Los grandes triunfos y progreso de la humanidad no hubieran sido posibles sin la unión de sus pueblos.
A lo largo de la historia, la humanidad ha aprendido que la unión, la cooperación y el trabajo en equipo son elementos esenciales para el progreso. De ahí resulta la frase la unión hace la fuerza que resalta la sabiduría ancestral de diferentes culturas y momentos históricos. Este lema, con sus raíces en la antigua Roma, se propagó por Europa y luego adoptado por diversos países como un símbolo de unidad y fortaleza, inspirando movimientos sociales, revoluciones y la construcción de naciones.1)
Y ese es efectivamente el caso de la nobleza inglesa que en año 1215 estaba descontenta con el absolutismo agobiante que ejercía el gobierno de Juan sin Tierra. Inconformes, se unieron en una guerra civil para reivindicar algunos derechos usurpados por el monarca. La concertación culminó con una reducción del poder absoluto del rey y la atribución de nuevos derechos a la nobleza y la iglesia. Los resultados de esta rebelión quedaron registrados en un documento fundamental conocido desde entonces como la Carta Magna.
Las ideas de ese evento historico se difundieron, tal un manantial, dejando en su trayecto nuevas ideas en la sociedad. Esa corriente origina un punto culminante en Inglaterra en 1688 con la Revolución Gloriosa, durante la cual los poderes del rey fueron restringidos y se afirma la supremacía del Parlamento. Desde 1689, Inglaterra, y más tarde el Reino Unido, ha sido gobernado bajo una monarquía constitucional y un sistema parlamentario con libertad para la actividad política, mantenida esencialmente por dos partidos que se disputan regularmente la dirección del país en elecciones libres, práctica que siguen observando después de varios siglos.
Inglaterra inicia así, una era democrática que ha dado lugar a un desarrollo intelectual sostenido en lo social, económico, científico y tecnológico. Estos rasgos han marcado la eficacia del sistema de gobierno parlamentario inglés.
Así, cuando se inicia la descolonización inglesa, los lideres de los países emergentes, comenzando con los de Estados Unidos de América, no perdieron tiempo buscando nuevos sistemas de gobierno. Aprendieron a gobernarse, inspirados en el sistema parlamentario inglés. Y, con la vida política manejada por dos grandes partidos, han evitado la profusión de pequeñas agrupaciones políticas que atentan contra la unidad y la estabilidad del país. Así, en ese ambiente de tranquilidad, la sociedad ha podido dedicar sus energías al desarrollo de su país. El resultado está a la vista. Uno de ellos, los Estados Unidos de América, se ha convertido en la potencia mundial más poderosa mientras que otras excolonias avanzan en esa dirección. Son campeones en la generación de conocimientos e innovación tal como muestra el alto porcentaje de premios Nobel en el 2020, la gran mayoría atribuida a Inglaterra y Estados Unidos.
Esa experiencia animó a las colonias españolas del Nuevo Mundo a buscar su independencia y como a la época ya tenían conocimiento de esas experiencias democráticas, rechazaron de plano el absolutismo español, prefiriendo la adopción de un sistema de gobierno republicano.
De esos países, el caso de Venezuela merece especial atención porque para gobernar, contaba con los mejores consejos de los precursores de la independencia y de los constitucionalistas que formularon la primera constitución siguiendo el modelo de los Estados Unidos. Pero, ignorando esos consejos, militares oportunistas optaron por el caudillismo, poniendo en peligro la integridad del país. Simultáneamente, civiles inconformes se emplearon con todas sus energías a proponer constituciones alternativas, cada grupo proponiendo la suya a su medida.
Consciente del desorden e inestabilidad constitucional en el país, uno de esos líderes, Antonio Guzmán Blanco, propuso una idea genial, adoptar una constitución siguiendo el modelo suizo como parte de sus planes para modernizar el país por considerar que el modelo de gobierno suizo parecía funcionar con orden y eficacia, progreso y estabilidad. De ahí sus planes para el desarrollo de la educacion, entre ellos, autorizar la educacion primaria gratuita y enviar estudiantes al extranjero, específicamente a Inglaterra, con el fin de que al regreso pudieran traer conocimientos y habilidades que pudieran aplicarse en Venezuela y ayudar a mejorar la educación y la sociedad en general. Pero de nuevo, todas las orientaciones reseñadas no fueron suficientes para que los diferentes grupos entendieran que para salvar al país, era urgente que llegaran a un acuerdo en torno a un programa de unidad nacional.
Se llega así a 1958. El pueblo y sus lideres, finalmente lograron construir un proyecto-país basado en un pacto de unidad y convivencia política, el Pacto de Puntofijo. 2) Este tal vez haya sido el único momento en la historia del país en que sus habitantes por primera vez en casi 150 años pudieron encontrar la fraternidad y el placer, no solo de descubrir que eran parte de una sociedad formada por un solo pueblo, y más aun, que, como tal, estaba dispuesta a trabajar mancomunadamente en el desarrollo del país. Su aplicación resultó para Venezuela su momento estelar, su primer encuentro con la democracia.
Durante su período se le dio un gran impulso a la educacion y a la salud pública. El Plan de Becas Gran Mariscal de Ayacucho formó a múltiples profesionales. Hoy algunos sirven al país mientras que otros ofrecen sus conocimientos a otros países. El país se industrializó. Se desarrolló la industria del petróleo, convirtiendo a PDVSA en un gigante mundial de la industria petrolera. Se descubrió la fraternidad política y social. Nos dimos cuenta de que no éramos enemigos. Éramos simplemente adversarios políticos, compitiendo con ideas sobre la mejor manera de gobernar el país. Se despertó el orgullo de ser venezolano. Nadie pensaba en emigrar por ninguna razón. Al contrario, el país estaba abierto a la inmigración, especialmente a los perseguidos políticos que huían de las dictaduras del Cono Sur. En medio del orgullo de la experiencia democrática se vislumbraba que Venezuela estaba muy cerca de entrar al club de países del primer mundo.
Satisfecho, el pueblo comenzó a percibir que la unidad y la estabilidad política ya formaban parte del acervo historico de la nación, pero en el fondo, reinaba un optimismo exagerado. En el silencio de su interior, la sociedad no estaba satisfecha. Su clamor por una democracia decente no era oído por los responsables de llevar a cabo una evaluación continua del funcionamiento del gobierno. Esa tranquilidad aparente ocultaba el fantasma histórico y constante de la desunión, atizado por alzamientos militares, corrupción, clientelismo político y debilidad de la justicia. 3)
Era claro que fuerzas antagonistas actuaban sigilosamente contra la democracia mientras que los árbitros del equilibrio de los poderes constitucionales independientes y lideres políticos fallaban en su misión de vigilancia y salvaguarda. Así, eventos en cadena llevaron al colapso de nuestro primer ejemplo de unidad democrática y como corolario, a la muerte del Pacto de Puntofijo. Cuarenta años no fueron suficientes para hacer de la democracia una tradición para los siglos venideros. Tenían razón los romanos, y que decir de Simón Bolívar.
Documentos de consulta
. 1.-La Unión Hace La Fuerza: Historia Y Relevancia Global | Basado En Hechos Reales
2.- https://www.diariolasamericas.com/america-latina/expertos-venezuela-reafirman-la-importancia-del-pacto-punto-fijo-66-anos-su-firma-n5366169
3.- . https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-19182018000200285
4.- Venezuela: el ocaso de una democracia. Revista mexicana de ciencias políticas y sociales. https://doi.org/10.22201/fcpys.2448492xe.2018.233.62343
Fuente de TenemosNoticias.com: www.analitica.com
Publicado el: 2025-05-07 00:20:00
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