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¿Nueva constituyente o cortina de humo?

JAVIER RECALDE

Finalizando el gobierno de Virgilio Barco se gestaba por un grupo apasionado de jóvenes el lanzamiento de la séptima papeleta; los impulsores de esta iniciativa eran estudiantes, la mayoría de Derecho, que rondaban los 20 años, y recogían el inconformismo general de los colombianos en un momento crítico: el Estado colombiano se enfrentaba en una cruenta guerra a los carteles del narcotráfico, las tasas de homicidios eran la más alta del mundo, los atentados contra la población civil eran frecuentes y seis guerrillas buscaban derrocar al gobierno. Me incluyo dentro de esos jóvenes de la época que era necesario un cambio con el poder del voto y si muchos estábamos cumpliendo la mayoría de edad, pero con la convicción y responsabilidad que tiene llegar a este punto.

En las elecciones del 11 de marzo de 1990 en Colombia estaba previsto escoger a senadores, representantes a la Cámara, diputados de asambleas locales, concejales municipales, alcaldes y al candidato presidencial del Partido Liberal; es más el voto se empacaba como envolturas de dulce y a ciegas los votantes llevaban estos elementos a las urnas y digo a ciegas porque, aunque pudiese abrir y volver a cerrar un gran porcentaje de la población era analfabeta.

Seis papeletas para seis elecciones; pero hubo una papeleta adicional a las oficiales, que no estaba pautada, y terminó siendo la más importante.

Se llamó la Séptima Papeleta (SP), y fue repartida en las calles o impresa en periódicos para que la gente la recortara y la metiera en las cajas de votación; algo sin precedentes incluso para la misma Registraduría que no estaba en sus planes. En ella se enunciaba: «Plebiscito por Colombia, voto por una Asamblea Constituyente que reforme la Constitución y determine cambios políticos, sociales y económicos en beneficio del pueblo».

La carta magna que pretendía reformar estaba vigente desde 1886, y establecía el catolicismo como el pilar del Estado, restringía el derecho al voto, permitía la pena de muerte, prohibía el divorcio y daba poderes extraordinarios al presidente, como el de elegir gobernadores y magistrados. Algo que marcó un hito en la historia en agosto de 1989 el candidato favorito para ganar la presidencia, Luis Carlos Galán Sarmiento, fue asesinado. Así que eran muchas las razones para acudir a este cambio en los pilares del estado.

En las actuales circunstancias del estado colombiano, el presidente de la República, mejor que nadie sabe que solo y por su propia cuenta, no puede convocar una constituyente. Sabe que solamente mediante una ley de la República, aprobada por un Congreso en el que no tiene mayorías y con control constitucional previo de la Corte Constitucional, se puede convocar una constituyente; ya algunos sectores políticos, gremiales y sociales se están pronunciando ya sea a favor o en contra; pero lo que si es cierto es que en nuestra democracia es una alternativa; ahora bien este será un indicador para medir el pulso político frente a la continuidad del actual gobierno; tomando como banderas una reforma constitucional en pleno o la oposición haciendo valer el sentir ciudadano en las calles. Esperemos que no sea una cortina de Humo frente a muchos compromisos que tiene el gobierno en todos los rincones del país.

La invitación es a comprender muy bien los alcances de una Asamblea Nacional Constituyente y si en las actuales circunstancias le conviene o no al país; lo que si es cierto es que será un tema para incluir en la próxima campaña política que buscará renovar el congreso y elegir un nuevo presidente.

Fuente de TenemosNoticias.com: www.diariodelsur.com.co

Publicado el: 2024-03-20 20:09:29
En la sección: Diario del Sur

Publicado en Ciencia

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