A finales de mayo, la Fundación Humanitaria de Gaza, la opaca organización apoyada por Israel y Estados Unidos, empezó sus operaciones de reparto de ayuda. Prácticamente desde el primer día, en sus puntos de distribución, han muerto palestinos baleados. En apenas un mes, unas 549 personas han muerto así, según el ministerio de Salud de Gaza. Hambrientos, esperando comida, indefensos. Probablemente cuando acabe de leer este artículo, la cifra haya aumentado. Este miércoles una exclusiva del medio israelí Haaretz ha desvelado que “los comandantes ordenaron a las tropas disparar a las multitudes para ahuyentarlas o dispersarlas, aunque estaba claro que no representaban ninguna amenaza”.
Varios soldados en Gaza han confirmado en el reportaje “que el Ejército ha disparado deliberadamente contra palestinos cerca de los sitios de distribución de ayuda durante el último mes”. “Un soldado describió la situación como un colapso total de los códigos éticos de las Fuerzas de Defensa de Israel [el Ejército israelí] en Gaza”, se puede leer en el medio considerado progresista para los estándares israelíes. El procurador general militar habría dado instrucciones al mecanismo de evaluaciones de hechos del Estado Mayor del Ejército, un organismo encargado de revisar incidentes que impliquen posibles violaciones de las leyes de la guerra, para que investigue presuntos crímenes de guerra en esos sitios.
Rechazo de Israel
«Rechazamos rotundamente la acusación planteada en el artículo: el Ejército israelí no ordenó a sus fuerzas disparar deliberadamente contra civiles, incluidos aquellos que se acercaban a los centros de distribución», han respondido las autoridades militares a la investigación de Haaretz. «Cabe aclarar que las directivas prohíben los ataques deliberados contra civiles«, ha añadido, asegurando que «están llevando a cabo procesos sistemáticos de aprendizaje para mejorar la respuesta operativa en la zona y minimizar, en la medida de lo posible, las posibles fricciones entre la población civil y las fuerzas» israelíes. A su vez, han asegurado en el comunicado que están investigando «los recientes informes sobre incidentes que causaron daños a civiles al acercarse a los centros de distribución», pero que «las denuncias de disparos deliberados contra civiles presentadas en el artículo no se reconocen en el terreno«.
También el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y el ministro de Defensa, Israel Katz, se han pronunciado al respecto en un comunicado conjunto. «Se trata de falsedades maliciosas diseñadas para difamar a las Fuerzas de Defensa de Israel, el ejército más moral del mundo», han dicho. El Ejército israelí «opera en condiciones difíciles contra un enemigo terrorista que opera desde una población civil y se esconde detrás de ella, utilizándola como escudos humanos, y utiliza una completa industria de mentiras para dañar la legitimidad del Estado de Israel», han añadido, clarificando que los soldados «reciben órdenes claras de evitar dañar a inocentes y actúan en consecuencia».
Indignación global
Las muertes en los puntos de distribución de ayuda humanitaria han causado indignación global. Hace tres semanas, el palestino Kayed Hammad decía a este diario que no confiaba “para nada en este sistema”. “Ya no es una cuestión de opinión; de hecho, es una trampa mortal para matar a más gente, prácticamente han dado un arma más a los soldados de la ocupación para matar a más gente todos los días”, afirmaba a través de notas de voz este padre de familia desplazado a la ciudad de Gaza. Esta semana las agencias de ayuda humanitaria de Naciones Unidas han coincido, tachándolo de “abominación” y “trampa mortal” en su último informe.
Desde su instauración, la Fundación Humanitaria de Gaza (FHG) ha estado plagada de polémicas. En primer lugar, las autoridades israelíes fomentaron su instauración en Gaza tras tres meses de asfixiante bloqueo humanitario y para evitar que la ONU, con 75 años de experiencia en el terreno, continuara siendo la encargada de repartir la ayuda. En segundo lugar, se desconoce el origen de su financiación. Parece proceder de grupos evangélicos y empresas de seguridad privadas estadounidenses, pero no hay nada confirmado. Después de la dimisión de su primer director ejecutivo, ahora ocupa el cargo un líder evangélico cercano al presidente estadounidense Donald Trump y a Netanyahu.
Sin peligro para las fuerzas
Actualmente, la FHG cuenta con cuatro puntos de distribución de ayuda, tres en el sur y uno en el centro de Gaza, que abren una hora cada mañana. Sus alrededores están custodiados por las tropas israelíes, pero no son ellas quiénes reparten los alimentos con valores nutricionales mucho menores que los de Naciones Unidas. Según un oficial consultado por Haaretz, eso es el trabajo de los empleados estadounidenses. Cada día miles de palestinos hambrientos se ven obligados a arriesgar la vida para conseguir algún producto que traer a sus familias, mientras las autoridades israelíes limitan al extremo la entrada de ayuda. Un soldado consultado por este diario israelí describe esos lugares como “un campo de batalla”.
“Donde yo estaba destinado, entre una y cinco personas morían cada día. Los tratan como una fuerza hostil: sin medidas de control de multitudes, sin gases lacrimógenos; solo fuego real con todo lo imaginable: ametralladoras pesadas, lanzagranadas, morteros. Luego, una vez que se abre el centro, los disparos cesan y saben que pueden acercarse. Nuestra forma de comunicación son los disparos”, relata. “Abrimos fuego temprano por la mañana si alguien intenta ponerse en fila a cientos de metros de distancia, y a veces simplemente cargamos contra ellos a corta distancia, pero no hay peligro para las fuerzas”, añade, protegido por el anonimato, alegando que en ningún caso, el fuego israelí ha sido respondido. “No hay enemigo ni armas”, concluye.
«Gaza ya no le interesa a nadie»
Según otros oficiales, el Ejército israelí “no permite que el público, ni en Israel ni en el extranjero, vea imágenes de lo que ocurre en los alrededores de los centros de distribución de alimentos”, ya que “está convencido de que las operaciones de la FHG han evitado el colapso total de la legitimidad internacional para continuar la guerra”. Un reservista que acaba de completar otra ronda de servicios alega que, tras la guerra con Irán, “Gaza ya no le interesa a nadie”. “Se ha convertido en un lugar con sus propias reglas; la pérdida de vidas humanas no significa nada, ni siquiera es un ‘incidente desafortunado’, como solían decir”, constata.
«El Ejército israelí no permite que el público, ni en Israel ni en el extranjero, vea imágenes de lo que ocurre en los alrededores de los centros de distribución de alimentos”
Más allá de revelar las órdenes deliberadas de disparo del Ejército israelí, los comandantes y combatientes han explicado cómo funcionan otros aspectos de la operación militar israelí en Gaza. Las autoridades israelíes impiden la entrada de prensa extranjera en el enclave y matan de forma sistemática a los periodistas locales, así que obtener información del enclave no es tarea fácil. “Hoy en día, cualquier contratista privado que trabaje en Gaza con equipo de ingeniería recibe 5.000 shekels [aproximadamente 1.500 dólares] por cada casa que demuele”, afirma un combatiente veterano. “Están ganando una fortuna, desde su perspectiva, cualquier momento en que no demuelen casas es una pérdida de dinero, y las fuerzas [israelíes] tienen que asegurar su trabajo; los contratistas, que actúan como una especie de sheriff, demuelen donde quieren a lo largo de todo el frente”, explica.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.elperiodico.com
Publicado el: 2025-06-27 11:59:00
En la sección: El Periódico – internacional