Muchas veces asociamos el desorden con pereza o falta de responsabilidad, pero la psicología nos invita a mirar más allá de lo superficial. Ser desorganizado no siempre es negativo ni accidental. En realidad, puede revelar aspectos profundos de la forma en que una persona piensa, siente y se relaciona con su entorno. ¿Qué hay detrás de esta conducta cotidiana?
Desorden como expresión de personalidad
Lejos de ser un simple descuido, la desorganización puede representar una manera de resistirse a estructuras rígidas. Así lo explica la psicóloga Olga Albaladejo, quien define el desorden como una forma de oponerse al sistema establecido para organizar espacios, tiempo u objetos.
Aunque muchos lo ven como algo negativo, hay quienes eligen conscientemente vivir así sin que esto interfiera con otras áreas importantes de su vida. De hecho, este tipo de personas tienden a tener perfiles creativos, mente flexible y una manera poco convencional de abordar las tareas.
La experta señala que es posible tener un entorno desordenado y al mismo tiempo ser detallista en cuestiones como las finanzas, demostrando que no se trata de un rasgo absoluto. Cada caso es distinto, pero suelen coincidir ciertos perfiles psicológicos.
Los tipos de desorganizados según la psicología
La desorganización no tiene una única causa ni una única expresión. Según Albaladejo, pueden distinguirse al menos cuatro perfiles comunes:
Personas con vidas aceleradas: suelen enfocarse en otras prioridades y relegan el orden.
Personas creativas: para ellas, el desorden forma parte de su flujo de ideas y procesos mentales.
Personas que procrastinan: aplazan constantemente tareas, incluida la organización.
Personas neurodivergentes: tienen una percepción del orden distinta, influida por su funcionamiento cognitivo.
Comprender estas diferencias permite empatizar con quienes no se ajustan a los cánones tradicionales de organización, sin juzgarlos apresuradamente.
Cómo empezar a ordenar sin frustrarse

Aunque vivir con cierto desorden no sea problemático para todos, en algunas ocasiones puede volverse una fuente de estrés o afectar la calidad de vida. Para quienes quieren cambiar, la clave está en no forzar un cambio radical de un día para otro.
El sitio especializado Sortifyd sugiere estrategias simples para comenzar:
Iniciar por un espacio pequeño: ordenar una mesa de noche o un cajón es un buen primer paso para generar impulso sin abrumarse.
Aplicar la regla del “uno entra, uno sale”: cada vez que se introduce algo nuevo en casa, otro objeto debe salir. Esto evita la acumulación.
Designar lugares fijos para lo esencial: tener un sitio específico para llaves, billetera o bolso facilita la organización diaria.
Estas herramientas no solo ayudan a mejorar el entorno físico, sino que también brindan una sensación de control y claridad mental.
El desorden, una pista más que una falla
Más que un defecto, la desorganización puede ser una señal. Una pista que nos habla del ritmo de vida, del tipo de pensamiento, de las emociones contenidas. Entenderla nos permite conectar mejor con nosotros mismos y con los demás.
Por eso, antes de juzgar o intentar corregir a alguien desordenado, quizá valga la pena preguntarse: ¿qué historia hay detrás de ese caos?
[Fuente: El Tiempo]
Fuente de TenemosNoticias.com: es.gizmodo.com
Publicado el: 2025-05-18 13:39:00
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