El corregimiento turístico de Taganga, en Magdalena, vive días de conmoción tras el hallazgo de una menor de 13 años, perteneciente a la etnia wayú, en condiciones que estremecen tanto por la brutalidad de los hechos como por el simbolismo detrás del ataque.
La niña fue encontrada amarrada de pies y manos en una de las habitaciones del hostal Chillin Spot, cuyo arrendatario era el ciudadano canadiense Andy Asselin.
Según el informe policial, durante el secuestro, la menor fue torturada: quemada con un machete caliente, rapada y despojada de sus cejas.
Para la comunidad wayú, el cabello representa identidad, espiritualidad y conexión con sus tradiciones. “Este acto no solo fue una agresión física, sino también una afrenta cultural”, dijo uno de los líderes wayú, radicado en Taganga.
En Santa Marta, el extranjero ofrecería servicios de hospedaje y guía turístico. Foto:Redes sociales de Andy Asselin
El contexto del hallazgo
El descubrimiento ocurrió cuando los propietarios del inmueble, al recuperar el hostal tras la finalización del contrato de arrendamiento con Asselin, encontraron a la menor amarrada en una cama.
De inmediato, notificaron a la Policía, que inició la investigación y lanzó la búsqueda del extranjero, quien había abandonado el país.
Asselin fue capturado en el aeropuerto internacional Rafael Núñez de Cartagena al intentar regresar a su país. La Fiscalía 1 de delitos contra mujeres, niños y adolescentes lo acusa de secuestro simple agravado, mientras que la policía reveló que contaba con una notificación azul de Interpol.
Tras vencerse el contrato de arrendamiento, había abandonado la ciudad de Santa Marta. Foto:Redes sociales de Andy Asselin
Un ataque físico y cultural
La menor no solo sufrió heridas físicas, sino que también fue víctima de un acto que atenta contra la esencia de su identidad cultural.
“Para nuestra comunidad, el cabello tiene un profundo significado espiritual y social. Raparlo no solo es una humillación, es una forma de romper nuestra conexión con nuestras raíces”, expresó el líder wayú consultado.
Además, las agresiones dejaron cicatrices físicas y emocionales difíciles de borrar. Según el protocolo de Estambul aplicado por Medicina Legal, la niña fue sometida a torturas que vulneraron su integridad de manera extrema.
El impacto en la comunidad
Andy Asselin se fue de la ciudad y dejó a la menor sola. Foto:Redes sociales de Andy Asselin
Nelson Briseño, presidente de la Junta de Acción Comunal de Taganga, expresó su preocupación por un nuevo escándalo que afecta la imagen de este destino que lucha para borrar las marcas que les dejó los casos de trata de personas y explotación de menores que vinculaban a extranjeros de origen israelí.
“Hemos luchado por años para mejorar la imagen de nuestro pueblo como un destino turístico seguro. Este caso es un retroceso doloroso”, señaló.
Briseño también hizo un llamado para reforzar las medidas de control en los alojamientos turísticos.
“Este hombre actuaba con normalidad, era visto como un extranjero más que aportaba al turismo. Nunca imaginamos la atrocidad que ocurría detrás de esas paredes”, dijo.
Briseño resaltó que Taganga, con el apoyo de la Policía, ha logrado recuperar el orden y exigir el cumplimiento de las normas por parte de locales, nacionales y extranjeros.
Este tipo de situaciones empañan el trabajo y el avance conseguido para posicionar este sector de Santa Marta como un destino turístico seguro y tranquilo para sus visitantes.
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Roger Urieles
Para EL TIEMPO Santa Marta
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Publicado el: 2025-01-14 15:05:00
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