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Inseguridad alimentaria en Colombia: mejora en ciudades pero empeora en zonas rurales y departamentos críticos | Crecimiento | Economía

Inseguridad alimentaria en Colombia: mejora en ciudades pero empeora en zonas rurales y departamentos críticos | Crecimiento | Economía

Esta es una de las conclusiones del informe de “Inseguridad alimentaria a partir de la escala FIES – 2024”, aplicada mediante la Encuesta de Calidad de Vida (ECV) por el Dane, y donde queda claro que el hambre en Colombia sigue teniendo rostro, género, territorio y condición social.

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De acuerdo con los datos presentados este jueves, 22 de mayo, la prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave se redujo de 26,1% en 2023 a 25,5% en 2024, lo que en términos simples, significa que 25 de cada 100 hogares colombianos reportaron haber tenido que reducir la calidad, variedad o cantidad de alimentos durante el último año debido a la falta de dinero o recursos.

Si bien este primer dato es bueno, cabe resaltar que dicha disminución no es estadísticamente significativa y que el indicador de inseguridad alimentaria grave, que refleja la imposibilidad de consumir alimentos durante un día entero, pasó de 4,8% a 5%, también sin significancia estadística, pero con una tendencia preocupante.

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Jessika Rodríguez – Portafolio.

Desafíos rurales

El panorama se agrava al analizar el comportamiento del indicador por áreas geográficas, ya que en las cabeceras municipales, la inseguridad alimentaria moderada o grave bajó de forma significativa de 24,7% a 23%; pero en los centros poblados y zonas rurales dispersas, donde las condiciones socioeconómicas suelen ser más precarias, el indicador creció significativamente de 31,2% a 34,2%, marcando una brecha territorial de más de 11 puntos porcentuales respecto a las áreas urbanas.

Estas diferencias no solo ratifican la persistente desigualdad regional, sino que también ponen en evidencia los retos estructurales que enfrenta la política pública para atender las necesidades básicas de alimentación en zonas apartadas del país; al tiempo que ratifica aquellas teorías sobre la concentración de la riqueza y desarrollo en ciertas regiones.

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Frente a esto, el análisis por departamentos es aún más ilustrativo y cuenta que en 2024, la inseguridad alimentaria moderada o grave aumentó en 18 de los 33 territorios evaluados (Bogotá y los 32 departamentos), siendo estadísticamente significativa en 10 de ellos. El caso más dramático fue Chocó, donde el porcentaje de hogares en esta condición pasó de 18,9% en 2023 a 36,3% en 2024, un salto de 17,4 puntos porcentuales. También hubo aumentos importantes en Córdoba, Vaupés, Guainía, Putumayo, San Andrés, Nariño, Antioquia, Sucre y Caquetá.

En contraste, otros 14 departamentos y Bogotá registraron una disminución del indicador y vale la pena decir que nueve de estas reducciones fueron estadísticamente significativas, encabezadas por Arauca, con una caída de 9,9 puntos porcentuales. Vale destacar que estas mejoras, aunque valiosas, no logran revertir el patrón general de vulnerabilidad que persiste en las regiones periféricas y rurales del país.

En cuanto a la inseguridad alimentaria grave, esta creció de forma significativa en 10 departamentos, incluidos San Andrés, Córdoba, Chocó y Cundinamarca, mientras que Bogotá y otros 10 departamentos registraron disminuciones relevantes; poniendo sobre la mesa una dispersión de resultados, que confirma que el fenómeno es heterogéneo y responde a múltiples factores territoriales y sociales.

Desnutrición en Colombia

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Abaco

Hogares vulnerables

Las características de los hogares también son determinantes en el nivel de exposición a la inseguridad alimentaria y acá se debe decir que uno de los factores más claros es el tamaño del hogar, dado que mientras los hogares de 1 y 2 personas tienen una prevalencia inferior al 23%, el indicador sube a 35,2% en hogares de cinco personas o más y aunque entre 2023 y 2024 se registraron leves reducciones en la mayoría de los grupos según tamaño, ninguna fue estadísticamente significativa.

Otro factor relevante es la estructura familiar, punto en el que los hogares monoparentales, en su mayoría encabezados por mujeres con hijos, presentan una prevalencia de 30,9%, superior a la de hogares biparentales (24,1%) y unipersonales (22,3%). Así mismo, la vulnerabilidad también se incrementa en hogares donde hay niños menores de 5 años (31,5%), adolescentes o personas con discapacidad (35,0%) y al contrario, la presencia de adultos mayores reduce ligeramente el riesgo (24,4%).

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El Dane también informó que la situación habitacional es otro factor que tiene un impacto contundente en el que los hogares con déficit habitacional presentan una prevalencia del 40,4%, más del doble que aquellos en viviendas sin deficiencias (19,5%); generando un patrón que se mantiene tanto en áreas urbanas como rurales, y en estas últimas el deterioro fue estadísticamente significativo.

Entre tanto, contrario a lo que podría pensarse, los hogares beneficiarios de subsidios estatales registran una mayor prevalencia de inseguridad alimentaria (40,9%) que los no beneficiarios (23,6%) y pone sobre la mesa que si bien la diferencia no es evidencia de ineficacia, el crecimiento del indicador entre 2023 y 2024 en estos hogares, especialmente en zonas rurales, sugiere que la cobertura y el monto de los subsidios no son suficientes para contener el deterioro de las condiciones alimentarias.

Abastecimiento de alimentos en centrales mayoristas

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Cortesía

Líderes de hogar

Uno de los elementos que llamó la atención igualmente fue el comportamiento de la inseguridad alimentaria según las características del jefe o jefa de hogar, puesto que en 2024, los hogares con jefatura femenina registraron una prevalencia del 28,2%, frente al 23,1% de aquellos liderados por hombres. En las zonas rurales, la brecha se amplía a 37,3% en hogares con jefa mujer y la situación más crítica se presentó en hogares rurales con jefatura masculina, donde el indicador creció 3,5 puntos porcentuales frente a 2023.

El Dane agregó que el nivel educativo también marca una diferencia y contó que los hogares con jefes sin educación formal enfrentan una prevalencia del 47,4%, frente al 32,8% de quienes alcanzaron la básica primaria y la caída más pronunciada del indicador se da entre quienes accedieron a educación superior.

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Finalmente, en lo que respecta a la percepción de pobreza, el 46,1% de los hogares cuyo jefe se considera pobre están en condición de inseguridad alimentaria moderada o grave, frente a sólo 11,6% de quienes no se perciben como tales; percepción que se correlaciona directamente con el deterioro en zonas rurales, donde la prevalencia creció 6,4 puntos porcentuales.

De esta forma, las cifras del Dane reafirman que la inseguridad alimentaria en Colombia sigue siendo un fenómeno estructural con múltiples causas: pobreza, desigualdad territorial, debilidad institucional y condiciones precarias del entorno familiar; realidad que no es menor, si se tiene en cuenta que la alimentación suficiente, variada y digna no puede ser un privilegio de unos pocos.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.portafolio.co

Publicado el: 2025-05-22 21:07:00
En la sección: Sección

Publicado en Colombia

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