Espartaco se recuerda como el líder de la mayor rebelión de esclavos que azotó la Roma antigua. La Tercera Guerra Servil (73-71 a.C.) fue un levantamiento que amenazó la hegemonía romana en Italia y desestabilizó el sistema de esclavitud que sostenía la economía y la sociedad romana. Esta revuelta, en la que Espartaco y sus seguidores lograron movilizar a miles de esclavos y gladiadores, se convirtió en un hito en la historia de Roma y un símbolo de resistencia contra la opresión. Pero ¿cuánto hay de histórico y cuánto de legendario en la figura de Espartaco? Te damos algunas claves.
¿Quién fue Espartaco?
La figura histórica de Espartaco se conoce, en gran parte, gracias a las crónicas de historiadores romanos como Plutarco y Apiano. Estos relatos, sin embargo, suelen ser sesgados, ya que presentan a Espartaco como un enemigo del orden establecido en Roma. Según estas fuentes, Espartaco era de origen tracio y, antes de su captura, había servido como soldado en las fuerzas auxiliares del ejército romano. Es probable que Espartaco, como otros tracios de su tiempo, tuviera conocimientos de tácticas militares, lo que le dio ventaja en las batallas posteriores contra las legiones romanas.
Tras desertar del ejército romano, Espartaco fue capturado y vendido como esclavo. Tras esto, lo trasladaron trasladado a la escuela de gladiadores en Capua, propiedad de Léntulo Batiato. La privación de libertad y las condiciones brutales en esta escuela lo llevaron a rebelarse. Así, en el año 73 a.C., Espartaco lideró un grupo de gladiadores que escaparon de Capua, lo que marcó el inicio de una lucha que lo enfrentaría a Roma. Líder de gran carisma, inspiró a miles de esclavos y miembros desfavorecidos de la sociedad a unirse a su causa.

El papel de Espartaco en el contexto de la Tercera Guerra Servil
La Tercera Guerra Servil fue la última y más significativa de las revueltas serviles en Roma. Este conflicto tuvo lugar en un momento en que el sistema de esclavitud resultaba esencial para la economía y el estilo de vida republicano, sobre todo en los sectores agrícolas y domésticos. Las revueltas anteriores, aunque violentas y disruptivas, no habían representado un peligro tan directo para Roma como la liderada por Espartaco. Su levantamiento, por el contrario, se extendió con rapidez y adquirió una magnitud que puso en jaque la estabilidad de Roma.
Tras escapar de la escuela de gladiadores, Espartaco y sus seguidores saquearon varias regiones en el sur de Italia y derrotaron a las fuerzas romanas enviadas para detenerlos. A diferencia de otras rebeliones, esta revuelta logró reunir una gran cantidad de esclavos de diferentes orígenes. Aunque las estimaciones varían, se hipotetiza que el grupo de rebeldes llegó a reunir a 70000 hombres.
En el contexto militar, Espartaco demostró ser un estratega astuto. Las tácticas que empleó, que incluían emboscadas y ataques sorpresa, le permitieron vencer a las fuerzas romanas, que al principio subestimaron la amenaza de la revuelta. Espartaco evitó confrontaciones directas cuando las probabilidades no estaban a su favor y procuró utilizar la orografía del terreno para desgastar a las tropas romanas. Además, buscó establecer contacto con otras poblaciones oprimidas, como los pastores de los Apeninos, quienes conocían bien la región y podían proporcionarles suministros y refuerzos.

Las acciones de Espartaco durante la Tercera Guerra Servil
La trayectoria de Espartaco como líder de la Tercera Guerra Servil comenzó en el 73 a.C. Ese año, junto a unos 70 compañeros gladiadores de la escuela de Léntulo Batiato, organizó una huida audaz. Con herramientas improvisadas y armas tomadas durante la fuga, el grupo se refugió en el monte Vesubio, desde donde comenzaron sus actividades de insurgencia contra el poder romano.
Espartaco fue rápidamente reconocido como el líder natural del grupo, aunque compartió el mando con los gladiadores galos Crixo y Enomao. Bajo su dirección, el grupo creó un ejército integrado por miles de esclavos, campesinos y pastores que se unieron al movimiento a medida que crecía su fama.

Estrategias y primeras victorias
Al instalarse en el monte Vesubio, Espartaco y sus seguidores repelieron el contingente militar que, encabezado por el pretor Cayo Claudio Glabro, Roma había enviado para aplacar la revuelta. Según Apiano, los esclavos descendieron por un sendero oculto del monte Vesubio y atacaron por sorpresa a las tropas romanas apostadas en la base de la montaña. Este fue la primera de una serie de victorias militares permitieron a Espartaco y a sus seguidores acceder a mejores armas y suministros.
Para entonces, la revuelta ya contaba con miles de combatientes, en su mayoría esclavos liberados que habían sido testigos de los abusos y las condiciones brutales del sistema. Poco a poco, Espartaco y los suyos se desplazaron hacia el sur de Italia, donde encontraron numerosos apoyos entre las clases desfavorecidas. Sin embargo, los líderes de la revuelta tenían diferentes objetivos. Mientras Espartaco parecía querer escapar de Italia para facilitar el retorno de sus seguidores a sus respectivos países de origen, Crixo se decantaba por permanecer en el territorio y continuar la lucha contra Roma.
En el año 72 a.C., esta división en el liderazgo provocó una escisión en las fuerzas rebeldes. Crixo y un grupo significativo de combatientes galos y germanos abandonaron el ejército principal. Esto llevó a que el ejército romano derrotara a Crixo. Aunque dolorosa, esta derrota no debilitó a Espartaco, quien, en represalia, enfrentó y venció a las tropas romanas enviadas por el Senado para someterlo. Estas victorias contribuyeron a aumentaron su prestigio y a levantar la moral de sus seguidores.

La ofensiva de Craso
Tras avanzar hacia el norte de Italia y experimentar desacuerdo en sus filas, en el año 71 a.C., la situación cambió drásticamente cuando el Senado romano asignó al poderoso general Marco Licinio Craso la tarea de reprimir la revuelta. Craso no solo poseía vastos recursos personales, sino también una amplia experiencia militar. Craso se parapetó en la rigidez marcial y aplicó una disciplina férrea, como la decimatio, un castigo de ejecución de uno de cada diez soldados que desertaban o actuaban con cobardía.
Así, Craso logró empujar a las fuerzas de Espartaco hacia el sur de Italia y, finalmente, atraparlas en la región de Calabria. Espartaco, consciente del peligro, intentó negociar con los piratas cilicios para que transportaran a sus tropas a Sicilia. La estrategia no funcionó. Sin posibilidad de huir, Espartaco reunió a sus fuerzas restantes y se preparó para una última batalla. La contienda tuvo lugar en el valle del río Silaro, donde Espartaco y sus seguidores lucharon ferozmente. Según narra Plutarco, Espartaco, consciente de la imposibilidad de victoria, se lanzó al combate con una determinación implacable. El ejército romano masacró las fuerzas rebeldes y Espartaco murió en combate. Su cuerpo, sin embargo, nunca se identificó entre los caídos.

Referencias
- Bradley, K. R. (1989). Slavery and Rebellion in the Roman World, 140 B.C.-70 B.C. Indiana University Press.
- Shaw, B. D. (2001). Spartacus and the Slave Wars: a brief history with documents. Bedford/St. Martin’s.
- Schiavone, A. (2013). Spartaco. Le armi e l’uomo.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com
Publicado el: 2024-11-15 08:30:00
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