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los relatos de viajes de los peregrinos andalusíes hacia la Meca y el Oriente musulmán

los relatos de viajes de los peregrinos andalusíes hacia la Meca y el Oriente musulmán

Los relatos de viajes, en árabe rihla, un género no autóctono de la literatura árabe, surgieron en el siglo XII en el Occidente musulmán y fueron escritos por viajeros andalusíes y magrebíes. En los mismos se narran las vivencias de un viaje en el que el protagonista realiza su peregrinación a La Meca –una experiencia espiritual y religiosa por las tierras del islam– o bien se traslada al Oriente musulmán para adquirir la ciencia en los importantes centros culturales de El Cairo, Bagdad o Damasco (aunque algunos de ellos siguen camino hacia Persia, las estepas de Rusia, la India, Insulindia o China).

El propósito de estas obras era fundamentalmente la búsqueda del conocimiento, de la ciencia y de la tecnología, pero sin desdeñar por ello la descripción de los mares, los ríos, las montañas y los climas de países lejanos, así como de las costumbres, la historia y las leyendas de sus pobladores. Junto a ello, el viajero adquiría conciencia de sí mismo y de los demás, en consonancia con los preceptos del Corán y la Sunna, que afirman que el fin último de la búsqueda de la sabiduría es lograr el conocimiento de uno mismo, la superación del mal y la unión con Dios.

Son también una importante fuente, en ocasiones casi única, para el conocimiento de los territorios que recorrieron durante la Baja Edad Media, en un escenario donde los reinos cristianos ganaban terreno frente al islam en la península ibérica, mientras que el Oriente se veía azotado por las devastaciones mongolas. Sus viajes recorrieron los territorios persas gobernados por los ijaníes, que pusieron fin al califato abasí, el sur de Rusia dominado por la Horda de Oro, el sultanato de Delhi, el naciente Imperio otomano o los reinos meriní, hafsí y mameluco del norte de África, pero también territorios no musulmanes, como China o Bizancio.

Mapa de la Ruta de la Seda en el Atlas Catalán
Famoso mapa de la Ruta de la Seda –con Marco Polo y sus hombres y camellos dibujados entre el golfo de Persia, al sur, y el mar Caspio, al norte– que aparece en el Atlas Catalán (1375), atribuido al geógrafo y cartógrafo judío mallorquín Cresques Abraham. Foto: Álbum.

El primero de estos autores fue Abu Hamid al-Andalusí, un granadino nacido en el año 1080. Tras abandonar la península hacia 1106, hizo su peregrinación a La Meca, primero por vía terrestre recorriendo el norte de África hasta Túnez, en donde embarcó para llegar a Alejandría. Sus viajes le llevarían por Siria, Irak, Persia, Transoxiana, Hungría y toda el área del centro y sur de Rusia. En el año 1162 redactó en Mosul la obra que le dio fama, Tuhfat al-albab o Regalo de los corazones, un texto cosmográfico en el que recopiló leyendas, relatos variados y noticias de animales fabulosos y que tuvo un notorio éxito, lo que viene corroborado por los numerosos manuscritos que de esta obra se conservan. Murió en Damasco en 1169.

Un importante autor coetáneo, que no escribió su obra en árabe, sino en hebreo, fue Benjamín ben Yona, también conocido como Benjamín de Tudela, al que debemos Masa’ot Benyamín o Los viajes de Benjamín, una guía para comerciantes judíos entre Toledo, Bagdad, Constantinopla y Alejandría que describe a la población judía, los principales edificios y monumentos y las leyendas de los territorios que visitó en Europa, Asia y África. Este libro tuvo una gran difusión en el siglo XVI, al ser impreso en Estambul en 1543.

Muchos de estos relatos de viajes son grandes obras literarias, a la altura del clásico épico persa Shahnamé o Libro de los Reyes, de Ferdousí (arriba, una miniatura). Foto: Álbum.

De mayor importancia por su gran calidad literaria es la rihla del valenciano Ibn Yubayr, nacido en 1145, que sirvió de modelo a las obras de este género posteriores, con una narración muy viva y con pasajes narrativos de carácter casi periodístico. Su relato es considerado una magnífica fuente de información sobre su época, ya que detalla la navegación por el Mediterráneo, la historia de las Cruzadas y la situación social y política de los países que visitó.

Tras pasar por Alejandría, se dirigió a La Meca no atravesando el istmo de Suez, al estar amenazado por los cruzados del Reino de Jerusalén, sino remontando el Nilo hasta Qus, y de allí a Aydab en el mar Rojo, desde donde navegó hasta Yeda y llegó a La Meca. Tras visitar Medina, Kufa, Bagdad y Mosul, a su regreso estuvo en Damasco y Alepo, se embarcó en San Juan de Acre, pasó por Sicilia, isla de la que da numerosas noticias, y finalmente desembarcó en Cartagena y se dirigió a Granada. Posteriormente hizo dos nuevos viajes a Oriente, antes de morir en Alejandría en 1217.

Caravana a La Meca
Las rihla nos permiten conocer los territorios que recorrieron estos viajeros, muchos de ellos peregrinos (arriba, miniatura de caravana a La Meca, 1237). Foto: Alamy.

Viajeros ilustres, autores prolíficos

Otro ilustre viajero, uno de los más prolíficos de los escritores sufíes, fue Ibn Arabi, nacido en Murcia en el año 1165. Tras realizar estudios en varias ciudades andalusíes, como Córdoba y Sevilla, marchó a Oriente en peregrinación, recorrió el norte de África, El Cairo, La Meca, Bagdad, Mosul, Konya, Alepo y otras poblaciones y se estableció en Damasco, donde murió en 1240. Sobre su tumba, el sultán otomano Selim I erigió una mezquita en el siglo XV.

Según al-Maqqari, escribió más de 400 obras, siendo la más importante de las que han llegado hasta nosotros Al- Futuhat al-makkiyya o Revelaciones de La Meca. Contemporáneo suyo fue el sufí sevillano Abu Madyan, que tras residir en Oriente acabó instalándose en Argelia, donde ejerce su patronazgo desde su tumba cercana a Tremecén.

Osmán I
Osmán I, fundador del Imperio otomano. Foto: Álbum.

Ibn Said al-Magribi, nacido en Alcalá la Real, Granada, hacia 1210, fue otro prolífico escritor cuyas obras versan sobre temas geográficos, literarios e históricos. Fue un asiduo estudioso en las bibliotecas de las numerosas ciudades que visitó en el norte de África y en todo el Asia Anterior, hasta los confines de Persia, y conoció a los sabios más famosos de su tiempo. A su vuelta a Occidente se estableció en Túnez al servicio de su emir, Abu Abd Allah. En el año 1267 emprendió un nuevo viaje a Oriente, sorprendiéndole la muerte en Damasco en el año 1274.

El gran Ibn Battuta

Este género científico-literario alcanzó su momento cumbre con la obra del tangerino Ibn Battuta, nacido en 1304 y considerado el Marco Polo árabe. Su obra fue redactada con el concurso del granadino Ibn Yuzayy, emigrado en la corte de Fez, y es sin lugar a dudas una de las mejores fuentes de información sobre las tierras y su población que recorrió, aunque, como en el caso de El Libro del Millón del veneciano, adolece de cierto grado de exageración, utilizado por sus autores como recurso para atraer la atención de sus lectores. Pero, a diferencia de aquel, su relato fue olvidado y desconocido incluso en el mundo musulmán, hasta ser rescatado y traducido a varios idiomas europeos en el siglo XIX.

Sus viajes le llevaron a recorrer durante veinte años el oeste, el centro y el norte del continente africano, parte del sur y del este del europeo e incluso las estepas rusas, Oriente Medio, Asia Central, la India, China y el sureste de Asia. En su obra son continuas las referencias a andalusíes y magrebíes asentados en el Oriente musulmán, y sus viajes lo llevaron asimismo a conocer y describir el emirato nazarí de Granada. A Ibn Battuta le emocionaba la belleza de los paisajes que visitaba, y describía lo que veía con ritmo y musicalidad.

Ibn Battuta
Boceto imaginario que representa al explorador y viajero musulmán Ibn Battuta. Foto: Wikimedia Commons.

Durante los siglos XIV y XV se siguieron escribiendo estos relatos por parte de viajeros andalusíes y magrebíes, como el ceutí Ibn Rusayd, nacido en 1259, cuya rihla recopila nombres y títulos de obras destacadas del entorno cultural de su época, o el almeriense de Cantora Jalid al-Balawi. En el siglo XV destaca la obra del matemático al-Qalasadi, nacido en Baza, así como la del almeriense Ibn as-Sabbah, considerado el último viajero clásico.

Referencias

  • Aguiar Aguilar, M. El relato de viajes {rihl a} en la literatura árabe, Leia, Vol. 10, 2007, pp. 21-28.
  • El Erian El Bassal, H. El Oriente visto como alteridad por algunos viajeros andalusíes y magrebíes de los siglos XII-XIV, eHumanista/IVITRA 4, 2013, pp. 266-284.
  • Fanjul, S. y Viguera, Mª.J. Peregrinos y viajeros andalusíes, Historia 16, nº 179, marzo 1991, pp. 48-56.
  • Marín Guzmán, R. Al-Rihla. El viaje científico en el islam y sus implicaciones culturales, Reflexiones, 89 (2), 2010, pp. 125-145.
  • Martínez Lillo, R.I. Viaje y viajeros en la civilización arabo-islámica, Boletín de la R.S.G., CL.II, 2017, pp. 347-362.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2025-06-17 06:30:00
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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