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¿Los clavos oxidados causan el tétanos? La ciencia responde sobre mitos, realidades y prevención

¿Los clavos oxidados causan el tétanos? La ciencia responde sobre mitos, realidades y prevención

El tétanos es una infección grave causada por la bacteria anaerobia Clostridium tetani, que puede encontrarse en nuestro entorno, en la tierra, en el polvo o en las heces. Puede infectar el cuerpo a través de heridas abiertas, sobre todo, si son profundas. No es la naturaleza de la herida lo peligroso en sí mismo. El problema es que cualquier objeto portador de la bacteria, oxidado o no, puede penetrar en tu cuerpo y producirte el tétanos.

Entonces, ¿por qué la gente suele asociar la enfermedad a los metales oxidados? “Quizá la imagen de alguien pisando un clavo oxidado es una forma de transmitir la idea de que el clavo estaba en un ambiente sucio o en el campo, donde puede encontrarse esta bacteria”, explica William Schaffner, especialista en medicina infecciosa en la Universidad Vanderbilt (EE. UU.).

Aunque eso no significa que tenga que ser un sitio visiblemente sucio. Por ejemplo, según este médico, hay casos de gente que ha contraído el tétanos tras cortarse con un cuchillo de cocina.

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La bacteria Clostridium tetani puede vivir en el suelo, el polvo o las heces, y solo necesita una herida profunda para entrar en acción. Fuente: iStock (composición ERR).

Heridas profundas

El bacilo puede permanecer en estado latente durante mucho tiempo y sobrevivir a condiciones extremas, siempre que haya oxígeno. Pero, cuando sus esporas penetran en profundidad en el cuerpo humano, ya no hay oxígeno.

Esta ausencia es lo que hace que C. tetani vuelva a la vida. Entonces, empieza a multiplicarse y produce una peligrosa toxina, parecida a la estricnina, que es transportada por el riego sanguíneo. Es esta toxina, y no la bacteria en sí, lo que causa la enfermedad.

La mejor forma de evitar el tétanos es mantener al día el calendario vacunal. Los niños deben recibir varias dosis y los adultos, una dosis de recuerdo cada diez años. En caso de una herida profunda, el médico puede recomendar otra dosis, si la última se recibió hace más de cinco años.

¿Cómo actúa la toxina del tétanos en el cuerpo?

Una vez que la Clostridium tetani entra en el organismo a través de una herida profunda, lo más peligroso no es la bacteria en sí, sino la toxina que libera: la tetanospasmina. Esta sustancia, una de las más potentes conocidas por la ciencia, se desplaza por el sistema nervioso hasta llegar a la médula espinal y el cerebro.

Su principal efecto es bloquear la liberación de neurotransmisores inhibitorios —como el GABA y la glicina— que normalmente moderan la actividad muscular. Es como cortar los frenos de un coche: los músculos empiezan a recibir órdenes de contraerse sin descanso.

Lo primero que suelen notar las personas infectadas es una rigidez dolorosa en la mandíbula, conocida como “trismo” o “mandíbula cerrada”, uno de los signos clásicos del tétanos. A partir de ahí, los espasmos pueden extenderse a la espalda, el cuello, el abdomen y los miembros, provocando una contracción constante y dolorosa que puede durar minutos.

En los casos más graves, los músculos respiratorios también se ven afectados, dificultando la entrada de aire en los pulmones. Si no se actúa con rapidez, esta parálisis puede derivar en una insuficiencia respiratoria fatal.

Lo más inquietante del proceso es que, aunque la persona permanezca plenamente consciente durante los episodios, no puede controlar su cuerpo. Las contracciones son tan intensas que, en ocasiones, pueden provocar roturas musculares o fracturas óseas.

El tratamiento debe ser inmediato e intensivo: suele requerir cuidados en unidades de vigilancia intensiva, sedación profunda y asistencia respiratoria. Por eso, frente a una enfermedad tan silenciosa como letal, la mejor defensa sigue siendo la prevención con una vacuna a tiempo.

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La toxina tetánica, llamada tetanospasmina, bloquea los impulsos nerviosos e impide que los músculos se relajen, provocando espasmos intensos. Fuente: iStock (composición ERR).

Primeros auxilios contra el tétanos: qué hacer ante una herida de riesgo

Pisar un clavo, cortarte con una herramienta oxidada o herirte en el jardín pueden parecer accidentes menores, pero si la herida es profunda y sucia, conviene actuar con rapidez. Lo primero que debes hacer es lavar la zona con agua y jabón durante al menos cinco minutos. Si tienes a mano una solución antiséptica, úsala para desinfectar bien la zona. Luego, cúbrela con una gasa limpia y evita tocarla.

El siguiente paso es evaluar el riesgo. ¿Hace más de diez años que no te vacunas contra el tétanos? ¿No lo tienes claro? Entonces, lo mejor es acudir a un centro médico. Allí, el personal sanitario te preguntará por el tipo de objeto que causó la herida, si estaba sucio, y cuándo fue tu última dosis de refuerzo.

Si ha pasado demasiado tiempo o si la herida es especialmente peligrosa (muy profunda, contaminada o producida en un entorno con alto riesgo bacteriano), pueden administrarte una nueva dosis de la vacuna antitetánica.

En ciertos casos, además de la vacuna, se recomienda aplicar inmunoglobulina tetánica. Esta sustancia proporciona protección inmediata mediante anticuerpos ya formados, algo especialmente útil si no estás vacunado o si tu sistema inmunitario está debilitado.

A diferencia de la vacuna, que tarda días en generar defensas, la inmunoglobulina actúa desde el primer momento. En resumen: frente a una herida sospechosa, no lo dejes pasar. La clave está en actuar rápido y seguir las pautas médicas para evitar que una pequeña lesión se convierta en una amenaza real.

El tétanos hoy: incidencia y esfuerzos globales

A pesar de ser casi erradicable en muchos países desarrollados gracias a la vacunación, el tétanos sigue siendo una amenaza real. En Europa, por ejemplo, se notificaron 50 casos en 2021 dentro del Espacio Económico Europeo, la mayoría relacionados con adultos mayores no inmunizados adecuadamente. La media anual en Estados Unidos ronda los 30 casos, casi todos en personas sin vacunación o con dosis de recuerdo desactualizadas.

Globalmente, las cifras siguen siendo mucho más preocupantes. En 2019 se estimaron unos 74  000 casos anuales en el mundo, con alrededor de 35  000 muertes por la infección. En 1990, los casos superaban los 600  000, lo que supone una reducción cercana al 90  % en tres décadas. Pero esta disminución no ha sido uniforme: en zonas de África subsahariana y en algunos países asiáticos todavía se registran más de 5 casos por cada 100  000 habitantes al año.

Otro factor clave para seguir reduciendo la carga de la enfermedad es la vacunación materna y neonatal. Programas impulsados por la OMS y UNICEF han logrado eliminar el tétanos neonatal en 49 países al combinar inmunización de mujeres en edad fértil con prácticas de parto seguro.

A nivel global, la cobertura de la tercera dosis de vacuna DTP (difteria, tétanos, tos ferina) se mantiene en torno al 84  %, aunque sufrió un estancamiento tras la pandemia. Lograr superar este nivel podría sumar miles de vidas salvadas cada año.

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Mantener el calendario de vacunación actualizado es la mejor forma de evitar complicaciones graves si sufrimos una herida de riesgo. Fuente: iStock (composición ERR)

Mitos populares sobre el tétanos: Separando verdad y leyenda

Aunque el tétanos es una enfermedad bien conocida, no son pocos los malentendidos que la rodean. Uno de los más extendidos es que lo causa el óxido. En realidad, el óxido no provoca tétanos; lo que sucede es que los objetos oxidados suelen encontrarse en ambientes sucios —como graneros, jardines o suelos contaminados—, donde puede estar presente la bacteria Clostridium tetani. Por tanto, el problema no es el óxido en sí, sino el entorno en el que suele aparecer.

Otro mito común es que el tétanos se transmite de persona a persona. Falso. No es una enfermedad contagiosa. La bacteria necesita entrar directamente en el cuerpo a través de una herida abierta, profunda y mal oxigenada para causar infección. Por eso, no hay riesgo de contagio en un hospital, ni se justifica el aislamiento del paciente por motivos de transmisión.

También se cree que con lavar bien la herida basta para evitar el tétanos. Aunque una buena limpieza es fundamental para reducir el riesgo de infección, no garantiza protección completa. Si la herida es profunda, sucia o causada por un objeto con riesgo (como una herramienta de jardín o un clavo enterrado), puede ser necesario acudir al médico, especialmente si han pasado más de diez años desde la última dosis de vacuna.

En ciertos casos, además de la vacuna, se administra inmunoglobulina tetánica, una dosis de anticuerpos que ofrece protección inmediata.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2025-06-16 11:30:00
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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