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¡No pasarán! Así resistió Madrid las ofensivas de los sublevados

¡No pasarán! Así resistió Madrid las ofensivas de los sublevados

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Juan CastroviejoDoctor en Humanidades

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Aunque a los militantes de izquierda bien informados no les sorprendió la noticia de que los militares se habían sublevado en África, el jefe de Gobierno, Santiago Casares Quiroga, le quitó importancia afirmando que era un “rumor sin sentido”. Pero se equivocaba. El levantamiento militar se inició en Melilla el 17 de julio de 1936 y veinticuatro horas después se extendió por todo el territorio peninsular. Las directivas del general Emilio Mola, el cerebro que había urdido el golpe de Estado, eran precisas: “El poder hay que conquistarlo en Madrid y la acción debe ser implacable y violenta”. Para cumplir ese objetivo, Mola calculó que sería necesario matar a unas cien mil personas.

Milicianos y civiles por las calles de Madrid tras la toma del Cuartel de la Montaña (20 de julio de 1936). Foto: EFE.

Entre un golpe y una revolución

Tras sofocar a los oficiales leales a la República en Melilla, los rebeldes centraron todos sus esfuerzos en transportar a la Península a las tropas más profesionales del Ejército, que estaban acuarteladas en África, para dirigirlas lo más rápidamente posible hacia la capital. Mientras tanto, en Madrid miles y miles de obreros exigían a gritos armas al Gobierno, una petición que fue rechazada por Casares Quiroga hasta que dimitió en la madrugada del 19 de julio. Manuel Azaña, presidente de la República, lo sustituyó por el conservador Martínez Barrios, dirigente de Unión Republicana, que poco después también dimitiría de su cargo.

Fue entonces cuando Azaña, con el apoyo de PSOE, PCE y CNT, nombró como jefe de Gobierno a José Giral, cuya primera medida fue ordenar la entrega de armas a los partidos y asociaciones políticas y sindicales. Aquel día comenzó un proceso revolucionario que los militares golpistas habían ayudado a precipitar. En las calles, en las conversaciones, en los artículos de los diarios, en cualquier aspecto de la vida cotidiana, se respiraba un ambiente de revuelta radical. Los anarquistas y miles de trabajadores madrileños llamaban a la revolución armada.

“En las semanas que siguieron al 19 de julio, el régimen capitalista deja prácticamente de existir en la zona republicana; los medios de producción y el poder político pasan, de hecho, a manos de organizaciones obreras”, escribe Fernando Claudín, militante del Partido Comunista de España que meses después del levantamiento militar sería un estrecho colaborador de Santiago Carrillo en la Junta de Defensa de Madrid.

Esa mañana del 19 de julio, el general rebelde Joaquín Fanjul logró entrar en el Cuartel de la Montaña. Los republicanos reaccionaron situando en la calle Ferraz y en la Gran Vía dos cañones del 7,5 al mando del teniente Orad de la Torre. Militares republicanos y cientos de milicianos armados con fusiles iniciaron el ataque a las cinco de la mañana del 20 de julio. El resultado fue la muerte de un puñado de milicianos y de más de un centenar de soldados. El posterior asalto a otros cuarteles rebeldes liquidó la intentona golpista en Madrid. En aquellos momentos de euforia comenzaron las incautaciones de edificios, los registros de domicilios y los primeros paseos, tal y como se denominaba en Madrid el asesinato impune de facciosos, religiosos y supuestos desafectos a la República.

Neutralidad democrática, cooperación fascista

Una vez abortada la sublevación militar en la capital, grupos armados de milicianos comenzaron a salir hacia los límites de la provincia para frenar el avance de las tropas franquistas que venían del norte del país. Las milicias del capitán Galán se dirigieron hacia Somosierra, la columna de Del Rosal fue a Lozoya y la del coronel Burillo se encaminó a La Granja. Otras milicias partieron hacia Guadarrama y la llamada “La Centuria” hacia Buitrago. Los enfrentamientos más encarnizados se produjeron en el Alto del León, donde existían nidos de ametralladoras e instalaciones para artillería. El 25 de julio, los milicianos que combatían en el puerto de Somosierra tuvieron que retroceder hasta Buitrago, donde quedó establecido el frente.

Las milicias republicanas se desperdigaron por la provincia para contener a los franquistas. Uno de los combates más encarnizados se dio en el Alto del León (Guadarrama). Foto: EFE.

Por aquellos días, mientras Franco trasladaba a la Península el grueso de sus tropas africanas gracias al puente aéreo que se estableció con los aviones Junkers-52 alemanes y los Savoia italianos, el Gobierno republicano se enfrentó a un serio aprieto al no poder comprar armamento a Francia y el Reino Unido. Las dos democracias habían firmado un pacto de neutralidad que impedía a las potencias extranjeras vender material bélico a los republicanos. Estos apenas tenían reservas para defenderse del creciente acoso de las tropas rebeldes de Mola y Franco, bien equipadas por el contrario por Hitler y Mussolini. Finalmente, los republicanos utilizaron las reservas de oro del Banco de España para adquirir armamento en la Unión Soviética.

La primera incursión aérea de los rebeldes en Madrid se produjo en agosto del 36, pero fue el 30 de octubre cuando la población experimentó el terror de los bombardeos masivos. Aquel día, por la mañana, una bomba mató a sesenta escolares en Getafe. Por la tarde, varios proyectiles cayeron sobre una cola de gente que aguardaba para comprar alimentos, causando un gran número de víctimas. Durante meses, los madrileños sufrieron aterrorizados los bombardeos de los aviones alemanes e italianos.

En la foto, del periodista francés Jean Clair-Guyot, el efecto de las bombas en la ciudad de Madrid. Foto: Contacto.

El protagonismo creciente del Partido Comunista

La indisciplina de los milicianos durante las primeras semanas de guerra se solventó al crearse brigadas regulares, entre ellas el legendario Quinto Regimiento o la que ayudó a formar Juan Modesto, militante del PCE y destacado militar en la Guerra Civil. A partir de entonces se vertebró un ejército disciplinado y bien instruido capaz de enfrentarse a las fuerzas rebeldes, que según se acercaban a Madrid provocaban la huida de los habitantes de ciudades y pueblos cercanos a la capital. El 4 de noviembre, la prensa anunció la formación del nuevo Gobierno de Largo Caballero, que estaba constituido por seis socialistas, cuatro cenetistas, dos comunistas, tres miembros de Izquierda Republicana, uno del Partido Nacionalista Vasco (PNV), uno de Unión Republicana y otro de Esquerra Republicana.

El Quinto Regimiento fue uno de los cuerpos míticos del Ejército republicano, puesto en marcha por el PCE en unas semanas. Foto: EFE.

La cartera de Sanidad y Asistencia Social recayó en la anarquista Federica Montseny, que se convirtió en la primera mujer que llegaba a tan alta responsabilidad en España. Ante la inquietante presencia de las tropas franquistas en las afueras de Madrid, el nuevo gabinete decidió abandonar la capital el 6 de noviembre y encomendar al general José Miaja la creación de una Junta de Defensa que coordinara la protección de la ciudad. En aquellos momentos turbulentos, Largo Caballero decidió apoyarse en los comunistas, que en pocas semanas habían logrado poner en marcha en Madrid el Quinto Regimiento.

La disciplina de los comunistas y la ayuda militar de la Unión Soviética, que se saltó el pacto de no intervención para vender armas a la República española, convencieron a Largo Caballero de las ventajas que proporcionaría el PCE en el esfuerzo de guerra contra los generales africanistas. Además de canalizar la ayuda militar de los soviéticos, los comunistas españoles, ayudados por comisarios políticos como Mijaíl Koltsov –los ojos de Stalin en España–, pusieron en pie un poderoso aparato de agit-prop (agitación y propaganda) que contribuyó a afianzar la moral de los madrileños.

El 7 de noviembre de 1936 se constituyó la Junta de Defensa de Madrid, coordinada por el general Miaja. Arriba, uno de sus carteles propagandísticos, de 1937. Foto: Getty.

Preparados para la gran batalla

Mientras el Gobierno huía a Valencia, el general Miaja, responsable de la nueva Junta de Defensa de Madrid, se puso en contacto el 7 de noviembre con el teniente coronel Vicente Rojo, que horas antes había sido nombrado por el Gobierno jefe del Estado Mayor de la Defensa de la capital. Los republicanos contaban con unos 23.000 hombres desperdigados por la ciudad y sus alrededores, una treintena de carros de combate rusos T-26 y T-95, algunos viejos carros de combate Renault de la I Guerra Mundial, unos ochenta cañones y muy escasa munición.

Por su parte, los rebeldes, al mando del general José Enrique Varela, disponían de 30.000 hombres muy bien preparados (muchos de ellos, marroquíes y legionarios), 26 baterías de cuatro cañones, carros de combate ligeros, gran cantidad de munición y el apoyo aéreo de aparatos italianos y alemanes. Pese a todo, las fuerzas rebeldes no iban a ser suficientes para conquistar una ciudad cuyos habitantes parecían dispuestos a defenderla con uñas y dientes hasta el final.

“La Gran Vía, la ancha calle en la que está la Telefónica, conducía al frente en línea recta; y el frente se aproximaba. Lo oíamos. Estábamos esperando oírlo de un momento a otro bajo nuestras ventanas, con sus tiros secos, su tableteo de máquinas, su rasgar de granadas de mano…”, escribe Arturo Barea en su novela autobiográfica La forja de un rebelde. Geoffrey Cox, corresponsal del News Chronicle, describe el ambiente de la ciudad aquel 7 de noviembre: “Titulares enormes en los periódicos de la tarde rezaban: ‘La hora decisiva para Madrid ha llegado’ (…). ‘La contraseña debe ser vencer’, escribía Mundo Obrero; ‘¡Esposas, preparaos para llevar mañana el almuerzo de vuestros maridos a las trincheras y no a la fábrica!’”.

En los prolegómenos de la gran batalla, una patrulla republicana logró apoderarse de un carro de combate rebelde en cuyo interior se halló un documento que desvelaba los planes de ataque de Varela. Aquel golpe de suerte permitió a Rojo preparar con antelación la defensa de Madrid. Los rebeldes tenían pensado iniciar la ofensiva a las seis de la mañana del 8 de noviembre. La fuerza principal de choque cruzaría la Casa de Campo para avanzar por la calle Princesa hacia la cárcel Modelo y el Cuartel de la Montaña. Otra columna tomaría el cerro de Garabitas, en la Casa de Campo. Al mismo tiempo, otras dos columnas efectuarían una maniobra de distracción atacando Carabanchel y el puente de Toledo.

Madrid se resiste a caer

Conociendo de antemano los planes de los rebeldes, Miaja y su Estado Mayor decidieron enviar el grueso de sus tropas a la Casa de Campo y la Ciudad Universitaria para intentar frenar el ataque principal. La defensa republicana debía estar preparada antes de que el reloj marcase las seis de la mañana del 8 de noviembre de 1936. A esa hora comenzó el ataque de las tropas franquistas. Hacia el mediodía –algunos autores afirman que fue por la tarde/ noche– desfilaron por la Gran Vía las Brigadas Internacionales y continuaron hacia la parte posterior del Campo del Moro, a orillas del río Manzanares, donde ocuparon sus puestos en la primera línea de combate.

Desde noviembre de 1936, el frente se mantuvo inalterado: los franquistas en la Casa de Campo (en la foto, incursión de milicianos) y los republicanos en la Ciudad Universitaria. Foto: EFE.

El batallón Dombrowski, codo con codo con las gentes del Quinto Regimiento (que estaba al mando de Líster), se situó en la zona de Villaverde; los batallones Edgar André y Comuna de París, en la Casa de Campo. Los corresponsales que vivían en los hoteles Florida y Gran Vía anunciaron a sus periódicos que la caída de Madrid era inminente, pero se equivocaron.

Los republicanos frenaron a los franquistas en la Casa de Campo y los pocos legionarios que cruzaron el puente de los Franceses y el de Toledo fueron repelidos por la Brigada Mixta al mando de los oficiales republicanos José María Galán y Carlos Romero. En aquellas horas cruciales, el Partido Comunista, ayudado por decenas de asesores soviéticos, distribuyó sus fuerzas por la capital animando a los hombres a defenderla con su esfuerzo y su sangre. El 9 de noviembre, las fuerzas de Varela intentaron avanzar por el barrio de Carabanchel, pero los milicianos los repelieron.

Franco comprendió que tomar Madrid iba a resultar mucho más difícil de lo que pensaba. Pese a todo, sus fuerzas se hicieron con el estratégico cerro de Garabitas, en la Casa de Campo, el 13 de noviembre. Desde esa posición, la artillería rebelde podía bombardear a placer la ciudad. El 15 de noviembre, los anarquistas que dirigía Buenaventura Durruti entraron en combate, pero se encontraron con el fuego cruzado de las ametralladoras marroquíes. Su escasa preparación militar hizo que a las primeras de cambio recularan a toda prisa.

Furioso por el fracaso, el líder anarquista insistió en el ataque horas después. En esa ocasión, sus hombres lucharon con bravura en primera línea de batalla. Mientras tanto, la columna del rebelde Asensio llegó al río Manzanares sin oposición de ningún tipo. El 16 de noviembre se corrió la voz de que los moros estaban en la Ciudad Universitaria. Ese día y el siguiente, los milicianos y las tropas rebeldes lucharon cuerpo a cuerpo para tratar de ocupar las plantas del Hospital Clínico. Junto a los brigadistas y los anarquistas también combatieron muchos madrileños que semanas antes eran peluqueros, panaderos o porteros.

Aunque Miaja afirmó que el comportamiento de la Columna Durruti en el frente fue malo, muchos anarquistas combatieron con bravura y dejaron sus vidas en Madrid; entre ellos, su carismático líder, Durruti, que cayó víctima de un disparo. Unos historiadores dicen que él mismo se disparó accidentalmente un tiro la tarde del 19 de noviembre de 1936, cerca del Hospital Clínico, pero los anarquistas afirmaron que fue tiroteado por un comunista. Su muerte sigue siendo objeto de polémica. Sus hombres lo llevaron agonizante al Hotel Ritz, donde se había instalado el hospital de las milicias catalanas. Murió unas once horas después de ser herido. Tras dos semanas de cruentos combates, los rebeldes se apoderaron de buena parte de la Casa de Campo y los republicanos se hicieron fuertes en un sector de la Ciudad Universitaria. A lo largo de la guerra, esa línea del frente de Madrid se mantuvo sin apenas cambios.

Pancarta antifascista en el Madrid republicano, 1937. Foto: Getty.

Últimos intentos de asalto

En febrero de 1937, los militares rebeldes lanzaron una campaña para cortar las comunicaciones de Madrid con Levante, principal vía de abastecimiento de la ciudad. 40.000 hombres al mando del general Luis Orgaz partieron de Getafe a Pinto con el apoyo de tanques y aviones alemanes. La contraofensiva republicana comenzó el 17 de febrero. En la batalla del Jarama se combatió en La Marañosa, Rivas Vaciamadrid, Arganda y el parque El Pingarrón. Los republicanos, con ayuda de las Brigadas Internacionales, frenaron la tentativa de Franco.

En marzo de 1937 se produjo el último intento de Franco por apoderarse de Madrid, aunque la idea de la operación fue del Cuerpo de Tropas Voluntarias Italianas. El objetivo era utilizar la carretera que va de Sigüenza a Guadalajara como punta de lanza de un avance rápido que sorprendería al enemigo. Los italianos tenían que llegar en tres días a Guadalajara y el cuarto tomar Alcalá de Henares. Iniciaron el ataque el 8 de marzo y los republicanos respondieron con las divisiones del Campesino, Modesto, Lacalle y Líster, así como con un grupo de brigadistas italianos (el Garibaldi) que se enfrentó a sus compatriotas que luchaban al lado de Franco.

La batalla de Guadalajara, un combate nulo en el camino hacia Madrid

José Luis Hernández Garvi

Los cazas soviéticos barrieron a los italianos, que sufrieron unas 6.000 bajas. El 21 de marzo, los franquistas comprendieron que el asalto a la capital había fracasado. El frente de Madrid se mantuvo activo durante toda la guerra, pero ya no hubo nuevas ofensivas para tomar la ciudad. Los madrileños tenían razones para sentirse orgullosos: las tropas rebeldes no pudieron derrotarlos. Tal y como aseguraba el lema “¡No pasarán!”, la capital resistió hasta el final de la contienda.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2024-06-17 05:30:35
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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