Lo que parecía imposible hace poco más de tres años hoy está a punto de ser una realidad. Europa podría estar escapando de la ‘trampa de liquidez’ que ha mantenido en un profundo letargo a su economía durante años. Esta trampa se había convertido en una pesadilla para un Banco Central Europeo (BCE) que, tras probar suerte con los tipos de interés negativos y los mastodónticos planes de estímulo, no logró que el consumo y la inversión despertasen en Europa: los agentes económicos no reaccionaban a la ‘lógica’ de la política monetaria y preferían mantener su ahorro en activos seguros o cuentas corrientes incluso perdiendo dinero en términos reales. Ahora todo parece estar cambiando a gran velocidad: los europeos parecen mostrar menor aversión al riesgo (están invirtiendo), el exceso de liquidez se reduce y el gasto público y privado parece que coge carrerilla para repuntar. La consecuencia de todo lo anterior es que la economía podría crecer más de lo previsto… pero también la inflación, lo que forzará a que los tipos de interés se mantengan estructuralmente más altos.
Es evidente que algo ha cambiado y los mercados bursátiles están siendo el mejor indicio. Los activos europeos parecen haberse vuelto repentinamente inmunes a los sobresaltos. Desde EEUU, el presidente Donald Trump intensifica sus amenazas comerciales, pero las bolsas europeas apenas reaccionan. La renta variable estadounidense tiembla, pero la continental no. Europa parece haberse vuelto a prueba de balas.
Esta fortaleza refleja un cambio muy importante, aunque inadvertido, que se está produciendo en segundo plano. «La resiliencia de Europa ante las perturbaciones comerciales y el deterioro de la liquidez global refleja un cambio importante: la demanda de dinero por precaución en Europa está disminuyendo, mientras que la demanda transaccional y especulativa aumenta. El apetito por el riesgo se está recuperando de sus niveles extremadamente bajos de la última década, lo que impactará positivamente en el crecimiento europeo durante muchos años«, constata en un reciente informe para clientes Mathieu Savary, estratega jefe para Europa de BCA Research. «Europa está escapando de su trampa de liquidez, su ‘espíritu animal’ está saliendo de su letargo y los inversores europeos están cada vez más dispuestos a comprar activos de riesgo europeos», tiene claro el analista.
Intentando explicar por qué Europa ha salido repentinamente de esta trampa por la que ha estado arrastrándose años, Savary encuentra tres razones fundamentales. La primera y más importante es que los balances europeos se han recuperado. Los hogares y las empresas disponen de abundante liquidez y han reducido su endeudamiento. Mientras tanto, los bancos han recuperado sus reservas de capital y su rentabilidad.
La segunda razón la encuentran los estrategas de BCA Research en el cambio de paradigma sobre la austeridad en Europa. Si tras la gran crisis financiera fue el mantra ‘intelectual’ que se impuso, especialmente desde Alemania, con los años se ha visto que la receta no fue lo que mejor vino a la eurozona. «La austeridad lastró innecesariamente a Europa y exacerbó el desapalancamiento del sector privado. Esta austeridad impulsó su baja tasa de rentabilidad en relación con EEUU. Por tanto, la eliminación de este obstáculo impulsará la asunción de riesgos», aventura Savary.
La tercera razón, que claramente está actuando como acelerador, es el complejo contexto internacional que ha lanzado a los europeos a actuar. «China se está convirtiendo en un competidor, Rusia sigue siendo un enemigo, el apoyo militar de EEUU se está volviendo condicional y el acceso a los mercados estadounidenses no puede darse por sentado. Además, la retórica interna ha cambiado desde el Informe de Mario Draghi del pasado septiembre. Como resultado, los funcionarios de toda la UE prometen simplificar la pesadilla reguladora de Europa», completa el economista de BCA.
El impulso de esta ‘triada’ de factores se está notando positivamente más allá del verde brillo de las acciones: la actividad económica confirma que el sector privado europeo se está volviendo menos obsesivo con la preservación del capital y asume cada vez más riesgos financieros y económicos, los indicadores de sentimiento están mejorando (véase la encuesta Sentix y los índices alemanes del ZEW o el Ifo, la actividad del sector servicios europeo está siendo más resiliente que en EEUU pese a las fuertes dificultades del sector manufacturero, los flujos de crédito se están recuperando, especialmente para los hogares, y la demanda de crédito se está fortaleciendo, enumeran desde BCA Research.
La trampa… ¿de la inflación?
Pero detrás de estos efectos positivos también hay ciertos riesgos que exigen cautela y mucha vigilancia. A raíz de este cambio de rasante, es probable que Europa experimente más presiones inflacionistas, lo que requerirá tipos de interés más altos. «La salida de Europa de la trampa de liquidez obligará a subir el tipo neutral«, advierte Savary en referencia al ‘tipo de equilibrio’ que ni estimula ni lastra la economía. Recientemente, tras bastante debate interno, los ‘sabios’ del BCE fijaron el tipo neutral del banco en un generoso rango entre el 1,75% y el 2,25%.
Este cierto que el fin de la trampa de liquidez es un factor de largo plazo, pero, en materia de tipos, puede tener implicaciones en el corto. Como señalan desde la agencia financiera Bloomberg, la reactivación del consumo y del gasto público podrían frenar las bajadas de tipos del BCE este mismo año. Aunque el banco central aún podría recortar los tipos en otras dos ocasiones, los expertos de Bloomberg y los panelistas que analizan el BCE creen que las bajadas de tipos podrían llegar a su fin este mismo año. Esto quiere decir que 2026 podría ser un ejercicio sin recortes de tipos.
Este cambio de opinión se produce tras los planes de los gobiernos europeos de impulsar significativamente las inversiones en defensa, una iniciativa que probablemente impulsará el débil crecimiento económico y avivará la inflación. Además del gasto militar, Alemania busca modernizar su anticuada infraestructura con cientos de miles de millones de euros adicionales en desembolsos. El gasto «aumentará la presión inflacionaria a finales de 2026», certifica Marco Wagner, economista de Commerzbank.
Los mercados se muestran vacilantes. Han reducido sus expectativas de flexibilización monetaria este año y ahora prevén uno o dos recortes, incluyendo una posible pausa en abril. Con todo lo anterior, se prevé que la economía de la eurozona cobre impulso. Los encuestados por Bloomberg aún esperan que la economía de la eurozona empiece a despertar, pronosticando un crecimiento del 0,9%, el 1,2% y el 1,5% en los próximos tres años, en línea con las proyecciones del propio BCE. «Por el lado positivo, los paquetes de gasto fiscal para Alemania y la UE se encuentran actualmente en proceso de aprobación y, de aprobarse, impulsarían el crecimiento», afirman los economistas de TD Securities. «Por el lado negativo, la amenaza de aranceles está lastrando las perspectivas».
Todo ello, como se señalaba anteriormente, también tiene su impacto en los precios. El fin de la trampa de liquidez supone más crecimiento, pero también un IPC estructuralmente más alto. De momento, el BCE prevé que la inflación entre 2025 y 2027 se situé en el 2,2%, el 2% y el 2,1%. Echando la vista atrás, sorprende ver cómo han cambiado las tornas. Durante los años en los que la economía se encontraba en la trampa de liquidez la lucha consistía en evitar que Europa cayera en una espiral deflacionista. Ahora la lucha consistirá en impedir que la inflación se sitúe estructuralmente por encima del 2%. No hay día, semana, ni periodo tranquilo para el BCE.
Fuente de TenemosNoticias.com: www.eleconomista.es
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