Tras dos años de guerra civil, Sudán se enfrenta a la mayor crisis humanitaria y de desplazados del mundo en la era contemporánea. Hasta 150.000 sudaneses han muerto y 13 millones se han visto obligados a abandonar sus hogares, según las últimas estimaciones de Naciones Unidas. “Huyen de la violencia y el conflicto, y luego corren hacia el hambre”, explica a EL PERIÓDICO Elise Nalbandian, de Oxfam. “Decimos que esto no tiene precedentes hasta que, tres meses después, vuelve a empeorar”, añade.
Más de 30 millones de personas necesitan ayuda humanitaria en este momento en el país y más de 8 millones de personas están al borde de la hambruna. En el segundo aniversario, la guerra civil, lejos de apaciguarse, se recrudece. Mientras, el país solo ha conseguido el 10% de lo que la ONU estimaba era el presupuesto imprescindible para atender la emergencia humanitaria.
Batallas y lluvias torrenciales
Hace apenas tres semanas, las Fuerzas Armadas de Sudán (SAF, por sus siglas en inglés) retomaron el control de varias zonas de la capital, Jartum, y del palacio presidencial, en un giro significativo tras casi dos años de guerra contra las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés). El conflicto, que estalló el 15 de abril de 2023, tiene su origen en una lucha de poder entre estas dos facciones. Tras la caída en 2019 del expresidente Omar al Bashir, Sudán inició una transición política pero las disputas por el reparto del poder derivaron en una guerra civil que continúa hasta el día de hoy.
Pese a los avances recientes del ejército, los combates continúan en zonas del sur de Jartum y en otras regiones estratégicas del país, como Darfur del Norte, donde las RSF capturaron recientemente un puesto clave, cortando una línea de suministro hacia la sitiada ciudad de El Fasher.
Mientras, la población mira al cielo, anticipando una temporada de lluvias torrenciales desastrosa. “Nos preocupa que se pierda todavía más el acceso a poblaciones”, explica a este diario Esperanza Santos, coordinadora de emergencias en Sudán de Médicos Sin Fronteras (MSF), una de las pocas organizaciones internacionales que sigue trabajando dentro del país.
En mitad de una guerra nadie repara los daños a puentes y carreteras, infraestructuras imprescindibles arrasadas por los temporales.“Cuando hay inundaciones hay más malnutrición, más enfermedades de transmisión por agua contaminada y, con desplazamientos masivos a la vez, se dan todos estos componentes para un riesgo de epidemias muy grande”, añade, con visible preocupación. “El sarampión ya se ha convertido en epidemia en Darfur y otras muchas zonas de Sudán porque llevamos dos años de conflicto sin servicios de vacunación en condiciones”, señala, y puntualiza que obtienen fármacos de forma intermitente pero que, incluso cuando llegan, se encuentran con muchos centros de salud que no son funcionales y no pueden administrarlas.
Crisis regional
Egipto es el país al que más refugiados sudaneses han llegado y el más estable de los vecinos de Sudán, desde donde trabaja el Alto Comisionado para los Refugiados de la ONU (ACNUR), con la particularidad de que el Gobierno egipcio tiene una política que no apuesta por campos de refugiados, sino por la integración con la comunidad local. “En los pasos fronterizos brindamos ayuda humanitaria nada más llegar pero nuestro objetivo es el acompañamiento en la comunidad de acogida”, explica a este diario el responsable de relaciones externas del Alto Comisionado para los Refugiados de la ONU (ACNUR) en Egipto, Jaime Giménez.
Se calcula que hay entre 3 y 5 millones de sudaneses en Egipto, según datos oficiales. Una vez dentro del país, los refugiados son libres de moverse. “La gran mayoría decide irse a las grandes ciudades como El Cairo o Alejandría, donde es más probable encontrar empleo”, señala, aunque las condiciones son precarias para muchos de ellos.
Las opciones son peores en los otros países vecinos. En Sudán del Sur y Chad, más de 280.000 refugiados permanecen atrapados en asentamientos improvisados, en condiciones de hacinamiento, con falta de agua potable y una atención médica extremadamente precaria. La falta de escolarización es uno de los indicadores de que el conflicto se puede perpetuar. En Chad, más del 90% de los niños carecen de acceso a la educación. El impacto sobre los jóvenes incluye un mayor riesgo de reclutamiento por grupos armados, tráfico y explotación.
EEUU retira fondos
Cuando Sudán ya se encontraba en su peor momento, el país se vio afectado por la suspensión mundial de la financiación de la Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional (USAID, sigla en inglés). Los recortes masivos de fondos, incluida la suspensión de 64 millones de dólares en ayuda estadounidense para Chad y Sudán del Sur, están comprometiendo aún más la respuesta humanitaria en la región. En 2024, EEUU había sido el principal donante de ambos países.
“La ayuda se está contrayendo. Estamos haciendo un trabajo esquelético. Intentamos simplemente salvarles la vida. No hay ningún tipo de planificación a largo plazo. Lo único que podemos hacer es asegurarnos de que no mueran”, afirma Nalbandian, de Oxfam. “La ayuda humanitaria es un ecosistema. Si una persona se retira, la otra que no tiene la financiación no puede intervenir”, concluye.
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Fuente de TenemosNoticias.com: www.elperiodico.com
Publicado el: 2025-04-14 22:50:00
En la sección: El Periódico – internacional