Un descubrimiento reciente hace aumentar significativamente las probabilidades de vida en otros sistemas solares.
El origen de los ingredientes necesarios para el surgimiento y consolidación de la vida ha sido tema de debate desde hace mucho tiempo. Al principio, quizá por una influencia residual de la visión geocentrista del cosmos que predominó en la humanidad hasta hace muy pocos siglos, se creía que los ingredientes de la vida surgieron en la Tierra y que eran exclusivos de nuestro mundo. Sin embargo, la idea de un origen extraterrestre para tales ingredientes ha ido ganando puntos en las últimas décadas, con más y más sustancias químicas necesarias para la vida siendo detectadas en puntos del espacio interestelar.
Cada vez está más claro que la base química para la vida ni siquiera depende de un escenario planetario, sino que puede forjarse en el propio espacio interestelar. Los resultados de un nuevo estudio lo corroboran con el hallazgo de que en el hielo interestelar pueden formarse más ingredientes para la vida que los considerados factibles hasta ahora.
El estudio es obra de un equipo integrado, entre otros, por Mason McAnally, de la Universidad de Hawái en Estados Unidos, y Jana Bocková, de la Universidad de la Costa Azul en Niza, Francia. Para una parte del estudio se han utilizado observaciones realizadas por el Telescopio Espacial James Webb (JWST), que es fruto de una colaboración internacional encabezada por la NASA, la ESA y la CSA, respectivamente las agencias espaciales estadounidense, europea y canadiense.
Concretamente, en el estudio se ha constatado que las sustancias químicas que intervienen en un proceso químico (el ciclo de Krebs) que resulta esencial para la aparición de la vida en la Tierra y para la actividad de las células, pueden formarse en partículas de hielo situadas en el espacio interestelar. Sobre granos de polvo del espacio interestelar se forman finas capas de hielo. La radiación que reciben en forma de rayos ultravioleta y ráfagas de partículas conocidas como rayos cósmicos, permite una evolución química más amplia de lo creído.
La nebulosa NGC 1333. El telescopio espacial James Webb detectó allí hielo interestelar. El nuevo estudio muestra que, al parecer, este hielo también está detrás de la formación de moléculas orgánicas, incluidos todos los intermediarios del ciclo de Krebs. (Foto: © ESA / Webb / NASA / CSA / A. Scholz / K. Muzic / A. Langeveld / R. Jayawardhana)
Los autores del estudio obtuvieron estos resultados recreando hielo interestelar en el laboratorio, y estudiándolo en condiciones lo más parecidas posible a las reales (en vacío, a una temperatura de 263 grados centígrados bajo cero, y con una irradiación por partículas de alta energía que simulaban los rayos cósmicos. Para los análisis se empleó una combinación pionera de técnicas espectroscópicas infrarrojas y cromatográficas.
El ciclo de Krebs consta de una serie de reacciones químicas que tienen lugar en las células de los seres vivos. Puede producir energía a partir de la degradación de ciertos tipos de moléculas (lípidos, azúcares, proteínas). La célula utiliza esta fuente para producir la energía que necesita para funcionar.
Lo descubierto en esta investigación por McAnally, Bocková y sus colegas amplía el inventario de moléculas prebióticas (moléculas orgánicas implicadas en los procesos químicos que conducen a la aparición de vida) que pueden formarse en el espacio, y marca una nueva etapa en la investigación sobre indicios de vida en el universo.
El estudio se titula “Abiotic origin of the citric acid cycle intermediates”. Y se ha publicado en la revista académica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). (Fuente: NCYT de Amazings)
Fuente de TenemosNoticias.com: noticiasdelaciencia.com
Publicado el: 2025-04-24 03:45:00
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