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Buscando el origen de las coníferas

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Un equipo de paleobotánica se propuso averiguar en qué momento surgieron los grupos modernos de coníferas, de características diferentes a las de otros árboles más antiguos, y profundizar en la evolución inicial de esos grupos.

 

“¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde?”. Las preguntas suelen agolparse en las mentes de los y las investigadores de la paleontología que, en ese afán de completar el “álbum de fotos” de la historia del planeta Tierra, indagan y descubren cómo se fueron conformando los ecosistemas terrestres y acuáticos de hace millones y millones de años.

 

En ese camino estuvieron (y están) Josefina Bodnar, investigadora de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina) y su equipo quienes, en un reciente trabajo, indagaron sobre las coníferas del período Triásico ubicadas en lo que hoy es territorio argentino. El estudio ha sido publicado en Ameghiniana, la revista de la Asociación Paleontológica Argentina, e implicó la revisión de la anatomía y de la afinidad sistemática de algunos de los restos vegetales de ese período geológico.

 

“Todos los continentes estaban unidos en una gran masa de tierra o supercontinente, llamado Pangea, pero con el paso del tiempo se fueron dividiendo en dos partes, Gondwana y Laurasia”, explica Bodnar, doctora en Ciencias Naturales. “El primero incluía lo que hoy es Sudamérica, África, Australia, Nueva Zelanda, Antártida y la India, y en esta zona en particular nos enfocamos para la investigación”.

 

Con un especial hincapié en el período Triásico de la era Mesozoica (en términos de tiempo, hace entre 251 millones de años y 200 millones), Bodnar y su equipo se propusieron averiguar en qué momento surgieron las familias modernas de coníferas. La pregunta no era sencilla, sobre todo si se tenía en cuenta, como explican los mismos científicos y científicas, el material fósil con el que cuentan hasta el momento.

 

“Empecemos por el hecho de que las coníferas no eran un grupo dominante en aquellos ecosistemas. Para este mismo período hay diferentes fósiles que podrían pertenecer a coníferas, pero más que nada muchos fragmentos de madera y pocos fósiles de hojas, piñas o estructuras reproductivas”, detalla la científica del CONICET. “Entonces la pregunta era por qué había tan poco registro de hojas y piñas y tantos de madera y a partir de resolver esa pregunta, cuándo aparecieron las primeras familias modernas de este grupo de plantas”.

 

Gracias a la laboriosa tarea de indagar y de revisar los leños fósiles disponibles, los investigadores e investigadoras tienen las certezas de cómo algunas maderas podrían ser de coníferas prehistóricas o no. “Chequeamos el registro fósil de estas coníferas, estudiamos las hojas reproductivas que fueron asignados a estas familias, analizamos las características y órganos y, de esta forma, pudimos ir consolidando el registro”, apunta Bodnar.

 

Anatomía de las células de la madera bajo el microscopio. (Imagen: el equipo de investigación)

 

Un momento… ¿fósiles de plantas?

 

Sí, la respuesta es afirmativa: de las plantas de hace millones de años hay una enorme cantidad de fósiles en el mundo. Giovanni Nunes, becario del CONICET con sede en el Museo Paleontológico Egidio Feruglio y también autor del trabajo, lo explica de esta forma.

 

“Cuando la madera u otra parte de los árboles se fosilizan, se estudia la anatomía, igual que en una planta actual, en caso de que estén bien preservados. Lo que tratamos de buscar, a partir de distintas metodologías y técnicas, es qué caracteres podrían ser útiles para ver si esas maderas eran de coníferas o de otras plantas con semillas”, plantea.

 

La confusión sobre si era una especie de árbol u otra –recuerden, hablamos de especies de millones de años de antigüedad- radica en que nunca se tiene la planta completa, sino, apenas, fragmentos. “En algunos fósiles, la madera era igual a la de una conífera, pero las hojas parecían de un helecho y tenía semillas. De todas formas, solo con la madera podíamos descartar que fueran helechos con semilla o coníferas más primitivas”, agrega el becario.

 

Cuenta el equipo que el estudio lo empezaron en pandemia, lo que implicó que solo pudieran analizar las muestras alojadas en las colecciones del Museo de La Plata o del Museo Egidio Feruglio de Trelew, mientras que el resto tuvieron que revisarlas a partir de la bibliografía o a las fotos disponibles.

 

“Uno de los problemas con esto es que surgieron obstáculos ya que hay distintos criterios de definir los caracteres y rasgos que se estudian. No todos llaman de la misma manera a todos los aspectos y hay diferentes terminologías para lo mismo, por lo cual fue una problemática compleja de superar”, aporta, en este sentido, Nunes.

 

Estos desafíos incluyeron, además, que muchas terminologías técnicas están dadas a partir de las especies actuales, por lo que en los fósiles no se puede ver de la misma manera, o, en varias situaciones, partes que tuvieron que describir por primera vez. “En algunos fósiles, directamente, no pudimos analizarlos porque están muy mal preservados”, aclara el becario.

 

Más allá de los contratiempos o desafíos técnicos, el balance es bueno, además de dejar más preguntas que respuestas. “Toda esta metodología nos motivó a revisar más. Es importante unificar el criterio, en estos casos. Empezamos a pensar que había muchos leños que podrían ser de otros grupos porque de muchas plantas extintas no se sabe cómo eran sus troncos y madera”, postula Bodnar. Queda, asegura, la posibilidad de evaluar de manera más intensiva cada uno de los caracteres registrados.

 

La línea de investigación sigue, por tanto, abierta, a la espera de posibles nuevos hallazgos en el futuro. (Fuente: Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM))

 

 

Fuente de TenemosNoticias.com: noticiasdelaciencia.com

Publicado el: 2023-10-06 13:45:37
En la sección: Ciencia Amazings® / NCYT®

Publicado en Ciencia