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Medellín: 26 años de espera de Henry Londoño para ganar el Desfile de Silleteros – Medellín – Colombia

Medellín: 26 años de espera de Henry Londoño para ganar el Desfile de Silleteros - Medellín - Colombia

La noche previa al Desfile de Silleteros, Henry de Jesús Londoño Patiño no suele dormir. La ansiedad y los nervios le impiden descansar siquiera unas cuantas horas antes de que amanezca el esperado día.

Cuando termina de armar su silleta, ya entrada la madrugada, se toma un café, se baña y aguarda a que sean las 6 de la mañana para bajar a Medellín. Atrás quedan las más de 15 horas de incansable trabajo —rodeado de cientos de visitantes que llegan al corregimiento de Santa Elena— y solo le queda esperar.

Una espera que por primera vez en 26 años se convirtió, el 15 de agosto de 2022, en la mayor dicha de toda su vida. En la mañana de ese lunes festivo el jurado lo eligió como el ganador absoluto de la edición 65 del Desfile de Silleteros antes de arrancar el recorrido por las calles de la Ciudad de la Eterna Primavera.

“Gracias a Dios se cumplió lo que tanto anhelaba. Es un trabajo que viene desde hace tiempo”, dijo don Henry con júbilo hace un año, ante los medios de comunicación, minutos después de resultar ganador y abrazar con fuerza a su familia.

Su silleta monumental de 120 kilogramos de peso, 220 centímetros de altura y 80 variedades de flores —entre las que hubo 40 docenas de anturios y 12 docenas de gradiol— encabezó el desfile rodeada de 600.000 espectadores que vibraron con la tradición que es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación desde 2015.

“Es una emoción muy grande. En palabras es difícil describir lo que uno siente y encabezar uno el desfile, tener todos los ojos mirados en uno, eso, eso… es indescriptible. Los aplausos, los gritos, eso lo satisface a uno, le llena el alma a uno”, rememora el silletero un año después en la víspera de una nueva edición.

Con esta silleta Monumental, don Henry resultó ganador del Desfile de Silleteros 2023.

Foto:

Jaiver Nieto / EL TIEMPO

Sus inicios

Henry de Jesús Londoño, ganador del Desfile de Silleteros 2022

Foto:

Sebastián Carvajal Bolívar / EL TIEMPO

Don Henry no recuerda con exactitud cuántos años tenía cuando empezó a desfilar. Aunque si cumplió 52 y empezó hace 26, es fácil concluir que lleva la mitad de su vida cargando al hombro la tradición silletera que legó de sus padres.

El contrato lo recibió de uno de sus hermanos que no pudo seguir desfilando. Son 12, seis hombres y seis mujeres, de los cuales ocho, también por cuentas iguales, son silleteros y cultivan sus propias flores en una finca de la vereda Barro Blanco de Guarne.

Cuando le tocó cargar la silleta tradicional por primera vez en las calles de Medellín, Henry ya llevaba años de aprendizaje y trabajo duro. Sus padres lo criaron en el campo y desde muy pequeño le tocó acarrear manojos de cabuya y bultos de papa a sus espaldas.

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Le gustaban las matemáticas y quería seguir estudiando, pero solo alcanzó a cursar el colegio hasta quinto de primaria. Sus padres no le pudieron dar más estudio y las necesidades de la vida, con la muerte de su papá, lo llevaron a dedicarse al trabajo.

Aunque dice que no se arrepiente de ello porque “hoy en día soy lo que soy por el esfuerzo y la berraquera”. La misma berraquera que lo llevó a ser finalista nueve veces en las categorías del Desfile de Silleteros. La misma berraquera que lo hizo persistir 26 años para alcanzar su sueño más grande: el premio absoluto.

Por dos décadas, Don Henry cargó la silleta tradicional —aquella con la que inició el desfile una mañana de 1957—, pero hace siete años decidió cambiar a la monumental para experimentar con otros diseños y estilos. Y su decisión, por fin, rindió frutos el año pasado.

La competencia

Cuando uno hace las cosas con amor y trata las flores con cariño salen cosas maravillosas

Con sus alpargatas, su pantalón de dril azul oscuro, la camisa blanca, el tapapinche, el carriel jericoano y el sombrero aguadeño recorre el jardín de flores, unas 50 variedades sembradas, que utilizará para la edición 66 del desfile.

El armario —la estructura sobre la que se ensambla la silleta— está listo desde un mes antes, tiempo suficiente para que el ‘chusco’ se seque y cobre la firmeza que necesita para cargar con un incontable número de flores. Solo falta que llegue el día.

—Los silleteros son una familia, pero ya en el desfile es una competencia. Uno le pregunta al vecino de al lado. ‘¿Quiubo, ya empezaste tu silleta?’… ‘No, no tengo nada’, pero ya ellos en la sala o debajo de la cama van metiendo muñecos y cosas… los esconden para que uno no los vea —cuenta don Henry sobre el juzgamiento.

Es una sana competencia, dice, porque siempre buscan innovar y llevar algo diferente para cada edición. Tanto así que él, por ejemplo, se reserva todo hasta el final con sus propios hermanos. Solo comparte sus ideas con su señora y su hijo, que son los que le ayudan en la previa.

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La preparación de una silleta comienza tan pronto como termina el desfile. Las ideas afloran tras ver el trabajo de los demás colegas, pero no es hasta faltando unos cuatro o cinco meses cuando don Henry inicia a plasmar en papel lo que tiene en la mente.

Con colores y en una hoja aboceta su plan. Aunque dice que los tonos no se comparan a los que tienen las flores cuando las pone en la silleta. Y es que son ellas su mayor fuente de inspiración. “Darle ese toque que las mismas flores dan. Todo es cariño y amor. Cuando uno hace las cosas con amor y trata las flores con cariño salen cosas maravillosas”, confiesa el silletero.

Su hijo es el que le ayuda a complementar el trabajo. Con 25 años, se prepara para recibir la herencia silletera de su padre cuando este no pueda llevar más peso sobre sus hombros. El joven es el que recorta las flores, les pone las cintas y las amarra. Desde pequeño, a Londoño hijo lo formaron para que la tradición nunca se pierda.

Henry de Jesús Londoño, ganador del Desfile de Silleteros 2022

Foto:

Sebastián Carvajal Bolívar / EL TIEMPO

Desfile de colores

El profesor Hernán Dario Gil, docente de Humanidades de la Universidad Pontificia Bolivariana, asegura que los colores de las flores son los que explican el origen del desfile que arrancó el primero de mayo de 1957 con 30 campesinos de Santa Elena que bajaban al centro para vender sus productos.

“Alguien se tuvo que asombrar de ver a unos campesinos traer colores a la ciudad. Y los traían en unas silletas que se hicieron para trasladar muchas cosas”, explica el antropólogo Gil.

Ese alguien fue Arturo Uribe Arango, encargado de la Oficina de Fomento y Turismo de la época, a quien se le ocurrió armar el desfile en pleno parque Bolívar, al lado de la Catedral Metropolitana.

“Nosotros desarrollamos nuestra economía a partir de las mulas y los arrieros, pero Medellín no tenía grandes caminos para meter mulas y arrieros. La Medellín rural tenía caminos para personas. Esas personas eran las que tenían que cargar”, dice Gil sobre la aparición de las primeras silletas.

Así fue que empezó la costumbre silletera de cargar en un retablo de madera las flores, frutas, verduras, hortalizas y cualesquiera productos de la ruralidad —que hoy es el 72 por ciento del territorio— para transar en la Placita de Flores de Medellín.

520 silleteros de Santa Elena participaron en la edición 65 del desfile.

Foto:

Jaiver Nieto / EL TIEMPO

Economía silletera

A veces se le va más que lo que el municipio le da a uno. No alcanza con lo que le dan para suplementar la silleta

Pero hoy en día es muy difícil que un campesino de Santa Elena viva únicamente de cultivar flores. De las 50 variedades que tiene sembradas en su finca, la familia Londoño solo comercializa los girasoles que son los que se venden durante todo el año.

Por eso, Don Henry se dedica a la decoración y la artesanía el resto de los meses para mantener económicamente a su familia. En su casa tiene su propio taller y al menos dos días a la semana viaja hasta Rionegro, en el Oriente antioqueño, para trabajar en una floristería.

La alcaldía de Medellín paga a los silleteros adultos entre 2,1 y 3,1 millones de pesos por participar cada año en el desfile. El ganador absoluto admite que a veces el monto no compensa el valor que él y sus colegas invierten porque toca comprar flores con los vecinos o hacer cambalaches para conseguir otras variedades.

“A veces se le va más que lo que el municipio le da a uno. No alcanza con lo que le dan para suplementar la silleta”, refiere don Henry, quien añade que a ellos no les dicen que no inviertan más de lo que se les da. Simplemente, ellos, por el amor y las ganas de hacer algo bonito, le ponen todo el empeño, en esfuerzo y dinero, que sea posible.

Ahí es donde los premios juegan un papel importante para promover a los silleteros. Por ejemplo, en 2022 se repartieron 70 millones de pesos entre los diferentes ganadores de las categorías.

Cerca de 800 mil personas vieron el desfile en las calles.

Foto:

Jaiver Nieto / EL TIEMPO

Tristezas y alegrías

—Nosotros tenemos una costumbre muy bonita. Pasa al desfile y por ahí a los dos días nos reunimos a contar las anécdotas del desfile, todo lo que nos pasó, a hablar de que este ganó con tanto, este ganó sin nada y todo lo que nos faltó, lo que sobró, qué estuvo bueno, qué estuvo maluco —cuenta el silletero.

Don Henry todavía guarda en su memoria el recuerdo de la tarde más triste en que le ha tocado desfilar. Fue el 7 de agosto de 2007. Su madre había fallecido en la víspera, antes de salir para Medellín.

Él y sus hermanos bajaron a cumplir el compromiso y casi todos quedaron finalistas, pero por dentro no veían la hora de volver a casa a despedir a la mujer que los forjó como silleteros. “Hicimos un esfuerzo muy grande”, dice.

Pero han sido más las alegrías que le ha dejado el Desfile de Silleteros en más de un cuarto de siglo. Una de las anécdotas que más recuerda sucedió hace ya muchos años, cuando a los campesinos de Santa Elena todavía los bajaban en volquetas hasta las calles de la ciudad.

“A mí se me demoran mucho para bajarme de la volqueta porque eran muchos ahí pegaditos, los espacios estaban muy copados y yo espere ahí. Y ya veía a los jurados que iban pasando por todos lados. Cuando eso era un jurado mirando para arriba y yo pues tranquilo. Cuando ya logramos bajar la silleta, ahí mismo llegó un jurado y de una… tercero”.

Esa fue una de las primeras veces que Don Henry quedó finalista del desfile. Con el premio, al año siguiente lo mandaron para Nueva York (Estados Unidos) a representar a los silleteros de Medellín en un homenaje de los ataques del 9/11. Nunca imaginó volar tan lejos. Aunque esa no fue, ni mucho menos, la última vez.

Al ser el ganador absoluto del año pasado, se convirtió en la imagen oficial de la Feria de las Flores, no solo en eventos, folletos y comerciales en Colombia, sino en otros países.

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En los últimos 365 días, don Henry estuvo en Morelos y Colima (México), Barcelona (España) y Seúl (Corea del Sur) como embajador de los silleteros para promocionar ante el mundo la tradición antioqueña e invitar al cuidado del medio ambiente.

Como todos los años está listo para desfilar nuevamente por las avenidas de Medellín y sentir el calor de la gente. Asegura que cargará silletas hasta cuando más pueda, aunque le dé mucha nostalgia y ese día le dirá a su hijo: “Le entregó este patrimonio, esta cultura, esta tradición. Siga con ella y no la deje acabar”.

SEBASTIÁN CARVAJAL BOLÍVAR
CORRESPONSAL EL TIEMPO MEDELLÍN

Fuente de TenemosNoticias.com: www.eltiempo.com

Publicado el: 2023-08-07 09:04:42
En la sección: EL TIEMPO.COM – Colombia

Publicado en Colombia

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