1993 fue el año en el que todo explotó. Mujer gala se convirtió en el primer hit de Aterciopelados, la voz de Andrea Echeverri y el virtuosismo metalero-punk de Héctor Buitrago entró a patadas en la banda sonora del rock de los años noventa en Colombia.
Toda una generación se grabó en la cabeza la letra sobre una ‘chica mala y una mosca muerta’ al lado de Smell Like Teen Spirit (1991), de Nirvana o De música ligera (1990), de Soda Stereo. El éxito fue una avalancha; empezaron los conciertos y Andrea tuvo que dejar su ‘otra vida’, no la de una ‘gomela’ del norte de Bogotá, que en su primer acto de rebeldía se voló con su novio y fundó Barbarie, un bar de leyenda en una casona colonial en el centro, sino la de una artista de la Universidad de los Andes que había hecho una especialización en cerámica en Inglaterra y exponía sus cobras y sus serpientes pop en el Museo de Arte Moderno de Bogotá.
Uno de los espejos de Ovarios calvarios. Foto:Fernando Gómez Echeverri
Echeverri fue, en su momento, artista plástica de tiempo completo, su destino era estar al lado de la maestra Beatriz González, pero el rock la ‘raptó’; tenía una tienda de objetos llamada Tierra de Fuego, donde sus lámparas vibraban con toda su creatividad y estuvo en bienales y salones nacionales, ¿pero cómo huir de la llamada del rock y la furia de los escenarios? Aterpeciolados es historia viva; sin embargo, en más de 30 años de una brillante carrera musical, Andrea nunca ha dejado de producir obras. Sus piezas se esconden en las portadas de sus discos o en su ropa. Y en 2021 regresó como un huracán con la exposición ‘Ovarios calvarios’ en el Claustro de San Agustín, “vi muchas mujeres jóvenes, algunas lloraron, yo también lloré”. En la muestra, Echeverri les daba un golpe certero a los abusos, hablaba de violaciones sin reparo y mezclaba –cómo no– sus piezas con las letras de sus canciones; algunas de las obras más representativas eran unos espejos con marcos con forma de vagina en los que había mensajes claros: ‘Por donde salimos’ o ‘Somos portal fecundo’. También había varios recordatorios del horror con los nombres de Rosa Elvira Cely y Yuliana Samboni, dos víctimas de feminicidios atroces. Imperdonables.
Echeverri hizo a cada uno de los miembros de Aterciopelados. Foto:Fernando Gómez Echeverri
Ahora sus cerámicas llegan a la galería Salón Comunal (Transv. 27ª no. 53B-25) con esos espejos y varias piezas sorprendentes como las cerámicas de toda la banda de Aterciopelados, un homenaje a Gustavo Cerati –que, en su momento, cuando eran jóvenes y chiquitos, se los llevaba de compras cuando estaban en EE.UU, “era muy fashion!”–, y unas inquietantes cabezas con la cara partida por un rayo y pelo de cuerda de guitarra. Este es el autorretrato de una florecita rockera.
La obra de Echeverri en homenaje a Gustavo Cerati. Foto:Fernando Gómez Echeverri
¿Cuáles son sus materiales de trabajo favoritos?
Mi voz y el barro.
¿Cuántos años lleva de carrera?
De carrera musical, treinta y pico, y de artista un poco más… pero con baches…
¿Por qué decidió convertirse en artista?
No fue un decisión, me gustaba dibujar y era la niña del curso que hacia los letreros de los nombres de los novios y esas cosas, quería dibujar, estudiar de lo que pudiera vivir, como diseño industrial, me mandaron a Estados Unidos para tomar de inglés y en la Universidad de Michigan tomé clases de dibujo y fui muy feliz, volví más determinada, tomé clases de cerámica y joyería y llegué a los Andes.
¿En qué momento el rock la alejó de las artes plásticas?
El rock me alejó del arte en el 94 o 95. Yo seguía yendo a los salones regionales, pero Aterciopelados explotó.
¿Conserva sus dibujos de niña?
No.
¿A qué artista vivo o muerto le encargaría que pintara su retrato?
Yo tengo tres artistas colombianos favoritos de todos los tiempos: Beatriz González, Álvaro Barrios y José Antonio Suárez. Y de hecho, los tres salen en el arte del disco Gozo poderoso, a cualquiera de los tres le encargaría mi retrato. Y claro… ¡me habría gustado uno de Warhol!
¿Cuál es la colección a la que pertenece que más lo hace sentirse orgullosa?
En museos… mmmm… ¡creo no estoy en ninguna! El Museo de Antioquia me pidió un mapa de huesos, pero era regalado y yo dije que no, pero desde la música lo bonito es que la gente te escuche, que te tenga en su playlist, que le muestren tu música a sus hijos, que juntos canten Florecita rockera, que canten en el karaoke, que canten Baracunatana… ¡esas colecciones son importantes!
¿Duchamp o Picasso?
¡Ninguno! Soy pop: Warhol o Rauschenberg.
¿Cuál es, hasta ahora, su obra maestra?
Mi obra maestra… en esta intención mía de juntar las dos cosas que soy, música y cerámica, lo más importante y significativo, es Ovarios calvarios, fue un momento muy conmovedor.
¿Cuál ha sido su peor crisis creativa?
Yo trato de comprometerme en la creatividad diaria; en tener proyectos, en tener proyectos todo el tiempo. Y a veces salen.
Andrea Echeverri, en su exposición del Claustro de San Agustín. Foto:César Melgarejo/ EL TIEMPO
¿Qué tan ordenado es su taller?
Es muy desordenado.
¿Tiene horarios de trabajo?
No tengo horarios de trabajo, porque están determinados por la música, y por el pico y placa, mi taller está en Cajicá y en Bogotá solo puedo hacer cosas pequeñas, pero sin pico y placa vengo tempranito y trabajo todo el día.
Andrea Echeverri, en su exposición del Claustro de San Agustín. Foto:César Melgarejo/ EL TIEMPO
¿Cuál fue la primera obra de arte que vio en su vida?
Había una reproducción de Van Gogh en mi casa de su Noche estrellada, con sus nubes en espirales, pero la primera cosa que estremeció fue una retrospectiva de Beatriz González en el Mambo, cuando yo estaba en segundo semestre en los Andes. Me marcó y me sigue marcando.
¿Cuál es la crítica que más le ha molestado?
La criticas molestan, pero uno se acostumbra a que unos les gusta lo que uno hace y a otros no.
¿Y la que la ha hecho más feliz?
Las criticas lindas alimentan, los piropos son bonitos, desde que te den un premio, como un Grammy, o cuando las señoras te dicen que cantas bonito, o cuando un peleao tiembla cuando te pide una foto, o cuando alguien te dice que una canción lo saco de una depresión. Eso es hermoso.
¿Colecciona obras de otros artistas?
No. Tengo varias vírgenes de Rosa María Jerez.
¿Cuál es el artista que más admira en Colombia?
Beatriz González.
Para usted, ¿cuál es el artista vivo más importante del mundo?
Ella.
¿Con qué artista le gustaría exponer en la misma sala?
Doña Beatriz y yo. Y con las grandes ceramistas colombianas: Carol Young y Cecilia Ordóñez.
¿Qué obra del arte universal le gustaría tener en la sala de su casa?
Un Warhol.
¿Ha llorado frente a alguna obra de arte?
Lloré varias veces cuando entre a Ovarios calvarios, y vi chicas con el ojo aguado, también recuerdo que sentí como algo como un Rembrandt.
¿Considera que es un genio?
¡Genia! Jajaja… ¡no! Tengo serios problemas de autoestima, y con eso que ahora llaman el ‘complejo del autoimpostor’… a veces digo, ‘juepucha, ¡tengo eso! Me suena familiar’.
¿El arte digital es el futuro?, ¿ya tiene NFT’s?
No es mi futuro.
¿Cuál es su libro de arte de cabecera?
Todos los ceramistas tenemos El manual del ceramista, de Bernard Leach.
¿Por qué vale la pena comprar una obra suya?
Esa pregunta me recuerda un meme: “Salva a una persona loca, compra arte”.
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La entrevista con Andrea Montañez es la portada de la nueva edición de Revista BOCAS. Foto:Jet Belleza (Postproducción digital Miguel Cuervo)
Fuente de TenemosNoticias.com: www.eltiempo.com
Publicado el: 2025-07-01 00:09:00
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