación de navíos de sus propios enemigos, y a preparar un ejército con el que pronto logró controlar Cerdeña y Córcega. Cartago se vio obligada a ceder ante Roma y, en vez de recuperar estas islas mediterráneo, centró sus esfuerzos en conquistar la península ibérica para igualar o superar los beneficios que podía obtener en comparación con la expansión que estaba llevando a cabo Roma. En el 226 a. C., ambas potencias firmaron el Tratado del Ebro: Cartago se quedaba con todo el territorio de Hispania al sur del río Ebro y Roma con lo que quedaba al norte. No tardarían en volver las hostilidades, pues Roma no se conformaría con lo pactado.

Segunda guerra púnica (218-201 a. C.)

Amílcar Barca murió en el 228 a. C. y lo sucedió en el mando su yerno Asdrúbal el Bello, quien se dedicó más a la diplomática que a las acciones militares. No le sirvió de mucho la diplomacia y siete años después fue asesinado. El nuevo general cartaginés pasaría a la historia como uno de los mayores enemigos de la historia de Roma: Aníbal Barca, hijo de Amílcar. Aníbal sitió y conquistó la ciudad de Sagunto, al sur del Ebro, pero aliada de Roma. Suficiente excusa para iniciar la segunda guerra púnica. En palabras del historiador Pedro Barceló:

“Al margen de la dinámica de acción y reacción desplegada por las partes implicada en el conflicto, subyace una realidad más elemental: las ansias de poder, expansión y conquista de las que ambas potencias hacen gala en todo momento. Como ya sucediera durante la Primera Guerra Púnica, en la que fue Sicilia la manzana de la discordia, será ahora el control de Hispania, es decir, la disponibilidad de sus incalculables recursos económicos, la meta codiciada. La pugna desatada por la consecución de este objetivo es el verdadero trasfondo del antagonismo romano-cartaginés”.

Aníbal plantó cara a Roma de manera contundente. Con un ejército formado por cartagineses, mercenarios y elefantes de guerra, fue venciendo a todo aquel que se puso delante hasta llegar a las mismísimas puertas de Roma. Pero llegó muy diezmado, por lo que no se atrevió a asediar la ciudad y continuó su camino hacia el sur de Italia a la espera de refuerzos que, de nuevo, no llegaron desde Cartago.

Roma contratacó en Hispania. Publico Cornelio Escipión, que pasaría a la historia conocido como Escipión el Africano, derrotó a los cartagineses al mando de Asdrúbal Barca, hermano de Aníbal. El general romano fue conquistando la península ibérica y cruzó a África con todas sus fuerzas. Conocedor, admirador e imitador de las tácticas militares de Aníbal, Escipión el Africano se dirigió a la ciudad de Cartago, sabedor de que Aníbal abandonaría la península itálica para defender la metrópolis cartaginesa. Escipión y Aníbal, Roma y Cartago, ambas potencias y sus generales se enfrentaron en la batalla de Zama en el 202 a. C. Los romanos se hicieron con la victoria y obligaron a Cartago a firmar una rendición con unas condiciones pésimas.

La batalla de ZamaWikimedia

Tercera guerra púnica (149-146 a. C.)

A pesar de la derrota y las deudas contraídas, Cartago logró empezar a recuperarse y no dudó en reiniciar la conquista de territorios vecinos. Roma no subestimó a su rival y puso solución a la amenaza de manera contundente. Envió a sus soldados a África, sitiaron, saquearon y destruyeron por completo la ciudad de Cartago. Roma pasó a ser la mayor potencia del Mediterráneo.

Referencias:

Barceló, P. y Ferrer, J. J. 2011. Historia de la Hispania romana. Alianza.

Martínez-Pinna, J. 2023. Eso no estaba en mi libro de las guerras púnicas. Almuzara

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.es

Publicado el: 2023-10-29 11:20:00
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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