Una mujer de hace 7.100 años saca a la luz una población humana perdida en el ADN tibetano

En ocasiones, un descubrimiento inesperado lo cambia todo. En 2010, un pequeño hueso hallado en una cueva de Siberia permitió identificar a los denisovanos, una especie humana hasta entonces desconocida. Algo similar ha ocurrido ahora en el suroeste de China: el análisis del ADN de una mujer que vivió hace más de 7.000 años ha sacado a la luz un linaje humano que nunca antes se había identificado a través de restos físicos. No se trata de un ancestro cualquiera, sino de uno que, de forma sorprendente, ha dejado una huella genética en las poblaciones tibetanas actuales.

La investigación, publicada en la revista Science, se basa en el análisis de 127 genomas antiguos extraídos de esqueletos hallados en la provincia china de Yunnan. Entre ellos, uno destaca de forma notable: el de una mujer enterrada en el yacimiento de Xingyi. Este esqueleto, aparentemente sin importancia, ha permitido detectar una «línea fantasma», una ancestralidad humana profunda que, hasta ahora, solo se conocía por inferencias estadísticas. Según los autores, esta mujer representa una rama genética «profundamente divergente» y «aislada durante milenios», clave para comprender los orígenes del pueblo tibetano.

Un esqueleto solitario en una tierra diversa

El yacimiento de Xingyi, situado en la región de Yunnan, fue el escenario del hallazgo. Esta zona se caracteriza hoy por su enorme diversidad étnica y lingüística, algo que podría tener raíces mucho más antiguas de lo que se creía. Los investigadores excavaron numerosas tumbas, datadas entre el Neolítico y la Edad del Bronce, y entre ellas apareció el esqueleto de una mujer sin objetos funerarios, enterrada en una capa profunda bajo otras sepulturas.

Los análisis isotópicos revelaron que esta mujer, identificada como Xingyi_EN, había llevado probablemente una vida de cazadora-recolectora. Lo más inesperado, sin embargo, llegó con la secuenciación de su ADN. Su perfil genético no coincidía con los de los antiguos habitantes del Este o el Sur de Asia. En su lugar, mostraba una conexión con una ancestralidad profundamente divergente, desconocida hasta ese momento por medio de restos arqueológicos.

Lo sorprendente es que esta misma señal genética se ha detectado previamente en tibetanos actuales. No como una presencia dominante, sino como un rastro escondido entre otras herencias genéticas. El estudio sugiere que Xingyi_EN representa una fuente directa de esta señal, lo que la convierte en una figura clave para reconstruir la historia de los primeros pobladores del altiplano tibetano.

Qué es una línea fantasma y por qué importa

Una línea fantasma, en términos genéticos, hace referencia a una población humana ancestral que no ha sido identificada directamente mediante restos físicos, pero cuya existencia se deduce por su huella en los genomas actuales. En este caso, la huella se encontraba en ciertos tibetanos modernos, cuyos perfiles genéticos incluían fragmentos que no coincidían con ninguna población conocida hasta ahora.

Xingyi_EN constituye la primera prueba física de esta ancestralidad. Su genoma pertenece a una población que se separó de otros grupos humanos hace al menos 40.000 años, según los investigadores. Durante milenios, este linaje permaneció aislado, sin mezclarse con otras poblaciones, lo que permitió que su identidad genética persistiera sin alteraciones. El posible aislamiento permitió que esta ancestralidad persistiera sin mezcla aparente con otras poblaciones.

Más adelante, este grupo se mezcló con otros pueblos del Este de Asia. De ese mestizaje surgió una población mixta, cuyos descendientes legaron parte de su ADN a las poblaciones tibetanas actuales. Así, una mujer enterrada sin ceremonias ni ornamentos hace más de siete mil años ha resultado ser la clave para entender un capítulo oculto de la evolución humana en Asia.

El contexto genético del suroeste de China

El estudio, que analizó 127 genomas de restos humanos antiguos, se centró en una región crucial para la historia genética del continente: el suroeste de China. Esta zona, y en particular la provincia de Yunnan, ha funcionado como un punto de encuentro entre distintas poblaciones a lo largo de milenios. Según los investigadores, los humanos antiguos que vivieron en esta región pueden ser clave para responder varias preguntas aún abiertas sobre las poblaciones prehistóricas del este y el sudeste de Asia.

Entre los individuos analizados había esqueletos con entre 1.400 y 7.150 años de antigüedad. La gran variabilidad genética observada refuerza la idea de que esta región fue una encrucijada donde confluyeron y evolucionaron diferentes linajes humanos. En ese contexto, la aparición de un linaje desconocido como el de Xingyi_EN no es solo una rareza, sino también un indicio de que la historia genética de Asia es mucho más compleja de lo que se pensaba.

Hasta ahora, los estudios sobre los orígenes de los tibetanos se habían centrado en su relación con pueblos del norte de Asia, pero esta investigación añade un nuevo ingrediente al rompecabezas. La conexión entre Xingyi_EN y el llamado “linaje fantasma” tibetano sugiere una narrativa alternativa, en la que grupos locales profundamente enraizados también desempeñaron un papel crucial.

Limitaciones del estudio y posibles líneas futuras

Pese a la importancia del hallazgo, los autores insisten en que debe interpretarse con cautela. Toda la hipótesis sobre el linaje perdido y su conexión con los tibetanos actuales se basa en el genoma de un solo individuo. Aunque el perfil genético de Xingyi_EN es claro y consistente, los científicos advierten que no se puede generalizar sin nuevos hallazgos que confirmen su representatividad.

“Estos resultados deben tomarse con cautela”, advierten los autores, “ya que las pruebas genéticas provienen de una sola persona”. Esta limitación abre nuevas líneas de investigación. Se hace urgente localizar más restos con perfiles similares para confirmar que Xingyi_EN no era una excepción, sino parte de una población más amplia.

Además, el uso de técnicas genómicas más avanzadas podría afinar aún más las conexiones entre linajes antiguos y modernos. Estudios de ADN ambiental, por ejemplo, podrían ayudar a rastrear este linaje sin necesidad de restos óseos completos. Así, aunque el estudio representa un avance notable, también funciona como punto de partida para futuras investigaciones.

Un hallazgo que reescribe parte de la historia humana

La identificación de un linaje humano desconocido a partir del esqueleto de Xingyi_EN tiene implicaciones que van más allá de la genética del Tíbet. Nos obliga a reconsiderar cómo reconstruimos la historia humana: no siempre a partir de grandes poblaciones o eventos, sino también gracias a los restos silenciosos de una sola persona. El hecho de que este linaje se haya conservado en pequeñas proporciones dentro del genoma tibetano demuestra que incluso las poblaciones minoritarias o aisladas pueden dejar huellas duraderas.

En un mundo donde la genética se ha convertido en una herramienta clave para descifrar el pasado, hallazgos como este nos recuerdan que la diversidad humana ha sido mayor de lo que creíamos. La historia del ser humano no es lineal ni uniforme: está formada por ramas que se cruzan, se pierden y, a veces, resurgen cuando menos lo esperamos.

Xingyi_EN, enterrada sin honores en una tumba olvidada, ha resultado ser testigo de una historia genética que sigue presente en nuestros días. Gracias a ella, hoy entendemos un poco mejor cómo llegaron a formarse las poblaciones que habitan las regiones más altas del planeta. Y también comprendemos que, en los pliegues del pasado, aún quedan muchos secretos por descubrir.