La densa red de alianzas en Extremo Oriente amenaza con elevar cualquier ataque a un conflicto desbocado. A los variados acuerdos militares y compromisos de Defensa de Estados Unidos se suma desde este miércoles el férreo vínculo entre Corea del Norte y Rusia. En la visita de Vladímir Putin a Pionyang, la primera en un cuarto de siglo, ha germinado la promesa de auxilio mutuo. Su alcance es imprevisible. No se ha metido en ningún conflicto serio Corea del Norte en los últimos 75 años a pesar de su dialéctica belicosa mientras Rusia los ha coleccionado.
«Es un verdadero avance», ha juzgado Putin en rueda de prensa refiriéndose a la nueva alianza estratégica que actualiza y amplía los acuerdos firmados entre 1961 y 2001. Incluye, entre otros aspectos, la «asistencia mutua en caso de agresión contra alguna de las partes de este tratado», ha añadido. El acuerdo legitima el pertinaz envío de municiones de Pionyang a Moscú que ambos han negado. Las casi cinco millones de unidades, según cálculos de la inteligencia surcoreana, decuplican las llegadas desde la Unión Europea hasta Kiev el pasado año.
El aterrizaje de un dirigente en un país extranjero a las 3 de la mañana es una descortesía diplomática. Que a esas horas sea recibido a pie de pista sobre una alfombra roja por su homólogo con un fraternal abrazo dinamita la casuística. La ocasión lo merecía. No frecuenta Putin sus salidas al extranjero desde que sus tanques invadieron Ucrania ni recibe cada día Kim Jong-un, dictador del país más hermético del planeta, a líderes globales. Fue el inicio de la fanfarria: niños con globos, un paseo por las calles de la capital en una limusina descapotable, el innegociable desfile militar en la plaza Kim Il Sung… Kim y Putin, secundados por preeminentes representantes de sus gobiernos, hablaron durante casi dos horas. El tercer eslabón de la dinastía Kim calificó a Putin como el «más querido amigo del pueblo coreano» y le mostró su «absoluto apoyo y solidaridad» en la guerra en Ucrania, mientras el segundo le agradeció que ese apoyo fuera «constante e inquebrantable». «Me refiero a nuestra lucha contra la política hegemónica impuesta durante décadas, la política imperialista de Estados Unidos y sus satélites contra la Federación Rusa», aclaró.
Diatribas contra Occidente
A ambos les sobran motivos para los agradecimientos. Moscú vetó en marzo la resolución de la ONU para renovar el mandato del panel de expertos que supervisa el cumplimiento de las sanciones internacionales y se está esforzando en desmantelarlas.
La cita ofreció también las reivindicaciones de un mundo bipolar y las diatribas contra Occidente y Estados Unidos que abundan en las cumbres sinorusas. Putin aplaudió la acrisolada resistencia norcoreana contra las sanciones, chantajes y amenazas de Washington. En un artículo publicado en la prensa oficial en las vísperas de su llegada ya prometió esforzarse en levantar mecanismos comerciales y de Defensa «no controlados por Occidente» y una «arquitectura justa e indivisible en Eurasia».
Cuando Putin visitó Pionyang la última vez, su anfitrión actual estudiaba con nombre falso en un internado suizo. Sin el apoyo ruso a su abuelo, Kim Il Sung, como contrapeso a la influencia estadounidense al sur del paralelo 38, no sería quien es. Los acuerdos militares, comerciales y económicos firmados este miércoles le brindan un asidero alternativo que alivia su dependencia absoluta de Pekín. A los líderes norcoreanos, tercamente descritos como alocados e irracionales por Occidente, nunca les faltó la habilidad para bascular de un padrino a otro para asegurar su supervivencia durante décadas.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.elperiodico.com
Publicado el: 2024-06-19 05:59:13
En la sección: El Periódico – internacional