Con la caída del dictador sirio Bashar el Asad, comienzan a emerger los horrores del régimen cuya dinastía gobernó con mano de hierro el país árabe desde los años 70. Centenares de familiares de desaparecidos se han agolpado en los últimos días en los principales centros de detención, cárceles o cuarteles policiales, en búsqueda de pistas de sus seres queridos, algunos de los cuales llevan años o décadas en paradero desconocido. Paralelamente, Hayat Tahrir al Sham (HTS), la milicia de raíz yihadista que ha llevado el peso de los fulgurantes avances sobre Damasco, ha comenzado a preparar la transición política, nombrando como primer ministro a Mohamed Bashir, hasta ahora al frente del Gobierno de Salvación que regía la provincia de Idleb, y ordenando a sus tropas mantenerse alejadas de los cascos urbanos en las ciudades bajo su control.
La prisión de Sednaya, a unos 30 kilómetros al norte de la capital, es el lugar donde en estos momentos se centran las miradas. Según las oenegés de derechos del hombre, por ese centro de reclusión han llegado a morir alrededor de 30.000 personas entre 2011 y 2018, los años álgidos de la revolución siria y la guerra civil en la que derivó el levantamiento popular contra Asad, la mayoría de ellos debido a las torturas, la falta de cuidados médicos y la privación de las necesidades básicas. Las fotografías de la prisión que emergieron en 2013 tomadas por Cesar, un antiguo guardián del centro, generaron gran indignación internacional. En ellas se veía a presos desnudos tumbados sobre el suelo.
En las primeras horas después de la liberación del centro penitenciario, han emergido entre 40 y 50 cadáveres, según ha informado Rami Abdurrahman, presidente del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos. Pertecenen, de acuerdo con la misma fuente, a «ejecuciones recientes«, informa Efe. Los Cascos Blancos, el cuerpo de rescatadores que se encargaba de extraer de las ruinas a las víctimas de los bombardeos de la aviación rusa y la aviación siria, acudieron al lugar para intentar desentrañar posibles celdas o estancias ocultas donde aún permanecieran encerrados presos. Hacia el final de la mañana, emitieron un comunicado desmintiendo la existencia de estas habitaciones secretas, y reclamando ayuda a la comunidad internacional para hallar el paradero de los miles de desaparecidos que se produjeron durante las décadas de Gobierno de la dinastía Asad. Algunos de los congregados en Sednaya se quejaban de que los directivos de la prisión habían destruido deliberadamente documentos para evitar que se conociera el paradero de los desaparecidos.
Barrio de seguridad
Otro de los lugares donde se han congregado los ciudadanos sirios en estas primeras horas tras el fin del régimen de Damasco es en los alrededores del denominado ‘barrio de seguridad‘, donde se congregaban varias instituciones y sedes gubernamentales. Sleiman Kahwaji, un rescatista, se acercó al lugar donde estuvo preso «55 días» durante 2014, según asegura a la agencia France Presse. «Estuve bajo tierra» todo ese tiempo, «éramos 55 personas en una misma celda, dos de los presos murieron, uno de diabetes», continúa. En los muros de la celda los presos escribían acerca de sus sufrimientos: «mi querida madre», continúa.
Y mientras una parte del país escarba en su pasado, los nuevos gobernantes de Siria se afanaban en preparar una transición política que se prevé ardua y llena de dificultades, habida cuenta de la trágica historia reciente. Mohamed Bashir, recién nombrado primer ministro, mantuvo su primera reunión de Gobierno, en la que participaron, según sus palabras, «un equipo del Ejecutivo de salvación que dirigió Idleb y su vecindario, y miembros del Gobierno del régimen derrocado», con el objetivo de transferir «archivos e instituciones al Gobierno temporal».
La dirección de HTS ha ordenado a los miembros de las milicias que avanzaron sobre las grandes ciudades de Siria mantenerse alejados de los cascos urbanos, mientras que hacía recaer sobre los agentes de la seguridad interna del movimiento islamista la seguridad en las calles de las ciudades bajo su control. Una disposición que tuvo efectos inmediatos: la presencia de militares en las calles fue mucho menos visible durante la jornada del martes.
El liderazgo del movimiento islamista también ha emitido una circular en la que se prohibía a los combatientes «interferir» en la vestimenta de las mujeres, en un intento de disipar posibles comparaciones con la toma de Kabul por parte de los talibanes afganos. Todas estas declaraciones están siendo bien recibidas por la comunidad internacional, cuyos miembros han pedido a los nuevos gobernantes de Siria que se transformen en hechos. Geir Pederssen, emisario de la ONU para Siria, ha saludado todos estos «mensajes positivos«: «debemos ver lo que ha pasado en los últimos nueve años, y la realidad es que HTS y los otros grupos armados han enviado mensajes positivos al pueblo sirio».
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Fuente de TenemosNoticias.com: www.elperiodico.com
Publicado el: 2024-12-10 12:48:00
En la sección: El Periódico – internacional