2023: año del renacer – Diario del Sur

Por: Carlos Santa María

Cada año tenemos la oportunidad de cambiar para crecer. Sin embargo, los mecanismos de manipulación y propaganda nos sumergen en una algarabía muy necesaria para superar los efectos de las carestías, aunque ella no conduce a ver la realidad tal cual es.

El principio fundamental de la Humanología es que nadie puede vivir su vida a través de otra persona, es decir, sólo es factible ser feliz mirando el mundo desde una óptica que nos produzca placer real (no ilusiones alcohólicas, comidas opíparas extenuantes, demostrando lujos exorbitantes o producto de la drogadicción), de tal suerte que la felicidad, lo más importante, se logre amparado en la tranquilidad de sí mismo, de la familia y la sociedad en su conjunto de ser posible.

«Que la Navidad sea el entrenamiento para tiempos mejores donde podamos hacer homenajes sinceros en vida, paladear la amistad con afectos, comprender las personas en su propia dimensión y creer en nosotros como inmensas potencialidades humanas».

Evitar ser el juez de todas y todos cada día para concentrarnos en cómo mejoramos nuestra nutrición en la medida de lo posible, cuánto tiempo dedicaremos a nuestra introspección, o sea, a vernos con objetividad para avanzar tanto en las opciones como en hacer minúsculas las dificultades. Comprender es la metodología inteligente que permite hilar fino para tejer palabras de acompañamiento y fortaleza.

Día y noche son igual por toda la eternidad. La diferencia estriba en que se da a ello un ideal, nombre, sentido, utilidad, por tanto, esa unidad de tiempo es fundamental para aprovecharla pues de lo que sigue no sabemos su certeza. Vivir cada día como si fuese el primero es esencial.

La gran propuesta es regalarnos este año para nosotros dedicándonos a estar plenos con nosotros mismos. Si se logra, la serenidad comienza a acompañarnos más seguido y la salud mejora sustancialmente, la gente mira con mayor atención lo que hacemos, acepta un liderazgo que conduzca a sentirse en condiciones de equidad y la coherencia se convierte en acompañante permanente.

Que la Navidad sea el entrenamiento para tiempos mejores donde podamos hacer homenajes sinceros en vida, paladear la amistad con afectos transparentes, comprender las personas en su propia dimensión y creer en nosotros como inmensas potencialidades humanas.