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Las profundas raíces del canibalismo en la humanidad

Las profundas raíces del canibalismo en la humanidad

El canibalismo prehistórico es un tema fascinante y controvertido que durante décadas ha captado la atención de los arqueólogos y del público por igual. Si bien muchas personas pueden encontrar la idea del canibalismo repugnante y vincularlo con la brutalidad, es un fenómeno que se ha observado en muchas culturas a lo largo de la historia humana, jugando un papel importante en la vida de algunos pueblos prehistóricos. Por extraño que parezca, ese papel no siempre se desarrolló dentro de un contexto negativo, violento o patológico. 

En algunas sociedades y culturas, la antropofagia era un acto de amor, de compasión o de intercambio de cualidades entre el mundo material y el mundo trascendental. Baste mencionar el sacramento de la Eucaristía en el cristianismo, en el que, siempre según el rito católico, se produce la transubstanciación del vino en sangre y el pan en carne que es consumida en un acto de canibalismo ritual por los fieles. Además, tal y como nos recuerdan episodios como el del equipo de rugby chileno en los Andes, en circunstancias de extrema necesidad se suele recurrir al canibalismo de supervivencia y en la prehistoria esto también ocurrió.

A diferencia de la antropofagia practicada por sociedades en época histórica, no contamos con textos escritos o documentos que hagan referencia al canibalismo prehistórico. De este modo, los arqueólogos debemos confiar en la evidencia indirecta para comprender cómo y por qué ocurrió. Al analizar los huesos, las herramientas y otros artefactos legados por las comunidades prehistóricas, los investigadores podemos construir una imagen de los contextos sociales y culturales en los que tuvo lugar el canibalismo. Una vez recopilada la evidencia material, nos servimos de la analogía, estableciendo marcos comparativos con sociedades caníbales históricas de las que conocemos muchos más detalles. La ecología, la psicología e incluso la filosofía apuntalan el entramado teórico que nos permite interpretar este singular comportamiento humano. 

En este artículo, exploraremos algunas de las últimas investigaciones sobre el canibalismo prehistórico y lo que nos puede decir sobre la experiencia humana en el pasado lejano.

Paleontóloga examinando fósiles de homínidos del yacimiento de la Sima de los Huesos,
Sierra de Atapuerca
AGE

Los primeros caníbales

El descubrimiento de fósiles humanos en el nivel TD6 de la Gran Dolina, sierra de Atapuerca, España, colocó en 1994 los yacimientos burgaleses en el mapa internacional de la paleoantropología. Por su antigüedad, de casi 1 millón de años, estos restos esqueléticos cambiaron el paradigma imperante hasta el momento sobre la colonización del continente por parte de homininos llegados desde África. La sorpresa fue mayúscula al observar detenidamente los huesos, pues resultaban parte de un banquete caníbal, ni más ni menos que el más antiguo de la historia de la humanidad.

El conjunto del nivel TD6 continúa siendo actualmente el caso de canibalismo más antiguo conocido hasta la fecha. Los restos encontrados en el yacimiento pertenecían a un mínimo de 11 individuos de la especie Homo antecessor, incluidos seis niños, cuatro de los cuales tenían menos de cinco años de edad. Los huesos se encontraban esparcidos por todo el yacimiento y se mezclaban con restos de fauna y útiles de piedra. Casi la mitad de los huesos de H. antecessor presentan algún tipo de modificación antropogénica (realizada por otros humanos), incluidas marcas de corte, rotura intencional de los huesos y marcas de dientes humanos

Los cuerpos fueron desollados, desarticulados, eviscerados y descarnados. Se rompieron los cráneos para extraer y consumir el cerebro y se fracturaron los huesos largos para consumir la médula ósea. El canibalismo ocurrió en varias veces a lo largo del tiempo, en un entorno colmado de recursos de todo tipo. Descartada la práctica debida a hambruna o escasez, parece que comerse a otros homininos era común entre los homininos que ocupaban la cueva, puesto que se produjeron diferentes episodios caníbales a lo largo del tiempo. Estos eventos se han relacionado con la protección y expansión de un área de captación de recursos por parte de los diferentes grupos humanos que ocuparon la Sierra y su entorno inmediato, por lo que sea ha llegado a sugerir que los casos documentados en Atapuerca son evidencia de «la primera guerra de la humanidad». 

Sin embargo, los matices son importantes. El canibalismo de TD6 ocurrió hace aproximadamente un millón de años y es difícil que puede clasificarse como guerra según la definición del término. Desconocemos las capacidades cognitivas de unos homínidos tan antiguos, su organización social y un largo etcétera, por lo que tenemos más preguntas que respuestas. La guerra se da entre sociedades tribales o estatales y suele tener motivaciones políticas, muchas veces revestidas de argumentos religiosos, étnicos o existenciales. Si esta interpretación es correcta, el canibalismo TD6.2 se categorizaría como exógeno, aquel donde los comensales y los consumidos no pertenecen al mismo grupo o clan (ni siquiera podemos asegurar que perteneciesen a la misma especie). 

Sin embargo, hay teorías que proponen que fueron los miembros del propio grupo que ocupó Gran Dolina los que se comieron a sus crías en un caso de endocanibalismo. El principal argumento a favor de esta interpretación se basa en la ecología y supone que la escasa energía obtenida al consumir un cadáver humano no compensaría el enorme gasto generado en el encuentro violento entre dos grupos, siendo además estos humanos poco abundantes en los ecosistemas. No obstante, conviene recordar que, cuando tratamos con seres humanos y cultura, no todo está determinado por las calorías.

El conjunto TD6.2 proporciona información valiosa sobre el comportamiento de los primeros homínidos y sus interacciones sociales. La presencia de canibalismo, aunque inquietante, es un indicador importante de la violencia intergrupal. La distribución por edades de los especímenes de H. antecessor sugiere que los individuos objeto de estos actos de violencia no eran necesariamente los más amenazadores para los atacantes, sino aquellos que representaban una amenaza menor, pero eran más vulnerables. Este comportamiento es similar al observado en la violencia intergrupal y el canibalismo entre los chimpancés, lo que nos lleva a preguntarnos cuánto de etológico y cuanto de cultural hubo en el caso de Atapuerca.

Los caníbales de Krapina (1960), de Zdenek Burian.
Los restos fragmentarios pero abundantes de estos
neandertales proporcionan evidencia de canibalismo.
Bare Gallery

La práctica de los neandertales

La evidencia de canibalismo entre los neandertales es algo más frecuente y se remonta a hace aproximadamente 130 000 años. Los ejemplos más destacados de canibalismo neandertal se encuentran en Moula-Guercy (Francia), La cueva del Sidrón (España) y Krapina (Croacia), con otros sitios como Combe Grenal, Les Pradelles (Francia) y la cueva del Boquete de Zafarraya (España) en los que la evidencia es menos numerosa. 

El conjunto de Krapina es quizá el más conocido y controvertido. Consta de más de 800 restos de neandertales mezclados con restos de animales, principalmente presas, y ha sido objeto de debate entre los investigadores. La excavación original se realizó en el siglo XIX con métodos bastante contundentes, lo que hace dudar tanto del contexto de los hallazgos como de las propias señales sobre los huesos, los cuales han sido sometidos a distintas limpiezas durante decenios. Mientras algunos investigadores rechazan la hipótesis del canibalismo proponiendo que las marcas y cortes en los huesos se deben a un tratamiento ritual, quizá de tipo funerario de los cuerpos, para otros, tales marcas son solo compatibles con la antropofagia. De manera similar, en Moula-Guercy, se encontraron restos de seis individuos con marcas de corte y fracturas antropogénicas en huesos largos y cráneos.

El canibalismo de Moula-Guercy y el de Krapina sucedieron en el mismo periodo interglaciar y varios investigadores han relacionado este hecho con el canibalismo. En algunos artículos científicos se ha propuesto que los neandertales se quedaron sin sus presas habituales, renos, mamuts y otros animales adaptados al frío, por el cambio climático y no supieron adaptarse a las nuevas especies termófilas, teniendo que recurrir al canibalismo para sobrevivir. Sin embargo, es arriesgado utilizar dos únicos casos para dar una explicación tan generalista que supondría una transformación cultural profunda determinada por el medio, suponiendo que los cambios climáticos se produjeran en el tiempo de una vida humana y uniformemente. Además, conviene recordar que los neandertales, si bien están muy definidos anatómicamente como especie humana, se adaptaron a una variedad de entornos, climas y entornos ecológicos enormes y nunca dependieron de faunas frías o cálidas en toda su extensión temporal y geográfica.

El conjunto de la cueva del Sidrón, uno de los registros más singulares de canibalismo, contiene ejemplares de al menos 13 individuos en posición secundaria con marcas de corte, fracturas, marcas de percusión y abrasiones de yunque que indican un claro aprovechamiento nutricional de los cuerpos. Durante 15 campañas de excavación, se recuperaron 2500 huesos y dientes humanos y 300 piezas líticas, siguiendo un protocolo de «excavación limpia» para evitar posibles alteraciones en el ADN fósil. Los estudios genéticos del ADN mitocondrial y nuclear han permitido conocer una estructura social basada en la relación de parentesco en el que las mujeres cambiaban de grupo para evitar la endogamia. Las marcas de corte y golpes en los huesos indican un claro uso nutricional de los cuerpos en un episodio de canibalismo por supervivencia, quizá ante un evento de hambruna. 

Posiblemente, es el único de estas características conocido en la prehistoria. Aún se necesitan datos tafonómicos detallados para establecer conclusiones sobre la relación social y afectiva entre los caníbales y los canibalizados, pero todo apunta a que podría tratarse de un evento de endocanibalismo entre miembros de un mismo grupo. Investigaciones recientes han agregado la cueva Troisième de Goyet (Bélgica) a la lista de sitios de canibalismo neandertal. Allí se han encontrado pruebas de que los neandertales practicaban el canibalismo hace unos 44-45,5 mil años

En este lugar se encontraron restos de neandertales, así como de ciervos y caballos, los cuales formaron parte del menú. Los fósiles de neandertales presentan marcas de corte y fracturas intencionales, lo que sugiere que fueron procesados como carne para ser consumida. Aunque se cree que estos cuerpos fueron procesados con fines alimentarios, no se puede descartar la posibilidad de que hubiera también un significado simbólico o ritual en el procesamiento de los cuerpos. La presencia de rituales en el canibalismo es difícil de determinar, especialmente en conjuntos arqueológicos antiguos donde la información sobre la vida simbólica y las creencias de este tipo de especies es muy limitada.

Si bien los neandertales se han presentado en ocasiones como una especie humana caníbal, debemos tener en cuenta que en los más de 100 000 años que habitaron Europa y parte de Asia, tan solo se han documentado una decena de casos, lo que nos daría menos de un evento de canibalismo cada 10 000 años. Para relativizar este dato, hay que tener en cuenta que se han documentado aún menos enterramientos neandertales, por lo que sin ser el canibalismo algo cotidiano tampoco debió ser excepcional. No obstante, la práctica del canibalismo por parte de los neandertales no los convierte en una especie más brutal, atrasada o primitiva, sino que, muy al contrario, los acerca a nosotros, Homo sapiens, la especie humana que de forma más prominente y sofisticada ha practicado el canibalismo.

Fosa
del yacimiento neolítico de Herxheim
donde fueron arrojados los restos canibalizados
de centenares de individuos
Bruno Boulestin-CNRS

‘Homo homini lupus (est)’

La conocida locución latina «el hombre es un lobo para el hombre» resume la obra filosófica de Thomas Hobbes El Leviatán (1651). En ella se profundiza en la naturaleza humana y se arguye que su «estado natural» es el del salvajismo, la violencia, la crueldad y el canibalismo. Durante siglos y hasta la actualidad, el pensamiento hobbesiano ha estado presente de forma muy explícita en la interpretación de la prehistoria y también en la del canibalismo prehistórico practicado por miembros de nuestra especie, Homo sapiens. 

Durante el final del Paleolítico superior, en una etapa conocida en Europa como Magdaleniense, el canibalismo prehistórico alcanza cotas de exquisitez y su frecuencia es muy destacable. Los estudios han demostrado que el 40 % de los restos humanos del Magdaleniense francés (varios cientos de individuos) mostraban signos de carnicería, y solo el 5 % se encontraba enterrado intencionalmente. Sin embargo, debido a la escasez de restos procesados, es difícil afirmar o negar el consumo de cuerpos (o partes de estos) en la mayoría de los conjuntos, y muchos casos han sido interpretados como parte de tratamientos funerarios en los que la manipulación de los cuerpos implica cortes, desarticulación de miembros y despellejamiento de cadáveres, pero sin consumo. No obstante, una serie de casos del Magdaleniense de Europa central indica que probablemente la antropofagia estuvo extendida en este periodo. 

En las cuevas de Brillenhöhle y Hohle Fels en Alemania, la cueva de Maszynka en Polonia, la cueva de Gough en Inglaterra y las cuevas de Le Placard y Perrats en Francia contienen centenares de restos humanos pertenecientes a decenas de individuos. Sobre los huesos abundan las marcas de corte y fracturas que indican que los cuerpos fueron procesados concienzudamente para extraer todos los nutrientes. La prueba definitiva en forma de marcas de dientes humanos sobre los restos aparece en algunos de estos yacimientos, mientras que en casi todos los restos están mezclados como basura con los de otras presas. Sin embargo, el canibalismo practicado por los cazadores-recolectores del Magdaleniense en Europa se caracterizaba por la probable ritualización de la antropofagia. 

En lugares alejados como la cueva de Gough, Le Placard y Brillenhöle, los cráneos de las víctimas fueron procesados laboriosamente y una vez limpios, se transformaron en contenedores conocidos como cráneos copa. La función de dichos elementos nos es del todo desconocida pero su particularidad es evocadora.

Dejando atrás a las sociedades de cazadores-recolectores paleolíticos, el canibalismo parece estar muy vinculado al surgimiento y desarrollo de las economías de producción. Sería lógico pensar que en sociedades que a priori ostentan un mayor control sobre la subsistencia, el canibalismo fuese algo extraño. Sin embargo, es precisamente en este periodo, concretamente durante el Neolítico en Europa y en un periodo equivalente desde el punto de vista económico, aunque no cronológico, en el resto del planeta, cuando el canibalismo alcanza el estatus de sistema cultural. En la España encontramos yacimientos muy destacados por la cantidad de individuos canibalizados como Malalmuerzo, Las Majólicas, la cueva del Toro, La Carigüela y la cueva de El Mirador. 

De la misma cronología, el yacimiento más paradigmático es Fontbrégoua en Francia. En estos yacimientos aparecen las mismas señales de procesamiento carnicero que veíamos en los yacimientos paleolíticos, con la particularidad de que comienzan a ser comunes los restos con evidencias de haber sido cocidos en recipientes cerámicos. Algunos conjuntos se han prestado a análisis genéticos e isotópicos. Los resultados aún son contradictorios, o quizá complementarios, puesto que indican tanto episodios de endocanibalismo, como en la cueva del Toro donde el ADN reveló que todos los individuos están vinculados por relaciones de parentesco, como de exocanibalismo

La profusión de casos durante esta etapa ha sido parcialmente explicada por el que hasta la fecha es el mejor ejemplo de antropofagia institucionalizada de la Prehistoria europea. El yacimiento neolítico Herxheim (Alemania), cerca de Landau, presenta restos de más de 1000 individuos. Sus cuerpos fueron manipulados, descarnados, fracturados, cocinados y sus cráneos convertidos en copas antes de ser arrojados a una gran fosa. Los estudios de marcas y el contexto no dejan lugar a dudas sobre el canibalismo practicado en Herxheim, pero además prueban la muerte violenta de muchos individuos. A partir del análisis de isótopos de estroncio (87Sr/86Sr) y de la presencia de cerámicas procedentes de largas distancias, se ha interpretado que muchos de los individuos comidos y arrojados a la fosa provenían de muy lejos. 

Dadas todas las características anteriores, los investigadores concluyen que Herxheim refleja un conflicto armado con prácticas ritualizadas en las que los enemigos eran consumidos y sus cráneos eran transformados (y probablemente usados) como copas o recipientes. Curiosamente, estos objetos claramente ritualizados aparecieron durante el Magdaleniense y se perpetúan durante el Neolítico y hasta la Edad del Bronce en Europa asociados a contextos caníbales, siendo el nivel MIR4 de la cueva de El Mirador en Atapuerca, el evento de canibalismo prehistórico más reciente documentado.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2024-06-30 06:40:08
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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