Es posible que los zombis se hayan convertido en los personajes ficticios de terror más populares de los últimos tiempos. Son la representación de los cadáveres que han resucitado o han vuelto a la vida, es decir, muertos vivientes. Su origen como personajes de ficción lo encontramos en el culto vudú, cuyos hechiceros, se supone que pueden resucitar a los muertos mediante rituales mágicos o métodos químicos. El ser recién devuelto a la vida quedaría entonces con la voluntad anulada y sometido a la persona que lo ha resucitado. A partir de aquí, la mitología zombi se ha ampliado a una serie de cuestiones que cualquier consumidor de películas o series de terror asume cuando los ve protagonizando una historia. Algunas de estas características casi universales de los zombis son que si te muerde uno de ellos, te conviertes en otro, que se alimentan de cerebros, que no suelen o no pueden hablar, que se mueven por instintos, que se van pudriendo poco a poco o que la condición zombi suele ser provocada por un virus y puede transmitirse a través de mordeduras o arañazos de un infectado. También está muy difundida la diferencia entre zombis lentos, más clásicos, y zombis rápidos, más modernos.
Hay grandes películas de culto sobre zombis, como las de George A. Romero o algunas más modernas como Guerra mundial Z; existen series centradas en estos populares personajes, como iZombie o The Walking Dead; también aparecen zombis en algunos capítulos de series animadas, como Los Simpson, South Park, Hora de aventuras, o en animes japoneses como The Highschool of the Dead. Los videojuegos son otro medio rico en zombis, con ejemplos muy conocidos como la saga Resident Evil o Plantas vs Zombis.
Ninguno de ellos existe en la realidad, aunque es evidente que muchos se basan en los zombis y «hacedores de zombis» del mundo real. En nuestro planeta existen seres que pueden llegar a ser tan terroríficos y peligrosos como los del cine, los videojuegos o la televisión y aquí conoceremos a algunos.
Recreación de ‘Toxoplasma gondii’ en sangre. Esta especie de protozoo parásito es causante de la toxoplasmosis, enfermedad con efectos graves en el feto si la madre la contrae en el embarazo.
ZOMBIS UNICELULARES
Comencemos por los protozoos. Toxoplasma gondii es el parásito causante de la toxoplasmosis, una enfermedad leve en la mayoría de los casos, pero que puede complicarse en ciertas situaciones. Los gatos y otros felinos son los hospedadores definitivos de este parásito, ya que en ellos tiene lugar la fase sexuada de su ciclo de vida.
Pero ¿qué tiene que ver este organismo unicelular con los zombis? Es bien conocida la agresividad de estos monstruos en las pantallas y cuando se mueven en grupo y huelen, ven o encuentran a algún humano descarriado, su violencia aumenta hasta alcanzar el objetivo de capturarlo y desmembrarlo, para alimentarse de su cerebro o de otras partes del cuerpo o, peor aún, para morderlos y transformarlos en más zombis que aumentan su jauría. Para empezar con las similitudes, estos protozoos también se alimentan de cerebros y, además, es posible que haya una relación directa con el aumento de la agresividad de las personas infectadas.
El ciclo de vida de Toxoplasma gondii consta de dos fases: una primera, sexual, que ocurre solo en miembros de la familia Felidae, mientras que la segunda, asexual, puede ocurrir en cualquier mamífero o ave. En estos hospedadores intermediarios, como por ejemplo los humanos o los ratones, los parásitos invaden células, formando quistes en los músculos y en el cerebro, los cuales pasan normalmente desapercibidos para el sistema inmune. Los cerebros afectados aumentan la producción de dopamina, que en los ratones provoca que pierdan el miedo a los gatos y por lo tanto sean más fácilmente capturados y comidos por estos, cerrando el ciclo del parásito. En los humanos ocurre algo similar y la producción de dopamina provoca múltiples efectos que pueden resultar alarmantes a la vez que fascinantes: aumento del apetito sexual, esquizofrenia, autodestrucción, aumento de la autoconfianza y de la agresividad, desorden bipolar, tendencias suicidas… La manipulación a la que nos somete el parásito no es precisamente leve.
Aunque no hay consenso sobre la relación directa de la infección con la agresividad, ciertos estudios muestran que existe conexión con episodios recurrentes de ira extrema e impulsiva. De esta manera la infección se asocia con el llamado desorden explosivo intermitente. Si pensamos que solo en Estados Unidos existen unas sesenta mil personas infectadas por Toxoplasma gondii, que podrían tener arrebatos de agresividad debido al parásito, ¿no recuerda esto a los relatos sobre el inicio de un apocalipsis zombi…?
Hormiga infectada por hongo ‘zombificador’
ZOMBIS FÚNGICOS
Los hongos de los géneros Ophiocordyceps y Cordyceps, donde se engloban unas 400 especies entomopatógenas (que afectan a insectos), acogen a los primeros «hacedores de zombis» que vamos a conocer. Entre las especies más conocidas de este género se encuentran algunas que inducen un «comportamiento zombi» en los insectos a los que parasitan, como por ejemplo Cordyceps unilateralis, que es capaz de manipular el modo de vida de las hormigas a las que infecta o Cordyceps sinensis que ataca a larvas de mariposas, modificando también sus pautas habituales. Ambos hongos infectan los centros nerviosos de los animales provocando la alteración de sus conductas.
El modo de actuación de Cordyceps unilateralis consiste en provocar el desplazamiento de la hormiga infectada hasta hacerla subir a la parte más alta de una planta, donde estas se enganchan a una hoja mediante sus mandíbulas. Allí, termina de matar a la hormiga y sigue creciendo en su interior, hasta que produce un cuerpo fructífero que sobresale del cadáver del desafortunado insecto, asegurándose de que las esporas se distribuyan de forma más eficaz. Es bastante impresionante ver a una hormiga caminar sin voluntad una vez que es infectada por el hongo, más incluso que ver el andar bamboleante de un zombi. Este modo de actuar ha servido de inspiración para los creadores del videojuego The Last of Us y su serie homónima, que basan su argumento en una infección en humanos producida por hongos de este tipo. Por si no fuera lo suficientemente espeluznante que exista un organismo así, los mecanismos mediante los que provoca estos cambios de conducta se desconocen actualmente, por lo que sería más complicado luchar contra una infección de estos hongos si se llegara a producir en humanos.
ZOMBIS INVERTEBRADOS
Los nematomorfos o gordiáceos son un grupo de gusanos cilíndricos que reciben su nombre por su parecido con los gusanos nematodos. Algunos de ellos parasitan a crustáceos mientras que otros son parásitos de insectos. El nombre del grupo, gordiáceos, proviene de que algunos, debido a su longitud, suelen enrollarse, recordando al conocido nudo gordiano.
Entre los parásitos de insectos existen algunos géneros como Gordius o Chordotes, que suelen vivir en medios acuosos, llegando a recibir el nombre vulgar de «pelos de caballo», por su parecido. Estos gusanos se introducen en insectos de los que se van alimentando desde el interior. Conforme van creciendo, deben cubrir más necesidades y van necesitando más espacio. De esta manera, el huésped se hincha y el parásito comienza a cambiar su comportamiento. Uno de los modos de control que ejercen ocurre cuando afectan a ganglios nerviosos o centros productores de hormonas, que modifican los hábitos de insectos como grillos o mantis, provocándoles tendencias suicidas. Estas van desde volverse blanco fácil para sus depredadores habituales o buscar una masa de agua a la que lanzarse. En el primer caso el insecto muere y el nematomorfo pasa a un nuevo huésped, el ave o el animal que se lo haya comido, mientras que en el segundo, el insecto muere ahogado y el gusano se libera del cuerpo en el medio acuático, donde se mueve con soltura para reproducirse o buscar otra víctima. En este caso los zombis suicidas son grillos o mantis y los vídeos que circulan por Internet son tan espeluznantes como una buena película de terror.
Otro ejemplo de gusanos capaces de convertir a sus víctimas en zombis es Leucochloridium paradoxum, un platelminto que es capaz de instalarse en los tentáculos de ciertas especies de caracoles. Su objetivo es suplantar a estos tentáculos y usar su coloración llamativa y sus destellos para atraer a los depredadores naturales de estos gasterópodos, normalmente aves. Una vez que el ave devora al caracol, el parásito pasa al interior de esta. Los huevos del gusano serán expulsados junto con las heces del ave, facilitando la diseminación de estos. Nos encontramos ante un nuevo caso de lo terribles que pueden ser estos animales zombificadores, que modifican las conductas o el aspecto físico de otros para que terminen muertos o devorados, totalmente en contra de su voluntad.
Otra pareja de este tipo la forman Myrmeconema neotropicum, una hormiga arbórea, y Cephalotes atratus, un gusano nematodo. Esta especie de hormiga dedica gran parte de su vida a recolectar los excrementos de ave que almacenan afanosamente para poder alimentar a sus larvas. Pero a veces en estos excrementos se encuentra el nematodo parásito. Una vez en el interior de la hormiga, el gusano hace que el abdomen de su víctima adquiera un color rojo intenso, de modo que parezca una baya madura, muy atractiva para las aves. Pero además de las modificaciones del aspecto, otra de las consecuencias de la infección de este gusano es que la hormiga camina con el abdomen elevado, paseándose contra su voluntad, de forma que atrae la atención de las aves que no dudarán en devorar a estas hormigas zombificadas que se pavonean mostrando su abdomen colorado.
Algo parecido ocurre con otros gusanos platelmintos trematodos, como Euhaplorchis californiensis, parásitos de unos peces conocidos como killis, cuyo nombre científico es Fundulus parvipinnis. Estos no suelen acercarse a la superficie del agua para no ser presa de aves limícolas, pero cuando son parasitados por el platelminto, pasan más tiempo cerca de la superficie, e incluso a veces se giran, de tal forma que sus vientres plateados reflejan destellos de luz. De esta manera, los killis afectados tienen muchas más posibilidades de ser devorados por aves que los sanos, debido a esta extraña conducta inducida por el gusano. No es casualidad que el platelminto zombificador necesite llegar a los intestinos de las aves, donde tendrá lugar su maduración y su reproducción. Muy similar también es el mecanismo que usa el gusano acantocéfalo Pseudocorynosoma constrictum cuando parasita al anfípodo Hyalella azteca.
Una de las condiciones más reconocibles en los zombis de ficción es su aspecto físico, putrefacto y deforme. La descomposición de la carne, la falta de partes del cuerpo y de extremidades, o la falta de sensibilidad en la totalidad del cuerpo del zombi son parte de la leyenda en torno a estos cadáveres vueltos a la vida que hemos integrado en nuestra cultura popular. No es exactamente lo mismo, pero lo que hace el gusano platelminto Ribeiroia ondatrae, a anfibios como las ranas toro, puede ser parecido. El gusano se reproduce asexualmente dentro de un caracol, pero estas larvas salen del primer huésped en busca de un segundo, los renacuajos de rana toro, a los que perforan la piel para enquistarse en sus extremidades en desarrollo. Esto tiene como consecuencia que las ranas que surgen a partir de estos renacuajos, desarrollen patas supernumerarias, ausentes o terribles malformaciones. De esta manera, con aspecto de zombi contrahecho, la víctima se vuelve ahora presa fácil para las aves comedoras de ranas, como las garzas. En el interior del ave, el parásito puede reproducirse sexualmente, volviendo sus huevos al agua, junto con las heces del pájaro. De este modo, las nuevas larvas pueden introducirse en caracoles, iniciando de nuevo el ciclo.
Gusano gordiano parásito
VÍCTIMAS DE LAS AVISPAS
Quizás donde haya más ejemplos de animales capaces de provocar una condición zombi en otros, sea entre los insectos himenópteros, más concretamente en el grupo de las avispas. Veamos algunos casos llamativos para ilustrar el comportamiento de estos verdaderos controladores y manipuladores de almas.
Empezamos por la avispa Hymenoepimecis argyraphaga, capaz de zombificar y por supuesto torturar a algunas especies de arañas, como Leucauge argyra. Lo primero que hace el insecto es paralizar al arácnido cuando le clava su aguijón, para que permanezca inmóvil mientras introduce su huevo en su interior. Después, una pequeña larva emerge de ese huevo, fijándose en el abdomen de la araña y alimentándose de sus fluidos internos durante una o dos semanas. Llegado el momento de formar la pupa, la araña —controlada desde dentro— destruye su telaraña y teje una estructura formada por unos hilos gruesos que convergen en el centro, significando esto que la larva termine de alimentarse de su hospedadora, dejándola hueca en muchos casos. Tras ello, forma un capullo que cuelga del centro de esos hilos, protegido de otros depredadores. El tiempo que pasa la araña como zombi obediente es breve, pero de nuevo encontramos otra historia de relaciones interespecíficas mucho más terrorífica que las historias que inventamos los humanos.
Otro caso destacable entre los himenópteros es el de los siniestros ataques de la avispa esmeralda (Ampulex compressa) a las cucarachas de la especie Periplaneta americana, que termina transformada en un zombi sumiso. La víctima, drogada y aturdida tras la picadura de su verdugo, es llevada al interior del nido de la avispa. La forma de transportarla consiste en que la avispa la agarre por sus antenas, tras lo cual la cucaracha se deja llevar como si fuera un perro atado con una correa. La cucaracha tiene plena capacidad para moverse, pero no lo hace si no es inducida por la avispa. Tras llevarla a su nido, la avispa pone un huevo pegado a la parte inferior de la cucaracha y esta se limita a quedarse inmóvil. Una vez la larva eclosiona, se introduce en el abdomen de la cucaracha para alimentarse de los ricos manjares de su interior. La avispa anula el control de la voluntad de su víctima inyectando su veneno con gran precisión en los centros nerviosos encargados del movimiento. En este género se incluye también la temible Ampulex dementor. Los neurotransmisores presentes en el cóctel de sustancias químicas del veneno son capaces de acallar la actividad neuronal normal que podría hacer que la cucaracha saliera huyendo. Estamos ante un claro ejemplo de anulación de la conciencia usando sustancias químicas que deja en pañales a cualquier rito vudú que use drogas para conseguirlo.
No es raro encontrar insectos «zombificados» que hacen de guardianes de las pupas, larvas o huevos de su parásito. Este es el caso de la mariposa de la col (Pieris brassicae) cuyas larvas pueden ser atacadas por la avispa parasitoide Cotesia glomerata, que inyecta en la oruga decenas de huevos. Las larvas eclosionan en su interior, se alimentan de parte de los fluidos de la oruga, crecen, y paralizan a su víctima. Entonces salen al exterior y tejen capullos bajo el cuerpo de la larva esclavizada. Poco a poco, en este estado de sumisión total comienza a superar su parálisis, pero no abandona el lugar, sino que se queda vigilando a la progenie de la avispa, usando movimientos muy violentos y espasmódicos para ahuyentar a posibles depredadores de los pequeños himenópteros. Otro caso muy similar de orugas guardaespaldas esclavizadas lo producen las avispas del género Glyptapanteles. Terminamos este apartado con la avispa bracónida Dinocampus coccinellae, que pone sus huevos en el estómago de coleópteros coccinélidos, es decir de las conocidas mariquitas. El objetivo es que sus larvas cuando nazcan, se alimenten de los órganos internos de los insectos con puntos, usando el interior del cuerpo como su refugio, hasta que, pasado aproximadamente un mes, emerjan del cuerpo de su cuerpo. Como si no fuera suficiente todo el suplicio que ha tenido que pasar la mariquita, al ser literalmente devorada viva por una pequeña larva hambrienta, resulta que su finalidad ahora pasa a ser la de proteger a la pupa que habrá formado la larva de la avispa. Literalmente se ha convertido en un terrible guardián, cuyo único propósito es proteger a su huésped de cualquier enemigo que se le acerque.
El mecanismo que hace que la mariquita no escape una vez que la larva sale de su cuerpo, se piensa que está relacionado con un virus del género Iflavirus. Hemos visto a la avispa como la marionetista que maneja los hilos de la mariquita, que sería la marioneta, pero al haber un virus implicado en ello, es posible que este sea el verdadero «marionetista zombificador», que usa a la avispa para hacerse con el control de la mariquita. En esto de transformar seres vivos en zombis, los virus tienen mucho que decir, así que veamos algunos ejemplos de ello.
Rana con los efectos de un parásito
VIRUS, LOS VERDADEROS MUERTOS VIVIENTES
Los baculovirus son un tipo de virus que infectan a las orugas de Limantria dispar y otras especies de polillas y mariposas. El virus invade las células del huésped y las obliga a crear nuevos baculovirus, hasta ahí nada diferente a lo que hacen otros virus, es más, la oruga sigue su ritmo de vida en una aparente normalidad, alimentándose de hojas como si tal cosa. Pero cuando el virus está preparado para abandonar a su huésped, provoca un cambio radical en su comportamiento, haciendo que se vuelva más voraz de lo normal y produciendo en ella una actividad frenética. La oruga, descontrolada, comienza a subir por el árbol y en vez de mantenerse en zonas más ocultas, a salvo de los depredadores, se expone en lo más alto. Si sobrevive a esta exposición, es el propio virus el encargado de matar a su zombi, usando los genes para codificar enzimas que hay en su código genético. Esta cascada enzimática disuelve literalmente al animal hasta convertirlo en un líquido viscoso que chorrea desde lo alto del árbol, como una infernal lluvia que caerá sobre las hojas más bajas, donde las copias del virus serán ingeridas por nuevas orugas, inocentes del terrible destino que les espera…
RODEADOS DE MOSCAS
También existen moscas parasitoides. Apocephalus borealis, llamada a veces «mosca decapitadora», es una especie norteamericana que parasita a abejorros, abejas y avispas. Las hembras depositan sus huevos en el abdomen de sus huéspedes, desarrollándose a partir de ellos hasta unas doce larvas, que se mueven por el interior atacando principalmente al cerebro de estos insectos. Las consecuencias son desorientación y comportamientos inusuales. De esta manera, como si fueran zombis sin control, que han perdido cualquier atisbo de comportamientos normales, estos himenópteros afectados pueden volar por la noche lejos de la colmena o el nido, o simplemente volar en círculos. Esta conducta suele terminar con la muerte del huésped y por extensión con el aumento de las probabilidades de supervivencia y propagación de las moscas decapitadoras que emergen de la cabeza y el tórax del himenóptero muerto.
Otro grupo de insectos dignos de ser mencionados son los estrepsípteros, donde se encuentran algunas especies bastante extrañas. Se trata de unas criaturas diminutas, parásitos de otros insectos. Los machos son voladores y cuentan con ojos enormes, pero apenas viven unas pocas horas, que tienen que dedicar a buscar a alguna hembra que fecundar. Las hembras son individuos sin patas, sin alas y sin ojos, que actúan como endoparásitos de otros insectos como abejas, moscas o mantis religiosas… Los parásitos una vez dentro de sus hospedadores se dirigen a la cabeza donde se abren paso para respirar y expulsar feromonas para atraer al macho, además de privar de voluntad a su víctima dejándola viva pero inmóvil a la espera de un macho que fecunde a la hembra. Esto se puede prolongar durante unas dos semanas, en las que el animal seguirá vivo, pero totalmente anulado. Las crías nacen en el interior del huésped y son vomitadas en las flores, hojas u otras partes vegetales, donde quedarán a la espera de introducirse en otros anfritriones, cuyo comportamiento volverán a modificar.
Un arrendajo (especie de ave paseriforme) comiéndose a una cría de carbonero común bebé.
ZOMBIS ENCANTADORES
Terminamos este repaso por los zombis de la naturaleza con un homenaje al gusto por comer cerebros que tienen los zombis de la ficción, y para ello tenemos que trasladarnos al mundo de las aves. No vamos a hablar de buitres, córvidos u otros carroñeros, sino de pajarillos más «adorables». El primero de ellos es el carbonero (Parus major), un bonito paseriforme de coloración amarillo verdosa y cabeza negra y blanca. Resulta que este simpático pajarillo es un ave bastante agresiva, y además, un ávido comedor de cerebros. A los carboneros les encanta comer masa encefálica, sobre todo procedente de cerebros de otros pájaros. Además, la forma en la que los obtienen puede resultar de lo más aterradora, ya que no necesariamente mata a su víctima para alimentarse de su cerebro, y es bastante habitual que aún sigan vivos cuando el carbonero comienza a engullir las blandas porciones de cerebro calentito… Sus víctimas normalmente son pollos o juveniles de herrerillos, gorriones, agateadores y otras aves de tamaño pequeño, e incluso también murciélagos que hibernan tranquilamente. Resulta difícil de creer observando el aspecto adorable de estas aves, pero hay vídeos que lo documentan, además de estudios para intentar explicar este comportamiento. Parece ser que, puesto que los cerebros son ricos en grasas, les vienen muy bien en época de escasez de las grasas de origen vegetal.
Con ellos llegamos al final de este repaso sobre estos seres terribles y horripilantes. O no tanto, puesto que podríamos decir que muchos de ellos pueden ser unos muy buenos aliados nuestros. Por ejemplo, las moscas y las avispas parasitoides son dos grupos en los que hay muchas especies que son usadas en la lucha y el control biológico, ya que son muy efectivos contra otros seres que son plaga de nuestros cultivos. Quizás los zombis animales no sean tan malos después de todo y a pesar de lo mucho que nos asustan estos seres, aprender a usarlos en nuestro beneficio puede ser la clave para sobrevivir a un apocalipsis zombi. Olivia Moore de iZombie, a pesar de que sigue alimentándose de cerebros es de naturaleza bondadosa y trabaja ayudando en el departamento forense de Seattle; Michonne, de The Walking Dead, usa a dos caminantes como guardaespaldas; y R, de Memorias de un zombie adolescente consigue revertir su condición zombie a fuerza de querer y proteger a la chica humana de la que se enamora. Puede que después de todo, aún haya esperanzas para la especie humana.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com
Publicado el: 2024-07-27 07:00:00
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