Menú Cerrar

podría ser clave para entender el origen de la vida y desconcierta a los científicos

podría ser clave para entender el origen de la vida y desconcierta a los científicos

Durante más de medio siglo, los científicos han sabido que el campo magnético de la Tierra desempeña un papel esencial en proteger la atmósfera y permitir la vida. Pero un nuevo estudio publicado en la revista Science Advances acaba de añadir una pieza clave al rompecabezas: hay una correlación directa y sorprendentemente fuerte entre la intensidad de ese escudo magnético y la cantidad de oxígeno que ha habido en nuestra atmósfera durante los últimos 540 millones de años.

Este hallazgo, liderado por un equipo internacional de científicos de la NASA y varias universidades, podría redefinir nuestra comprensión sobre los factores que hicieron y mantuvieron habitable al planeta. Y, en consecuencia, también podría cambiar el modo en que buscamos vida en otros mundos.

El trabajo, basado en la comparación de dos conjuntos de datos completamente independientes —uno sobre los niveles históricos de oxígeno atmosférico y otro sobre la fuerza del campo magnético terrestre—, muestra que ambas variables han seguido una tendencia ascendente y casi paralela desde el Cámbrico, hace más de 500 millones de años.

Ambos indicadores experimentaron además un pico muy marcado entre los 330 y los 220 millones de años atrás, un periodo que coincide con la existencia del supercontinente Pangea. Esta sincronía ha llevado a los investigadores a plantearse si no estaremos ante una relación causa-efecto o, al menos, ante dos procesos impulsados por un mismo mecanismo geológico profundo.

Un vínculo tan inesperado como persistente

Para entender la magnitud del descubrimiento, hay que tener en cuenta que, hasta ahora, nadie había demostrado una relación tan prolongada y consistente entre el campo magnético de la Tierra y el oxígeno atmosférico. Si bien se sabía que el magnetismo terrestre protege la atmósfera frente a los efectos erosivos del viento solar —algo crucial para la retención de gases como el oxígeno—, la idea de que ambas variables hayan crecido en paralelo durante más de medio billón de años es completamente novedosa.

El estudio, que utilizó registros geológicos de alta resolución y análisis estadísticos avanzados, concluye que la correlación entre ambas series temporales es significativa incluso cuando se eliminan las tendencias lineales. En otras palabras, no es un simple patrón superficial, sino una conexión profunda que resiste los filtros más rigurosos.

Y aunque la dirección exacta de esa influencia mutua aún no está clara, los autores proponen tres posibles explicaciones.

Durante los últimos 540 millones de años, el campo magnético terrestre y los niveles de oxígeno en la atmósfera han seguido una evolución paralela
Durante los últimos 540 millones de años, el campo magnético terrestre y los niveles de oxígeno en la atmósfera han seguido una evolución paralela. Foto: Istock/Christian Pérez

¿Quién controla a quién?

Una de las hipótesis es que el campo magnético terrestre, al proteger la atmósfera de la erosión causada por partículas solares, haya permitido una mayor acumulación de oxígeno. Esto tendría sentido especialmente en épocas donde la vida vegetal comenzaba a liberar oxígeno a través de la fotosíntesis, y donde una atmósfera más estable habría sido crucial para mantener ese gas vital.

Otra posibilidad es que el proceso sea inverso: que los cambios en el nivel de oxígeno atmosférico influyan en el interior del planeta, afectando el reciclaje de materiales por medio de la tectónica de placas, lo que, a su vez, modificaría las condiciones en el límite entre el manto y el núcleo terrestre, donde se genera el campo magnético.

La tercera vía, sin embargo, es la más intrigante: que tanto el oxígeno como el magnetismo estén siendo empujados por una causa común. Esa causa podría ser la actividad de los supercontinentes, como Pangea, cuya formación y fragmentación generan cambios térmicos y dinámicos profundos en el interior del planeta. Estos cambios afectarían tanto la producción de oxígeno en la superficie como la intensidad del campo magnético en el núcleo.

Pangea: el gran sospechoso

El pico coincidente entre los 330 y los 220 millones de años atrás ha llamado especialmente la atención. Ese periodo no solo corresponde con el auge del oxígeno y del campo magnético, sino también con el momento en que Pangea estaba completamente ensamblado.

Los investigadores señalan que los supercontinentes alteran de forma significativa el flujo de calor en la base del manto terrestre, lo que influye directamente en la dinámica del núcleo líquido donde se genera el campo magnético. Al mismo tiempo, esos cambios tectónicos también afectan el ciclo de elementos como el carbono y el oxígeno, modulando su presencia en la atmósfera.

La posibilidad de que los supercontinentes actúen como un interruptor maestro que regula tanto el oxígeno como el campo magnético es tan sugerente como difícil de confirmar, principalmente porque no contamos con registros suficientemente detallados de épocas anteriores a los últimos 540 millones de años.

Pangea
Representación artística de Pangea, el supercontinente que unificó casi todas las masas terrestres hace más de 300 millones de años y cuya formación pudo haber influido tanto en el campo magnético terrestre como en la evolución del oxígeno atmosférico. Foto: Istock

Un nuevo mapa para buscar vida en otros mundos

Más allá de su impacto en la comprensión de la Tierra, este estudio abre nuevas puertas en la búsqueda de vida extraterrestre. Si el campo magnético está relacionado de forma tan íntima con la habitabilidad, entonces su detección podría convertirse en una herramienta clave para identificar exoplanetas potencialmente habitables.

Hasta ahora, la mayoría de los esfuerzos se han centrado en la presencia de agua líquida o en la composición atmosférica, pero la existencia de un campo magnético fuerte podría ser igualmente decisiva. Un planeta sin ese escudo estaría expuesto al viento estelar, perdiendo gradualmente su atmósfera y viendo amenazada cualquier forma de vida compleja.

Este trabajo sugiere que los modelos de habitabilidad planetaria deben ampliarse para incluir no solo parámetros atmosféricos o químicos, sino también geofísicos. Entender cómo interactúan los procesos internos del planeta con su superficie y atmósfera es esencial para afinar la búsqueda de mundos vivos.

Un rompecabezas aún incompleto

Los propios autores del estudio admiten que aún queda mucho por descubrir. La correlación entre el campo magnético y el oxígeno es sólida, pero el mecanismo exacto detrás de esa conexión sigue sin resolverse. El equipo ya trabaja en nuevas investigaciones para identificar otros factores que puedan estar implicados, incluyendo fenómenos geodinámicos, ciclos de carbono y variaciones en la actividad solar.

Lo que sí parece claro es que este hallazgo obliga a replantearse algunos fundamentos de la evolución planetaria. La vida compleja en la Tierra podría no ser solo una consecuencia de tener agua y atmósfera, sino también de contar con un núcleo dinámico capaz de generar un campo magnético persistente.

Si este es el caso, entonces los mundos más prometedores para albergar vida no serían solo aquellos que se parecen a la Tierra en su superficie, sino también en su interior.

El estudio ha sido publicado en la revista Science Advances.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2025-06-14 07:19:00
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Mi resumen de noticias

WhatsApp