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El kuru, la enfermedad de los caníbales

El kuru, la enfermedad de los caníbales

Los fore son una tribu de aborígenes de Papúa Nueva Guinea que hasta la década de 1950 practicaron el canibalismo como ritual funerario. Son la última tribu caníbal que se conoce. Ingerían la carne, las vísceras y el tuétano de los huesos de sus familiares difuntos como signo de amor y respeto, para que el ser querido permaneciera dentro de la tribu. Con este rito, los fore creían conseguir la bendición de los parientes que se comían el cuerpo del difunto. Las mujeres, los niños y niñas menores de 10 años y las personas más mayores se comían el cerebro y otros órganos internos, también ingerían las placentas y los cordones umbilicales. Los hombres o no participaban en el ritual o solo comían carne (el músculo) de otros hombres, raramente comían el cuerpo de las mujeres. Los niños varones a partir de los 10 años no practicaban estos ritos antropofágicos.

Miembros de la tribu fore de Papúa Nueva Guinea.Getty

CEREBROS CONTAMINADOS

Los fore padecían una misteriosa dolencia, un tipo de hechizo que denominaban kuru, «temblor con fiebre y frío» en idioma originario. El kuru llegó a ser una auténtica epidemia entre los fore. En algunos poblados fue la causa de muerte más frecuente. Afectaba sobre todo a las mujeres de la tribu: era ocho veces más frecuente en mujeres, niños y niñas pequeños y ancianos que en los hombres. Los síntomas comenzaban con problemas al andar, temblores, pérdida de la coordinación y dificultad en el habla. Luego, continuaban con movimientos bruscos, accesos de risa incontrolada, depresión y lentitud mental. En la fase terminal, el paciente padecía incontinencia, dificultad para deglutir y úlceras profundas. El final era la muerte. Se trataba por tanto de una grave enfermedad neurológica.

Los primeros que presenciaron el kuru fueron oficiales australianos que mencionaron la enfermedad en sus informes al Departamento de Asuntos Nativos. En 1951, Arthur Carey llamó la atención sobre lo que parecía ser una nueva enfermedad que estaba matando principalmente a las mujeres nativas. Carey describió los síntomas clínicos y pidió un diagnóstico médico para poder aplicar un tratamiento. El kuru no afectaba a otras tribus aborígenes del país y los investigadores descartaron que fuera una enfermedad hereditaria: se extendió muy rápidamente entre los fore durante el siglo xx y no podían ser todos descendientes de un único individuo. En seguida se relacionó con el canibalismo, que solo practicaban ellos. Las autoridades australianas prohibieron el canibalismo en el año 1954. Desde que se les convenció de que era mejor no comerse a los familiares, el kuru desapareció prácticamente en una generación. No se ha visto ningún caso en los nacidos desde 1957. Sin embargo, como el periodo de incubación de la enfermedad es de varias décadas, todavía aparecieron algunos casos aislados en personas ancianas que practicaron el canibalismo siendo niños.

Aunque enseguida se pensó que la causa del kuru podría ser infecciosa, ni los estudios ambientales, ni los genéticos entonces disponibles, ni la búsqueda de toxinas proporcionaron ninguna pista. Todos los intentos de transmitir el kuru a roedores de laboratorio o de aislar cualquier microorganismo, incluido un virus, fueron infructuosos. El virólogo Daniel C. Gadjusek (1923-2008) era de la opinión de que el kuru era una enfermedad infecciosa transmisible que se contraía por comer cerebros humanos. Para demostrarlo, inoculó en el cerebro de chimpancés sanos suspensiones de cerebros de pacientes muertos por kuru. Como el periodo de incubación de la enfermedad es tan largo, tuvo que esperar casi dos años para ver que los chimpancés enfermaran con los mismos síntomas. Estos experimentos llevaron a la conclusión de que el kuru estaba causado por un agente infeccioso que, en ese momento, se pensó que podía ser un virus latente. En aquellos años se creía que algunas enfermedades estaban causadas por un tipo de virus lentos todavía no identificado con periodos de incubación muy largos, incluso de varios años. Se comprobó que los síntomas del kuru eran muy similares a los de las encefalopatías espongiformes y a la enfermedad neurodegenerativa humana de Creutzfeldt-Jakob. Gajdusek sugirió que tanto el kuru como la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob estaban causadas por un agente infeccioso todavía no identificado. Daniel C. Gadjusek recibió el premio Nobel de Medicina en 1976 por abrir un nuevo campo de estudio sobre el origen y propagación de ciertas enfermedades infecciosas.

Niño de la tribu fore con síntomas de kuruLiberski / Wikimedia

EL SCRAPIE DE LAS OVEJAS INGLESAS

En julio de 1959, Gadjusek recibió una carta del patólogo veterinario estadounidense William Hadlow que destacaba las similitudes entre el kuru y la tembladera (o scrapie), una enfermedad neurodegenerativa lenta de las ovejas y las cabras endémica en el Reino Unido y conocida desde el siglo xviii (se tienen registros de la enfermedad desde 1732). El nombre en inglés, scrapie, se deriva de los síntomas clínicos: los animales afectados sufren una sensación de picor incontrolable y se frotan de manera compulsiva contra los árboles o las cercas del establo hasta hacerse heridas en la piel, tiemblan de manera incontrolable y presentan alteraciones en el andar y convulsiones. Suele afectar a ovejas de tres a cinco años y algunas razas concretas son más susceptibles que otras. En el Reino Unido se puso en marcha un plan nacional de cría selectiva para fomentar la reproducción de ovejas genéticamente más resistentes a la enfermedad. El scrapie, aunque con mucha menor frecuencia, se ha detectado en ovejas en Europa y EE. UU. Sin embargo, Australia y Nueva Zelanda (ambos grandes productores de ovejas) se encuentran libres de la enfermedad. No hay evidencia y nunca se ha demostrado que la enfermedad sea transmisible a humanos, ni siquiera a personas en estrecho contacto con los animales (ganaderos y veterinarios) o que consuman la carne o productos derivados de estos animales. 

PRIONES, PROTEÍNAS INFECCIOSAS

Unos años antes de que Gadjusek recibiera el premio Nobel, en 1972, el joven Stanley B. Prusiner comenzó su investigación para descubrir el agente infeccioso que causaba la enfermedad del scrapie en las ovejas. Durante más de diez años de investigación, Prusiner y su equipo intentaron aislar ese agente infeccioso del cerebro de un animal enfermo. Para ello, obtenían un extracto del cerebro enfermo y transmitían la enfermedad en modelos animales. Como la enfermedad era de muy lento desarrollo, cada experimento debía durar varios meses. Fueron incapaces de detectar qué causaba la enfermedad por técnicas de microscopía electrónica. Además, el agente infeccioso no era retenido por filtros de tamaño nanométrico, lo que sugería que quizá no se trataba de un virus, como pensaba Gadjusek. La enfermedad se transmitía incluso si ese extracto era sometido a tratamientos que inactivaban los ácidos nucleicos como enzimas que los degradan (ADNasas, ARNasas), agentes mutagénicos (luz ultravioleta o radiación ionizante)… Y era resistente a tratamientos que degradaban las proteínas como detergentes y proteasa. Prusiner propuso que el agente que causaba la enfermedad del scrapie era una proteína a la que denominó prion, un nombre que hacía alusión al término en inglés proteinaceous infectious particle.

Según esta hipótesis, existen dos formas de la proteína: la proteína prion normal o celular (PrPc) y la proteína prion infecciosa del scrapie (PrPsc). La proteína normal PrPc, de función desconocida, es soluble y muy sensible a las proteasas, por lo que su «vida media» dentro de la célula es muy breve, se degrada enseguida. Se encuentra en la membrana de muchas células, más frecuentemente en las del cerebro. Por otro lado, la forma infecciosa de la proteína prion (PrPsc), aunque tiene la misma secuencia de aminoácidos, tiene alterada su estructura y se pliega de manera incorrecta, adquiere una forma tridimensional diferente. Esto hace que sea mucho más insoluble y resistente a la degradación por las proteasas, por lo que tiende a acumularse en las células. Una misma proteína, con la misma secuencia, pero con conformaciones diferentes y funciones distintas: una hipótesis descabellada en aquellos años (principios de los 80). Según la teoría de Prusiner, cuando un prion infeccioso PrPsc entra en un organismo sano interacciona con la proteína prion normal PrPc que existe en el organismo y la modifica, cambiando su configuración y convirtiéndola en prion infeccioso. Es decir, se forma un dímero PrPsc-PrPc, en el que PrPsc es capaz de modificar PrPc a PrPsc y el dímero pasa a ser PrPsc-PrPsc. Esto provoca una reacción en cadena que produce grandes cantidades de la proteína prion infecciosa PrPsc que, como es insoluble y resiste a la degradación, se acumula en el cerebro y causa la enfermedad. Una característica del scrapie y del kuru, y del resto de encefalopatías espongiformes transmisibles, es la aparición de placas amieloides en los cerebros enfermos, debido a la acumulación de estas proteínas PrPsc.

El Dr. Gajdusek revisando el registro de enfermos de kuru en el pueblo de Awande, North Fore, Papúa Nueva Guinea. Es 1972.ASC

ENCEFALOPATÍAS ESPONGIFORMES TRANSMISIBLES

Hoy sabemos que los priones, y no los virus, son responsables de un tipo de enfermedades, siempre fatales, que se denominan encefalopatías espongiformes transmisibles. Se denominan así porque cursan con una degeneración progresiva y lenta del tejido cerebral y del sistema nervioso (encefalopatía), con largos periodos de incubación. Además, aparecen típicamente acúmulos de proteínas en el cerebro, que se pueden detectar en análisis post mortem y que generan una vacuolización del tejido cerebral que adopta una apariencia esponjosa (espongiforme). Son enfermedades transmisibles, bien por un agente infeccioso (el prion) o incluso genéticamente (algunas de estas encefalopatías son genéticas y, por tanto, heredables de padres/ madres a hijos/hijas). Además del kuru en humanos y del scrapie de ovinos hay otras enfermedades de este tipo. En animales se ha descrito también en ciervos y alces (la caquexia crónica), en visones y felinos, en bovinos y otros animales silvestres. En humanos se conocen la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, la de Gerstmann- Sträussler-Scheinker y el insomnio familiar fatal. Todo este tipo de encefalopatías tiene en común síntomas muy similares: cambios de comportamiento (nerviosismos, agresividad, desconfianza), alteraciones de la sensibilidad (hipersensibilidad a sonidos y contactos), alteraciones de postura y movimientos (caídas, temblores, movimientos anormales y repetitivos de la cabeza…), pérdida de peso y masa muscular, ausencia de fiebre…

La enfermedad de Creutzfeldt-Jakob se conoce desde 1920. Es muy poco frecuente (alrededor de un caso al año por millón de habitantes), con una distribución universal, afecta por igual a ambos sexos y es más frecuente en mayores de 55-60 años. No está relacionada con ninguna actividad humana o hábito de consumo. No tiene curación y siempre es fatal. Los síntomas progresivos son pérdida de memoria y de peso, trastornos del sueño, dificultad de movimientos, demencia progresiva, intensa rigidez, fuerte convulsiones y finalmente la muerte. Desde su aparición hasta el fallecimiento de la persona pasa menos de un año. Los pacientes presentan un electroencefalograma característico que facilita su diagnóstico. Es una enfermedad esporádica, en la mayoría de los casos (80-90 %) se desconoce la causa o lo que la origina. En algunos pocos casos la enfermedad se ha adquirido por trasplantes de córnea, instrumentos neuroquirúrgicos, electrodos implantados intracerebralmente, implantes de duramadre obtenidos de cadáveres o relacionados con la administración de hormonas del crecimiento y gonadotrópica obtenida a partir de hipófisis de cadáveres humanos. No existe ninguna evidencia de que las transfusiones sanguíneas sean un factor de riesgo. Entre un 10-15 % de las personas con Creutzfeldt- Jakob tiene una historia familiar compatible con una herencia de la enfermedad, por presentar alguna mutación en la secuencia del gen de la proteína priónica celular (PrPc), situado en el brazo corto del cromosoma 20.

En 1936, Gerstmann, Sträussler y Scheinker describieron un tipo de demencia familiar heredable, de curso muy prolongado —entre 5-11 años—, aunque la edad media de fallecimiento es solo de 48 años. El hallazgo más característico era la acumulación de placas de amiloide en cerebro y cerebelo. La causa es también una mutación en el gen de la proteína PrPc. De forma similar, el insomnio familiar fatal es un trastorno hereditario asociado a otra mutación del gen PrPc. En este caso, el marcador patológico es la degeneración selectiva del talámo y de los núcleos olivares del cerebro. Existe, sin embargo, algún caso de origen esporádico sin la mutación característica. La frecuencia en la población de ambas enfermedades es mucho menor que la de Creutzfeldt-Jakob.

Vacas enferma con una postura anormal y baja de pesoDr. Art Davis

LA CRISIS DE LAS VACAS LOCAS

En 1986 se describió un tipo de encefalopatía espongiforme en el ganado bovino. A principios de los 90 hubo un aumento rápido y espectacular de casos, especialmente en el Reino Unido, de la famosa enfermedad de las vacas locas, que afectó a toda Europa. Como hemos visto, el canibalismo no es nada saludable, entre otras muchas razones porque puede causar el kuru. Aquellas mujeres y niños que se comían el cerebro de sus congéneres se infectaban de proteínas priónicas PrPsc que acababan causándoles aquella demencia. Algo parecido ocurrió con la crisis de las vacas locas. A las vacas se les alimentaba con piensos ricos en proteínas de origen animal. De esta forma engordaban antes y producían más carne. A principios de los 80 se modificó el sistema de fabricación de estos piensos, que se preparaban con carcasas, restos y vísceras de animales (ovejas y vacas, principalmente). El sistema clásico suponía unos tratamientos de varias horas a altas temperaturas y el empleo de disolventes orgánicos para extraer las grasas de los restos animales y generar unas harinas enriquecidas en proteínas animales que se añadían a los piensos para el ganado. Sin embargo, a medidos de los 80 ese procedimiento se modificó, se redujeron mucho los tiempos y temperaturas y se sustituyó el tratamiento con disolventes orgánicos por centrifugaciones. Este nuevo sistema era mucho más rápido y económico, pero mientras que con el sistema clásico se inactivaban los posibles priones infecciosos que podían estar en los restos animales, por el segundo procedimiento no se conseguía esa inactivación. En realidad, estábamos dando de comer a las vacas restos de vísceras de vacas, y ocurrió lo mismo que a los fore. Si las vacas hubieran comido hierba en vez de pienso fabricado con restos de vacas no se habrían vuelto locas. Y si los fore hubieran celebrado los funerales de otra forma y no se hubieran comido los sesos del difunto, no habrían contraído la enfermedad del kuru. Las vacas fueron alimentadas durante varios años con piensos que contenían el agente infeccioso activo, la proteína priónica infecciosa, hasta que la enfermedad se manifestó y aumentaron alarmantemente el número de casos de vacas locas. Se cree que los primeros animales afectados fueron infectados durante el invierno de 1981 a 1982. Durante los siguientes años, el número de vacas afectadas fue aumentando de forma progresiva, de 16 casos en 1986 se pasó a 7000 en 1989 y a 36 000 en 1992. Ya en 1988 se prohibió la alimentación de rumiante con ese tipo de harinas. Desde 1992 el número de casos comenzó a disminuir, a un ritmo del 40 % al año. Se registraron también algunos casos en otros países europeos: Francia, Irlanda, Portugal, Suiza, Alemania, Países Bajos, España, Italia y Suecia.

Se han barajado dos hipótesis para explicar cómo surgió esta encefalopatía espongiforme bovina. Quizá con el tiempo apareció una variante de la proteína priónica infecciosa en las ovejas (en las harinas de origen animal se empleaban también restos de ovejas, y la enfermedad del scrapie es endémica en Reino Unido), que estuviera mejor adaptada a la proteína priónica normal del bovino y fuera capaz de transformar eficazmente la proteína priónica normal de vaca en proteína infecciosa. Otra posibilidad es que hubiera aparecido una variante de la proteína infecciosa bovina más infecciosa, capaz de transformar mucho más eficazmente a la proteína normal en infecciosa.

LA NUEVA VARIANTE DE ENFERMEDAD DE CREUTZFELDT-JAKOB

En abril de 1996 se publicaron los primeros casos en el Reino Unido de una encefalopatía espongiforme humana con unas características clínicas y patológicas nuevas y diferentes del Creutzfeldt-Jakob y a la que se denominó «nueva variante » de Creutzfeldt-Jakob. Hasta el año 2001 se detectaron 89 casos en el Reino Unido, uno en Irlanda y 3 en Francia. La asociación temporal y geográfica con la enfermedad de las vacas locas hizo sospechar que la causa de esta nueva variante podía ser la infección por el agente de la encefalopatía espongiforme bovina. Si este tipo de enfermedades tienen un tiempo de incubación de más de cinco años, y si las vacas infectadas pero que todavía no habían manifestado la enfermedad habían entrado en la cadena alimentaria humana, ¿podría haberse dado el salto de bovino a humano? La exposición de la población humana al agente de las vacas locas probablemente fue máxima a finales de la década de los ochenta, antes de la aparición en 1988 de la prohibición del uso de esos piensos en la alimentación animal. Esta sospecha fue confirmada por la demostración de que macacos inoculados con el agente de la encefalopatía espongiforme bovina desarrollaban unas características patológicas similares a las de la nueva variante de Creutzfeldt-Jakob. La vía de infección en este caso fue la digestiva, por consumo de productos cárnicos contaminados con encefalopatía espongiforme bovina. Lo más característico de la nueva variante de Creutzfeldt-Jakob es que afectaba a personas mucho más jóvenes (mediana de 29 años), duraba menos de 35 meses con síntomas psiquiátricos y depresión. El electroencefalograma era característico de esta nueva versión y las formaciones de placas amieloides en el cerebro y cerebelo también era diferente de la versión clásica de la enfermedad. La práctica desaparición de casos de encefalopatías espongiformes bovina ha llevado consigo la desaparición también de esta variante del Creutzfeldt-Jakob.

Las encefalopatías espongiformes transmisibles son un grupo de enfermedades neurodegenerativas letales que afectan al ser humano y a los animales y que pueden ser transmitidas o heredables. Están causadas por un defecto en la configuración de un tipo de proteínas celulares denominas priones. Se acumulan en el tejido neuronal, especialmente en el cerebro. Aquella descabellada hipótesis de los priones de Prusiner hizo que le otorgaran el premio Nobel de Medicina en 1997. El único dogma en biología es que en biología no hay dogmas.

Modelo molecular del prion humano PrPCCornu / Wikimedia

Fuente de TenemosNoticias.com: www.muyinteresante.com

Publicado el: 2024-07-25 07:00:00
En la sección: Muy Interesante

Publicado en Humor y Curiosidades

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