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La influencia de Van Gogh en el cartelismo del siglo XX

La influencia de Van Gogh en el cartelismo del siglo XX

Que Vincent van Gogh ha sido uno de los artistas más influyentes para los creadores de los siglos XX y XXI no alberga ninguna duda. El caso más conocido es el de los pintores del expresionismo alemán. Muchos de ellos, como Ernst Ludwig Kirchner, Max Pechstein o Egon Schiele, asimilaron el trazo inquieto y los colores vibrantes de Van Gogh para aportar altas notas de subjetividad a sus composiciones. En cierto modo es sencillo rastrear su impronta en el arte europeo del siglo XX, aunque inevitablemente nuestra mirada tiende a dirigirse a los óleos, por ser esta la técnica que más practicó. Sin embargo, cabe la pregunta sobre si es posible rastrear la presencia de Van Gogh en otros soportes en los que él ni tan siquiera se destacó. Por ejemplo, el atractivo visual que la pintura del holandés tuvo en medios de comunicación tales como el cartel.

Noche estrellada. Museo de Arte Moderno, Nueva York (1889). Foto: Getty.

Un pintor que nunca ilustró

Es sabido que la poca fama de la que gozó Van Gogh a lo largo de su vida imposibilitó que recibiese encargos artísticos, razón por la que jamás ilustró algo, pese a su interesante dedicación al dibujo. No se conoce ningún afiche realizado por él, si bien se sintió atraído por géneros y manifestaciones artísticas que fueron seguidas muy de cerca por los cartelistas coetáneos, por lo que no es extraño encontrar similitudes entre la plástica de Van Gogh y la de los ilustradores de su tiempo. Fundamentalmente, los rasgos que aproximan la pintura del posimpresionista a la de los ilustradores gráficos tienen mucho que ver con la fuerte impronta del arte japonés en la Europa de finales del siglo XIX y principios de la centuria siguiente.

Almendro en flor, de Van Gogh

Ariadna Sotorra Figuerola

Raíces orientales

Van Gogh conoció el arte japonés gracias a Julien Tanguy y copió incesantemente estampas orientales para, a posteriori, representar su entorno a través de una óptica muy cercana a la japonesa. Las principales características del arte japonés que imitaron los artistas europeos de finales del siglo XIX fueron, fundamentalmente, las líneas curvas y las superficies de tintas planas y, precisamente, fueron estos rasgos los que también aprovecharon los cartelistas para sus composiciones.

Retrato de Père Tanguy. Aparece como un “padre” (le llamaban père), una especie de santo benefactor, con las manos cruzadas en actitud de contemplación, rodeado por diferentes ukiyo-e. Foto: Getty.

En el Expresionismo

Van Gogh aplicó estos procedimientos en algunas de sus últimas obras, algo que le valió el reconocimiento de artistas que le sucedieron. Así, por ejemplo, los expresionistas alemanes, no solo se vieron seducidos por él a la hora de pintar sus óleos, sino que también incorporaron en sus carteles rasgos de su pintura, algo que este, a su vez, había estudiado de la ilustración japonesa. Sirva como ejemplo el afiche anunciador de la película Der golem (Paul Wegener, 1920). En él, la sinuosidad en las fachadas de las casas, que terminan en punta, puede recordar a la silueta de los cipreses que representó en su archiconocida Noche estrellada; pero también el amarillo del fondo tiene relación con la paleta que empleó para representar muchos de los cielos en un considerable número de paisajes, sobre todo a partir de 1888, como en la Calle de Saintes-Maries, Tronco de un tejo viejo o Un prado en las montañas, por citar solo unos ejemplos. 

Cartel de Der golem, película de Paul Wegener, en el que se siguen las líneas curvas de Van Gogh. Foto: Album.

Algo similar ocurre con el póster del filme El gabinete del doctor Caligari (Robert Wiene, 1920), que igualmente presenta una estrecha calle a cuyos lados los árboles se retuercen como en tantas obras de Van Gogh y todos los elementos están formados por grandes masas de color homogéneas. Quizás este último caso sea menos evidente que el anterior y es incluso posible que por la perspectiva recuerde más a la obra de Edvard Munch que a la de Van Gogh. 

Sin embargo, conviene recordar que el pintor noruego filtró en su obra algunos rasgos de la pintura del holandés tales como la utilización del color o la pincelada inquieta. Esto puede observarse tanto en su producción pictórica como en algunas de las litografías de El grito o de Ansiedad. El trazo vibrante de los óleos de Van Gogh y de Munch se tradujo en líneas tanto rectas y dinámicas como sinuosas, en la xilografía y la litografía, con el fin de aportar expresividad a composiciones que, en ocasiones, eran en blanco y negro. Así ocurre, por ejemplo, en el cartel de la película Der Letzte Mann (Friedrich Wilhelm Murnau, 1924). El fondo, así como el rostro, la barba y la cabellera del actor Emil Jannings fueron representados a través de un sinfín de líneas que aportan dinamismo al conjunto.

Cartel para El gabinete del doctor Caligari, película de Robert Wiene (1920). Foto: ASC.

Pincelada rabiosa

Una gran cantidad de los retratos y autorretratos de Vincent van Gogh en su última etapa se caracterizan por el empleo de esta pincelada expresiva aplicada con pequeños trazos de color que pueden relacionarse con las líneas rectas y curvas que los ilustradores del expresionismo incorporaron en sus carteles. Por poner un ejemplo, en la xilografía Padre nuestro que estás en el cielo, de Max Pechstein, contenida dentro del porfolio La oración del Señor (1921), hay rasgos que remiten al Retrato de Père Tanguy (1887): una figura barbada, en el centro de la obra, con los brazos a la altura de su regazo y con objetos que le rodean, ya sean nubes en el caso de la obra de Pechstein o pinturas en la de Van Gogh. 

Igualmente, ambos personajes están representados con un contrapicado que los eleva sobre el espectador confiriéndoles un aire sobrehumano. En el caso de Padre nuestro que estás en el cielo, este tipo de encuadre queda justificado por la naturaleza divina del representado, pero Vincent van Gogh, hombre de honda espiritualidad, pudo optar conscientemente por este recurso con el fin de plasmar la devoción que sentía por su marchante en París, una de las pocas personas que confió en su carrera (no en vano, la benevolencia y el carácter de Julien Tanguy provocó que sus protegidos se refiriesen a él como père o padre).

Padre nuestro que estás en el cielo, de Max Pechstein (Museo de Arte Moderno, Nueva York, 1921). Foto: ASC.

Rastros en otros retratos

Pero estas no son las únicas obras de Pechstein y Van Gogh con similitudes. En 1921, el artista alemán realizó una xilografía, Retrato de un pescador (1921), que al menos formalmente, remite al retrato a plumilla que el pintor neerlandés hizo al cartero Joseph Roulin (1888). En ambas obras, dos hombres barbados de cierto parecido físico portan una gorra con visera y se sitúan sobre un fondo neutro mirando directamente al espectador.

Algo similar ocurre en Suizo fumando pipa (1921), una xilografía que parece mirar a los retratos del doctor Gachet por el azul de los ojos y el semblante alicaído de ambos personajes (Musée d’Orsay, París, 1890), aunque las diferencias son mayores que en las comparaciones anteriores. De hecho, la obra de Pechstein parece mantener más similitudes con la creación de otro posimpresionista como Paul Cézanne, concretamente con el Hombre con pipa (1890-1892).

Retrato de pescador, de Max Pechstein, Indianapolis Museum of Art (izquierda) y Retrato de Joseph Roulin, de Van Gogh, The J. Paul Getty Museum, Los Ángeles (derecha). Fotos: ASC y Getty.

Sea como fuere, aunque estas comparaciones son meramente formales y no es posible afirmar con total seguridad que los trabajos de Van Gogh sirviesen como modelo directo para las creaciones de los pintores expresionistas, es innegable que estos conocieron su producción, asimilando algunos de sus rasgos. De hecho, en 1901, Max Pechstein llegó a afirmar que Vincent van Gogh fue uno de los padres del expresionismo alemán.

En su homenaje

El legado del maestro holandés en el arte contemporáneo es evidente no solo en el trabajo de los creadores posteriores y en formatos que no uso en vida. De hecho, para conmemorar el centenario de su muerte, 20 ilustradores se reunieron en 1990 en la Fundación Van Gogh para organizar una exposición de carteles con los que homenajear la figura del pintor.

Peter Blake, por ejemplo, utilizó la Terraza del café de la Place du Forum, en Arlés , por la noche (1888) y, sobre ella, a modo de collage, situó a algunos de los retratos más conocidos del artista holandés como si los personajes estuviesen reunidos en la conocida plaza de Arlés. De este modo, Blake adentra al espectador en el mundo de Van Gogh y le permite compartir mesa en la terraza con el propio pintor, el doctor Gachet, Tanguy, Madame Ginoux o Joseph y Armand Roulin. Jan Fabre, por su parte, optó por tapar el retrato de Joseph Roulin con tinta azul de un boli Bic, dejando a la vista únicamente los botones dorados de la chaqueta del cartero. Así, a partir de un retrato realizado por Van Gogh, el autor del cartel lograba homenajear los famosos cielos estrellados del genio de Zundert. 

Homenaje a Vincent van Gogh, de Peter Blake (1990). Foto: ASC.

Por otro lado, Gérard Garouste o Mario Merz escogieron los lienzos Silla de Gauguin (1888) y Silla de Van Gogh (1888) para sus composiciones. Garouste ubicó la silla sobre un fondo azul en relación con los paisajes nocturnos del pintor holandés, mientras que Merz representó el pavimento de la estancia y rodeó el mueble con la espiral dorada, quizás en alusión a los ejercicios de perspectiva que Van Gogh llevó a cabo en sus dos óleos.

A finales del siglo XX

Fuera de esta exposición, otro cartel que parece remitir a las sillas de Van Gogh es el realizado por Roy Lichtenstein en 1988 para el simposio The poetry project. El artista norteamericano no representó una silla en perspectiva, sino una mesita sobre la que situó una lámpara y unas hojas dobladas que pueden remitir a los libros y la vela que Van Gogh pintó sobre la Silla de Gauguin.

The poetry project, de Roy Lichtenstein (1998). Foto: ASC.

Por otro lado, aunque Lichtenstein, inspirado por el mundo del cómic, se decantó por el punto más que por la línea para aportar plasticidad a sus composiciones, las rectas que empleó en esta composición para sombrear algunas zonas de los objetos y el fondo recuerdan a las utilizadas por artistas que emularon a Van Gogh, como los expresionistas. No es de extrañar que Lichtenstein se fijase en los óleos del holandés para componer su cartel si tenemos en cuenta que estudió a maestros como Picasso, Cézanne o Mondrian. Además, en 1992 volvió a homenajear a Van Gogh con una versión propia de la Habitación en Arlés (1992).

Así, no cabe duda de que es posible rastrear la influencia de Van Gogh en creaciones muy posteriores, incluso en soportes en los que este jamás se destacó. No llegó a triunfar en vida, pero se convirtió en uno de los padres del arte contemporáneo.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2024-05-29 09:37:37
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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