Integra ya la tradición de las cumbres de la OTAN que China la cubra en críticas. No han escaseado tampoco esta semana, llegadas de todos los frentes, lo que revela la inquietud china por el vigor de una organización de la que años atrás dijo Emmanuel Macron, presidente francés, que estaba en «muerte cerebral», y ahora aprieta las filas con Ucrania, engorda su presupuesto militar y camina hacia Asia.
Pekín ha aliñado esta vez su campaña con unas maniobras militares sobradas de simbolismo. Se llaman El Asalto del Águila, durarán 11 días y las ejecutará junto al Ejército de Bielorrusia cerca de Polonia. Los dos últimos aspectos no son casuales. Polonia tiene la frontera más oriental de la OTAN y Bielorrusia entró recientemente como décimo miembro en la Organización de Cooperación de Shanghái, una de las organizaciones con las que Pekín y Moscú pretenden contrarrestar la arquitectura liderada por Occidente. Es Bielorusia la más entusiasta aliada de Rusia en Ucrania e incluso le ha permitido alojar sus armas nucleares tácticas.
«La OTAN dice ser una alianza defensiva regional por un lado, pero por el otro rompe sus fronteras y excede su mandato, consiguiendo solo estimular las confrontaciones, lo que revela su vieja mentalidad de Guerra Fría y prejuicios ideológicos», afirmó el Ministerio de Exteriores chino horas antes de que la cumbre empezara en Washington. Ahí están representadas por tercer año consecutivo Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda en categoría de socios invitados. Varios medios han adelantado que firmarán su cooperación en asuntos como ciberataques o la desinformación. Pekín ve ahí confirmados sus temores de una incipiente OTAN asiática que involucre a países con los que tiene o ha tenido roces. El anuncio de la apertura de una oficina unipersonal de la OTAN en Tokio, finalmente frustrada, ya había desatado la ira china el pasado año.
Percepciones divergentes
A China y Occidente las separan sus percepciones del mundo. Para la primera, Asia es un compartimento estanco al que conviene alejar de la dinámica polarizadora que ha provocado una guerra en Europa. Para Washington y sus más fervientes aliados, la seguridad en el mundo está interconectada y exige estrategias globales. Hoy es Ucrania y mañana será Taiwán, alertan. La amenaza surcoreana de armar a Ucrania tras el acuerdo de defensa mutua firmado entre Moscú y Pionyang subraya el riesgo de contagio.
La prensa china repite estos días el discurso oficial sobre la OTAN. Es la responsable de los derramamientos de sangre en el mundo, la principal amenaza para la paz, el vehículo estadounidense para solidificar su hegemonía… A su secretario general, Jens Stoltenberg, le acusan de mentiroso porque años atrás había prometido al jefe de la diplomacia china, Wang Yi, que nunca apuntaría a Pekín. Las alusiones a China, sin embargo, han crecido en calidad y cantidad. En 2019 fue calificada como un «reto» que la alianza debía afrontar en pleno. Dos años después China ya era un reto «sistémico» y fue acusada de armar a Rusia. A Mark Rutte, su inminente relevo, se le otorga un voto de confianza. Desea un editorial del diario ‘China Daily’ que lleve algo de «sinceridad» y «sentido común» a la organización militar.
«La cumbre de este año no solo ha servido para propagar de nuevo la teoría de la amenaza china sino que también ha probado la ambición de la OTAN de entrometerse en los asuntos asiáticos», juzga el diario ‘Global Times’. «La organización», añade, «está intentado atraer a varios países por diferentes vías, constantemente creando o exagerando las crisis de seguridad en la zona». Algunos gobiernos, concluye, ya han caído en la trampa de deslizarse hacia una OTAN del Asia Pacífico que carece de más planes que cumplir los objetivos geoestratégicos de Washington.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.elperiodico.com
Publicado el: 2024-07-10 07:09:42
En la sección: El Periódico – internacional