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Las Kaled: historia del crimen que enlutó el Carnaval de 1984 – Barranquilla – Colombia

Las Kaled: historia del crimen que enlutó el Carnaval de 1984 - Barranquilla - Colombia

En cuestión de seis horas, aproximadamente, el confeso asesino Miguel Ángel Torres Socarrás mató a trancazos a tres mujeres de la familia Kaled en la casa de estas, en Barranquilla. Un caso que se compara con el de la matanza de habitantes de la calle en la Universidad Libre.

Era el 5 de marzo de 1984 y, en la capital del Atlántico, el fervor por las fiestas del Carnaval estaba a tope. En las calles, la gente despedía la Gran Parada y se preparaba ese día el tercer día de jolgorio.

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Pero en la casa ubicada en la carrera 44 entre calles 75 y 76, del barrio Paraíso, donde vivían las señoras Lucía Chedraui de Kaled, de 73 años, y su hija Nina Kaled Chedraui, de 50 años, había una tranquilidad que iba a ser interrumpida por un hecho trágico e inolvidable desde entonces para la ciudad.

“Las Kaled pertenecían a una familia del Medio Oriente. Estaban muy permeadas en la alta sociedad de Barranquilla, tenían buenas relaciones. Era una familia muy tradicional y con buenos valores”, recuerda el historiador Rafael Pérez Campanelli.

Aquella vez, la nieta y sobrina Lucía Fernanda Kaled García, de 16 años, se quedó en la casa de la abuela, con el compromiso de salir a las 7:30 de la mañana del lunes para reunirse con compañeros del colegio a terminar tareas.

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Sin embargo, el macabro accionar de Torres Socarrás le iba a impedir cumplir con lo programado. Este hombre tenía en ese momento 24 años y era estudiante de Medicina, de la Universidad del Norte.

Se ganó confianza de Kaled

Nina contrató a Miguel para que le diera clases a Lucía

Su vínculo con la familia se dio cuando conoció a Nina Kaled en la empresa Electricadora del Atlántico, en que la mujer laboraba. Se hicieron amigos y esta amistad le permitió ganarse la confianza del resto del hogar.

“Nina contrató a Miguel para que le diera clases a Lucía. Supuestamente, era adicto a ciertas sustancias psicoactivas, pero se destacaba en la Universidad con buenas calificaciones”, indica Pérez.

Cerca de las 10 p. m. del domingo 4 de marzo, José Kaled, hijo de Lucía Chedraui, salió de la vivienda en su vehículo con la compañía de Miguel. Pero este último regresó a la medianoche del lunes de Carnaval a acompañar a Niña a ver televisión.

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Según relata el historiador, con el pasar de los minutos, la mujer se dedicó a leer unos pasajes de La Biblia mientras que el joven, que medía 1,84 metros de estatura, se dirigió a la cocina y empezó a consumir unos tragos de aguardiente. Eran las 12:30 de la madrugada.

El inicio del horror

Al regresar, observó a Nina entre dormida. De pronto, tomó una tranca con la que aseguraban la puerta de una de las habitaciones y agredió violentamente a la mujer en la cabeza, hasta tal punto de causarle la muerte de manera instantánea.

Cometido el acto, continuó bebiendo e ingiriendo cocaína. Minutos después se quedó dormido y recordó a las 3:30 de la madrugada. Ahí se percató que Lucía Fernanda y la abuela seguían durmiendo sin saber lo que estaba aconteciendo.

Sentía sed producto de lo que consumía y fue a buscar a Lucía de Kaled con el propósito de que esta se levantara hasta la cocina a brindarle un poco de agua. “La señora Lucía va a la cocina y él iba atrás”, señala Rafael.

Sorprendida por no ver a su hija, preguntó por ella. Y, al intentar buscarla, Miguel le asestó un fuerte golpe en la frente con otro palo de madera. Gravemente herida, la mujer intentó reaccionar, pero él le dio otro golpe mortal que partió el madero en dos.
Consumado el segundo homicidio, siguió bebiendo hasta acabarse la botella.

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Posteriormente, volvió a dormir. Al amanecer, cuando el reloj marcaba las 6:30 a. m., despertó a la menor para que se alistara, ya que José Kaled la venía a buscar.

Joven vs. agresor

Miguel se dirigió al patio y sujetó una cuerda. Lucía Fernanda salió de la habitación y ‘chocó’ con una escena macabra: los cuerpos de su tía y de su abuela en el suelo, sobre un charco de sangre, lo que generó que ella gritara pidiendo auxilio.

Para callarla, trató de ahorcarla con la cuerda y ella se defendió. Gritó una vez más, Miguel le intentó tapar la boca con la mano derecha, pero ella lo mordió, se desató de él y corrió hacia la puerta de la calle, que permanecía cerrada.

Desafortunadamente para la joven, Miguel la alcanzó, tomó la tranca con la que había matado a Nina y le dio un golpe fulminante que la derribó. En el suelo, el hombre la remató hasta destruirle la cabeza.

Antes de que llegara José, el sujeto revolcó la casa, sacó 400 pesos que le pertenecían a la familia y huyó con la ropa ensangrentada.

Sospechoso desde el inicio

Cuando se supo lo ocurrido, aunque la ciudad estaba en Carnaval, curiosos llegaron hasta la residencia de las Kaled.

A las 8 a. m. llegó el hijo de doña Lucía. Le pareció extraño ver la casa cerrada y tocó desesperadamente. Miró por la ventana y vio un cuerpo en el suelo. Por lo anterior, pidió ayuda a los vecinos y llamó a la Policía.

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Las autoridades ingresaron a la vivienda en compañía de José y encontraron la dantesca escena. Los tres cadáveres yacían en el piso con señales de violencia y las pertenencias de la propiedad en desorden.

Mientras las Kaled eran enterradas en un emotivo acto el martes y último día de Carnaval por el hecho que conmocionó a la ciudad, las autoridades avanzaban con la investigación. Habilitaron una línea para recibir versiones de testigos.

La mayoría de las llamadas fueron bajo anonimato. Algunos acusaron a dos homosexuales que habitaban en el sector, pero las versiones que se acercaban a la realidad coincidían con una situación que detalló José: el amigo de la familia, Miguel Torres Socarrás, no fue al sepelio.

Ruta de huida hasta Bogotá

El único sospechoso resultó siendo Miguel Ángel Torres Socarrás

Y es que el hombre, de 24 años, ya estaba lejos de Barranquilla. Tras lo sucedido, tomó un bus hacia Cartagena y de ahí viajó vía terrestre hacia Medellín, con la misma vestimenta machada y con la herida en la mano.

De la capital de Antioquia siguió su viaje a Bogotá, a donde lo esperaba una pareja de amigos que le lavaron la ropa con la excusa de que había sido «víctima de un atraco». La misma justificación la dio a otro amigo en Cartagena.

«Buscaron al responsable y, obviamente, el único sospechoso resultó siendo Miguel Ángel Torres Socarrás», dice el historiador y también abogado en formación, Rafael Pérez.

Gracias a los contactos con allegados, entre ellos la mamá de Miguel, las autoridades dieron con su paradero en la capital de la República. Se terminó entregando y a Barranquilla lo trasladaron un sábado por la noche.

«Fue un juicio muy mediático y muchos en la ciudad no creían que Miguel Torres Socarrás había hecho eso, porque parecía que tuviera la perspicacia o el sadismo que enmarca este triple crimen. También que era un estudiante excepcional en la Universidad», manifiesta Pérez.

Pagó la mitad de la pena

Agrega que, como en esa época no existía el término feminicidio, Miguel fue condenado por homicidio agravado por motivo abyecto y le impusieron la pena de 24 años de cárcel. Pero solo pagó la mitad por estudios y buen comportamiento.

Otros rumores se desencadenaron de ese triple crimen, totalmente diferentes a lo que el hombre relató ante las autoridades, como por ejemplo que estaba vinculado a una banda criminal.

«Cuentan que él dejó un cargamento en la casa de las Kaled. Tenía que venderlo en ciertos puntos, pero como que no lo vendió, se metió en problema con la banda. Esta llegó a la casa, las señoras vieron a esa gente y los matones mataron a todas, menos a Miguel, para que se inculpara», recuerda Rafael Pérez Campanelli.

Sin embargo, las autoridades no hallaron pruebas que respaldaran versiones diferentes a las que brindó Miguel en los interrogatorios.

Panorama actual de historia

Miguel Ángel Torres Socarrás ahora goza de su libertad. Se cuenta que estudió derecho, se casó con una abogada, también trabajó como abogado litigante y se le veía hasta hace poco en el Centro Cívico de la ciudad.

Con respecto a la casa en que ocurrieron los hechos, en la actualidad es un edificio donde funcionan varios locales comerciales. Quienes lo han habitado aseguran que escuchan gritos de la nada, señalando supuestas actividades paranormales.

Deivis López Ortega
Corresponsal de EL TIEMPO Barranquilla
​Twitter: @DeJhoLopez

Fuente de TenemosNoticias.com: www.eltiempo.com

Publicado el: 2023-03-12 15:30:00
En la sección: EL TIEMPO.COM – Colombia

Publicado en Colombia
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