Mario Draghi (Roma, 1947), ex primer ministro de Italia y expresidente del Banco Central Europeo, ha sido galardonado con el Premio Princesa de Asturias de la Cooperación Internacional 2025.
No ha sorprendido en Italia la concesión del Princesa de Asturias a Draghi. El ex primer ministro y expresidente del Banco Central Europeo ha recibido ya los más prestigiosos premios internacionales.
Draghi abandonó el Gobierno italiano en octubre de 2022, pero sigue manteniendo gran prestigio y sus opiniones se siguen escuchando con atención en Italia y en el exterior.
Es admirado no solo como gran experto en economía, sino también porque está en las antípodas de ese narcisismo habitual de muchos políticos. Solo gracias a su brillante currículum, el expresidente del BCE es una personalidad con credibilidad que se ganó el respeto de las cancillerías europeas y del mundo. No es casual el apelativo con el que se le conoce: Súper Mario.
El ex primer ministro llevó a cabo en Italia con éxito un amplio programa de reformas y dio un fuerte impulso a la recuperación económica.
Un político pragmático
Frente a la banalidad, las continuas peleas de una clase política que se pierde en bizantinismos, Mario Draghi supo imponer durante su etapa de primer ministro el pragmatismo que siempre le ha caracterizado. En su primera rueda de prensa tras unos breves días de descanso veraniego pasados en su casa de Città della Pieve, en la región de Umbria, a unos 154 kilómetros de Roma, hizo ver a los partidos, con firmeza, que no aceptaba vetos, barricadas o desmarques en decisiones cruciales del Ejecutivo.
En julio del 2012, siendo presidente del BCE, hizo célebre una frase con la que salvó el euro. Le bastaron tres palabras en inglés, que han hecho historia: «Whatever it takes» (lo que sea necesario, o cueste lo que cueste). Conoce muy bien Mario Draghi, y lo confirmaba en todas sus ruedas de prensa, una regla de la liturgia del poder y de la comunicación: la respuesta breve y directa produce más impacto. Es un arte que domina.
También en esto, durante su gestión como primer ministro, demostró que no es simplemente un tecnócrata, sino un político muy pragmático, al que no le falta la ironía para responder o replicar ante las más duras o complicadas cuestiones. Hace del buen humor una virtud política. Dice las palabras justas, huyendo siempre de la arrogancia y de la verborrea tan utilizada por muchos políticos que se dejan llevar por su narcisismo, también en nuestros lares hispanos.
El profesor de Ciencias Políticas Giovanni Orsina explica que el narcisista tiene una prioridad: «Satisfacer las propias urgencias psicológicas inmediatas es la única cosa que le interesa, por vive exclusivamente en el presente y no es ya capaz de imaginar ni siquiera el futuro».
La célebre frase de Draghi para salvar el euro («haré lo que sea necesario»), la aplicó en Italia para relanzar al país. Tenía por delante tareas muy importantes, entre otras la reforma de las leyes de la competencia y sobre todo la fiscal. Pronto Italia comenzó a recoger los frutos de la gestión del gobierno Draghi, que se movió con responsabilidad y rapidez para adoptar decisiones claras que todo el país entendió.
Liderazgo
En las cancillerías europeas se observó con gran atención la gestión de Draghi y su capacidad de liderazgo, pensando que podía ser de gran utilidad para una Europa sin líderes, tras la desaparición de la escena política de la canciller alemana Angela Merkel. No es de extrañar que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, le encargara un informe sobre la Unión Europea que hoy inspira a los dirigentes de la UE.
Una de las claves del éxito en la gestión del exprimer ministro italiano está en lo que se conoce como «método Draghi», basado en cuatro verbos: Identificar el objetivo, rodearse de los mejores colaboradores, delegar y decidir una vez que se han reducido al mínimo los posibles riesgos. El periodista y escritor Mario Cecchini, autor de ‘El enigma Draghi. Petfil de un hombre de Estado’, explica cuál es el principio por el que se rige el método Draghi: «El riesgo calculado o razonado es el principio que ha seguido Mario Draghi en su larga carrera. Ha calculado con atención los riesgos de sus movimientos, ha buscado reducirlos al mínimo y ha actuado cuando considerada que había llegado el momento oportuno. No se permitía muchos márgenes de error».
Gracias a su método, su pragmatismo y buenos resultados, Draghi se ha convirtió como primer ministro en una figura totalmente dominante en el panorama político y económico italiano, con un consenso social sin precedentes. El 69% de los italianos apoyaba su gestión. No se trata de simple popularidad, sino de consenso.
El primer ministro italiano cumplió sus compromisos y promesas, sin alardear y sin discursos para su autopromoción. Al exprimer ministro italiano no se le escuchó un discurso con abuso del pronombre «yo» o los adverbios «sinceramente», «honestamente», «francamente» o «absolutamente».
A este respecto, el exmagistrado, exsenador y escritor Gianrico Carofiglio, uno de los más leídos de Italia y traducido en todo el mundo, explicaba la importancia del lenguaje, algo fundamental en cualquier discurso de Draghi: «Es muy importante tener en cuenta el uso propio o impropio de las palabras. Si usamos palabras muy enfáticas, llamando por ejemplo a todo fascismo o nazismo, que reflejan una actitud de profundo rencor, de insatisfacción o incapacidad de estar al mando, se pierde el sentido de la realidad. Hace 2.500 años, un señor llamado Confucio [filósofo chino] decía: ‘Cuando las palabras dejan de tener significado, los hombres corren el riesgo de perder la libertad. Si el lenguaje es incorrecto, la gente no tendrá dónde poner sus manos y sus pies’».
Por eso, Mario Draghi mide siempre sus palabras. Para convencer, no tiene detrás ningún partido político, ni un ejército de asesores, ni siquiera tiene un perfil en las redes sociales. Le basta con su palabra y su empeño para cumplir lo que dice.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.abc.es
Publicado el: 2025-06-18 06:01:00
En la sección: Internacional