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Un argumento egoísta en pro de la democracia

Un argumento egoísta en pro de la democracia, por Alejandro Armas @AAAD25

Alejandro Armas

28/02/2025

@AAAD25

Hemos vuelto, lamentablemente, a uno de esos momentos en los que los venezolanos tenemos más material de conversación en la política ajena que en la propia. Por un lado, está la dirigencia opositora que insiste en el reclamo sobre las elecciones presidenciales del 28 de julio, pero no tiene un plan para avanzar con el mismo y, por lo tanto, va a ver su base de respaldo masivo diluirse poco a poco mientras pase el tiempo en ese estancamiento. Por el otro, tenemos a unos políticos llamando a participar en los venideros “comicios” parlamentarios y regionales, ignorando las implicaciones del 28 de julio y sus secuelas, razón por la cual, a mi juicio, lo que están consiguiendo es un rechazo gigantesco por parte de la inmensa mayoría de venezolanos que quiere un cambio político. Ambos elementos están siendo impotentes. No logran cambiar el entorno. Dentro de Venezuela, lo único que próximamente pudiera tener un impacto político en nuestras vidas es la reforma constitucional que la elite gobernante se trae entre manos, pero de la que no sabemos gran cosa.

Supongo, entonces, que se me puede excusar si hoy no hablo de Venezuela. No solo por lo que ya dije, sino además porque el humanismo implica tener inquietudes universales. Y miren que están pasando cosas allá afuera. Llevamos varios años afirmando que la democracia alrededor del mundo está enfrentando los mayores desafíos que haya tenido desde la Segunda Guerra Mundial o, cuanto menos, la tercera “oleada de democratización”, en los años 80 y 90 del siglo pasado, señalada por Samuel Huntington. Pero ahora el reto adquirió una nueva dimensión, porque Estados Unidos, la democracia más poderosa del planeta, ha caído en manos de personas a las que la democracia les importa poco o nada. ¿Que decir esto es alarmista? ¿Acaso Donald Trump no fue presidente ya, por cuatro años, sin que Estados Unidos dejara de ser una democracia? Sí, pero ahora Trump se ve mucho menos constreñido. Tiene un entorno mucho más comprometido con él mismo que con las instituciones republicanas norteamericanas. Dudo mucho que Estados Unidos se convierta durante el próximo cuatrienio en Corea del Norte, pero esas instituciones sí pudieran sufrir daño severo.

Estados Unidos no solo es, como ya dije, la democracia más poderosa del planeta. También es la única gran potencia de la que uno puede esperar que a veces, y aunque sea por interés propio, promueva la democracia alrededor del mundo. Así lo digo porque pensar en Washington como altruista impulsor constante de la democracia sería una tontería. Ha apoyado y sigue apoyando a regímenes autoritarios que se alinean con sus intereses. Pero de Rusia y China, las potencias rivales, solo se puede esperar que nunca fomenten la democracia.

Ahora bien, si el gobierno estadounidense desdeña la democracia en su propio país, a duras penas puede alguien suponer que hará algo distinto con el resto del mundo. Vemos señales de eso en el giro radical de la política exterior norteamericana en cuanto a la invasión rusa de Ucrania, a favor de Moscú. Las vemos, de manera más general, en el desprecio de Trump a los compromisos de Estados Unidos con la seguridad de Europa. La alianza trasatlántica, la mayor alianza defensiva entre democracias, pudiera estar pendiendo de un hilo.

Trump ve el poder como propiedad privada, un hábito compartido por los autócratas

Hay quienes ven el nuevo aislacionismo estadounidense con beneplácito o como algo inevitable. Sostienen que es natural que ese país quiera dejar de ser “el policía del mundo” para enfocarse en sus propios problemas. Otros, guiándose por el paradigma realista en teoría de relaciones internacionales, señalan que Washington simplemente está quitándose la máscara moralista y buscando maximizar sus beneficios en el concierto de las naciones, sin apoyar a nadie más.

Yo pienso, no obstante, que hay un argumento utilitario para la defensa de la democracia internacional. Uno que no depende de altruismos deontológicos, sino que enfatiza lo que un actor racional egoísta tiene que perder, sea Estados Unidos, cualquier otra nación o, incluso, cualquier individuo que quiera tener una vida materialmente decente. Y es que un mundo en el que el autoritarismo avanza y donde pululan las dictaduras es un mundo potencialmente más caótico y violento. No me refiero a la obviedad de que las autocracias oprimen y tratan brutalmente a sus propios ciudadanos. Aunque ese hecho debería inquietar a todo aquel con un mínimo de valoración a la dignidad humana, invocarlo sería regresar a la perspectiva moral que hoy me propuse evitar.

La espalda del Tío Sam

La espalda del Tío Sam

@AAAD25 Hemos vuelto, lamentablemente, a uno de esos momentos en los que los venezolanos tenemos…

Pero resulta que, además, los regímenes autoritarios tienen una mayor tendencia a emprender guerras. Lo hacen por razones mucho más caprichosas. Pueden darse el lujo de hacerlo porque el costo es menor. Ya que no rinden cuentas ante las masas, les importa poco o nada lo que ellas piensen sobre los sacrificios bélicos en términos de pérdidas de vidas y de destrucción de riqueza, se gane o se pierda el conflicto. Aparte del escenario de una derrota catastrófica al punto de que el enemigo extranjero toma el control del país propio, el mandatario solo está en graves problemas si la conducción de la guerra compromete seriamente el acceso a recursos públicos por parte del pequeño grupo de personas que vela por su permanencia en el poder.

Las democracias, en cambio, tienen que pensárselo dos veces antes de comenzar un conflicto armado. La derrota, una victoria pírrica o un conflicto largo y oneroso es un factor que puede precipitar fácilmente que el gobierno de turno pierda las próximas elecciones. Es en parte por eso que las democracias nunca o casi nunca se hacen la guerra entre ellas mismas, teoría conocida como “la paz democrática”. Un repaso por la historia lo confirma. ¿Cuándo, después de democratizarse a finales del siglo XIX y principios del XX, Gran Bretaña y Francia, dos países que estaban en guerra intermitente desde la Edad Media tardía, volvieron a entrarse a tiros? Hablando de Francia, guerras coloniales como las que hubo en Argelia o Vietnam no desmienten la teoría, pues la democracia del colonizador no se extendía al colonizado.

Volvamos al presente o, mejor dicho, a nuestra visión distópica de un futuro lleno de regímenes autoritarios con altas posibilidades de conflicto. Creo que no tengo que decirles que será un futuro más pobre materialmente, por el desvío de recursos a la guerra que en otras circunstancias pudieran usarse para el crecimiento de una economía en tiempos de paz, así como por, desde luego, la destrucción que supone un bombardeo. Un mundo con menos comercio internacional y menos inversión privada. Un mundo con menos innovación tecnológica, excepto con fines bélicos.

Ah, y esos son solo los problemas económicos. Ni hablar de los relativos a la integridad territorial y la soberanía de los Estados. En tal sentido, quien se encierra dentro de sus fronteras e ignora la expansión del autoritarismo, o busca apaciguarlo, lo hace bajo su propio riesgo. Miren lo que les pasó a tantos países europeos con su pasividad ante el auge del fascismo. Estados Unidos, tras la Primera Guerra Mundial, asumió una política aislacionista no muy diferente a la de su gobierno actual. Hasta que el agravamiento de las crisis en Europa y Asia, al punto de poner en peligro sus propios intereses, lo obligaron a ponerse del lado de los Aliados contra el Eje, pero todavía creyendo que podía evitar involucrarse más. Muy tarde: el Imperio japonés atacó Pearl Harbor.

Como ven, aunque alguien se encierre y arroje la llave, ese mundo violento tarde o temprano le va a tocar la puerta y hasta tratará de derribarla. No espero, desde luego, que individuos como Trump lo entiendan. Mucho menos tengo la descabellada expectativa de que el escrito de un modesto columnista de opinión venezolano llegue siquiera a la Oficina Ovalada. Pero ya que en Venezuela estamos, repito, sin mucho de qué hablar sobre nuestra política interna, me pareció que no está de más hacerlo sobre el tema presente, así sea solo para convencer a mis conciudadanos que aplauden el aislacionismo indiferente o hasta hostil a la democracia de que eso solo contribuye con un mundo en el que todos tenemos las de perder.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. No comprometen la línea editorial de RunRun.es

Fuente de TenemosNoticias.com: runrun.es

Publicado el: 2025-02-28 16:35:00
En la sección: Opinión archivos – Runrun.es: En defensa de tus derechos humanos

Publicado en Opinión

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