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Teodosio, la última esperanza de Roma frente a los bárbaros

Teodosio, la última esperanza de Roma frente a los bárbaros

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Juan CastroviejoDoctor en Humanidades

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La terrible derrota de Valente ante los tervingos conmocionó tanto a Graciano, que decidió enviar un ejército de Occidente para frenar a los godos. Durante un tiempo, él fue el emperador de todo el Imperio, ya que su hermano menor, Valentiniano II, era muy joven para ejercer su poder en Oriente. Roma necesitaba urgentemente a alguien capaz de encabezar con eficacia su maquinaria bélica y controlar la situación en Tracia, donde los bárbaros que habían masacrado a Valente y sus hombres campaban a sus anchas. Graciano y los notables romanos nombraron al joven Teodosio jefe del ejército. Su objetivo era acabar con las tribus germánicas y vengar de ese modo la grave derrota que había sufrido Roma en Adrianópolis.

San Ambrosio y el emperador Teodosio por Rubens, 1615. Foto: Album.

Exitoso militar hispano

Teodosio era hijo de un hispano del mismo nombre que fue considerado en su época uno de los más prestigiosos militares del emperador Valentiniano I. Teodosio el Viejo fue enviado a Britania para sofocar una rebelión de escotos y pictos. Le acompañaba su hijo, que inició de ese modo una brillante carrera militar que tuvo su colofón cuando el emperador Graciano le puso al frente del ejército. Con el mandato imperial en la mano, el joven Teodosio y su ejército se dirigieron hacia Tracia, donde avistaron a los bárbaros. Al poco de comenzar la lucha, los godos sufrieron tantas pérdidas que abandonaron desordenadamente la línea de combate. Roma volvía a imponer su poder en una región muy castigada.

A principios de 379, el emperador Graciano reconoció los éxitos de Teodosio nombrándole “augusto” de las provincias orientales. Debió ser una decisión difícil para Graciano, ya que elegía como un igual suyo a un colega que le superaba en experiencia política y en aptitudes militares. Una de las primeras decisiones de Teodosio fue establecer un acuerdo de paz con los godos y confiar las negociaciones al general Saturnino, que las concluyó el 3 de octubre de 382.

En el texto del acuerdo no aparecía Fritigerno, que probablemente ya había fallecido. Los godos arrancaron a los romanos importantes concesiones. Podían portar sus armas, fueron aceptados en el Imperio en calidad de foederati y se les permitía vivir de acuerdo a sus propias leyes en una zona de asentamiento cercana al Danubio, dentro del territorio romano.

Años convulsos

Los más perjudicados fueron los habitantes de los Balcanes, que tuvieron que soportar la presencia de los temibles guerreros bárbaros. En contrapartida, Roma adquiría nuevos guerreros para sus ejércitos, lo que era una prioridad para Teodosio, sobre todo tras la derrota de Valente en Adrianópolis, que supuso la pérdida de miles de soldados. El nuevo emperador del Imperio oriental sabía que su futuro sería incierto sin el apoyo de un ejército bien pertrechado y cohesionado. Sin embargo, decidió que debía imponerse a través de negociaciones y pactos, relegando a un segundo lugar los métodos militares.

La primera vez que Teodosio entró en Constantinopla como emperador del Imperio oriental fue en noviembre de 380. Allí se rodeó de una corte de hispanos encabezada por su pariente Materno Cinegio, cuyo papel como prefecto del pretorio de Oriente le permitió ejercer una cruel represión contra los líderes del arrianismo y otras corrientes “heréticas” que prosperaron en aquellos años convulsos. Nombró a dos cónsules hispanos, el único título que el emperador de Oriente podía otorgar sin despertar la ira del emperador de Occidente, y situó en los puestos clave de su gobierno a personas de su entera confianza, muchos de ellos provenientes de familias de Hispania.

Desde la fundación de Constantinopla como capital del Imperio romano de Oriente por Constantino, las murallas que la protegían sufrieron diversas ampliaciones y modificaciones. Foto: Getty.

En enero de 381, el hispano promulgó una ley que ilegalizaba a los arrianos, que fueron considerados herejes. Los favorecidos fueron los nicenos, un grupo cristiano que rendía culto al Espíritu Santo. Teodosio ordenó trasladar a Constantinopla las reliquias de Pablo, considerado por el pueblo como el gran protector de la causa nicena. Sólo los seguidores de esta corriente religiosa podían tener edificios eclesiásticos y celebrar reunión dentro de la ciudad.

Un prestigioso soldado

En menos de dos años, Teodosio había firmado un tratado de paz con los godos y había erradicado a los arrianos de la Iglesia. Pero se enfrentaba al Imperio de Occidente, cuyo soberano, Graciano, mostraba cada vez más su desacuerdo con las decisiones de Constantinopla. En enero de 383, Teodosio proclamó “augusto” a su hijo Arcadio, a quien Graciano se negó a reconocer, lo que incrementó la tensión entre ambos emperadores. Semanas después Teodosio tuvo noticia de que Máximo, un militar que sirvió con su padre y que en esos momentos se encontraba en Britania, fue aclamado por sus legiones como nuevo emperador de Occidente.

En un desesperado intento de salvar su trono, el emperador Graciano se dirigió a la Galia para enfrentarse al usurpador. En las cercanías de París entabló una primera batalla, pero las fuerzas superiores del enemigo le obligaron a huir hacia el Sur, aunque la retirada fue inútil ya que Máximo dio caza a Graciano. Tras su ejecución, la cabeza del emperador depuesto fue exhibida públicamente. En el año 387, el usurpador invadió el territorio de Valentiniano II en Italia. A este no le quedó otro recurso que huir a Oriente en compañía de su hermana Gala y de su madre Justina.

Elegido emperador a los cuatro años de edad, junto con su hermanastro Graciano, Valentiniano II (en el busto) gobernó Italia, parte de Iliria y África. Foto: Album.

Un año antes, Teodosio había sufrido la pérdida de su hija pequeña Pulqueria y la de su mujer Flaccilla. La catástrofe familiar coincidió con un terremoto que sacudió con violencia los alrededores de Constantinopla. El emperador del Imperio oriental vio una mala señal en aquel desastre natural y decidió apuntalar su poder. Tuvo que esperar un tiempo para cumplir sus objetivos, pero finalmente encontró la solución contrayendo matrimonio con Gala, hermana de Valentiniano II, con la que tuvo una hija. De aquel modo, Teodosio y sus hijos se vincularon a la dinastía de los valentinianos, lo que les garantizaba un futuro menos conflictivo.

Reunificación imperial

Pero, el asunto que requería mayor atención era el poder que estaba cobrando Máximo en Occidente. Teodosio jugó con inteligencia esa difícil partida de ajedrez. Fingió otorgar su apoyo al usurpador y ganó tiempo para preparar a sus tropas. En el año 388 comenzaron las hostilidades. Los ejércitos de Teodosio y Valentiniano II comenzaron a hostigar a los de Máximo. Antes de la batalla decisiva, Teodosio logró capturar a Máximo. Poco después, probablemente en agosto de 388, Máximo fue linchado por sus propios hombres. Muerto Máximo, Valentiniano II obtuvo de nuevo la soberanía de sus dominios, pero ésta era más simbólica que real.

“Teodosio permaneció todavía durante algunos años en Italia y no permitió ni la más mínima sombra de duda sobre el hecho de que el verdadero poder estaba en sus manos”, señala el historiador alemán Hartmut Leppin en su biografía de Teodosio. Valentiniano II mantuvo una cierta apariencia de gobierno en la Galia, pero incluso allí el control real estaba en manos de Arbogasto, con la complacencia de Teodosio, que a partir de entonces fue llamado Teodosio el Grande, el soberano único, el que devolvía a Roma su grandeza. El Imperio volvía a estar unificado.

Tras combatir y derrotar a Eugenio, otro más en la larga lista de usurpadores, Teodosio murió en una iglesia de Milán en febrero del 395. Había gobernado casi dieciséis años y sólo tenía 47 años cuando falleció debido a la hidropesía. Tal y como quería Teodosio, su hijo Honorio se quedó Occidente y Arcadio, nacido en Hispania, gobernó en Oriente. A partir de entonces, la división del Imperio se fue convirtiendo en un hecho permanente. “Ambas mitades poseían las mismas leyes y el mismo sistema legal, aunque con el tiempo empezaron a surgir diferencias. La cooperación entre los emperadores era relativamente rara y no siempre efectiva”, subraya Adrian Goldsworthy.

Los favoritos del emperador Honorio, de John W. Waterhouse, 1883. Foto: AGE.

Tropas contra los bárbaros

La definitiva escisión del Imperio y la falta de entendimiento entre los emperadores de uno y otro lado contribuyeron a nuevas y cada vez más peligrosas invasiones de los pueblos bárbaros. Cuando heredaron el poder, los hijos de Teodosio eran demasiado bisoños para asumir el gobierno, Arcadio tenía dieciocho años y Honorio sólo diez. El Imperio oriental quedó en manos de Rufino, el prefecto de Arcadio, hasta que fue asesinado, momento en que el gobierno fue ejercido por el eunuco Eutropio.

En el Imperio de Occidente, el poder real recayó en Flavio Estilicón, supremo oficial militar de los ejércitos, cuya mujer Serena era hija del hermano de Teodosio. Por su parte, Estilicón era hijo de un jefe vándalo, motivo por el que sus enemigos siempre le tildaron de bárbaro. Precisamente esa ascendencia le facilitó entender la mentalidad de las tribus germánicas, con las que negoció y a las que combatió con dureza.

Desde hacía meses, varios grupos de guerreros hunos saqueaban Persia y las provincias orientales del Imperio Romano. Aquellas razias coincidieron en el tiempo con el levantamiento de los godos que Teodosio había permitido asentarse en el interior del Imperio, cuyos guerreros saquearon las provincias de Tracia y Macedonia. Los dirigía Alarico, un oficial que servía en el ejército romano y cuya fuerte personalidad contribuyó a reforzar los lazos de camaradería con sus hombres, que le siguieron fielmente hacia el Imperio oriental para asediar Constantinopla.

En agosto del año 410, Alarico I (en la ilustración) saqueó Roma y reclamó al emperador Honorio ser nombrado general de los ejércitos del Imperio, pretensión que jamás se cumpliría. Foto: AGE.

Estilicón pensó que la ocasión era idónea para enviar un ejército contra los bárbaros y de paso extender su influencia en Oriente. Pero Arcadio rechazó la ayuda. No quería ninguna intromisión del Imperio occidental en su territorio. Estilicón, que no deseaba iniciar una nueva guerra civil, obedeció al hijo de Teodosio. Casi al mismo tiempo que el gobierno de Oriente parlamentaba con Alarico y le nombraba general del ejército romano, las provincias del norte de África decidieron incorporarse a la órbita de Constantinopla, lo que desató una grave crisis, ya que Italia y Roma dependían del grano procedentes de esos territorios. Estilicón envió un ejército al norte de África que frenó aquel peligroso intento de desafección. De momento, Italia no iba a padecer escasez de alimentos provenientes del otro lado del Mediterráneo.

Riquezas de las ciudades italianas

Una vez obtuvo suficiente oro de Constantinopla, Alarico dirigió a su ejército hacia el Imperio occidental, llegando a Italia en el año 402. Su objetivo era obtener algún nombramiento militar romano y más recursos para su pueblo. Si Estilicón se negaba a proporcionárselos, el godo atacaría las principales ciudades italianas.

Los bárbaros se dirigieron a Milán, que en los últimos años se había convertido junto a Rávena en la residencia de la corte, quedando Roma en un segundo plano como capital simbólica del Imperio.

Iglesia de San Vitale en Rávena. Foto: AWL.

El general romano logró frenar la embestida de los godos. Pero en el año 406, Estilicón cambió de estrategia y envió a Alarico su nombramiento como Magister Militum del Imperio de Occidente. Ese intento de calmar al rey godo tenía mucho que ver con las dificultades del Imperio en el norte de Italia, que en aquellos momentos sufría el acoso de otros grupos de godos. Sin apenas recursos para atender tantos frentes, Estilicón necesitaba frenar a Alarico para centrar sus esfuerzos en la nueva amenaza.

Una vez venció a los bárbaros en el norte de Italia, el general romano trató de convencer a Alarico para que sumase sus fuerzas a su ejército para iniciar un ataque contra el emperador Arcadio. El objetivo era recuperar los territorios orientales que, según Estilicón, le habían sido asignados a Arcadio de forma ilícita. Para convencer al líder godo, el general romano le recordó en que en dichos territorios había una gran cantidad de godos asentados. Si Alarico le ayudaba a recuperarlos, el romano se comprometía a dar un trato más justo a sus compatriotas.

La repentina sublevación en Britania de un nuevo usurpador llamado Constantino y la irrupción de otros pueblos bárbaros que cruzaron el Rin y el Danubio frustraron los planes de Estilicón. Alarico le exigió una gran cantidad de oro para frenar a sus tropas y el general romano se avino a proporcionársela si el godo se aliaba con él para luchar contra el usurpador Constantino. El godo aceptó y el romano exigió al Senado la entrega de la cantidad convenida. Las familias adineradas de la metrópoli se escandalizaron y medraron en la corte contra Estilicón hasta que emperador Honorio ordenó su ejecución. Su desaparición dejó en la estacada a Alarico, que no vio otra salida que emprender una nueva guerra en Italia.

Hacia la Galia

El rey godo asedió Roma el invierno del 408 al 409. Sus habitantes entraron en pánico cuando comenzaron a escasear los alimentos. Fue entonces cuando el Senado romano accedió a pagarle una importante suma de dinero para que levantara el asedio. Pero durante la negociación el acuerdo se volvió a torcer y Alarico, enfurecido, ordenó a su ejército que irrumpiera en Roma el 23 de agosto del año 410. Fue un saqueo menos dramático de lo que cabía esperar. Los godos eran cristianos y respetaron las iglesias de la Ciudad Eterna. Tras el pillaje, la mayor parte de los edificios de la ciudad no sufrieron grandes desperfectos.

La toma de la Ciudad Eterna por los visigodos de Alarico en el año 410, tras un largo asedio, dio paso a su saqueo. Foto: AGE.

En cualquier caso, el ataque a Roma imposibilitó cualquier acuerdo de Honorio con el rey godo, que falleció poco después. Le sucedió su cuñado Ataúlfo, quien dirigió a su ejército hacia el norte de Italia, donde se les unieron numerosos guerreros godos que meses antes habían cruzado el cauce fluvial del Rin. Todos juntos se dirigieron hacia la Galia. Querían aprovechar el vacío que habían dejado los vándalos, alanos y suevos cuando abandonaron el territorio galo para cruzar los Pirineos y adentrarse en Hispania.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2024-06-12 03:11:51
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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