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Los gobernadores del arriendo

Simón García

                                                                   

Antes de llamarse Venezuela, toda la Costa firme a partir del oeste de Santa Marta, y hasta Maracapana , varias islas próximas a ella y las tierras interiores que correspondían a esa fachada marítima, constituían una extensión geográfica inexplorada. No tenía mucho atractivo minero, pero a la Corona le interesaba explorarlas, levantar su descripción cartográfica y avanzar en la conquista como marca de su dominio.       

La primera expedición hacia esta región específica, envuelta en mitos  y poblada de indios belicosos, la bautiza Juan de Castellano, “Al occidente   van encaminadas las naves inventoras de regiones”. Esa era entonces su misión en cielos bajo otras estrellas.  

Lo capitanes “tudescos”, los soldados y mineros  que viajaban en esas embarcaciones estaban guiados por una mescla de impulsos por conocer y ambiciones por tener. Eran feroces invasores y belicosos conquistadores que contaban con medios de transporte y armas que los indios desconocían: embarcaciones de mástiles y velas, caballos, perros de guerra,  picas, ballestas, espadas, puñales, arcabuces, mosquetes y cañones.

El Nuevo Mundo

 Los conquistadores alemanes fueron los primeros europeos no españoles que corrieron el riesgo de adentrarse en ese Nuevo Mundo, término empleado por primera vez por Pedro Mártir de Anglería  en su Orve Novo, escrita entre 1494 y 1525, por ese humanista italiano, maestro en la Corte, consejero de reyes españoles, luego sacerdote y confesor de Isabel la Católica.

Pedro Mártir, amigo de Colón, fue un cronista de indias en ausencia. Habló  sobre ella sin haber jamás cruzado el océano. Y es que para comprender aquel nuevo mundo, al que se había llegado sin saberlo, se necesitaba mucho más que los ojos convencionales.

Se necesitaba asirse a la fantasía para penetrar en una realidad inédita, desbordante, extraordinaria y desafiante en todo. El buscado camino más corto para descubrir y describir al Nuevo Mundo no lo proporcionó el mar sino la capacidad de asombro y un largo camino por la imaginación.   

Una ciudad de oro

El móvil que acicateaba esa pasión fue una inalcanzable, pero cercana  ciudad de oro, tan deseada que se daba como prueba de su existencia hasta los residuos de oro en las mollejas de unas gallinas en Barranquilla, según García Márquez.    

Por encontrar esa ciudad de tesoros dorados se podía matar nativos y arriesgar la propia vida. El verdadero propósito de la utopía era sobreponer el mundo del invasor sobre el Nuevo Mundo, llenar las arcas de los Welser y dar su décimo de beneficios a la Corona española. No fue un legendario encuentro entre dos culturas, sino una guerra desigual entre  dos civilizaciones desiguales.

 Según el Diccionario histórico de Venezuela: “en la primera década del gobierno alemán, se obtuvieron los mayores beneficios obtenidos en todo el período colonial. En el mismo año de su arribo a Coro, recogieron 1.116 pesos, casi 10.000 el siguiente y en 1533, la mayor cantidad de todo tiempo: 39.225 pesos. En los 10 años comprendidos entre 1529-1538, la fundición de oro alcanzó a 89.080 pesos de metal fino. Hicieron esclavos a 1.005 indígenas avaluados en 7.500 pesos, un precio sumamente bajo de apenas 7,5 pesos por cabeza, que debió darles un beneficio por lo menos 3 veces superior a esa cantidad, y muchos de los cuales fueron llevados a vender a Santo Domingo. Las mercaderías introducidas por los alemanes en esos 10 años, montaron a un valor de 77.285 pesos y por ellas pagaron a la Real Hacienda 5.046 pesos de almojarifazgo que cancelaron bajo protesta porque según ellos estaban excentos de este impuesto”.

El motivo del arriendo

El plan de los Welser no podía llevarse a cabo sino como violenta y peligrosa aventura. Su antecedente fue una operación política mediante la cual el Rey Carlos I de España se hizo el emperador Carlos V del Sacro Imperio Germánico.  La operación demandó financiamiento del ejército y una diplomacia costosa para ganar el favor de los siete príncipes electores.

Allí aparecieron los prestamistas. Jacobo Fugger, el banquero más adinerado del viejo mundo; los Grimaldi de Génova y los audaces Welsares que se proponían obtener más poder comercial, después de experimentar los rendimientos de su casa de importación y exportación en Sevilla.

Uno de los mecanismos compensatorios del otorgamiento del préstamo Real era la amortización de deuda por concesiones de la Corona. En ese esquema se abrieron negociaciones para darle a los Welsares el gobierno de aquel remoto territorio y un arrendamiento al final del cual cesarían las prerrogativas y la propiedad volvería a la Corona.

Los reyes obtendrían exploradores y conquistadores a su servicio en un territorio tan desconocido que se suponía como su límite al sur el estrecho de Magallanes. Y todo sin que la Corona tuviera que desembolsar ni un maravedí.                                                         

La Corona hizo el arriendo porque le convenía explorar y conquistar ese territorio para después asumir la explotación de sus recursos minerales, animales o frutales. Por ello se reservó la propiedad del territorio.

A los banqueros les bastaba con nombrar a los gobernadores, que por alguna razón eran conocidos en la época como gobernadores propietarios; tener el ejercicio legítimo de la violencia y controlar las actividades de importación y exportación con España.

Las condiciones del arriendo  

El 27 de marzo de 1528 se firmó la Capitulación entre Carlos V y dos apoderados de los Welser, Jerónimo Sailer y Enrique Ehinger, señalado como hermano de Ambrosio Alfinger. En ella se estipula “…os ofrecéis de hacer una armada de quatro navíos o más con doscientos hombres o más, armados y avituallados por un año”.

Se añade que “… os ofrecéis a pacificar e poblar de los dichos hombres…que serán trescientos por todos, muy proveídos e armados…todo a vuestra costa e misión…”.

El contrato de arrendamiento también establece que deben construir “…dos pueblos o más…y que para cada una de las dichas poblaciones llevéis a lo menos trezientos hombres, y hagáis en dicha tierra tres fortalezas…dentro de dos años después de llegados.”

No podía faltar la cláusula que estableciera la lógica presencia de “cinquenta alemanes…maestros mineros a vuestra costa, para que con su industria e saber se hallen las minas y veneros del oro y plata y otros metales que hobiere en las tierras e islas”.      

Los gobernadores y los líderes de las expediciones eran alemanes, pero la tripulación de los barcos, los soldados, y gran parte del personal de apoyo eran españoles principalmente andaluces, canarios, vascos y gallegos. También hubo presencia de flamencos y algunos portugueses.

Los gobernadores del arriendo  

Los gobernadores alemanes trenzaron una competencia de crueldad contra los indios y una rivalidad administrada entre ellos. Su comportamiento salvaje mereció el rechazo indígena y justificó su reacción bélica defensiva. La guerra palmo a palmo de los indios contra los invasores fue la continuación del rechazo al saqueo de sus bienes y la negativa a ser “recoogidos”, término usado para referirse a su esclavización.

El primer gobernador alemán fue Ambrosio Alfínger, quien para cumplir una de las condiciones del arrendamiento se atribuye la fundación de Coro, argumentando que Juan de Ampíes carecía de título y facultad para  poblar y fundar ciudades. También se atribuye la fundación de Maracaibo lo cual parece corresponder con un proceso de mudanzas y refundaciones en la que efectivamente participó Alfinger sin mucha intención de colonizar.

A su regreso, después de 10 meses, enfermo y con un botín de 9.586 pesos, se encuentra con un sucesor, Hains Seissenhofer quien le reconoció su primacía sin mayores problemas, por lo que su mandato fue breve y poco conocido.   

Ek segundo de Alfínger, Nicolás Federman, ejerció la gobernación de hecho como Capitán General y designado de  Derecho en 1535, aun que no logró asumir la Gobernación porque se produjo un nuevo nombramiento a favor de Jorge Spira.  Durante la expedición que realizó Federman designó como Teniente General a Bartolome de Santillana.  A los dos años de embozada lucha de poder el Cabildo destituyó a Santillana y nombró como gobernantes provisionales a Francisco Gallegos y Pedro de San Martín.

En 1534 la Audiencia de Santo Domingo designó a Rodrigo de Bastidas, quien al año abandonó el cargo por enfermedad. En sus decisiones finales designó como gobernador a  Alonso Vázquez quien apresó a Gallegos y a Sarn Martín y los llevó a juicio a Santo Domingo.

En 1535 es designado como nuevo gobernador alemán  Jorge Espira hasta 1540. Finamente dos alemanes, Enrique Remboldt, Alcalde de Coro, quien ejerció la Gobernación como encargado y Felipe Von Hutten con cuyo desempeño se extinguió el intento de crear una colonia alemana, Klein Venedig, dentro de la colonización española en Venezuela.

Un final trágico

Los excesos de los gobernadores alemanes fueron tan insoportables que incubaron una relación conflictiva también con los españoles y finalmente con la Corona.

 Ambrosio Alfinger muere un 31 de mayo de 1533 tras una agonía de cuatro días después de un flechazo que le atraviesa la garganta.  Jorge Espira muere el 11 se junio de 1540 a causa de una enfermedad contraída en su última expedición.  

Felipe Von Hutter y Bartolomé Welser el joven, mueren decapitados por Juan Carvajal en 1546 en El Tocuyo. Hacia esa fecha llegaron a Coro los licenciados Frías y Juan Pérez de Tolosa, quienes abren proceso contra Carvajal, lo sentencian y ejecutan también en El Tocuyo.   

Estas ejecuciones inician el final del arriendo de Venezuela. El Rey rescinde el arrendamiento por incumplimiento. Pero los banqueros alemanes pelearon por su vigencia hasta 1557, cuando abandonaron sus reclamos contra la corte de España.

Sobrevivió Barba Roja, el más violento de todos los conquistadores de los Welsares. Nicolás Federman se retiró a Europa  donde escribió su Historia Indiana publicada post mortem en 1557 por su cuñado. Una aspiración de su relato fue que se comprendiera “ cuanto trabajo nos costaba avanzar con nuestras cabalgaduras en comarcas tan salvajes y a través de un país que ningún jinete había jamás recorrido”.    

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Fuente de TenemosNoticias.com: www.el-carabobeno.com

Publicado el: 2025-06-21 01:51:00
En la sección: Destacados articulistas sobre temas de política, Educación, salud, cultura de Valencia, Carabobo y Venezuela

Publicado en Opinión

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