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Iglesia Dulce Nombre de Jesús, uno de los pocos templos coloniales de Caracas

Iglesia Dulce Nombre de Jesús, uno de los pocos templos coloniales de Caracas

La Iglesia Parroquial Dulce Nombre de Jesús se levanta en pleno Centro Histórico de Petare, una antigua población mirandina que ha pasado a formar parte de la ciudad de Caracas. Sus antecedentes como espacio dedicado al culto se remontan al momento de la fundación del pueblo de Petare en 1621, cuando se ordenó el espacio para un templo y se dio inicio a las labores de una primera edificación.

De acuerdo a lo que se conoce, la iglesia originaria consistió en una estructura de una sola nave con paredes de bahareque y un techo a dos aguas elaborado con palma. Petare fue elevada a parroquia eclesiástica en 1704. La consolidación del edificio ha sido fechada a mediados del siglo XVIII, cuando se comenzó a reconfigurar la planta y se fueron construyendo paulatinamente elementos arquitectónicos adicionales. No se descarta que esta renovación fuera también consecuencia del desplome de la estructura tras los repetidos temblores que azotaban al valle de Caracas.

Es así como el documento levantado con motivo de la visita pastoral del Obispo Mariano Martí a la parroquia en 1772 da cuenta del desarrollo de la obra para ese momento: “Su fábrica material está empezada con mucho esplendor, y es casi tan grande como la Iglesia de la Candelaria de Caracas. Por ahora ya está concluido el (…) la parte posterior de la nave de en medio está ya terminada (…)” (Martí, Tomo I, Libro personal, p. 3). Se señalan, igualmente, los diferentes bienes muebles que en ese momento ya formaban parte del patrimonio del templo, entre los que destacan el retablo mayor y la imagen del Crucificado , mejor conocido en la actualidad como Cristo de la Salud. Transcurrieron más de dos décadas de trabajos, incluyendo las reparaciones por los daños consecuencia del terremoto de 1812 y la erección de la torre del campanario, según el diseño de Jacinto Madelaine, un capuchino francés . Los expertos coinciden en señalar a 1858 como el año en el que se concluyó la edificación tal como la conocemos hoy día (ver “Descripción”).

En lo que respecta a la genealogía del monumento cabe destacar su pertenencia a un núcleo urbano de particular interés. Como ya se ha mencionado, la iglesia se encuentra en el Centro Histórico de Petare, un conjunto arquitectónico de gran valor histórico y cultural dentro de la ciudad de Caracas. En él se reflejan, por ejemplo, el trazado urbano colonial y los procesos constructivos tradicionales, entre los que se pueden mencionar los muros de adobe y bahareque y los tejados de caña brava y tejas. Asentado sobre una pequeña loma, este núcleo de 26 manzanas representa el enclave más antiguo del pueblo de Petare, fundado en 1621 por el capitán Pedro Gutiérrez de Lugo y el padre Gabriel de Mendoza. La localidad, creada bajo el nombre “Dulce Nombre de Jesús de Petare”, pasaba entonces a ocupar el lugar habitado originalmente la etnia indígena de los Mariches, sometidos tras la muerte de su líder Tamanaco.

Durante la época colonial y el período republicano Petare adquirió importancia como lugar de paso en la comunicación de Caracas con otros centros poblados, así como por sus aportes en la producción de café, cacao y caña de azúcar, entre otros. La preservación del Casco Histórico colonial de Petare es, hoy por hoy, fruto del esfuerzo conjunto de la comunidad y las autoridades frente al desarrollo indiscriminado de la construcción en tiempos modernos y frente al vacío jurídico en materia de protección patrimonial. Entre los aportes que sobre éste último punto se han alcanzado es posible señalar la creación de la figura del Centro Histórico de Petare (1964); la Ordenanza para la Conservación y Desarrollo del Centro Histórico de Petare (1993), y la declaratoria del casco colonial como Centro Histórico, Cultural y Turístico (2000). Además de poseer valores intrínsecos, el templo parroquial Dulce Nombre de Jesús de Petare es parte inseparable de este trazado urbano, reflejo de la estructura tradicional de distribución de los poderes. En tal sentido, la iglesia fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1960 según la Gaceta Oficial N° 26.320.Descripción

La planta actual de la iglesia está conformada por tres naves, una central y dos laterales. El conjunto lo completan el presbiterio, el altar mayor, la sacristía menor, el baptisterio y la torre. Su fachada cuenta con tres cuerpos y tres calles, sumándose a éstas la torre del campanario que se levanta en el extremo sur. El acceso al templo lo proveen tres vanos en el primer cuerpo de la fachada principal, y dos vanos en cada una de las naves laterales.

El techo de madera responde a la tipología de par y nudillo (utilizada para asegurar la estructura a dos aguas), y reforzada a su vez con tirantes dobles: un recurso habitual en los templos coloniales venezolanos. Las naves están divididas entre sí por arcos de medio punto y columnas cilíndricas, y sobre dichas arquerías se suceden una serie de pequeños vanos también con arco de medio punto.

El patrimonio mueble del templo es rico y diverso. El retablo mayor es un ejemplo del estilo neoclásico de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, apreciable ya en el uso de las columnas pero con presencia aún de elementos decorativos de tendencia rococó. Está dedicado al Dulce Nombre de Jesús, representado en una figura de bulto del Niño Jesús. Cuatro lienzos con la figura de los evangelistas –presumiblemente realizadas por Alonso Aponte en 1764- y un relieve de la Inmaculada también forman parte del programa iconográfico.

Las capillas laterales están dedicadas, la del lado del Evangelio al Cristo de la Salud, una de las imágenes más veneradas por la comunidad petareña y protagonista de la Semana Santa local; y la del lado de la Epístola al Santísimo Sacramento. Finalmente, seis retablos se ubican a lo largo del templo, tres en cada una de las naves laterales. Entre los retablos pertenecientes al siglo XVIII, se pueden destacar el de Nuestra Señora de La Candelaria y el de Nuestra Señora de La Victoria.  Aun cuando no presentan un elevado nivel de ebanistería constituyen sin duda alguna un ejemplo de la manufactura local del momento así como de las reinterpretaciones estilísticas llevadas a cabo para adaptar el mobiliario a la estructura arquitectónica.

petare

Un elemento notable de este monumento lo constituyen las pinturas ejecutadas en la pared de fondo de los seis retablos laterales, las cuales imitan cortinajes, acabados textiles como el damasco y otros elementos entre los que se cuentan querubines y rocallas de estilo rococó. Algunos de ellos fueron ejecutados con la técnica del estarcido, que permitía reproducir fácilmente un patrón repetitivo de elementos. También se conservan intervenciones pictóricas sobre los vanos de las puertas laterales y el borde inferior del techo. El recurso de la policromía de los muros no sólo realza los elementos decorativos de los retablos a los que sirven de fondo o marco, sino que crea un efecto de transición entre la superficie cóncava del nicho y el volumen del retablo superpuesto.

Las pinturas murales de la iglesia de Petare han sido datadas hacia 1780 y constituyen, por demás, un valioso caso de “arquitectura pintada” en la ciudad de Caracas, además de un invaluable testimonio de este género decorativo en tiempos coloniales, del cual se conservan poco ejemplos. Las pinturas fueron rescatadas hacia 1964 tras un proceso de restauración canalizado a través de la Dirección de Cultos del Ministerio de Justicia, según lo que menciona Graziano Gasparini

En lo que se refiere a las imágenes religiosas predomina la escultura sobre la pintura. El inventario está compuesto por tallas en madera policromada o vaciados en otros materiales que representan santos y, en su mayoría, personajes relacionados con el relato de la Pasión. Éste último aspecto revela la profunda filiación de este templo y de la comunidad petareña con la Semana Santa. Durante esos días se articulan liturgia, fieles, cofradías e imágenes y hacen posible la renovación de la fe en una tradición de larga data.

El Cristo de la Salud, protagonista indiscutible de la Semana Santa local, es una de las imágenes cuya presencia ya consta en el inventario de 1772 realizado durante la visita del Obispo Martí. Entre las piezas que también se mencionan en el documento se encuentran las tallas del Niño Jesús (imagen que preside el retablo mayor), el Nazareno, la Virgen de Dolores, Nuestra Señora de la Soledad, la Verónica, el Santo Sepulcro, el arcángel San Miguel, San José y San Antonio; sin que se pueda asegurar que las mencionadas en ese registro se conserven hasta el día de hoy o que las que hoy se observan en estos altares correspondan realmente con las del siglo XVIII.

En todo caso, la imaginería del templo incluye imágenes de presunta data colonial como lo es el caso de las tallas del Jesús atado a la columna, el Ecce Homo, la Virgen del Carmen, San Isidro, y el conjunto de la Oración en el Huerto con el sueño de los apóstoles, notable por tratarse de uno de los pocos ejemplos de grupos escultóricos que se conservan en iglesias caraqueñas.

Cabe destacar la presencia en el templo de dos lienzos de gran formato del pintor venezolano Tito Salas (Caracas, 1887-1974), quien era vecino del sector y cuya vivienda en el casco histórico se conserva y funciona actualmente bajo la figura de galería de arte. Una de las pinturas representa una procesión nocturna de la imagen del Cristo de la Salud por las calles de Petare. La otra se encuentra cubierta con plástico por lo que no es posible apreciar su temática; sin embargo, parece tratarse de una escena de la natividad, lo que guardaría coherencia con la dedicación del templo al Niño Jesús.

La Iglesia Dulce Nombre de Jesús de Petare constituye un monumento de especial relevancia, por tratarse de uno de los pocos templos coloniales que perviven en la ciudad de Caracas y en el que pueden observarse los usos constructivos y estilísticos de la arquitectura dieciochesca. Además, en ella se conservan invaluables ejemplos de imaginería, mobiliario y pintura mural pertenecientes al mismo período; todo esto refleja no sólo el interés de la comunidad de ese entonces en el equipamiento de su templo, sino también las posibilidades económicas de la localidad y el nivel de actividad de los artífices locales.

La importancia de este templo radica no sólo en los elementos histórico-estéticos que manifiesta sino en los valores culturales y sociales que ha logrado reunir a lo largo del tiempo y que perviven hasta hoy día. Además de formar parte de un relevante conjunto urbano como lo es el Centro Histórico de Petare, esta edificación constituye el corazón de una serie de prácticas religiosas que, a la par de dar respuesta a los diferentes momentos del calendario litúrgico representan una seña de identidad indiscutible para el pueblo petareño. De este modo, el templo, su patrimonio material e inmaterial, así como sus diferentes actividades conforman un conjunto integral de expresión cultural con profundo arraigo dentro de la comunidad.

Fuente de TenemosNoticias.com: elaragueno.com.ve

Publicado el: 2023-01-23 09:52:54
En la sección: Turismo archivos – El Aragueño

Publicado en Viajes y turismo
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