En los dos años transcurridos desde que el conflicto entre los generales de las Fuerzas Armadas de Sudán (FAS) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) desembocara en una guerra, el país del noreste de África ha entrado en una espiral descendente en muchos niveles. Según Naciones Unidas, Sudán se ha sumido en una de las mayores crisis humanitarias y de desplazados del mundo. De sus 51 millones de habitantes, el 64 por ciento depende ahora de la ayuda humanitaria y unos 12 millones han sido desplazados.
Estimar el número de muertos resulta difícil debido a los continuos combates, pero las últimas cifras han dado un salto, de unas 40.000 a 150.000 personas, según datos proporcionadas por organizaciones de ayuda humanitaria.
A medida que la guerra entra en su tercer año este 14 de abril, el país corre cada vez más el riesgo de dividirse, lo que limitaría aún más la esperanza de poner fin a la violencia, indica a DW Hager Ali, investigadora del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA).
«Tenemos que mirar hacia un horizonte temporal de 20 años o más. Sudán no solo necesita un acuerdo de paz, ya que los conflictos entre el centro del país y la periferia, las etnias, las religiones y las tribus se han profundizado», señala Ali.
¿Por qué comenzó la guerra?
En octubre de 2021, un golpe militar encabezado por el general Abdel Fattah al Burhan, de las Fuerzas Armadas de Sudán, y apoyado por su adjunto y jefe de las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido, el general Mohamed Hamdan Dagalo, depuso al gobierno de transición de Sudán, al que se había encomendado la tarea de elaborar una hoja de ruta democrática.
Sin embargo, después de que Burhan fracasara en su intento de crear un gobierno dirigido por civiles en estrecha cooperación con un Consejo Soberano dirigido por militares bajo el liderazgo de Dagalo, ambos generales se pelearon por la integración de las paramilitares FAR en las FAS a mediados de abril de 2023.
«La guerra comenzó con un gran estancamiento en Jartum, la capital de Sudán, donde los combates derivaron en una guerra de trincheras que luego se extendió por todo el país», explica Ali.
¿Por qué la guerra aún no ha terminado?
Según el Comité Internacional de Rescate (IRC, por sus siglas en inglés), la dinámica del conflicto en Sudán se ha vuelto más compleja en los últimos 24 meses.
«El conflicto está atrayendo a más grupos, lo que significa que un acuerdo de paz será más difícil de negociar y de mantener», dice Alexandra Janecek, portavoz de IRC.
Las FAS cuentan con el respaldo político y el apoyo militar de Egipto y Qatar, mientras que las FAR se apoyan -supuestamente- en el suministro de armas de Emiratos Árabes Unidos (EAU) a través del vecino Chad.
Un salvavidas para millones de personas
Unos 9 millones de sudaneses han huido a otras zonas del país, y más de 3,3 millones se han marchado a Egipto, Libia, Chad o Sudán del Sur. Los que se han quedado no solo sufren violencia y hambre, sino también el colapso de infraestructuras, la economía y el sistema sanitario.
Una red nacional de las llamadas salas de emergencia ha estado apoyando a los civiles con información sobre rutas de evacuación, atención médica y necesidades básicas. Se trata de un «repertorio clásico de resistencia para mitigar los efectos de la guerra y mantener algún elemento de la organización social para tiempos mejores que podrían llegar en algún momento», dice a DW Tareq Sydiq, investigador y autor del libro «La nueva cultura de la protesta».
Según la ONU, solo se ha recibido el 6,3 por ciento de los 4.200 millones de dólares (3.700 millones de euros) necesarios para proporcionar ayuda humanitaria en 2025. El escenario se ha agravado por la reciente decisión de Estados Unidos de recortar el gasto en ayuda exterior. En 2024, estos fondos representaron casi la mitad de toda la ayuda humanitaria en Sudán.
(aa/ers)
Fuente de TenemosNoticias.com: www.dw.com
Publicado el: 2025-04-14 10:48:00
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